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lunes, 25 de abril de 2011

CANNERY ROW de John Steinbeck


He empezado este post 3 veces.

No me gusta ninguna.

Así que voy a dejarme de preámbulos y preliminares y voy a decir lo que quiero decir lo más claramente posible:

- Steinbeck es un dios de la escritura.

- En mi vida he leído a nadie que sepa crear unos personajes tan de carne y hueso, tan reales que casi puedes levantar la vista del libro y verlos delante de ti.

- Sabe describir como nadie. Lo hace tan de puta madre que cuando lo estás leyendo tienes escalofríos de lo real que es.

- Jamás dice obviedades como “tenía el mentón cuadrado y los ojos oscuros como una noche sin luna”. Esas descripciones te dejan frío como lector. Steinbeck crea un personaje a través de las sensaciones que provocan en otro...como la vida misma. Lo que te define frente a otro no es que tengas los ojos marrón oscuro ni que seas bajito...si no lo que el otro siente al mirarte o cuando tú le miras fijamente. Eres las sensaciones que provocas. Eso es lo que te describe para el otro. Y Steinbeck lo sabe y lo cuenta acojonantemente bien.


Doc es el propietario y encargado del laboratorio de Biología del Oeste. Doc es algo bajito, engañosamente bajito, ya es que es enjuto y muy fuerte y en un rapto de ira puede resultar muy fiero. Lleva barba y su rostro es mitad Cristo mitad sátiro, un rostro que expresa la verdad. Se dice que ha sacado a más de una chica de un problema para meterla en otro. Doc tiene las manos de un hábil cirujano y una mente serena y cordial. Doc se quita el sombrero para saludar a los perros cuando pasa en coche y los perros lo miran y sonríen. Puede matar cualquier cosa por necesidad, pero es incapaz de herir los sentimientos de nadie por placer. Tiene un gran temor: mojarse la cabeza. Así que, en verano o en invierno, siempre lleva un sombrero de loneta. Podría sumergirse en la marisma hasta el pecho sin sentir la humedad, pero una gota de lluvia en la cabeza le produce pánico. ( …) Doc podía oír cualquier clase de estupidez y convertirla en una suerte de sabiduría. Su mente no tenía límites ni había urdimbre alguna en su compasión. Podía hablar con niños, decirles cosas muy profundas y hacer que le entendieran. Vivía en un mundo de maravillas y emociones. Era lascivo como un conejo y dulce como el infierno. Todo el que lo conocía quedaba en deuda con él. Y todo el que pensaba en él inmediatamente pensaba: Realmente debería hacer algo bueno por Doc.”

Lascivo como un conejo y dulce como el infierno”...un absoluto crack.

Terminas de leer y sabes exactamente como es Doc...y quieres conocer a Doc, quieres hacer algo bueno por él...lo que sea...a pesar de que sería capaz de matar por necesidad.

Hazel detestaba que ocurriera eso porque le obligaba a rebuscar en su cerebro una respuesta y rebuscar en el cerebro de Hazel era como vagar a solas por un museo desierto. El cerebro de Hazel estaba atestado de objetos descatalogados. Nunca olvidaba nada pero nunca tenía ganas de poner orden en sus recuerdos. Todo era arrojado junto como se arrojan los aparejos de pesca al fondo del bote: anzuelos y cabos y sedal y cebos y arpones, todo en una maraña

Sé exactamente como es la memoria de Hazel...se parece muuucho a la mía.

Y también tiene sentido del humor...fino y para listos...pero mola tanto.

Alguien debería escribir un ensayo erudito sobre los efectos morales, físicos y estéticos del Ford Modelo T en la nación americana. Dos generaciones de americanos saben más sobre las válvulas del Ford T que sobre el clítoris, más del sistema planetario de las marchas que del sistema solar. Con el modelo T, parte del concepto de propiedad privada desapareció. Unos alicates dejaron de tener propietario y una bomba de neumáticos pertenecía al último hombre que la hubiera usado. La mayoría de los bebés de este periodo fueron concebidos en Fords Modelo T y no pocos nacieron en ellos. La teoría del hogar anglosajón resulta tan quebrantada que nunca se recuperó”.

Y sabe ser poético sin resultar almibarado

es la hora de la perla: el intervalo entre el día y la noche, cuando el tiempo se detiene y se examina a sí mismo”.

