miércoles, 17 de julio de 2013

EN LA HABITACIÓN

Blanca. Con un trozo de techo pintado de verde césped. Un color curioso pero que me gusta.  Muy grande. Está pensada para dos camas, pero solo estoy yo. Mi cama parece absurdamente pequeña en esta habitación tan amplia. Me río sola, bueno más bien me sonrío porque me da miedo que me duela la herida, al acordarme de la camita de 80 cm de Julie Trinos en Sonrisas y Lágrimas. Ésta es la versión modernizada con más posturas que el Kamasutra (¿qué tipo de mente enferma tengo que me asocia a una monja austriaca con sexo?), aunque por mucho que alargue el brazo no consigo llegar al mando y jugar a las mil posiciones. 

A mi derecha un ventanal enorme recorre toda la pared, es como una ventana de un edificio de oficinas. Por la franja que me deja ver el estor entrecerrado veo otro ala de este  macrohospital y descubro que mi ventana por fuera se ve azul, como las que veo yo. Justo debajo de la ventana, un sofá azul enorme. Es como de polipiel, de esas tapicerías en las que si te sientas directamente con tu piel te pegas, y si te sientas sobre tu ropa, te escurres. La butaca que hay a continuación también es azul de la misma tapicería, pero en esta me escurro menos, tiene palancas molonas para tumbarte, subir los pies y recostarte. Paso casi todo el tiempo sentada ahí aunque manejo las palancas con cuidado, vengo de serie con una aprensión genética y siempre pienso que al darle a una de esas palancas o bien el respaldo caerá a plomo, o lo de los pies se subirá de golpe o lo peor de todo se plegará en V y me atrapará dentro. Creo que leí demasiados Mortadelos, pero desde luego con el costurón de la tripa el solo pensamiento de un movimiento brusco me da pánico. 

Entre la butaca y la camita de Julie Trinos articulada está la mesilla, verde y blanca. Es una mesilla rara, el cajón se abre por delante y por detrás. No me gusta meter las cosas en los cajones porque siempre creo que las olvidaré al marcharme. 

La habitación de una hospital es un sitio muy peculiar. No es como la habitación de un hotel donde sigues siendo tú, están tus cosas, tienes tus horarios, entras y sales, puedes incluso estar de incógnito.  

La habitación de un hospital es un sitio dónde no eres tú. O eres menos tú.

Me despierto y no tengo nada mío. No tengo mi reloj, ni la cadena con la medalla que llevo desde los dos años, ni mis pendientes de la suerte, ni mi pijama. Llevo un camisón que ni siquiera es de mi talla enredado en torno al cuerpo. Ya sé que yo no soy ni mi reloj, ni mi cadena, ni mis pendientes de la suerte, ni mi medalla ni mi pijama...pero es muy raro encontrarme sin nada de eso. Subo las manos y ¡oh! sorpresa..mi móvil está en la cama, por encima de la almohada. ¡Qué ilusión me hace! Es una chorrada, pero no sé ni en que habitación estoy ni qué número nada...por lo menos con el teléfono puedo llamar a alguien. Mi móvil...mi tesoro. 

Cuando consigo que me levanten de la cama tras advertir que “yo en la cuña no puedo...o me levantan o me meo encima”, llego al baño y otra vez la sensación de no ser yo, de estar fuera de mi se acentúa. Me miro en el espejo  y me entra la risa al verme como un gremlin encorvado, con el pelo de punta, de un bonito color amarillento, con tubos saliéndome de los brazos y agarrada al gotero.  Creo que me ha entrado la risa, pero no...tengo un gesto raro. Un gesto que es una mezcla de pena, dolor y miedo porque  soy   dolorosamente consciente de que cada movimiento que hace 24 horas era mecánico e inconsciente ahora seguramente me dolerá. 

