domingo, 13 de abril de 2014

Leer y olvidar.

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¿Has leído "La Regenta"? ¿Has leído "Crimen y Castigo"? ¿Has leído el último de Paul Auster? ¿Y el de Vargas Llosa? ¿Leíste cuando eras joven “El Guardian entre el centeno”, “Mujercitas” o “El Señor de los Anillos”?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas o alguna parecida que incluya el título de un libro es No, la consecuencia será que la lista de “libros pendientes”, “libros que debería leer” o “libros que me apetece leer”... se verá aumentada. Es una lista que no termina nunca, por cada título que sale de ella, suelen entrar 2 o 3 como mínimo. Si además estás suscrito a varios blogs de libros en la red, sigues cuentas de editoriales en twitter, te dejas aconsejar por tu librero y tienes un amigo lector de confianza.. .tu lista será interminable, casi infinita. Darte cuenta de que jamás vas a tener tiempo suficiente para leer todo lo que quieres marca un punto en tu pasión lectora, un punto terrorífico... pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión.

¿Qué pasa cuando contestamos que sí hemos leído un libro, cuando recordamos haberlo leído?

El siguiente paso es tratar de recordar ese libro. Sabes que lo has leído, recuerdas dónde transcurría la trama, recuerdas vagamente algún personaje y puedes decir algo como “sí, iba de una mujer que se enamora de un sacerdote en una ciudad que es Oviedo pero no lo dicen” o “Sí, va de un joven que pasea por Nueva York”. Pero... realmente, ¿cuánto recuerdas por tu lectura y cuánto crees que recuerdas por artículos, impresiones o citas que has leído después?

¿Qué más puedes contar del libro que sí has leído?

Intentar recordar un libro es hacer un ejercicio de memoria que activa algo más que nuestro recuerdo de lo escrito, recordar un libro es más que recoger el eco de la historia, la trama y los personajes.

Al intentar recordar un libro, primero “lo vemos”. Recordamos cómo era el ejemplar que leímos. Si era muy grueso, si por el contrario era fino, si formaba parte de una colección o si era un ejemplar suelto. 

Es posible que sepamos si nos lo prestaron, nos lo regalaron, lo sacamos de la biblioteca, lo compramos o lo heredamos de nuestros padres.

“Vemos” su portada. Sabemos de qué color era y muy vagamente tendremos una visión de la ilustración que había en la cubierta. Es curioso, he comprobado que raramente nos fijamos bien en esa ilustración. Casi nadie recuerda qué era exactamente la imagen de la portada, es más una sensación de colores o de estados de ánimos que una imagen nítida: “era azul”, “era de noche”, “había un campo, unos zapatos, un barco”. Y esto ocurre incluso mientras estamos leyendo el libro.

Después, no siempre, somos capaces de vernos a nosotros mismos con ese libro. Sabemos dónde lo leímos: en el metro yendo al trabajo, en unas vacaciones en la playa, en el colegio por obligación, durante una convalecencia, durante noches y noches sin dormir porque te tenía atrapado o durante días y días de no avanzar porque te quedaste atascado.

A pesar de que trae a primer plano todas esas impresiones sensoriales, es posible que la historia del libro flote en un limbo en tu memoria. Sabes que lo has leído, sabes cómo era el libro, sabes dónde lo leíste, puede que incluso sepas en qué lugar de tu estantería está colocado... pero no sabes qué te hizo sentir, ni qué pensaste, ni siquiera sabes si te gustó mucho o poco.

Sólo algunos libros consiguen mantenerse en tu memoria indelebles y encender todos tus recuerdos. 

Nunca sabes qué libros serán ni por qué. No tienen porqué ser los grandes clásicos, ni obras maestras, ni libros conocidos, ni la última novedad.

Los libros que recuerdas y que te dejan huella son siempre especiales, son como enamorarse.

Uno olvida un ligue, un rollo de una noche, una relación que fue más risas que otra cosa, pero un enamoramiento no se olvida. Se recuerda siempre, se recuerda el objeto del enamoramiento y las sensaciones que nos producía.

O no.