¿Qué libro es? “Cannery Row”. Es un libro breve, sin historia, solo personajes que entran y salen sobre el fondo de ese arrabal de Monterrey:

Cannery Row, en Monterrey, California, es un poema, un hedor, un ruido chirriante, una cualidad de la luz, una tonalidad, un hábito, una nostalgia, un sueño. Cannery Row es el orden y la dispersión, la hojalata y el hierro, la herrumbre y la madera astillada, las aceras descascarilladas, los solares invadidos de hierbajos y las pilas de escombros, las conserveras de sardinas construidas con chapa acanalada, los bares ruidosos, los restaurantes y los prostíbulos y las pequeñas tiendas de comestibles atestadas y los laboratorios y las cabañas”.

Lo hueles y lo ves.

No pasa nada...los personajes aparecen y desaparecen...no hay principio ni final...simplemente es la vida pasando por delante de tus ojos.

Si alguien va a lanzarse a escribir ficción debería leerlo sin falta. Puede pasar dos cosas...que aprenda a hacer algo medianamente parecido o que decida dejar de escribir al compararse con Steinbeck y dedique su tiempo a alguna otra cosa como por ejemplo...mmmmm...escribir un blog.

Corred a leerlo, malditos.

viernes, 6 de mayo de 2011

LIBROS ENCADENADOS.- Abril.


Abril suele ser un mes asqueroso. Llega la primavera, el calor, las flores, los pájaros, el buen tiempo, el cambio de hora, los días más largos y mi fantabulosa astenia primaveral. Lo dicho, un asco. Suelo llegar a él dispuesta a zambullirme en un estado de ánimo que me hace parecer un perezoso y que me desconecta vitalmente del resto del planeta. Doy muchísimo miedo cuando ni hablo, ni me rio y sencillamente paso de todo.

Este mes de abril sin embargo ha molado muchísimo. Y también en mis lecturas.

Cualquier otro día” de Dennis Lehane. Este título llevaba en mi lista de pendientes un montón de tiempo. Creo que cogí la referencia de un artículo de Boyero o de una de esas charlas que tiene en internet. Cómo siempre no sabía ni de qué iba, ni de qué trataba ni nada y por supuesto no tenía ni idea de que me iba a encantar.


La acción se sitúa en Boston en 1919. Un jugador de baseball muy gañán pero que es una superestrella (los ídolos deportivos se ve que no han cambiado tanto), un negro huido de una situación complicada y un joven policía idealista son los ejes de la acción.

Lucha de clases, lucha obrera, derechos laborales, racismo, pobres contra ricos, corrupción política y policial y un par de historias de amor mezcladas con intrigas familiares. No es una novela negra pero podría serlo, no es una novela histórica pero podría serlo y no es una historia de un héroe pero también podría serlo. No ganan los buenos, el héroe tiene mucho de oscuro y al final te deja un regustillo amargo. El héroe de la historia tiene todos los ingredientes para que te enamores de él...es un perdedor nato empeñado en no serlo.

Se quedó pues en el umbral. Se quedó allí y jugueteó con el ojo del oso en el bolsillo del pantalón hasta que ella se perdió de vista entre el gentío que se alejaba por Dover Street. Y se aborreció a sí mismo y la aborreció también a ella, por haberse arruinado mutuamente la existencia”.

Siempre has sido blando de corazón, hijo. Lo que pasa es que lo escondes mejor que la mayoría de la gente”.

En resumen, entretenida, emocionante y que se lee con mucho interés. Un acierto. Ah..y alguién en los comments me recomendó Mystic River..lo leeré.

Agradezco públicamente a ND que me la pasara en versión electrónica.

América, América” de Ethan Canin. No sé de donde había sacado la referencia de este libro, pero también estaba en la lista de pendientes. Me lo regalaron por mi cumpleaños unos amigos que hicieron buen uso del enlace a mi lista que tengo en el blog. ¡Gracias chicos!

Es la historia de Corey Sifter, un joven que en 1971 ve como su destino se une a los Metarey, una rica familia dueña de la mayoría de las industrias y negocios de la zona donde vive y que deciden meterse en política. Su historia personal se va entrelazando con la de la familia Metarey y con la ascensión y caída de Henry Nanwiller un aspirante demócrata a las primarias en los años 70.

La novela no está mal aunque flojea en algunos pasajes y en un final que queda como deshilachado: Hay algunas cosas que no se entienden porque la historia está contada por Corey en pasado pero actúa como narrador omnipresente contando cosas de los demás personajes que es imposible que sepa. Aún así, se lee rápido, entretiene y tiene alguna reflexión interesante sobre los hijos.