Consigo hacer pis,  de hecho el mejor pis de mi vida,  mientras la enfermera está a mi lado mirándome. Sigo sin ser yo pero en ese momento el alivio es tanto que me da igual, aunque lo pienso, es curioso como la enfermedad te hace ver como absolutamente normales cosas que el día anterior te hubieran parecido inconcebibles (como diría Vizzini). 

-No puedes estar mucho tiempo en la cama. Solo por la noche y un rato en la siesta...pero corta.
-¡Pero si solo han pasado 7 horas desde que salí del quirófano!
- No puedes estar tumbada...al sofá o la butaca. 

Por fin tengo mis cosas. Mi reloj, mis pendientes de la suerte, mi cadena, mi medalla...un pijama. Me lavo los dientes y me siento en el sofá. 

Otras cosas que hace que no te sientas tú son los horarios, el hecho de no poder elegir nada y que todo el mundo se preocupe por ti. Me descoloca que me hagan tanto caso,  cada persona que entra en la habitación me dice

Hola Moli...¿cómo estás?
Moli..¿cómo te encuentras? 
Moli, ¿de 0 a 10 cuanto dolor tienes?
Moli, ¿necesitas algo? cualquier cosa que necesites llama al timbre. 
Moli, aqui tienes la comida...come despacio. 

Abro la tapa y quiero morir. En el escalafón culinario en la vida de un ser humano el top siempre es la comida de mamá o de la abuela, un buen restaurante, jamón serrano, comida basura adecuada a la resaca, el menu del día, la cantina del curro, la comida del colegio, el club de tuper, el sandwich de gasolinera plastificado, los restos de la nevera y después, mucho después, mucho más abajo está la comida de hospital. 

La comida de hospital no es que esté mala, no es que te de ganas de vomitar, no es que prefieras comerte las uñas antes, no es que sea incomible...es que la ves y lloras. 

En mi bandeja hay sopa y pollo que parece pájaro.  

Lloro muchísimo mientras lo pruebo con cuidado. Descubro que las dos cosas saben exactamente igual, saben a nada. Lloro más. 

Tengo que pasear. Salgo al pasillo sin saber cómo va a ser, ni hacia donde tengo que ir. Camino hacia la derecha al salir de mi habitación, y llego a una sala con máquinas y unos grandes ventanales. Me acerco y miro fuera. Son las afueras de Madrid, jardines y edificios nuevos. Urbanizaciones con zonas comunes y piscina. Lo pienso y estoy en pijama, fuera de mi vida mientras ahí fuera la gente sigue viviendo como si no pasara nada. Tengo absurdas ganas de llorar. Mierda de sensibilidad postoperatoria...no es más que una raja en la tripa. 

Me he agotado con el paseo. Vuelvo arrastrando las chanclas mientras pienso que ni siquiera se que temperatura hace fuera, no sé si hace más calor que ayer o menos, si sopla viento o si se ven nubes a lo lejos. Llego a mi habitación y miro el número...F303. De repente esa habitación donde no soy yo..es “casa”. 

Salgo de allí 30 horas después arrastrando las chanclas y acompañada de Pobrehermano Mayor. 

-Joder Moli, este hospital es como un aeropuerto, vamos a tener que andar un poco hasta el coche. 
- Yo no tengo prisa y no me hagas reír. 



Un millón de gracias a todos los trabajadores del “aeropuerto”. 

26 comentarios:

Ana María dijo...

Se te ha colado un "a el" en el primer párrafo, donde lo del mando, que es "al" ;)

Lo peor de la comida del hospital es el primer día, cuando tienes la dieta de la muerte verdadera: sopa aguada, jamón york, una manzanita. Dieta sin sal, sin gracia y sin calorías, y tú lloras de hambre como un bebé.

Durante mi hospitalización, recuerdo las comidas con mucho cariño, porque todas mis compañeras de cuarto me la envidiaban: era una dieta de persona normal, una dieta cero. Fue en Semana Santa, y me ponían torrijas de postre algunos días. Hasta tostadas por las mañanas. Añoraba mi café de verdad, pero de la comida no pude quejarme nunca. Crocs de colores venían todos los días, sonrientes, a traerme la bandeja, y el ritual siempre el mismo: coger el papel, ver el menú, y que algún alma caritativa me partiera el panecillo en trocitos asequibles.