A la pregunta de ¿Has leído tal? Puedes contestar que No, puedes poner ese libro en tu lista, comprarlo, conseguirlo, que llegue a tus manos... empezarlo y darte cuenta que sí lo has leído, que ya lo habías leído. Puedes darte cuenta al comenzar o cuando lleves unas cuantas páginas...”cómo me suena esto... hasta que llegas a un punto que dices “yo a ti te conozco” y de golpe, sin previo aviso... todo lo que no habías sido capaz de recordar, porque ni siquiera sabías que tenías recuerdos sobre ello, se agolpa en tu cabeza. Como una película: la historia, la trama, los personajes, el ejemplar que leíste, quién eras tú cuando lo leíste por primera vez, dónde estabas....y lo que es peor... cómo te gustó.

WhenYouAreGone-blog
 Y te sientes fatal. Te sientes fatal por haberlo olvidado, por haberlo borrado de tu mente, por ni siquiera ser consciente de que lo habías olvidado.

Ese libro te gustó, te encantó, ahora lo reconoces, ves cada cosa que te gustó de él, tropiezas con las frases que te engancharon en su momento y ¿lo has olvidado? ¿Un amor así y lo has olvidado?

Te quedas perplejo y piensas: ¿cuántos libros más he olvidado? Miras tu estantería, recorres los lomos, ves los títulos y piensas...¿Cuánto os recuerdo?

Y es que aunque creas que no, leer es olvidar. 

Sólo la relectura o los encuentros imprevistos con antiguos “amores” libros... te harán recordar lo ya leído o ser consciente de lo que has olvidado.

La relectura también tiene sus problemas... pero también es otra historia que será contada en otra ocasión.

Post inspirado por este artículo de The New Yorker. “The curse of reading and forgetting” y publicado en Pisandocharcos.

14 comentarios:

MenteLectora dijo...

Esa lista interminable... Como dices, por cada libro que sacas de pendientes, metes unos tres. Por lo tanto la lista será literalmente infinita.
En cuanto a lo de olvidar haber leído un libro. A mí me pasó algo realmente extraño. Recuerdo una historia de una forma un tanto difuminada, pero no recuerdo el título del libro en cuestión. Y lo peor de todo es que se que me encantó.
Y releer, no soy mucho de eso. Me da la sensación que en ese tiempo podría estar leyendo algún libro de mi lista de pendientes.

Chineando Ando dijo...

¡Qué cierto! A mí me ha pasado lo de empezar un libro, llevar unas cuantas páginas y darme cuenta de repente que lo había leído, y me había encantado! Lo que me da vergüenza es reconocerlo. Por ejemplo a esa persona que te lo recomendó o prestó... volver y decirle, "ah, sí, me lo había leído. Y es muy bueno..." No puedo dejar de pensar que me van a mirar con cara de... si te gustó tanto, ¿¿cómo lo has podido olvidar hasta tal punto de necesitar volver a entrar en la historia para recordarlo?? Saludos desde China

Anónimo dijo...

leer es olvidar!

gracias.

saludos.

Enja.

Dani Torregrosa dijo...

¡Sal de mi cabeza! A mí me pasa exactamente lo mismo.

Besitos

Anónimo dijo...

Me pasa mucho, porque he leído muchos libros en mi juventud más joven y porque tengo muy poca retentiva, y eso mismo me pasa con películas, personas, nombres, conversaciones...

Cambiando de tema, o no, finalmente me enganché con Pinilla, muy recomendado por ti, y Solo un muerto más. Me ha gustado mucho, y sin embargo creo que entiendo por qué en su momento me recomendaste espaciar su lectura. Tengo El cementerio vacío en mis manos pero vpy a colar otra antes.

romi dijo...

A mí me sucede que recuerdo mucho mejor lo que estaba haciendo cuando leí un libro que la imagen de tapa, por ejemplo, ese es "mi" sistema clasificatorio: primero que nada antes o después de emigrar, luego cuando trabajaba en tal lugar, cuando estaba embarazada... Por venir a este blog, recordé el placer que me daba en el instituto leer libros de historia por fuera de lo recomendado. Así es como llegué al enganche actual a la 2WW :) Otra vez gracias

Anónimo dijo...

Cuidado con los libreros.