“¿Sabes?, uno cría a sus hijos con lo que tiene a mano. Tomas lo que aprendiste de tus padres, procuras añadir tus propias correcciones ( aquello que te ha dolido, las injusticias, ese tipo de cosas) e intentas introducir a esos seres benditos en el mundo de tal manera que les haga más daño del necesario. O, al menos, no demasiado pronto. Y, un día, de repente, te das cuenta de que no son tan distintos, no se…tan distintos de unos animales salvajes que te hubieras encontrado en el bosque. Y adviertes que tienes sobre ellos la misma influencia...la mista que hubieras tenido sobre esos animales. Uno es agresivo, tal vez. Otro tranquilo. Pero seguramente porque está asustado. Uno tiene siempre la vista puesta en el horizonte. Y un día, por fin comprendes lo estúpido que has sido. Tú no puedes hacer nada, solo dejar que se vayan. Lo único que puedes hacer desde tu rincón, es rezar. Yo no soy una persona religiosa, Carey, en absoluto; pero rezo de todos modos. Por mis hijos, nada más. Todos los padres lo hacen”.

Cannery Row de Steinbeck. Ya lo dije todo aquí...pero por si alguno se ha despistado. Corred a leerlo sin falta. Dejad lo que estéis leyendo, id y compradlo. Apagad el móvil, el ordenador, la tele, la radio...todo...y leed Cannery Row y morid de gusto.

Ah...este fue regalo de pobrehermano pequeño. ¡Gracias!

El animal moribundo” de Philip Roth. Igual que todos los años llega la primavera de los cojones y el confusionismo estilístico se adueña de las aceras de Madrid, yo todos los años leo algo de Philip Roth. No estaba en mi lista ni nada por el estilo, pero trasteando por la red con la tablet lo encontré y lo descargué. De todos los de este autor es el que menos me ha gustado con muchísima diferencia. Como soy consciente de mis defectos, saber que Coixet había hecho una versión de esta peli con Penélope de protagonista le ha restado mucho encanto al tema, la verdad. Los prejuicios son así...capaces de joderte un libro...perooo...no ha sido el caso. El libro es flojo comparado con otros de Roth. La relación entre un profesor viejuno que en la peli era Ben Kinsgley y una jovencita de “estupendos pechos” (esto lo repiten mil veces en la novela) que no puedes dejar de imaginar cómo Pe...Tiene bastante poco interés y me provocó más decepción que otra cosa. Aún así, Roth es un maestro y escribe muy bien. No es para todo el mundo porque normalmente dice muchas cosas que no quieres leer, que ni siquiera quieres saber que existen...

Si alguien quiere empezar con Roth que coja otra cosa: Elegía, Pastoral Americana, La Conjura contra América

Diario de Berlin 1934-1941”de William Shirer. Estaba en mi lista también y me lo regaló mi madrina por mi cumpleaños haciendo un uso excelente de mi lista.


William Shirer fue un periodista americano destinado a Berlín, Ginebra y Viena desde 1934 hasta 1941, año en el que sale de Alemania asqueado por la censura y la imposibilidad de informar sobre lo que de verdad pasaba en Berlín. Primero fue corresponsal de prensa escrita y luego responsable de las emisiones radiofónicas de la CBS.

Es un testigo excepcional y de primera mano de la subida al poder del nacionalsocialismo, de la progresiva sectarización del pueblo alemán, del poder de la fabulosa máquina puesta en marcho por los nazi y de cómo vivieron los berlineses los primeros años de la guerra.

Me ha llamado mucho la atención el disgusto que se lleva Shirer cuando le encargan hacer crónicas radiofónicas. En un primer momento le parece de menos prestigio que la prensa escrita, un trabajo más frívolo. Ahora, acostumbrados a la radio, a su importancia como fuente de primera mano de información, me sorprende que Shirer no vea en un primer momento que la radio era mejor para informar...pero claro, estamos en lo de siempre...juzgando desde lo que sabemos ahora. Llama la atención también pero por constante tecnológico los problemas de comunicación y no digamos ya para establecer una línea de comunicación entre Berlín y NY...comparado con la inmediatez actual.

