El sábado hice un cursillo acelerado e intensivo de jardinería. Un millón de flores de temporada para plantar y un ingeniero profesional al mando: limpia las malas hierbas, rastrilla la pinocha, recoge el borde, coloca las piñas, ordena las macetas, ¡haz el favor de plantar en recto!, repite esa plantación…ha sido duro pero ha quedado precioso.
Mientras sufría en silencio la humillación de no saber plantar unas flores con un nombre tan cursi como petunia, mi mente se dedicó a reflexionar sobre los recuerdos.
Es genial tener un sitio donde vas desde que naciste y que puedes asociar a miles de recuerdos. Paseas por una calle y sabes que llevas paseando por ahí desde que naciste: en carrito, andando, en bici, en coche, sola, acompañada, con amigos, con tu madre, con tus hijos..toda tu vida ha pasado exactamente por ese punto.
Lo curioso de los buenos recuerdos es que nunca sabes qué va a ser en un futuro un buen recuerdo. Crees que el día que acabaste el cole, o te compraron una bici o el que conociste a tu pareja o el día que te casaste, o nacieron tus hijas van a ser días que nunca olvidarás y que serán para siempre recuerdos imborrables y todas esas cursilerias. Y no es así. Los días que crees que serán más importantes son en tu memoria una nebulosa en la que ciertos flashes aparecen y desaparecen pero nada más.
Mientras sufría en silencio la humillación de no saber plantar unas flores con un nombre tan cursi como petunia, mi mente se dedicó a reflexionar sobre los recuerdos.
Es genial tener un sitio donde vas desde que naciste y que puedes asociar a miles de recuerdos. Paseas por una calle y sabes que llevas paseando por ahí desde que naciste: en carrito, andando, en bici, en coche, sola, acompañada, con amigos, con tu madre, con tus hijos..toda tu vida ha pasado exactamente por ese punto.
Lo curioso de los buenos recuerdos es que nunca sabes qué va a ser en un futuro un buen recuerdo. Crees que el día que acabaste el cole, o te compraron una bici o el que conociste a tu pareja o el día que te casaste, o nacieron tus hijas van a ser días que nunca olvidarás y que serán para siempre recuerdos imborrables y todas esas cursilerias. Y no es así. Los días que crees que serán más importantes son en tu memoria una nebulosa en la que ciertos flashes aparecen y desaparecen pero nada más.
Sin embargo los hechos más triviales de tu existencia pueden aparecer en cualquier momento como recuerdos tan vívidos que incluso te provoquen una sensación física. Además cuando vivías esa experiencia no eras consciente de lo feliz que eras en ese momento y de que esa vivencia te acompañaría toda tu vida: montar en bici dando vueltas alrededor de la pérgola, ir a recoger moras, sentarte en una tapia a hablar con tus amigos, conducir solo en silencio, ir con tu padre a comer arroz abanda un día cualquier, un determinado libro, una determinada película, una noche cualquiera ….miles de cosas. Eran cosas que hacías por inercia y que sin embargo cuando vienen a tu mente ahora te provocan una sensación maravillosa. No lo sabías al vivirlas pero estaban dejando una marca en tu vida.
Otra cosa curiosa de los buenos recuerdos es que no se pueden compartir, se puede intentar explicar el momento, la sensación, el sentimiento que te provocan. Se puede incluso haber compartido esa experiencia primera con otra persona, pero lo que para unos constituye un recuerdo muy especial para otros puede haber caído en el olvido más absoluto.
Los malos recuerdos tampoco se pueden compartir, pero eso es una cuestión de supervivencia, igual que no puedes sufrir las desgracias de los demás tampoco puedes compartir la experiencia de un mal recuerdo, si se pudiera la vida sería un dolor continuo.
Los malos y los buenos recuerdos no provocan lo mismo.
Los malos momentos se pueden invocar casi sin ningún estímulo exterior. Puedo pensar en el día que murió mi padre o en el día que hice el ridículo en la función del colegio o el día que alguien se rió de mi o la vez que me dejó un novio en una cafetería. Pienso en esos momentos horribles de mi vida y experimento las mismas sensaciones que tuve en el momento mismo que sucedieron: pena, humillación, vergüenza, ridículo, tristeza absoluta…solo pensar en las situaciones que lo provocaron, y todo está ahí de nuevo, por supuesto que no con la misma intensidad pero sí con bastante crudeza, es entonces cuando dices “ mejor no lo pienso”.
Los buenos recuerdos sin embargo no se pueden invocar así como así. Para que de verdad te reconforten tienen que ser invocados inconscientemente, vas por la calle y el olor a tierra mojada te trae a la memoria el día que ibas paseando por Pontevedra completamente empapada y al ingeniero se le rompió el móvil porque se le llenó el bolsillo de agua, os reistéis tanto en mitad de la calle completamente empapados que la gente os miraba pensando que estabais locos. En el momento que tienes ese recuerdo experimentas una sensación agradable pero no la misma que tuviste en su momento..es como si te vieras a ti mismo en una película pasada a doble velocidad. Te entreves rápidamente en un momento dichoso pero pasa tan deprisa que no te da tiempo a asirlo, a revivirlo. Intentas volver a pensar en ello pero el recuerdo se ha esfumado, la sensación que te ha provocado también y sólo queda esperar a que vuelva.
