Antes de las vacaciones siempre hay dos millones de cosas que hacer y no quiero hacer ninguna. Hay que organizar y planear. No quiero.
Me siento como un general enfrentado a una nueva campaña militar.Tengo que pensar todos los posibles movimientos, investigar las condciones que me encontraré, planear los avituallamientos necesarios e inventar una estrategia. A pesar de no querer enfrentarme a esa situación, lo hago y elaboro un fabuloso plan de ataque, una estrategia que seguro que triunfa.
Me giro entonces para dar las órdenes pertinetes a mi batallón y me encuentro con que detrás de mí no hay nadie...las pelusas corren por el pasillo. Fin de mi fantasia militar. Ya no soy Rommel, ni Von Paulus, ni Zuchov...soy una madre...¡Mierda!
Ahora no vale mi pésima imitación diaria de la madre, ahora hay que ser "más madre".Soy la responsable absoluta del plan para que todo quepa en las maletas,todo quepa en el maletero, que no se olvide nada supuestamente indispensable ( una princeza por ejemplo). Además hay que sincronizar relojes para salir en hora, llegar a comer a un sitio adecuado para M., y alcanzar el destino a tiempo para organizar el desembarco.
Yo no quiero hacer nada de todo eso. Quiero alguien que venga y me lo de todo hecho.
Quiero una madre o mejor un ama de llaves con la que seguro que no discutiria por meter mis vaqueros mugrientos en la bolsa o más libros de los que seré capaz de leer.
Finalmente me resigno a mi suerte de plebeya sin ama de llaves y preparo maletas sin método, organizo sin excel e inteto minimizar el sufrimiento que esas tareas me producen haciéndolas muy deprisa.
Durante el viaje en coche, mientras respondo n veces a la pregunta: " ¿ Queda mucho, muchísimo o en breve?", voy dandole vueltas a todo lo que se me ha podido olvidar: ropa de esqui, jerseys, medicinas, comida de M, libros, la tablet, el cargador, el mp3, las zapatillas de correr, el sujetador de correr....¡Mierda, mi chupa de correr!
Llegamos. Deshago maletas, organizo comidas, preparo camas mientras sueño con vivir en Dowton Abby...
A pesar de estar de vacaciones, me siento acelerada, me noto nerviosa. No consigo relajarme.
Traigo de Madrid el ritmo diabólico de la ciudad, la prisa por llegar, por hacer, la ansiedad de cumplir una rutina, de organizar, la urgencia por lograr que todo sea como tiene que ser...
Entonces me paro.
Salgo fuera. Respiro hondo y pienso que ya estoy aqui. Ya no tengo que ser un general, ni una supermadre, ni siquiera mi versión cutre de madre.
Soy yo y estoy aqui.
Esto es "casa" y estoy de vacaciones.