Es un libro sobre la II Guerra Mundial pero contado en el momento... Shirer lo cuenta día a día, sus impresiones, lo que cree que sucederá ( y luego no sucede), lo que no cree que ocurra ( y luego ocurre) e intenta a la vez que vive el caos total en el que Europa se ve sumida...encajarlo como un puzle para intentar entender. Cuenta la guerra tal cual, en tiempo real, con todas las inseguridades e incertidumbres que tiene el estar viviendo algo. Los juicios de valor, la ordenación mental de acontecimientos, las consideraciones y justificaciones solo se pueden hacer después, cuando ya ha pasado y se conoce el todo. Mientras eres una parte, no puedes abarcarlo ni comprenderlo, te limitas a vivirlo y en el caso de Shirer a contarlo lo mejor que puede y le dejan.

Me ha gustado muchísimo y a los frikis de la II GM se lo recomiendo.

Contra el fanatismo” de Amos Oz. Sobre este también he hablado el otro día. Además del ensayo que comenté en el post...el libro tiene otros dos. En el segundo titulado “Sobre la necesidad de llegar a un compromiso y su naturaleza” trata sobre cómo ve él una posible solución al conflicto entre palestinos y judíos. Todo el ensayo es brutal, pero extracto solo este trozo para no aburrir.

Se requiere llegar a un acuerdo, a un compromiso doloroso. Y la expresión “llegar a un acuerdo, a un compromiso” tiene una reputación nefasta en la sociedad europea. Especialmente entre los jóvenes idealistas, que siguen considerando que llegar a un acuerdo es oportunista y algo artero y oscuro que implica falta de coraje. No en mi vocabulario. Para mí, la expresión “llegar a un acuerdo” significa vida. Y lo contrario de llegar a un acuerdo no es idealismo ni devoción. Lo contrario es fanatismo y muerte. Ya he hablado de la naturaleza del fanatismo. Se requiere llegar a un acuerdo, a un compromiso, no llegar a una capitulación. Lo que significa que los palestinos jamás deberían arrodillarse. NI tampoco los judíos.”

El último ensayo es para los que quieran escribir…algo serio. Y se titula “Sobre el goce de escribir y el compromiso” y también está muy bien...pero como siempre...esto ha quedado muy largo.

Un mes estupendo con 4 lecturas cojonudas. No se puede pedir más.

martes, 10 de junio de 2014

Lecturas encadenadas. Mayo (II)

Habíamos dejado los encadenados de mayo a la mitad y eso está muy feo. Hay que terminar las cosas, pero ya os adelanto que en lo que va de junio he leído ya 4 libros... voy camino de un nuevo record.

Tras el desastre del libro del francés sobre hablar de libros que no has leído, decidí apostar por algo seguro y tuve la suerte de que la editorial Navona, me envío un ejemplar de "El pony colorado" de John Steinbeck. Pocas cosas hay más seguras que Steinbeck en literatura. Lo leí del tirón una noche de insomnio.

El pony colorado recoge cuatro relatos escritos por Steinbeck entre 1933 y 1934. Son en parte autobiográficos y están ambientados en el valle de Monterrey dónde más tarde situaría sus novelas Cannery Row, Dulce Jueves y Tortilla Flat. Los cuatro relatos tienen los mismos personajes y están contados desde el punto de vista de Jody, un niño de diez años.

Al leerlos, te imaginas en una de esas películas del oeste con un sol cegador o una lluvia brutal que hace que la tierra árida del verano se convierta en un lodazal. Ves al niño rubio con el peto vaquero y las botas desabrochadas, al padre silencioso y adusto y a la madre con el delantal tocando la campana en el porche. Son escenas que ya has visto pero con Steinbeck estás en ellas.

Son relatos sobre el final de la infancia, sobre esos momentos en los que hechos determinados acaban con el lugar seguro que es la infancia y te abren la ventana al territorio incierto que es ser "mayor", ser un adulto.

"Durante un momento creyó ver un punto negro que se arrastraba cerro arriba en la lejanía. Jody pensó en el estanque y en Gitano. Y pensó en las grandes montañas. Un sentimiento de añoranza se apoderó de él, y era tan agudo que deseó poder llorar para arrancárselo del pecho. Se tumbó sobre la hierba verde, junto al barreño redondo del agua, en el borde de matorrales. Se cubrió los ojos con los brazos y permaneció allí largo rato, lleno de una tristeza sin nombre."

Steinbeck es siempre sí. 


