viernes, 19 de julio de 2013

EL PINO

Es lo primero que te encuentras al entrar en casa. Bueno, lo primero son los dos perros ladrándote si eres un extraño o dándote besos de babas si eres un conocido, pero justo después, en lo primero que te fijas es en él. 

Es un pino. Grande. Enorme. Con un tronco muy grueso y ramas fuertes que se extienden dando sombra a toda esa parte del jardín. Tiene una copa redonda muy frondosa y muchas piñas. El tronco mola porque tras un primer tramo grueso se abre en horquilla a una altura que permite trepar y subir. Las ramas principales son bastante horizontales y de una de ellas, gruesa y resistente cuelga un columpio. 

No siempre fue así de grande. Cuando compramos la casa hace 31 años era una “bola de pino”, un “arbusto pinoso”. Una masa informe de ramas en medio del jardín. No lo recuerdo pero supongo que mis padres valoraron la opción de talarlo completamente. Al final decidieron hacer una poda drástica para intentar que aquella bola de ramas tuviera pinta de árbol. 

Ahora, 31 años después, no solo tiene pinta de árbol. Es mucho más que eso. Es un pino espectacular, majestuoso y digno y al mismo tiempo  es extrañamente entrañable. Es más alto que la casa y sus ramas, que en su día eran unas varitas con poca consistencia, alcanzan el porche, las ventanas del salón y el cuarto de las fieras. De hecho, desde esa ventana solo se ve pino y vagamente un poco de jardín detrás. Mola porque desde ese cuarto se escucha al pino por la ventana.  Cuando hace mucho viento, cuando llueve, cuando nieva o incluso cuando no hay nada de eso, desde esa ventana se escucha al pino: las ramas agitarse por el vendaval golpeando los cristales, el agua cayendo y resbalando por las ramas y de ahí al suelo, las ramas crujiendo cuando se acumula mucha nieve y las acículas mecidas por la brisa a la hora de la siesta en verano 

Tengo mil recuerdos de ese pino. Recuerdo el primer verano en esta casa, sin sombra y con todo un jardín para descubrir, antes de la poda drástica, nos metíamos entre sus ramas para hacer nuestra guarida pegados al endeble tronco que tenía por entonces. Recuerdo, bueno, más que recordarlo es que hay fotos, el día que Molimadre disfrazó a Molihermana de Madame Pompadour y a Pobrehermano Pequeño de M.A. y posaron debajo del pino.  Recuerdo encuentros tórridos, muy tórridos pegados al tronco en madrugadas un poco alcohólicas y bastante arriesgadas. Recuerdo siestas de verano debajo de sus ramas que se convertían en deporte de riesgo cuando empezaban a caerte piñas justo cuando te habías quedado dormido.Unas piñas muy gordas petadas de piñones. Recuerdo aperitivos fin de fiestas con 50 personas todos debajo del pino zampando sin parar. Recuerdo mirar desde la ventana del salón y ver  a Molimadre llorando abrazada a mi padre  mientras le decía que se iban a París a celebrar su 50 cumpleaños.  Recuerdo a los distintos perros que hemos tenido: Capo, Bronco, Patas y Putoperro ladrando debajo como fieras para asustar a la familia de ardillas. Lo consiguieron, ya no hay ardillas.  Recuerdo broncas entre Pobrehermano Mayor y Molimadre, él cabalgando sobre las ramas con la motosierra en la mano y ella gritándole desde abajo qué rama cortar.  Recuerdo la conversación de todos los veranos sobre la conveniencia de hacerle otra poda “drástica” para que le de el sol a la piscina y como se desestima todos los años. Mejor agua a temperatura “serrana” que tocar el pino. Recuerdo el día que en el primer verano de M colgamos un columpio que todavía sigue ahí y en el que hemos pasado horas. Recuerdo fiestas de cumpleaños de C con la mesa puesta debajo del pino para resguardarnos del sol de agosto.  Recuerdo a todos nuestros perros durmiendo a su sombra. Recuerdo piñatas colgadas de sus ramas. Recuerdo muchísima nieve a su alrededor y más nieve cayendo desde sus ramas. Recuerdo a las princezaz el verano pasado intentando convencer a Pobrehermano Mayor para que construya una casa en el árbol. Les dijo que sí, pero que para él. 

