
- ¿ Dónde estabas?
- Sujetando un archivador antes de que se me cayera y me destrozará el pie.
- Ah vale.
Si por ejemplo he ido a la fotocopiadora que está exactamente a 20 metros de mi despacho y me llama desde su mesa, si no lo cojo a la tercera llamada..oigo como cuelga y sale andando de su despacho, asoma la cabeza para ver dónde estoy.
Hace poco le dí a elegir entre sondarme o avisarle cuando voy al baño para evitarle una crisis de ansiedad. Gracias a Dios eligió el aviso.
Bien, es evidente que mi sitio está en mi despacho. No me puedo mover de aquí y para eso me pagan. Hay gente que no lo entiende, por ejemplo las tías de “ control de accesos”, es decir, las recepcionistas de toda la vida que ahora son controladoras de accesos. Supongo que es para darse importancia, controlan los accesos cómo si hubiera peligro de invasión por parte de gente deseosa de ver una empresa de colocación de libros por colores o espías industriales que quisieran conocer nuestros secretos.
Me llaman:
- Hola guapa
- ¿ Perdón?
- Te llamo de control de accesos.
- Ah si, las de la portería.
- No, perdona, control de accesos.
- Vale, si, las de amarillo detrás del mostrador. Dime
- Que ha llegado un paquete.
- Vale
- Tienes que bajar a buscarlo.
- Jajajajajajajaja ¿ perdona?
- Tienes que bajar a buscarlo porque no podemos tenerlo aquí.
- Pues subídmelo.
- No es mi trabajo
- Mira controladora de accesos, la importancia de nuestro trabajo es directamente proporcional a la distancia que hay desde nuestro puesto de trabajo al despacho del jefe supremo y mira tú por donde yo le tengo aquí delante mirándome y tú no.
- Vale, ahora te lo subimos.
Por supuesto me odian, pero es que coño, le das a alguien un uniforme, un ordenador y un tarjeta identificativa y se creen los amos del calabozo.
La semana pasada tuve otra bronca con ellas que está teniendo desagradables repercusiones en mi entorno laboral. Me llama mi jefe hecho una furia:
- ¿ Porqué no me has avisado de que me había llegado un paquete? He quedado fatal con un tío
- Aquí no te ha llegado nada.
Llamo a las controladoras de accesos y con voz dulce pregunto:
- ¿Ha llegado algo para el Jefe Supremo?
- No, no ha llegado nada, te habríamos avisado.
- ¿ seguro?
- Si, si seguro. Aquí no hay nada y no hay nada apuntado.
- Vale, pues cuando llegue sea la hora que sea ( era viernes y yo iba en el coche ) me llamáis, a la hora que sea.
- Vale, vale.
A los 10 minutos me llaman.
- Oye, que si hay un paquete, que llegó antes de ayer.
- ¡PERDONA?
- Si, es que es muy pequeño.
- ¡ MUY PEQUEÑO? No he hablado contigo hace 10 minutos y me has dicho que no había nada y que no había nada apuntado?
- Te avisamos el otro día.
- MENTIRA. Y LO SABES.
Llamo a mi jefe:
- El paquete llegó hace dos días pero no me habían avisado
MI jefe suelta todo tipo de exabruptos malsonantes y sé que si tuviera a las controladoras a mano las fulminaba.
- ¡¡ voy a llamar a su jefe!
El jefe de las controladoras es a su vez mi archienemigo el jefe de mantenimiento al que por supuesto le ardió el pelo de la bronca que le cayó sin comerlo ni beberlo. El lunes siguiente vino a verme para ver qué problema había habido, o a ver cómo con una maniobra de arabesco lateral conseguía que la metedura de gamba de sus chicas fuera mía. Discutimos mucho y gane yo pero en venganza ha bajado la temperatura del comedor a 15 grados y me mira con odio cuando entro a comer.
Lo que no sabe es que estoy maquinando mi venganza. Hoy bajaré a comer con mi jefe y le pediré que me deje su chaqueta del frío que tengo. Pareceré un pingüino pero le daré pena y cuando suba dira: llama al de mantenimiento y le echará otra bronca porque la gente pasa frío en el comedor y estamos gastando mucho en aire sin necesidad.