martes, 11 de enero de 2022

Cada mañana la misma batalla

Estamos cansados. Hemos dormido poco. Hemos dormido mal. No hace falta que lo hagamos. Es más, ¿para qué lo hacemos? ¿Acaso nos encontramos mejor luego? No, claro que no. Estamos aliviadas pero no estamos mejor. Porque cuando estamos mejor es ahora, arrebujadas bajo el edredón, mirando por la ventana, dejando pasar los minutos y elucubrando, como todo el mundo, sobre la injusticia de la existencia que no nos concede un Euromillones para no tener que levantarnos. Además, yo creo que nos duele un poco el brazo, un poco más que ayer. Hay que hacer caso a los que dicen que escuches a tu cuerpo y que si te lesionas, eso es un aviso y debes dejar que descanse. Soy un poco tu cuerpo y te lo digo: descansemos por hoy. Además, hoy tenemos una reunión pronto y tenemos que desayunar y ducharnos y vestirnos y recoger todo y yo creo que ya se nos ha hecho tarde y para hacerlo mal, no lo hacemos. ¿Qué tal si hoy nos lo saltamos y mañana le dedicamos el doble de tiempo? Además, llevamos una racha de cuatro días seguidos, yo creo que podemos descansar hoy, nos lo merecemos. Uy, y mañana, ahora que lo pienso, porque mañana tenemos una reunión aún más temprano y claro madrugar aún más para esto, nos convertiría en esa gente que despreciamos profundamente. Además de todo, ¿que resultados estamos viendo? Ninguno. Bueno, a lo mejor alguno, pequeño, casi insignificante y ni de coña a la altura del esfuerzo que realizamos cada día. Con el esfuerzo que realizamos (casi) cada día desde hace más de un año la recompensa debería ser mucho mayor, debería ser enorme, gigantesca, espectacular. Y nada. ¿Qué hora es? Las 6:58, yo creo que ya nada, estamos apurando la ventana de oportunidad. Total, para no hacerlo bien, lo dejamos. No pasa nada. Da exactamente igual. Y si no lo vamos a hacer, pues podemos vaguear en la cama hasta las 7:15  y nos lo merecemos porque ayer fue un día agotador, nos acostamos tardísimo y hemos dormido regular, no lo olvidemos. Si no descansamos estaremos irritables todo el día y será peor. El cuerpo es sabio, yo soy sabio y te digo que lo dejemos por hoy, que no pasa nada, que da igual. 

«Ya verás como una vez que cojas el hábito de levantarte por la mañana a hacer ejercicio temprano, no te cuesta nada. Lo harás con ganas»

JaJaJa

Cada mañana, todas y cada una de ellas, la misma batalla mental, el mismo proceso agotador para autoconvencerme de las maravillas del ejercicio. Alguien tiene, por ahí, las endorfinas que me corresponden. 

Al final me levanto, odiando el mundo y el deporte y con el único objetivo vital de terminar con la tortura y llegar a las tostadas. Odio el deporte. 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ten cuidado, Molinos, que la pereza es una pendiente resbaladiza y , al final, se acaba ingresando en un convento por no azorarse.

Isa dijo...

Te leo desde hace años y, como tanta gente, nunca te escribo. Pero hoy tengo que hacerlo.

Cómo te entiendo. Mis endorfinas también están secuestradas por alguna parte. Odio el deporte con toda mi alma, cualquier tipo de deporte, y por más que me obligue a hacerlo no siento nada de esa satisfacción que dicen que se debe sentir. Lo único que siento, como tú, es alivio porque la tortura haya acabado al fin.

Carmina dijo...

A la ofensiva seguridad con la que hablan los que dicen que, finalmente, disfrutarás del deporte se añade la osadía de los que se atreven a dar cifras exactas: "Si haces algo durante 21 DÍAS SEGUIDOS se termina convirtiendo en un hábito tan inamovible como el Gran Cañón" ¿Pero esto qué es? Odio las pseudociencias y a los que se cobijan bajo ellas.

Berna Wang dijo...

Es que, jolín, madrugar para hacer ejercicio... ni en el confinamiento, eh. Pero hacer media hora de entrenamiento de fuerza de alta intensidad a la semana y ver resultados en unos meses es genial. Aparte de las agujetas. Aparte de saber, al terminar, que ya no hay que volver hasta dentro de una semana (yupi). Tardo más en ir y volver (aprovecho para atravesar el Retiro, ese es otro resultado maravilloso)que en la sesión de entrenamiento y, siendo como soy una cagaprisas agobiada, no me importa. Supongo que las endorfinas son eso (también), no sé...

Di Vagando dijo...

"Solo una vida erótica sana puede salvar a los jóvenes del deporte", creo q decía Oscar Wilde. :)

Besos

di

Anónimo dijo...

Tan cierto, dicen que se hace costumbre... yo he hecho deporte de joven y mucho... y el cuerpo nunca lo echo de menos...

Helen dijo...

Qué alegría da encontrar personas que aman el deporte tanto como yo! Con que gozo he leído todos vuestros comentarios, qué falta me hacía escuchar lo qué decís!!!