El kamasutra del butacón fue harina de otro costal. Menudo cachondeo xDD

Ni pijama, ni piercings (todo metido en un bote de esos de análisis de pis, pero con tapa de rosca, y una pegatina con mi nombre) y la pulserita que dice quién eres, y qué te pasa, por si te extravías.

En el hospital aprendí a odiar la cama. Me costó 15 horas de sueño en la de casa volver a hacerme amiga de ella.

Espero que los puntos te estén cicatrizando bien y te estés recuperando a buen ritmo. Besitos y libros!

:*

La de la ventana dijo...

Conozco bien ese hospital, demasiado bien, como paciente y como acompañante. Es un universo paralelo, un paréntesis en el que te encierras mientras el mundo sigue girando. Las reglas son distintas, y las aceptas... o las aceptas. Me has hecho recordar muchas cosas. No todas malas. Pero algunas, de las peores que (lo tengo clarísimo) viviré, por muchos años que me queden todavía.

Lestat dijo...

Y porque me da que las princezaz tienen algo que decir a todo esto?....seguro que han pensado, dicho e incluso filosofado sobre tu operación...

Chirly dijo...

Trilogía hospitalaria.

Peazo fotos ¿Has estado en el hospital del futuro? ¿o es un hospital que han inaugurado sólo para ti?

Anónimo dijo...

Últimamente he pasado más tiempo de la cuenta en los hospitales, en mi caso como acompañante.
Me ha encantado el post, cuentas a la perfección los sentimientos que produce estar en un hospital, es otro mundo, con otras normas donde pierdes el control sobre la realidad, el tiempo en un hospital siempre pasa más despacio.

Un beso muy fuerte, recuperate pronto.

Molas mil.

Anónima descerebrada: Rita.

Hele dijo...

jo, a mi abuelo le daban a elegir cada dia entre dos primeros y dos segundos...y le encantaba la comida.

Yo nunca me he visto en la tesitura de comerme eso, pero muy buena pinta nunca ha tenido la comida de hospital.

Por cierto, deduzco que fue en uno de los nuevos hospitales que rodean Madrid. La ultima vez que visité uno...estaba vacio. Mucho edificio pero pocos médicos, enfermeros, celadores...siguen así? en Castilla la Mancha no veas cómo se notn los recortes de la Cospe...

Anónimo dijo...

Espero q te recuperes pronto y q escribas todos los dias. Las horas de "lactancia materna" (osea las q me paso con la teta fuera...)son aburridas sin leerte... He sido madre hace 4 meses y mi madre me regalo tu libro, con el me rei de verdad y me senti muy identificada ( mi marido y yo somos ingenieros). Desde entonces te sigo. Que sepas q he recomendado tu libro a un monton de gente. Besotes y animo. (Perdona x las faltas ortograficas pero con este movil no se como se ponen los acentos)

Alber dijo...

Y mucho, pero mucho mucho mucho muchísisisisisisimo más abajo que la comida del hospital, de cualquier hospital, incluídos los de Isla Mauricio o la franja de Gaza, está la comida de Mediterránea de Catering, la empresa que gestiona "brillantemente" el servicio de comidas del Complejo Hospitalario de Navarra desde hace unos meses y que va a llevar a una guerra a este paso!!

Anónimo dijo...

Mear delante de la enfermera.
Como O cuando entra en la Clausura de Roissy.

Próximo libro encadenado: "Historia de O"

Jajaja

Don Mendo

RS dijo...

En las series americanas, a los pacientes que abandonan el hospital los obligan a llegar hasta la puerta en silla de ruedas. Opino que es una gran idea porque normalmente cuando uno sale del hospital no va bailando sardanas.

