
Hemos compartido cuarto toda la vida y nos odiábamos. Nos sacábamos de quicio la una a la otra. Yo era buenísima y una pringada absoluta, de esas que creía que si eras buena tu madre se daría cuenta y tendrías tu recompensa. Ella era malísima pero cariñosa y dulce; así que se llevaba todos los premios. “ mamá, ser mala es mucho más divertido”. Y se llevaba todos los premios, como ya he dicho antes siempre fue muy lista.
Ella es la prueba de que ser cariñosa y tener una sonrisa deslumbrante tumban a cualquier padre. Yo soy la prueba de que ser buena pero protestona no lleva más que a la frustración. Lo curioso es que ahora hemos evolucionado al contrario, yo me he vuelto mala y efectivamente lo encuentro mucho más reconfortante que ser buena y ella sin embargo ahora corta las alas a mis maldades: “tía no seas mala”.
De canis, nuestro día a día era una batalla continua. Ella se aliaba con B y me hacían todo tipo de putadas. Lo peor que yo le he hecho a ella fue una noche de reyes en que de los nervios vomité la pizza. Lo mejor fue que dormíamos en litera, me asomé desde arriba y se lo eché todo encima. Todavía recuerdo a mi madre quitándole trozos de jamón del pelo…jajajajajaja. Seguro que se acuerda.
Ella era mala con todos, menos con B, tiene una conexión especial con él. Algo aparte del resto de la gente. Con G. fue malísima durante años, le esperaba en la esquina del pasillo para darle sustos y el pobre se hacía pis del miedo, otra vez le echó cera de una vela en un ojo y se le pegaron las pestañas. Lo mejor es que la bronca me la llevé yo por no haberlos vigilado….que dura es la vida de hermano mayor.
Durante años compartíamos asiento de delante en el coche cuando mi padre nos llevaba al colegio. Yo le ponía la falda porque ella no sabía. Ella era rosa y yo azul. Ella tenía los cajones impares del armario y yo los pares. Nos robábamos la ropa mutuamente. Nos metíamos en la cama y leíamos. Al cabo de un rato decía ¿ estás despierta? Me asomaba y estaba roncando con el libro encima de la cara. Miles de noches tenía que bajar a apagarle la luz, quitarle el libro de la cara y taparla. Creo que todavía le sigue pasando.
Es una máquina de dormir. Durante una etapa de su vida consiguió dormir 16 horas al día, de las otras 8 dedicaba 2 a comer, 4 a ir a la facultad y 2 a darse unos baños de los que salía tan relajada que tenía que volver a dormirse. Era espectacular.
Ella es alta y delgada pero dice que yo tengo mejores rodillas. ¿ Qué tipo de consuelo es ese? ¿ mejores rodillas? ¿ Quién se fija en las rodillas? Supongo que sólo ella.
Ahora nos llevamos fenomenal, por algún extraño fenómeno de la naturaleza me ve como una madre con superpoderes. Me llama con todo tipo de preguntas como si yo tuviera alguna idea seria y fundamentada sobre la maternidad, y lo mejor es que mis respuestas le suelen convencer.
Es muy lista y una triunfadora en su curro. Sabe mogollón de hipotecas, números, leyes y organismos con nombres raros. Tiene un genio de 3 pares pero yo creo que últimamente lo controla más, está más calmada y más pausada.
Compartimos aficiones, la lectura, Bruce, el odio al deporte, Los Molinos. Tenemos el mismo sentido del humor, ese que mi madre no entiende. “ De verdad hijas, que no sé de qué os reís”. Como yo, tiene mucha memoria aunque yo creo que le da mejor uso, no solo almacena datos inútiles. No tiene un pasado traumático con los disfraces, a ella le tocó ir de Madame Pompadour mientras a mi me clavaban las frutas en la cabeza. Su vocación frustrada es ser actriz. Es una mentirosa profesional, cuenta las más increibles trolas y siempre acabas cayendo como un pardillo. Se fía de mi criterio para los libros y yo de ella para la ropa. Es una crack de la moda y los complementos.
Me lee desde el princio y le gusta. Nos ha costado pero por fin, somos amigas.