Llevo una semana pasando la mañana sentada en una mesa a la que también da sombra.       Lo veo, lo escucho y lo siento. Estoy escribiendo y cuando me atasco en algo, levanto la mirada y veo el columpio moverse ligeramente. Mientras estoy leyendo oigo las ramas que se mueven. Mientras dormito en el balancín, siento que el pino esta ahí, mirándome mientras me recupero de la operación. 

Me acompaña.

Ese pino es casa. 

16 comentarios:

Anónimo dijo...

ahí tan bien acompañada seguro que te recuperas enseguida!!!

una duda.... insistes mucho en detalles para describir el pino, pero no mencionas nada del olor, de la resina. No te llama la atención??

disfruta y descansa, que seguro te vendrá bien!

un saludo!

NáN dijo...

Solo los locos torpes y los estúpidos no saben que un árbol que es más grande que la casa establece contigo un sentimiento de hermandad y necesidad. Forma una parte muy importante de la familia.

María José - Honey and Figs dijo...

¡Cielos! Tengo un perro que se llama Bronco y también tengo pinos....
No seremos gemelas?????
Ahora en serio, espero que estés recuperándote bien de la operación y disfruta de estos días de reposo en Los Molinos.
Un abrazo.

Boticaria.

mabeki dijo...

Ostras Moli, me he emocionado. Adoro los pinos, su forma, su olor, su sonido... hace muchos muchos años que no tengo un pino al lado de mi casa, que no puedo sentirlo al abrir la ventana, y al leer tu post me he dado cuenta de lo mucho que lo echo de menos!

Tita dijo...

Agua a temperatura serrana ¡qué horror!

Pero al pino ni tocarle, vaya. Dicen que tapando la piscina con un plástico se recuece y se calienta algo. No sé si será verdad.

Besos

Unknown dijo...

Muy bonito. Es un ejemplo más de como pertenecemos a la tierra, aunque se nos está olvidando, desgraciadamente.

Nisi dijo...

Tengo un pequeño arbolito de 3 años, un Ginkgo biloba al que crié desde semilla y siento por el un cariño inmenso. Si logro tenerlo conmigo 30 años, creo que sentiré por él lo mismo que tú tan bien cuentas.

annajr dijo...

En la casa de mis abuelos había varios pinos así. Tan vivos. Sabes qué? Que estás muy 'moliniana' pero no de Moli. De Muñoz Molina. Los últimos 3 posts son una pasada. Tranquilos. Serenos. Descriptivos y sentidos. Y a mi que voy de culo y no puedo màs con el trabajo y que las vacaciones no llegan y que estoy a límite de los niveles autorizados de cansancio me han sentado taaaan bien.

Anichi00 dijo...

Qué bonito, me ha encantado!! Me encanta la naturaleza y una idea que vi en una película, no recuerdo el nombre, de que en este mundo todos los seres vivos estamos conectados. Recupérate muy pronto!!

Hans dijo...

Llevas unos días sembrada, Moli. Es posible que la putada de la operación te haya hecho frenar la marcha desaforada que llevabas antes. Tus últimos posts son hermosísimos. Ojo, no digo que no me gusten los demás, pero todos estos reflejan una introspección y un sosiego que hace que me alegre mucho por tí.

XEIA2410 dijo...

Qué passada!!!!! Me encanta tu compañero de lectura, escritura, sosiego...y, seguramente, alguna angustia. Sólo lo siento por la família de ardillas...con lo monas que son....;-)

HombreRevenido dijo...

Si ese pino pudiera hablar...

Tú también has sufrido una pequeña poda selectiva, es normal que os entendáis tan bien.
Ánimo en la recuperación.

Anónimo dijo...

uffff, imagino que con un pino, incluso sin piscina, la crisis debe saber a otra cosa, no?

Ana dijo...

Que bonito. Me ha gustado mucho. ¡Recupérate pronto!

RS dijo...

Yo también tengo un pino, prestado en mi caso, bajo el cual me hecho las mejores siestas del verano y/o aprovecho para las lecturas veraniegas que tanto me gustan.

Mi pino tiene piscina aneja. Un lujo de pino, vaya.

¡Buena recuperación!

nanu dijo...

Mis abuelos, y luego mis padres, tuvieron una casa en un pueblo llamado San Andrés de la Barca, cerca de Barcelona. Recuerdo un jardín enorme con muchos pinos, pero uno en especial estaba en una especie de plazoleta donde estaba el columpio. Era la "plaza del pino".

Beso