He estado un par de veces hospitalizada y no tengo quejas de la comida. No es que fuera una maravilla, pero era comible. E incluso, después de dar a luz, me ponía las botas: supongo que ese "esfuerzo" me dio hambre.

Yo también espero con mucho interés los comentarios de las princezaz. Seguro que no nos defraudan.

Esther dijo...

Querida Moli, tu parto por cesárea sigue su curso normal. Veras como enseguida estas como nueva, pero sin sentir los puñeteros achaques post.parto. Mi cesarea, de verdad, fue buena, ya sabes, nacio la niña, ya no estas pesada.. Te sientes feliz, salvo por una absurda costura interior, apretada, que me hacia andar de lado y que mi gine catalogó como "los nuditos" lamadrequeloparió!!! Felicidades guapa, te has librado de un trozo inútil de tripapachorizos... Besitos de la llorona del face. Muá

Esther dijo...

Querida Moli, tu parto por cesárea sigue su curso normal. Veras como enseguida estas como nueva, pero sin sentir los puñeteros achaques post.parto. Mi cesarea, de verdad, fue buena, ya sabes, nacio la niña, ya no estas pesada.. Te sientes feliz, salvo por una absurda costura interior, apretada, que me hacia andar de lado y que mi gine catalogó como "los nuditos" lamadrequeloparió!!! Felicidades guapa, te has librado de un trozo inútil de tripapachorizos... Besitos de la llorona del face. Muá

Juliet dijo...

Uno de los mejores placeres de mi vida: mear en una cuña. Cuando me operaron, me moló muchísisissisimo. Además, mear la anestesia es de lo más gustoso del mundo mundial.

Ánimo, mimos, lectura y comida de Molimadre.

C.R dijo...

Cuando yo tenía 14 años y mientras mis amigos empezaban a sufrir su adolescencia, a mi padre le dió una enfermedad muy mala de la que casi nadie (en aquella época) conseguía sobrevivir.El lo hizo, pero le costó 3 meses de UVI y 10 meses más de hospital.En todo aquel tiempo el hospital se convirtió en mi casa, allí estudiaba, allí comía, allí conocía gente que entraba y otra que nunca saldría.
Allí descubrí que el hospital es un micro mundo, con sus horarios, sus olores, sus ruidos, sus escasos colores...mi experiencia fue muy dura, sin ser yo la enferma directa, tuve que crecer a ostias, no quedaba otra.
Cada vez que vuelvo a ese hospital y habiendo pasado más de 27 años me recorre un escalofrío mezclado con una maravillosa sensación de tranquilidad.Será algo de Síndrome de Estocolmo hospitalario...
Una pronta recuperación para mi Moli valiente.
Bss.
C.R

Anónimo dijo...

y si fuera sólo una ocurrencia-metáfora???

tendría gracia, todos pensando en leer la vida de Moli en directo, y ella jugándonos,a en su blog....

quizás la tal operación y estancia en el hospital sólo es una forma de contar la nueva ubicación del curro.... y nosotros a tragárnoslo, jajaja......

no sé, pero molaría!

saludos, y si lo necesitas, pronta recuperación!!

y un abrazo fuerte a enfermos y familiares, q en esta época del año, sobretodo, yiene que ser muy duro!!!!!

NáN dijo...

La comida del hospital la sitúas en nivel 0, opino que está en la categoría sub: -1 o-2. Al menos en el que a mí me toca.

A la señora que la trae (¿por qué será siempre una señora?) la señalo con el dedo y le digo:
--¡Fuera de la habitación!
--Pero, tienes que comer.
--Ya he desayunado (o merendado). Ni se te ocurra meter en MI habitación esa bandeja de comida espacial para monos-astronautas que total van a morir porque el cohete no tiene pensado regresar.

Tita dijo...

Ese hospital parece una nave espacial, nodriza para más señas. Entras como paciente, si es por urgencias, y enseguida te desorientas, y te desubicas, al otro lado de las ventanas solo ves otros módulos...y cuando te vas te sorprende que tengas que coger el ascensor, porque con tanto paseo no sabes como llegaste a tu habitación.

