
Mi madre tenía superoido. “ No os molestéis en hablar bajo, en esta casa yo lo oigo todo” o “ Os estoy oyendo”. Frase que te dejaba paralizada en mitad de la maldad que estabas planeando. Este superpoder de mi madre nos obligaba a mis hermanos y a mi a susurrarnos todo al oído tan bajito tan bajito que no nos enterábamos pero nos daba muchísima risa. Yo no oigo a mis hijas..es más cuando creo que están dormidas y tranquilitas me asomo a su habitación toda confiada para descubrir que han montado un poltergesit del 15 y están colgando cabeza abajo de la litera totalmente muertas de la risa.
Mi madre tenía el supertono. “ Cómete la sopa”. “He dicho que no” o el siempre efectivo y nunca suficientemente valorado: “cuento hasta tres”. Esas frases combinadas con la supermirada, otro gran superpoder, te dejaba literalmente paralizado y como un autómata obedecías las órdenes dadas. Yo digo “ cuento hasta tres” entrecerrando los ojos y amenazando con el dedo índice y C. dice “ uno, doz y trez” y pasa de mi. Frustrante.
Mi madre tenía la famosa “mano termómetro”. Te encontrabas mal y te ponía la mano en la frente y decia “ tienes fiebre” o “ tienes unas décimas” o “ estás ardiendo” o “ no tengas cuento que no tienes nada”. Era magia. Yo tenía muchísimas ganas de heredar este superpoder…pero tampoco ha habido suerte. Yo veo a mis hijas y digo…psss..no sé si están malas…les pongo la mano..(no pierdo la esperanza) y digo…”uyyy..está ardiendo”, corro a por el termómetro para descubrir que están frescas como lechugas. Y exactamente lo mismo si están con un fiebrón, les pongo la mano y digo..” yo creo que están bien, al cole”. Un desastre.
Mi madre tenía el brazo de goma, como la madre de los increíbles. Íbamos de viaje, ella sentada delante, nosotros detrás montando el gran cirio..”¿Cuánto queda?” “ yo quiero ventanilla” “ no me toques” “ que me dejes”…y de repente una mano venía disparada del asiento delantero y te daba un cachete que te dejaba frío y sin rechistar por lo menos durante 80 km. Yo tengo los brazos cortos. Cada vez que tengo que enfadarme con las princesas, tengo que desabrocharme el cinturón, ponerme de rodillas en el asiento… sujetarme con una mano al respaldo y con la otra aletear ridículamente mientras ellas se descojonan. Patético
Estoy pensando que los superpoderes maternales a lo mejor son como los ojos azules y saltan una generación…..