Cuaderno De Viaje de Craig Thompson. A mitad de mes hice una incursión en mi biblioteca. Pensé que hacía mucho que no leía comics y bajé a cotillear a la comiteca. Un amigo me había recomendado un comic de Thompson, al que yo ya conocía desde que leí Blankets. El que mi amigo me había recomendado no estaba, pero estaba este Cuaderno de viaje que me llamó.


Craig Thompson, tras el éxito de Blankets, realizó en 2004 una gira de promoción por Europa que interrumpió durante 3 semanas para viajar a Marruecos. Thompson es joven, americano y de la América profunda. Además, es un poquito depresivo, acaba de dejarlo con su novia y está desbordado por la cantidad de compromisos, entrevistas, firmas y demás que tiene que realizar. El diario se centra en su estancia en Francia, el paréntesis marroquí y unos días en Barcelona. La parte del diario que transcurre en Europa se centra más en él y en como se siente (de mal), la parte de Marruecos es más descriptiva de todo lo que ve y lo que no entiende, que es casi todo. Thompson se muestra así mismo en casi todos los estados de ánimo posibles: eufórico, agotado, triste, deprimido, nostálgico, solo, flipado, feliz, hambriendo, empachado, estreñido, con diarrea, apático y enfermo.  A veces provoca ternura porque es obvio el choque cultural que Europa y Marruecos le provocan y otras dan ganas de decirle "espabila".

Stoner de John Williams, también vino de la biblioteca por recomendación de Elena Rius. Lo devoré en un par de días.

Stoner es la historia de una vida por la que se pasa pero no se vive. Sólo hay dos decisiones en su vida que toma por iniciativa propia, una buena  para estudiar lo que quiere y otra mala para casarse. La decisión con la que se equivoca le acompaña durante toda su vida y soporta esa carga gracias a la decisión que tomó para bien, porque el trabajo será un refugio.

Es una buena novela que se lee con gusto y que atrapa, aunque deja regusto amargo porque es una historia triste.

"En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que, el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.  Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos."

Terminé el mes con un acierto absoluto, también recomendación de Elena Rius, La liebre con ojos de ámbar de Edmund de Waal. Dejad de leer, pinchad en el enlace y comprad el libro. 

Es un libro maravilloso, tranquilo, pausado. Leerlo es como sentarte en la cima de una montaña o en la orilla de un lago y dedicarte a mirar el paisaje, el cielo, las nubes, estableciendo conexiones entre lo que ves y lo que piensas, dejando tu mente vagar sin rumbo y descubriendo cosas sin buscarlas. 

Edmund de Waal reconstruye y recorre la historia de su familia desde principios del siglo XX. Los Ephrussi son una familia judía  de origen ruso que hizo su fortuna en Odesa negociando con grano y de allí saltó a París y Viena. De Waal  reconstruye a su familia a través de recuerdos, cartas, diarios, archivos, noticias en periódicos, novelas y cuadros. Habla de arte, de historia, de música, de pintores, escultores y escritores que todos conocemos y además nos descubre ( o por lo menos a mi) lo que son los netsuke y nos lleva a Japón y a la vida allí para un europeo después de la II Guerra Mundial.  Es también un recuerdo de los cambios brutales y drásticos que las dos guerras mundiales produjeron en Europa y es un canto a la familia y al hecho de que en lo que somos tiene mucho peso lo que otros antes que nosotros fueron. 

Es un libro maravilloso, entretenido, ameno, interesante, curioso y que se lee con placer. 

Leed a Steinbeck, leed Stoner, leed "La liebre con ojos de ámbar" y daos prisa que en menos de un mes volveré con los encadenados de junio. 


domingo, 26 de febrero de 2023

Los que están al otro lado

Son las diez y media de la mañana y estoy en pijama, en el sofá, con el portátil en las rodillas escribiendo este post. Antes de empezar a escribir, como siempre, hago un calentamiento leyendo cosas pendientes: newsletters, el periódico, webs y blogs que sigo y las notas que me he ido dejando a lo largo de la semana para inspirarme. Este calentamiento es, por una parte, una búsqueda de inspiración y, por otra, una excusa para no sentarme a escribir. Siempre funciona igual: caliento, caliento y caliento hasta que abro el documento y me pongo a ello.

A blog post is *a search query.*You write to find your tribe; you write so they will know what kind of fascinating things they should route to your inbox. If you follow common wisdom, you will cut exactly the things that will help you find these people. It is like the time someone told the composer Morton Feldman he should write for “the man in the street”. Feldman went over and looked out the window, and who did he see? Jackson Pollock. (blog de Austin Kleon)


Cuando escribo, ¿pienso en los que están al otro lado?