Me alegro que ya estés fuera y no tengas que disfrutar del menú de hospital. La próxima vez que te operes, acuérdate de llevarte sal en el bolso. No lo arregla, pero por lo menos lo hace tragable.

¿Tuviste que andar mucho hasta la salida?

Besos

HombreRevenido dijo...

La trilogía hospitalaria sabe a poco.
Por qué no un decálogo hospitalario. O una docena de posts apendicíticos.

Bueno, mejor que te recuperes pronto y vuelvas a hacer cosas. Moverte normalmente y eso.

Anónimo dijo...

La comida de hospital es comida de hospital. En marzo di a luz en Pamplona, y yo iba acoj....por el tema de la comida. Estuve 4 dias ingresada, pues me hicieron una cesarea con una cicatriz muy molona, y la verdad es que comi muy bien para mi sorpresa...A ver bien..se entiende, comida correcta, nada de exquisiteces, pero estaba bueno.
En los hospitales es lo q hay....luego llegas a casa y comes con un gusto....
Animo!

jota dijo...

Como veo que hay tanto "remilgao" con la comida de la sanidad publica, la próxima vez que os ingresen pedid un papelito para renunciar a las comidas y que os las traigan de casa. Así se puede ahorrar unos euracos que siempre viene bien en estos tiempos.



nanu dijo...

No me gustan los hospitales. Nada.

Beso

P.S: Merluza! Si nos lo decías antes te hacíamos la espera mas llevadera. Lerda! :P

Anónimo dijo...


Sin apéndice !!
Ya puedes ir a espiar gorilas como Diane Fosey o a la Luna ...
Cuídate ! y recupérate pronto.
Cris

Paz dijo...

Moli, Sólo me queda año y medio por leer :-)
Que te recuperes pronto y disfrutes de la comida de Molimadre!
Déjate mimar...

Oswaldo dijo...

Mi primera impresión al abrir el post y ver la foto, fue la misma de Pobrehermanomayor, ¡Parece un terminal de aeropuerto!
Nuevo y bonito, por cierto.

A mi suegro, hace mil años, también recién operado de apendicitis le llevaron pollo para la cena. Al condenado no se le ocurrió mejor idea que descabezar el hueso de la pierna de pollo y comerse hasta el tuétano. ¡Casi muere!

Anónimo que piensa que puede ser "ocurrencia-metáfora": Aunque el post es claramente "Moliano", en el ritmo del escrito se percibe mucho peso post-operatorio. Como si tuviera susto de ir a sentir dolor. Como en silla de ruedas.
Tal vez un ingeniero pudiese decir que el escrito, para ser de Moli, tiene un PH alcalino (Nada ácido)... (Ains, con este párrafo pseudo técnico hasta yo mismo me doy miedo)


También yo pido las impresiones de las princezaz.

¡Que sigas mejorando!

Nisi dijo...

Yo como tú: no meto cosas en los cajones de lugares desconocidos (hoteles, hospitales) porque también creo que me lo voy a dejar.
Ánimo y a seguir recuperándote!

xaquí dijo...

¿Admitismo apéndice como animal de compañía?. Te lo enseñaron. Ese es el gran momento tarro de cristal.

A ver, vamos a diseñar un hospital...vale. ¿En qué podemos recargar las facturas?. Oyes, pues en elementos decorativo-estructurales, que como no saben lo que es, inflamos lo que queramos.
¿Panelamos por fuera con losetas tipo espejo?. Que no, que eso es para los centros de salud y colegios de arquitectos de provincias. En los hospitales un hall que te cagas, y luego encastramos las habitaciones en unos pasillos muy bajitos. Total, si estarán tumbados o sentados, no se enteran.
Adoro la nueva arquitectura funcional. Funcional para despilfarrar e inflar los costes, claro.