Los buenos recuerdos te hacen revivir lo feliz, lo libre o lo reconfortada que te sentiste en un determinado momento sin saber que ese determinado momento perduraría en tu memoria.
Quizá dentro de un tiempo la visión de infinitas bandejas de petunias me traiga a la memoria este fin de semana como un buen recuerdo pero por ahora solo tengo agujetas.
Otra cosa curiosa de los buenos recuerdos es que no se pueden compartir, se puede intentar explicar el momento, la sensación, el sentimiento que te provocan. Se puede incluso haber compartido esa experiencia primera con otra persona, pero lo que para unos constituye un recuerdo muy especial para otros puede haber caído en el olvido más absoluto.
Los malos recuerdos tampoco se pueden compartir, pero eso es una cuestión de supervivencia, igual que no puedes sufrir las desgracias de los demás tampoco puedes compartir la experiencia de un mal recuerdo, si se pudiera la vida sería un dolor continuo.
Los malos y los buenos recuerdos no provocan lo mismo.
Los malos momentos se pueden invocar casi sin ningún estímulo exterior. Puedo pensar en el día que murió mi padre o en el día que hice el ridículo en la función del colegio o el día que alguien se rió de mi o la vez que me dejó un novio en una cafetería. Pienso en esos momentos horribles de mi vida y experimento las mismas sensaciones que tuve en el momento mismo que sucedieron: pena, humillación, vergüenza, ridículo, tristeza absoluta…solo pensar en las situaciones que lo provocaron, y todo está ahí de nuevo, por supuesto que no con la misma intensidad pero sí con bastante crudeza, es entonces cuando dices “ mejor no lo pienso”.
Los buenos recuerdos sin embargo no se pueden invocar así como así. Para que de verdad te reconforten tienen que ser invocados inconscientemente, vas por la calle y el olor a tierra mojada te trae a la memoria el día que ibas paseando por Pontevedra completamente empapada y al ingeniero se le rompió el móvil porque se le llenó el bolsillo de agua, os reistéis tanto en mitad de la calle completamente empapados que la gente os miraba pensando que estabais locos. En el momento que tienes ese recuerdo experimentas una sensación agradable pero no la misma que tuviste en su momento..es como si te vieras a ti mismo en una película pasada a doble velocidad. Te entreves rápidamente en un momento dichoso pero pasa tan deprisa que no te da tiempo a asirlo, a revivirlo. Intentas volver a pensar en ello pero el recuerdo se ha esfumado, la sensación que te ha provocado también y sólo queda esperar a que vuelva.
Los buenos recuerdos te hacen revivir lo feliz, lo libre o lo reconfortada que te sentiste en un determinado momento sin saber que ese determinado momento perduraría en tu memoria.
Quizá dentro de un tiempo la visión de infinitas bandejas de petunias me traiga a la memoria este fin de semana como un buen recuerdo pero por ahora solo tengo agujetas.
7 comentarios:
¡Buena entrada sobre los recuerdos!
Es cierto que las petunias tienen un nombre cursi, pero las flores no lo son. Aunque para nombres cursis... alhelí. ¿No me digas que ese nombre se puede aguantar? :-)
Esto es casi un ensayo, Molinos. Y ha sido una delicia leerlo. Pero no me creo que te diera por pensar esto mientras plantabas petunias. Si realmente fue así no me extraña que tuvieran que llamarte la atención por plantarlas torcidas.
Totalmente de acuerdo con Elvira: un capullo de alhelí debe ser lo más fisssno y finolis que exista en castellano
soy tu masme (para q luego no haya equívocos con los morados y la primavera) sabes lo q me pasa a mi? q solo tengo buenos recuerdos, los malos se me olvidan o los escondo tanto q luego no me salen! ¿será q me estoy haciendo una vieja bondadosa??? querida amiga acuario... ¿por qué se me han borrado los malos recuerdos????
MUA (precioso este post)
Hoy estás inspirada Moli. Muy, muy bonito el post. Me ha encantado.
Me encanta poder recordar, lo bueno y también lo malo. Lo que me espanta es la otra opción, que todo se borre.....Eso sí que no lo quiero ni siquiera pensar.
MALVALOCA.
Ayer planté pepinos, no es tan prosaico como las petunias, pero en verano me pego unas ensaladas de escándalo. Me ayudó mi jardinera en miniatura, que dice que le encanta ayudarme. ¿Cuánto durará esto? Da igual apovecharé mientras pueda, y luego trataré de recordar estos momentos. Lo malo es que mi memoria no tiene más de un mega, y con virus.
Un abrazo
Un abrazo
Sensacional, claro y conciso...expresar tanto con tan pocas palabras...gracias
Jiom
jijiji vaya veo que ha sido finde jardinero...el domingo planté unos bulbos de tulipanes que me trajeron de Amsterdam, a ver que sale.
Me ha gustado mucho este post, tienes mucha razón, sobretodo en como llegan y el fecto que tienen en ti los buenos y los malos recuerdos. Por suerte, tengo muy pocos malos recuerdos, que yo recuerde...jiji
Beso!
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