Es probable que no lo sepáis pero esta semana se celebran las Fiestas del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en Los Molinos. El santo es lo de menos, lo de más son las Fiestas.
Son unas fiestas como todas las de los pueblos, tirando a cutrillas. ( No hay más que ver el cartel adjunto). Lo más especial que tiene Los Molinos es que los encierros se celebran a la "hora de costumbre" qué comprende el intervalo que va desde la 1 hasta las 2 y media de la tarde. Una hora buenísima, sales la noche anterior, te envenenas y con un poco de suerte te levantas con la excusa del encierro y te da tiempo a llegar a emborracharte en el aperitivo mientras esperar que pase el encierro. Un plan estupendo.
Cuando era joven y gilipollas no concebía mi vida sin estar en Los Molinos esta semana y salir todas las noches aún a riesgo de perder mi hígado, mi voz y toda mi dignidad. Además de joven y gilipollas tenía una resistencia física impresionante: salía de domingo a domingo todas las noches hasta que se hacía de día, me levantaba para el encierro y el aperitivo, minisiesta y otra vez a la noche. Ahora mismo sólo de pensarlo me agoto pero en aquellos tiempos si fallabas una noche los cabrones de tus amigos te apuntaban en la lista negra.
Hoy es viernes de fiestas.
El plan es ir a Los Molinos, dejar a las princesas con MAD en casita y el ingeniero y yo lanzarnos a las calles a mazarnos como piojos, pero eso sí con la intención verbalizada a la puerta del primer bar de : no más de 3 copas. En el primer bas nos atufaremos 150 cañas y el primer gintonic y luego iremos sumando copazos hasta llegar a la plaza donde estará la cutreorquesta de turno perpetrando por décima vez en la noche la cancioncita esa de Baute....te envío poemassss de mi puñooo y letraaaaaa ( ¿se puede ser más chacho?). Lo peor no es saber que escucharé la canción 150 veces, lo dramático es saber que la cantaré enfervorizada hasta que no me quede un hilo de voz.
Con un poco de suerte, antes de que se haga de día, nos encaminaremos hacia casa dando tumbos, no sin antes pasar por un puesto de comida repugnante en el que compraremos un perrito caliente gigante y unas patatas fritas grasientas de esas que vienen en un cucurucho con salsas: las de arriba arden y tienen toda la salsa, y las de abajo están crudas y congeladas. Lo peor no es saber que caeremos en la tentación, lo peor es saber que nos sabrán a gloria.
Mañana, las princesas no perdonan: " al encierro, al encierro", " a los caballitos, a los caballitos". Nos levantaremos y nos arrastraremos al encierro donde nos encontraremos con toda esa gente que dejó de ir a Los Molinos cuando hacían COU ( " tengo planes en Madrid") y ahora te ven y te dicen:
- ¿ Qué tal? ¿ Tú por aquí?
- ¿ Yo por aquí?? Pero de donde te has caído tú. Llevo viniendo toda la vida..el que viene poco eres tú, que la última vez que te vi tenías pelo, otra novia y 25 kilos menos..no te jode.
Con resaca me pongo muy arisca y no sirvo para las relaciones sociales.
Esto será si conseguimos levantarnos. El año pasado el ingeniero y yo no pudimos coger la vertical hasta las 7 de la tarde. Me recuerdo tirada en el sofá con sudores fríos, holgura craneal y un malestar general precursor de la muerte, mirando a los nadadores paralímpicos y pensando: yo estoy mucho peor que ellos.
Así que aquí estoy, debatiéndome entre continuar la tradición dándome al alcohol o ser innovadora y quedarme en casa.