La última que me han hecho es confurdir a Thomas Wolfe con Tom Wolfe,....y yo que dudo de todo por mi falta de memoria dije :" ¿ quieres decir que no hay dos Wolfe ?, rascándome el hipotálamo. No, no, te confundes con Thomas Mann - con dos cojones porque sí me había leído la montaña mágica-, y dije que no, que ese era otro pero que venga, que me llevaba el bloody Miami,y que NO es lo mismo que Tomas Wolfe, os lo juro ". cuidadín con las libreras malvadas de gafas redondas y jartas de que la basca se tire el folio........se vengan desde su sonrisa amable.

sul

Paz dijo...

Para mí, lo más triste es que alguien te pregunte si leíste tal o cual libro, saber que lo has leído, saber si te gustó o no...pero no saber exactamente de qué iba! Y entonces te dicen, y por qué sabes si te gustó o no? Eso lo sé, simplemente lo sé.
A ver, sé si me gustó (o no)...cuando lo leí, en ese momento preciso. Que a lo mejor lo cojo en este preciso momento y me parece lo contrario...
Algo misterioso, sin duda.

También me acuerdo, claro y nítido, de las tres bibliotecas más importantes de mi vida: la de mi cole, la del instituto y la pública de mi ciudad de provincias. Son 'casa' sin dudar!

Y cuando releo, como he hecho hace poco con Le père Goriot de Balzac, pues me he encontrado un libro totalmente diferente al que recordaba, aunque creo que la que he cambiado soy yo. Lo que no ha cambiado es el sabor tan rico que me dejó en las dos ocasiones.

P.S. Ayer en la línea 6 del metro de Madrid, entre Moncloa y Ciudad Universitaria me acordé de ti, Moli. En las pantallas había un microdocumental de Los Molinos, precioso pueblo serrano a 52 km de Madrid, etc.
Tengo que ir con los peques un día...

RS dijo...

Incluso hay libros que han pasado sin pena ni gloria por mi vida, pero que recuerdo con cariño por el momento vital en el que los leí.

También me ha pasado empezar a leer un libro y darme cuenta de que ya lo había leído. Lo que hace que directamente lo cierre. No me gusta releer (salvo contadas excepciones).

Hay uno que me hace mucha gracia porque ni me acuerdo de su título ni de la portada, pero lo tenía apoyado sobre mi tripa de embarazada de 5 meses, en la tumbona de la piscina en verano, y al troll no le debió gustar el contacto, porque le arreó la primera patada visual que yo le recuerdo. El libro botó y yo sonreí. Una chuminada de esas que te hacen feliz.

NáN dijo...

Anónimo Sul, es imprescindible elegir una librería llevada por gente que entienda su material. Confundir a Wolfe con Wolf es un pecado como para no volver allí. ¡Vaya si existe Thomas, uno de los grandes!

Molinos, lo que suelo recordar es dónde lo leí y, sobre todo, el estado de ánimo que me produjo. Aunque crea haber olvidado todo lo demás, no es cierto. Lo que leemos es una piedra de construcción en la memoria, sigue estando ahí.

Como dijo alguien: "Cultura es lo que queda cuando se han olvidado los detalles".

Ausländerina dijo...

A mí lo que me da pena realmente es pensar en esos libros que leí y cuyo título no recuerdo en lo más mínimo... sobre todo uno que hace anyos que me tiene intrigada, recuerdo toda la historia pero ni idea del título, y no lo puedo recomendar precisamente por eso :S

HombreRevenido dijo...

Qué bien explicado.
Los libros son como las personas. Se acaba olvidando todo, hasta su nombre, pero lo último que se olvida es cómo te hacían sentir. Pero hasta eso también se olvida.

A lo mejor por eso yo he releído más de la cuenta.

Silvia dijo...

Qué alivio... pensaba que era un problema mío eso de no recordar libros, no que fuera algo general. Me quedo un poco más tranquila...

Anónimo dijo...

a mi me sucede lo mismo, he leído libros de los cuales yo mismo trato de recordar de que tratan y la verdad no recuerdo ni si quiera un 25% de lo leído. por eso mismo cuando estoy en una librería y ando acompañado y veo algún libro que he leído tomo la decisión de no decir que lo leí ya que si las personas con que ando me preguntan de que se trata puede ser que no recuerde de que trata y yo quede mal. lo mismo me sucede con las películas, al igual que los libros, he visto muchas películas y hay veces que no recuerdo de que tratan películas que ya he visto.
pienso que no deberíamos de sentirnos mal por eso, ya que lo importante es disfrutar del momento en que se lee el libro o se ve la película.