martes, 6 de abril de 2021

Prisa y pereza


Cuanto más leo más creo que no sé escribir. No, no estoy jugando a la psicología inversa ni buscando el halago fácil que los anónimos me acusan siempre de buscar. Es un hecho, cuando más leo menos creo que sepa escribir. Tengo demasiada prisa para escribir y demasiada pereza. Demasiadas ideas y demasiada pereza para desarrollarlas en toda su amplitud, para dejarlas crecer como una burbuja de chicle y ver hasta donde llegan. Al mismo tiempo, cuando me pongo a escribir, mi cabeza va más deprisa que mi teclear y más deprisa que el trazo de mi pluma. Corro y corro y corro porque no quiero que se me olvide nada. Corro tanto que tropiezo y me dejo cosas sin escribir. Empiezo y de una palabra salen mis caminos y quiero recorrerlos todos porque, quizás, si me dejo uno ese sea el bueno, pero no tengo paciencia para llegar hasta el final de ese camino ni de ningún otro. Me asomo a todos, corro por ellos hasta la primera curva o el primer repecho y pienso «bah, aquí no hay nada que ver, voy a ver otro». Así no se escribe bien, se escribe y ya está. 

A veces pienso en apuntarme a un taller de escritura, algo que me ordene, que me obligue, pero luego pienso que tendría que escribir sobre un tema concreto y me muero de la pereza. Y pienso en leerlo en alto y me da más pereza aún y pienso en tener que comentar lo que otros han escrito y decido que no, que no es por ahí por donde tengo que ir. 

Prisa y pereza al escribir, para vivir, son una combinación letal. Es, además, una combinación que me he creado yo solita. ¿Por qué tengo prisa cuando me pongo a escribir? ¿Qué más da cuanto tarde? ¿A quién le importa que lo que escriba tenga ochocientas u ocho mil palabras? ¿Por qué quiero terminarlo cuanto antes? Y la pereza. ¿Por qué me da pereza algo que me gusta hacer? ¿Por qué me da pereza escribir despacio, tomarme un día o dos o una semana en terminar un texto? 

A veces pienso que si no trabajara, si no tuviera obligaciones de ningún tipo podría dedicar mis horas a escribir con calma. Con cuadernos de notas, post it de colores, esquemas y planes. A veces fantaseo con eso, con una mesa fija con todos mis trastos. A veces. Luego pienso que a quién quiero engañar, la prisa y la pereza se sentarían conmigo en esa mesa. No sé como librarme de ellas; unos días tengo más prisa y otros más pereza. Vivo con ellas. Últimamente domina la pereza. Al escribir y con todo. Me da pereza  hablar, me da pereza mirar, me da pereza mirar, me da pereza pensar, me da pereza preocuparme. Y cuando hablo, miro, pienso o me preocupo lo hago con prisa para terminar cuanto antes y poder volver al estado anterior. ¿Cual? 

Estar. Sin más. 

No quiero escribir bien, quiero vivir sin prisa y sin pereza. Quiero tener ganas y calma para vivir. Y, de vez en cuando, escribir algo. 

8 comentarios:

lolo dijo...

Mentes dispersas, altas capacidades... el precio a pagar. Yo soy dispersa y de capacidad normal, me ayuda parar.
Un beso.

Anónimo dijo...

Cuando he empezado a leerlo, he creído que era yo quien había escrito eso. Por un momento, he tenido la idea peregrina de hacer un copia y pega y ponerlo un uno de mis perfiles, o la página de mi libreta, a título personal. Solo para mi, qué más da. Porque esa no eres tú, soy yo. Cada palabra y cada idea; cada renuncio y cada síntoma de cansancio, o prisa. O de pereza. O ambas, por tocas.
Esa soy yo. Lo escribes tú, creo. Pero soy yo. Hasta en los planes de futuro soy yo. Si dejara de... Si tuviera más tiempo... Cuando esté de vacaciones... Pero nada es cierto. Lo bueno es que lo sé. Solo que yo no lo escribo... Porque lo haces tú por mi.
Muchas gracias, me ha encantado leerte.

Anónimo dijo...

"Prisa y pereza al escribir, para vivir..." me ha recordado el titulo Escribir es vivir, de Jose Luis Sampedro, donde cuenta su vida como escritor de madrugada y los años, años, y años, que tardo en escribir Octubre. Sigue escribiendo Molinos, Un saludo desde Albacete

andandos dijo...

Muchos de tus escritores, pintores, fotógrafos, arquitectos, cineastas... preferidos hablan en sus entrevistas de manera clara o velada de sus métodos de trabajo. Cada uno ha elegido por eliminación el que le va mejor. Quizás podría ser un punto de partida. Probablemente todos ellos o ellas son superdotados en sus trabajos creativos pero no todos eran superdotados a la hora de organizarse, más bien lo han aprendido. En fin, espero te ayude algo.

Un abrazo

Martinrockets dijo...

Llevo tres meses de baja, con todo el tiempo del mundo para dedicarme a lo que siempre he querido, leer, ver películas y documentales que tengo atrasados y escribir. Pues, yo solito, como un campeón, me estoy provocando una ansiedad tremenda de ver pasar los días y no dar a basto a todo. Leo pensando en que debería estar viendo un documental, veo documentales con mala conciencia porque debería estar escribiendo, y así he entrado en un bucle que ya no sé si es peor lo que me provoca estar de baja o lo que me estoy provocando con mis prisas por hacer mucho.

Ses dijo...

Me pasa lo mismo, incluso llevo una libretita, porque como se me ocurra una entrada y no esté ante el ordenador, ya se me ha olvidado.

Gordipé dijo...

Mola porque... bueno, que #separadasalnacer, me daba pereza y lo has escrito tú por mí ;)

Anónimo dijo...

Ídem. Me encanta leer, pero me da pereza. Me encanta escribir, pero no encuentro el momento. Me encanta la decoración, pero qué palo recorrerte tiendas y páginas para encontrar esa pieza que luego resulta que es superincómoda. Me encanta el jardín, pero lo tengo como un campo de berzas. Y es que hasta para las pasiones hay que ser disciplinado. Y a mi me encanta vaguear.