
Las tías llevamos en los bolsos nuestras cosas, las de ellos y por supuesto las de los churumbeles. Ellos sólo llevan “ sus cosas”.
La mayoría de los tíos sienten por el bolso de sus parejas una curiosa relación de amor/ odio. Por un lado odian “el saco” ( ingeniero dixit) de su pareja , pero por otro lado les encanta porque se creen que si les falta algo seguro que lo encontrarán en ese bolso.
Nosotras salimos de casa pensando en los “ por si”. Ellos salen de casa con la mente en blanco.
Nosotras “por si” llevamos de todo. Ellos “por si” te llevan a ti.
A mi los bolsos no me gustan, jamás voy a comprar bolsos ni digo “ necesito un bolso amarillo limón”, me parecen un trasto, son incómodos de guardar, caros y además si los dejas por el suelo siempre viene algún memo que dice “ se te va a ir el dinero”.
Llevo bolso por obligación. No lo cambio según lo que lleve puesto, puedo llevar el mismo un mes seguido. La vida media de uno de mis bolsos viene determinada por su capacidad para aguantar el peso con el que lo cargo, si se rompen las asas a la basura. No hago reparaciones de bolsos.
Mis bolsos son siempre grandes y resistentes. Los bolsos pequeños son como un mal amante guapo, sirven para acompañarte a una boda pero nada más. En casa un amante grande que solucione aunque sea menos vistoso.
¿ Qué llevo en el bolso hoy?
- Una cartera roja. Regalo de navidad de alguien del curro. De muucha marca, muyyy cara y una mierda. Las dos cremalleras se rompieron en marzo, por supuesto voy sin cremalleras, soy así de chapuzas. ¿ Dinero en la cartera? 20 céntimos.
- Una bolsa de plástico transparente de frutería, cómo me ha dado por hacerme la sana me traigo un par de albaricoques al curro y los meto en esa bolsa para que no rueden entre todas las demás mierdas que llevo en el “saco”. Hoy no hay albaricoques, se han terminado.
- Una pluma. Cartuchos para la pluma rodando por el bolso. Ya sé que cuando se revienten y me manchen todo pensaré ¿ porqué coño no los guarde en uno de esos bolsillitos laterales? Y haré firme propósito de empezar a usar esos bolsillitos. Por supuesto tiraré el bolso.
- Un dibujo de mi hija C. No puedo quitarlo porque todos los días comprueba si lo llevo.
- Un libro, siempre. Por si se cae un puente en la autopista y tengo que estar 4 horas parada o por si termino todo el curro que tengo, se cae internet, deja de funcionar la tele de mi despacho y no me dejan irme o por si tengo que bajar a comer sola al comedor. Hoy es “ El lector” de Bernard Schink que por ahora me está dejando tan fría como leer las instrucciones de mi lavadora.
- Un cuaderno rayado hecho por mi amiga R donde apunto cosas de libros y gilipolleces varias.
- Medio paquete de chicles de fresa sin gluten. Esto es fascinante, yo no como chicles ¿ cómo ha llegado aquí?
- Una bolsita monísima que alguien me regaló, con mi kit para parecer femenina y preocupada por los detalles. Es monísima pero no la uso nunca, aún así no me decido a sacarla del bolso por si de repente me pasa algo y me quedo encerrada con desconocidos en un ascensor y necesitamos algo de lo que llevo. O por si quiero hacerme la ultrafemenina alguna vez..jajajaja. En la bolsita hay: un kit de costura, bálsamo para los labios, parches para los herpes, un perfumador y un tampax. Menos el tampax que creo que si lo utilizaré, el resto coge polvo en mi bolso.
- Una bolsa con mi mp3 y el cable de conectarlo al pc. Antes el mp3 vagaba libre por mi bolso pero el ingeniero me regañó muchísimo y me hizo meterlo en una bolsita. Su amor por los aparatos me enternece.
- Mis gafas de sol y mis gafas de directora de cine lesbiana catalana.
- El libro de las marcas de los celiacos. Imprescindible.
- Una inyección de adrenalina. Esto no debería estar aquí pero en fin, nunca se sabe si alguien a mi alrededor tendrá una sobredosis y tendré oportunidad de clavársela en el corazón. Es una dosis infantil, lo mismo me sirve para asustar a alguien.
- Llaves, del coche, de mi casa de Madrid, de mi casa de Los Molinos, del despacho, de la cajonera. Parezco el amo del calabozo.
Hay algo que nunca llevo.
Me encanta cuando a las princesas se les caen los mocos, se manchan de barro, chocolate, tomate o lo que sea y el ingeniero se gira y me dice:
- ¿ llevas kleenex?
- Yo no, ¿ y tu?