sábado, 14 de noviembre de 2015

Las mantas y los muertos


Siempre hay una manta. 

Es la manta de alguien, una manta que no se usa. Una de esas que parecen pesadas, de un color neutro. Beige, rosa pálido, azul claro, blanco sucio. Alguna vez marrón. Una manta con un reborde de tela que brilla. Un brillo que no pega en la foto, en el momento. 

Es una manta grande, una de esas que dan para remeter por debajo del colchón y que al meterte en la cama te dan la sensación de estar embalsamado, de estar atrapado. 

Siempre hay una manta. 

Una manta que cubre a alguien que no debería estar tapado por una manta. Alguien que unos segundos antes de estar cubierto por esa oscuridad, caminaba, paseaba, corría, tomaba café y tenía planes. Planes para dentro de unas horas, para mañana, para la semana que viene, para sus próximas vacaciones. Alguien que no sabía que iba a morir, alguien que no debería estar muerto. Ni debajo de una manta. 

Siempre hay una manta. 

Cuando la gente sale del mar tras un naufragio, escapa de un incendio, de un accidente, la manta que alguien les echa por los hombros es "casa", es la salvación. La manta que me cubre mientras tiemblo de miedo viendo esas otras mantas también es un lugar seguro. 

La manta de la calle no es un lugar seguro, es el final. 

No da calor. De alguna manera extraña esa manta intenta retener el último calor de ese alguien que no debería haber muerto, alguien que unos segundos antes respiraba. Intenta atrapar su último aliento, protege ese aliento, lo cubre como diciendo "no te vayas, aún no". 

Siempre hay una manta. 

Una manta de la que siempre sobresale un pie sin zapato, una pierna en un extraño ángulo, unos dedos. El pie, la pierna, la mano parecen no ser de nadie, parecen estar más muertos que lo que la manta cubre. Debajo de la manta se está a salvo, en otro sitio, no sé dónde. Miro las fotos esperando que ese pie, esa pierna, esos dedos se replieguen bajo la manta. La manta que intenta que no se escapen, que no se vayan... aunque ya se hayan ido. 

Siempre hay una manta. 

Una manta que alguien ha corrido a sacar de un armario, a arrancar de una cama para intentar que ese calor que tenía planes para el segundo siguiente, el próximo minuto, el día que llegará, planes para una vida, no se escape. 

Siempre hay una manta... que presta ese último servicio. 

Ilustración de Carlos Latuff.


13 comentarios:

BeatrizC dijo...

Qué terrible, qué terrible, qué horror... Es horrible este dolor, esta sensación de no estar seguros ni en tu ciudad, ni en tu casa. Volver a vivir esto otra vez, qué dolor.

CiriKaerMorhen dijo...

He leído muchos post y tuits hoy sobre esto, pero este... me ha llegado muchísimo al alma.

No tengo mucho más que decir, no hay nada que decir que no hayas dicho ya.

Gracias por poner mi pensamiento en palabras.

Tita dijo...

Alguien con planes un minuto antes...

Un post gigante. Y esto la guinda: "La manta de la calle no es un lugar seguro, es el final"

Nisi dijo...

:_(

sasadogar dijo...

Sin palabras.....lo comparto

NáN dijo...

Y sin embargo, sin que esa manta oculte el horror, es la señal, para los que seguimos vivos, de una sociedad compasiva que intenta evitar la imagen del muerto como muerto, con esa postura rota que tienen los muertos por accidente o acto violento. Tapar con la manta es un acto compasivo que trata de ocultar que se ha perdido su intimidad como vivo. Es como bajar los párpados de quien ha muerto, cercano a ti, y sostenerlos unos minutos para que la mirada muerta no sea vista por nadie.

Es un acto de coquetería, decirlo así estando vivo, pero si muero violentamente quiero que alguien me cubra con una manta; y si lo hago pacíficamente, que alguien cercano dedique unos minutos de piedad a mantener cerrados los párpados.

La compasión y la piedad son señales de que todavía no estamos perdidos.

UTOPÍA dijo...

Me falta el emoticono de aplaudir. No tengo ánimos ni luces para comentar.
Menos mal que estás tú. GRACIAS, Molinos!

Plash, plash, plash, plash. plash, plash, plash, plash,plash...

Anónimo dijo...

Una manta que demuestra que hay alguien con alma que la puso allí.
Comparto con vosotros mi abrazo y mi dolor.
Begoña

sonia dijo...

siempre hay una manta...
:(

Anónimo dijo...

No siempre hay manta, en algunos sitios ni siquiera eso.

Gata dijo...

"La manta de la calle es el final..." :_(

Anónimo dijo...

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Qué dolor tan grande!

Enja

Irene dijo...

Por desgracia, en demasiados lugares del mundo no hay suficientes mantas. Ojalá no hicieran falta.