Para cuando suena el despertador llevo 4 horas dando vueltas en la cama. He hecho todo lo que se me ha ocurrido para volver a dormir, para resignarme a la idea de no volver a dormir pero no volverme loca, para volverme loca pero no empezar a arrancarme el pelo a tirones y para arrancarme el pelo a tirones pero dejarme un bonito aspecto. He contado ovejas, he contado hacia atrás desde 300, he intentado escuchar el latido de mi corazón y he pensando en un sitio idílico en el que me gustaría estar y que resulta ser mi cama...pero DURMIENDO.
Me levanto y despierto a las princezaz. M tapada hasta las orejas y C en un revoltijo de sábanas, peluches y edredón como si hubiera estado en una orgía.
Desayunamos. M lee un Asterix, C me indica con la mano que hoy quiere mermelada de ciruela. No hablamos. Somos chicas listas y compenetradas y sabemos que antes de desayunar no se habla.
Se preparan para ir al colegio. Me paro en el pasillo y las miro, me parece un prodigio de autonomía que esas dos personitas a las que, hasta hace nada, tenía que perseguir para que no se pusieran las braguitas del revés y se acordaran de llevar zapatos, se preparen solas para ir al colegio, sepan mejor que yo las extraescolares que tienen y salgan por la puerta con todo.
- Adios mami. Hasta luego.
Me ducho y creo que me duermo un poco. Hago la cama y abro la ventana de mi cuarto, está rota por algún extraño mecanismo que no consigo entender y se que juraré en arameo cuando quiera cerrarla por la tarde.
Me toca visita al 16. Odio el metro. Voy leyendo cuentos de Raymond Carver bastante deprimentes; hay uno sobre un niño muy feo que se llama Harold y un pavo real agresivo que me deja del revés.
En el 16 quedamos en tablas. La jardinera con la aromática muerta sigue allí pero me entero de que tengo pinta de tener 27 años.
A la vuelta me bajo una parada antes para caminar un rato. Me doy cuenta de que si no llevo abrigo no se que hacer con las manos mientras camino. Las llevo cruzadas y elucubro con lo que diría en el 16 sobre esto. Si las meto en los bolsillos del vaquero se me pone pinta de chuleta de Grease. Me río yo sola.
Brujuleo por Internet. No se me ocurre nada para escribir o mejor dicho se me ocurren demasiadas cosas que me apetece y no me apetece escribir. Leo documentación del curso que acabo de empezar online. Empiezo a pensar en el texto que tendré que escribir y que en mi cabeza se está convirtiendo en algo que no sé si resultará adecuado. Lo dejo reposar.
Judías pintas con arroz. A la hora de la comida sí que charlamos. En clase de M hay un niño francés que según las princezaz tiene algo raro alrededor de los ojos "rosa". Me temo que deben ser las típicas ojeras de francés interesante...o ¿se parecerá a Jean Paul Belmondo? Sospecho que a M le gusta un poco. Habla mucho de él.
- ¿Por qué te has vestido de policía?
- ¿De policia?
- Esa camisa azul es de policía.
- Es preciosa. ¿No estoy bien?
- Buenoooo....
- Adios mami. Hasta luego.
La siesta es mía. Sofá y mantita. Me pongo un capítulo de Girls para adormecerme y justo cuando lo estoy consiguiendo suena el teléfono. No lo cojo. Me da igual quien sea y lo que quiera.
Me duermo. Se que no estoy durmiendo de verdad porque oigo el tráfico en Dr. Esquerdo y soy consciente de que no puedo dejarme ir a un sueño profundo porque no me despertaría para llevar a las princezaz al médico. Aún así ese duermevela "a salvo" de todo me sabe a gloria comparado con la tortura del insomnio nocturno. Debería escribir algo sobre los distintos tipos de sueño: reparador, dormir como un bebe, el dormir satisfecho, el dormir feliz, el fundido a negro.Lo apunto mentalmente.
Esguince leve en el tobillo izquierdo de C.
Sibilancias en los pulmones de M.
Deberes para las tres. Sigo con mis textos del curso, me reafirmo en que lo que estoy leyendo me está generando una actitud poco constructiva y pelín destructiva. Decido seguir reposando el texto que tengo que escribir.
Llega el Ingeniero. Tiene entradas para ir a ver al Atleti y no tiene acompañante.
- ¿Por qué no te llevas a M?
- ¿Te parece bien aunque se acueste tarde?
- Es un día y a ella le hace muchísima ilusión y a ti también.
- Y ¡Qué pasa conmigo?
- A ti no te gusta el fútbol. De hecho, lo odias.
- Pero es un plan! Yo quiero.
- Mira, tu te quedas conmigo y pedimos pizza.
- ¡Si!
Acuesto a C satisfecha tras haber probado la pizza de encargo.
- Mami ¿la chica que coge el teléfono también hace la pizza?
- No creo.
- Y la traen ¿andando o en moto?
- En moto.
- Yo no podría ser repartidor de pizzas no resistiría la tentación de comerme una o un trocito.
Me sumerjo en los cuentos de Carver de nuevo mientras espero a que vuelva M.
- ¿Qué tal el fútbol?
- Fenomenal. Los señores del palco eran muy majos y me han dado dos botellas de agua. Y han metido 5 goles y la gente de fuera saltaba y se movía todo y me ha gustado muchísimo y casi me duermo en el metro....
- Buenas noches princesa.
Un día cualquiera.