
Soy el
antideporte en persona. Me parece un
coñazo, una pérdida de tiempo y aburrido hasta el infinito, pero nado y me gusta.
Cuando empecé a nadar en serio, unas 3 veces por semana, hace 5 años, no tenía ninguna confianza en mi fuerza de voluntad y en mi constancia para mantener ese hábito.
A esta falta de confianza por mi parte se sumaba la del ingeniero que cuando le comenté que pensaba ir a nadar, me miró desde las alturas y me dijo:
pero ¿vas a ir más de una vez?
Por otro lado me horroriza la gente que va a hacer deporte y parece
Barbie “
sportwoman”, es decir, va con el modelo adecuado a la actividad deportiva en cuestión, tienen zapatillas de correr, zapatillas de
paddel, pantalones de correr, pantalones de
bici, camiseta térmica de manga larga, camiseta de tirantes para el gimnasio y
blablablabla.
La falta de confianza, mi animadversión hacia la moda deportiva y mi poca pasta, me hicieron ir a nadar con el mínimo equipo imprescindible, esto es: mochila del ingeniero del año de Maricastaña, bañador normal de playa, gafas y forro guarrero de
Decathlon y toalla espantosa con el logotipo de la empresa de libros por colores. ¡A
h si! , y unas chanclas que deben tener 15 años.
Con esa pinta inmunda empecé a ir a nadar. Voy a una piscina en un polígono industrial en una ciudad de provincias, es decir, que el
glamour y el
estilismo natatorio no tienen mucho público ahí, pero aún así yo era todo un espectáculo. Me daba igual, porque la verdad es que una vez que te metes en la piscina nadie te mira, algunos te intentan meter mano, pero mirarte no te miran. La pena fue que a mi compañera de piscina, M, no le
molaba mi pinta porque ella es todo lo contrario que yo, y se empeñó en mejorar mi aspecto
piscinero.
El interés de M. por mi aspecto y mi cada vez mayor afición a la piscina me hicieron ir mejorando mi
equipación. Lo primero que desapareció fue la mochila
viejuna, me hice con una bolsa de marca
superestupenda en la que cabía todo sin tener que sentarme encima, ahora mismo incluso esa bolsa ha pasado a mejor vida y tengo una que es el colmo del
estilismo. Es tan mona que cuando la gente la ve en mi despacho me dicen: ¿ es para regalar?
Luego tiré la toalla espantosa de mi empresa y me regalaron una color..¿morado? ¿púrpura? No sé, tengo un gen
xy que me incapacita para describir colores más allá de los básicos, no sé lo que es turquesa, ni verde botella, ni verde loro y no sé que diferencia hay entre púrpura y morado, ni entre crema y
beige, pero la toalla es bonita y por supuesto, tampoco parece mía.