Una palabra traicionera; los preparativos parecen dóciles, algo en lo que confiar, que se dejará domar y podrás utilizar, doblegar, estirar y adaptar a tu gusto. Los preparativos parecen ser algo hecho a la medida de cada cuál como un traje, unos zapatos o el hueco que dejas en el colchón después de años de usarlo.
Ja. Cuando te pones a usar los preparativos, a prepararlos, te das cuenta de que no has medido bien. Son escurridizos. O demasiado largos o demasiado cortos. O demasiado inabarcables. Los muy cabrones tenían ramificaciones y raíces que no habías visto. Túneles, puertas, cajones y armarios de doble fondo por los que, en principio, intentas internarte para tratar de abarcarlo todo y al final dices... mira, paso.
Te faltará tiempo o espacio o capacidad mental o fuerzas o todas esas cosas a la vez y al final, en vez de tener unos preparativos adaptados a ti, lo que tendrás que hacer será adaptarte tú a ellos. Nunca serán perfectos. Nunca, jamás, en ninguna ocasión de tu vida por mucho que planifiques, preveas, consideres, hagas listas (en Excel o a mano) y madrugues, te sentarás y dirás: ya lo tengo preparado.
Jamás.
Da igual que te prepares para una cita, un parto, dar una conferencia, llegar a tiempo a coger un avión, a recoger a los niños a un colegio, a conocer al hombre de tu vida o a firmar una hipoteca. Nunca se tiene todo preparado.
Previo
Previo es una palabra, un tiempo que no lleva a engaño. El previo significa nervios de punta, el estómago del revés y pánico escénico. Al previo llegas con tus deficientes preparativos; es ahí, en ese momento, cuando todos pensamos "la próxima vez me prepararé bien". Ahora ya estás ahí, dudas de la ropa que llevas, de si vas bien peinado, de si el desodorante te ha abandonado, si llevas cartera o el billete de avión o incluso zapatos. Eres un manojo absurdo de nervios y además ya no hay vuelta atrás. Podría haberla y el caso es que muchas veces lo consideras. ¿Y si le mando un mensaje y le digo que me he puesto mala? ¿Y si finjo que estoy afónica y no doy la charla? ¿Y si anulo el viaje? Es curioso cómo la vuelta atrás en el "previo" siempre va asociada a fingir enfermedad terminal, secuestro o caída de todas las redes de comunicación de las que ha disfrutado la Humanidad desde la Prehistoria.
Echarse atrás en el previo conlleva mentir como un bellaco y una pregunta existencial más densa que la de Hamlet. No es ¿ser o no ser? Es ¿qué es peor lo que me espera en breve o la vergüenza ajena que pasaré cuando se descubra que me he rajado/mentido y he sido un impresentable?
Preliminares
La suerte está echada. Lo que suceda para bien o para mal ya no depende sólo de ti: hay otro u otros implicados. ¿Saldrá bien? ¿Te aplaudirán o, por lo menos, no te abuchearán? ¿Habrá química? Además de besar, ¿sabrá hacer algo bien?, ¿tendrá los pies fríos?, ¿volverán a llamarme?, ¿me odiará el moderador?, ¿el tío de la tercera fila me preguntará algo difícil?
En los preliminares todo son dudas, miles de preguntas y de cuestiones que en un estado de ánimo normal jamás se te hubieran ocurrido aparecen revoloteando en tu mente. ¿Se caerá la lámpara?, ¿con el pinganillo pareceré una teleoperadora?, ¿he dejado la plancha en medio del salón o la he recogido? ¿sabrá desabrocharme el body? ¿mi charla será repetitiva? ¿me quedaré sin voz?
Estoy de preparativos y ya soy dolorosamente consciente de que no me dará tiempo a todo, y ya sé que me encantaría viajar al pasado para abofetear a mi yo del pasado que creyó que esto era buena idea. En breve me adentraré en el previo sin marcha atrás y después los preliminares...
Cruzo los dedos por una conclusión y un post ocasión espectacular, de algo me tiene que servir ser una chica con suerte.