
Llegó a la piscina, me desnudo y cuando me encamino como si fuera al matadero a mi calle..descubro que el acceso está cerrado y hay unas flechas sospechosas debajo de unos carteles donde pone: “ hoy 16 de febrero las clases se darán en la piscina exterior”. ¿CÓMO QUE EXTERIOR???...No doy crédito y sigo a la marea humana en bañador…pasamos por una puerta que yo desconocía y llegamos a lo que se conoce como piscina exterior cubierta por una carpa.
Cómo su propio nombre indica es exterior, lo que significa frío. Si, si..cubierta con una carpa para disimular, pero si habéis estado alguna vez en una carpa, sabéis el frío que hace ahí, y más si estás en bañador. Además, es más pequeña que la habitual y la carpa tiene menos altura que el edificio donde normalmente nadamos, lo que quiere decir que hay una algarabía de mil pares de narices.
En un intento porque el ambiente te resulte acogedor hay poquísima luz. Han debido pensar: aquí hace un frío increíble y un ruido espantoso, pongamos luz tenue que lo mismo no se dan cuenta.
Por un momento valoro la posibilidad de darme la vuelta y pirarme, pero entonces noto la mirada del sargento de hierro clavada en mi y decido que no hay dolor..puedo con ello. Me acerco cabizbaja y resoplando dispuesta para el sacrificio supremo y cuando llego me dice a gritos: “ hoy vas a esa calle..en esta no cabe nadie más”. Por un momento pienso que he tenido suerte, la profesora que está a cargo de la otra calle parece dulce y simpática asi que a lo mejor tengo una clase relajada que me reconcilie con el ejercicio físico.
Me lanzo a nadar y joder..el agua está helada y además está oscura. ¡¡Yo quiero mi piscina de agua cristalina y calentita!!!..Me siento como cuando tenía 20 años y nos colábamos en las piscinas de Los Molinos por la noche para bañarnos en pelotas…pero claro..aquello tenía más gracia.
Comienzo a nadar intentando dejar de pensar en “Tiburón”…y concentrarme en la respiración cuando me doy cuenta de que oigo la banda sonora de Grease por un lado y por otro lado un desagradable “ tin, tin, tin, tin”..rítmico que me está crispando por momentos. Al terminar el largo totalmente histérica, miro a mi alrededor y descubro que en la calle de al lado hay unas señoras mayores y un señor con bigote asidos a unas bolas de colores haciendo aquagym bailando Grease Lighting…y al otro lado hay unas tías haciendo natación sincronizada siguiendo el ritmo que les marca una psicopata que hay fuera dándole con un palito a la escalera: tin, tin, tin….¡¡cómo relaja nadar!!!.
Cuando creo que ya no puede haber nada peor que piscina exterior, frió intenso, oscuridad, agua turbia y embotamiento de los sentidos por los decibelios esta sesión de piscina y decido concentrarme en seguir nadando sin ahogarme..noto como alguien me toca el culo. Esto ya es la pera..pero claro..tanta oscuridad y tanto ruido..era de esperar. Me doy la vuelta para soltar un improperio y literalmente me arrasa un gorro verde seguido de un minúsculo bañador negro propulsado por unos grandes brazos.
Joder, a lo mejor es que estoy nadando muy despacio entretenida en la música o en el maldito “ tin, tin, tin”. Me pongo a nadar más deprisa..a mariposa nada menos y a mitad del largo recibo un golpe en la cara como para partirme otro diente ( ¿he comentado que tengo un diente roto?).
Vale, tú lo has querido. Es la guerra. El resto de la clase intento vagamente cumplir las órdenes de la profesora: “ punto muerto de crall, piernas de mariposa, a la ida boca abajo a la vuelta boca arriba”..pero me concentro en la guerra sin cuartel contra el gorro verde. Aquí vale todo: patadas, arañazos, bloqueo de la calle para que no pueda adelantar e incluso salpicaduras mientras respira para que trague agua.
Y así entre arañazo y arañazo y patada y puñetazo..suena la bocina: nadar no he nadado, pero desestresarme si que lo he conseguido.
Salgo de la piscina, me giro hacia el gorro verde y le digo con mi mejor sonrisa:
- "uy, perdona si te he hecho daño..ha sido sin querer".