Leo esta cita en la newsletter de Austin Kleon. La releo y levanto la vista. Los cristales de la ventana están moderadamente limpios y eso me da cierta satisfacción. ¿Escribo para buscar algo? ¿Escribo para encontrar a mi tribu? ¿Escribo para encontrar gente interesante que me recomiende cosas fascinantes? Pues no lo había pensado nunca, pero es verdad que, a lo largo de todos estos años y gracias a lectores que están ahí al otro lado, he descubierto maravillas.

En la cita hablan de escribir para el hombre de la calle. Siendo, ahora mismo, políticamente correctos, diríamos que se trata de escribir para alguien corriente, para cualquiera. En la cita hablan de cómo le dieron ese consejo a Morton Feldman; él se asomó a la ventana y vio a Jason Pollock. Esas son cosas que pasan en Nueva York: aquí, donde estoy ahora mismo, si me asomo a la ventana solo veo gente corriente, normal, haciendo vida de sábado. ¿Escribo para ellos?

Forget your generalized audience. In the first place, the nameless, faceless audience will scare you to death and in the second place, unlike the theater, it doesn’t exist. In writing, your audience is one single reader. I have found that sometimes it helps to pick out one person—a real person you know, or an imagined person and write to that one. John Steinbeck

Mi adorado Steinbeck (leed, por lo que más queráis, Cannery Row y Las uvas de la ira) dice que hay que escribir pensando solo en una persona. Dice algo muy obvio pero que puede pasar desapercibido: en la lectura no hay una gran audiencia, no es como el teatro. En la escritura tu público está formado por una sola persona cada vez. Hace muchos años, cuando leí por primera vez este consejo, me pareció acertado. Creo que incluso durante una época lo seguí y escribía pensando en alguien en concreto. Aquello duró poco porque escribir pensando en alguien en concreto te obliga a pensar en los criterios con que esa otra persona juzgará lo que reflejas en tus palabras. Te obliga a hacer un ejercicio de empatía con los sentimientos, ideas y opiniones de otro al mismo tiempo que lidias con la maraña de tus propias reflexiones para dotarla de algún sentido. Además, y este pensamiento es una cosa que te da la edad, ¿qué pasa si esa persona desaparece de tu vida por la razón que sea? Como digo, aquello duró poco (no más de unos meses) y desde entonces no escribo pensando en nadie.

You can’t write for other people. You can’t write for the left or the right, this religion or that religion, or this belief or that belief. You have to write the way you see things. I tell people, Make a list of ten things you hate and tear them down in a short story or poem. Make a list of ten things you love and celebrate them.

El bueno de Ray me representa mucho más. (Leed, por lo que más queráis, Crónicas Marcianas. Sí, sí: ya sé que la ciencia ficción no os llama pero, EN SERIO, hacedme caso) Este sábado asiento al releer esta cita. Yo no escribo para nadie, ni siquiera sé quién hay al otro lado. ¿Qué estaréis haciendo cuando leáis esto? Como mi intención es enviarlo el domingo por la mañana quizás haya viciosos que, nada más despertarse, cojan el móvil, vean la notificación y entre legañas y bostezos lean estas palabras y piensen: «cuando desayune, apunto los libros y los compro», y luego no lo hagan nunca. Pero ¿qué más puedo saber de quien hay al otro lado? ¿Tenéis 30, 40 o 67 años? ¿Os despertáis solos o acompañados? ¿Usáis pijama y tenéis pulgar verde para las plantas? ¿Vuestras ventanas dan a un polígono industrial o a una calle estrecha en la que, ahora que nos acercamos a marzo, la luz del sol consigue llegar al asfalto? ¿Sois espías, emprendedores, arquitectos, alfareros, profesores, astronautas (por favor: si estáis ahí, decídmelo) o rentistas (esto también me interesa)?

A lo largo de todos estos años he conocido a mucha gente que me lee, a muchos que estáis al otro lado. Algunos se han convertido en amigos, otros llegaron y se fueron, con otros puse distancia. Pero, aunque haya escrito «mucha gente», son pocos comparados con la cantidad de gente que puede haber ahí, al otro lado. Si lo pienso me da vértigo. Recuerdo con nitidez dónde estaba la primera vez que me saltó una notificación de comentario en el blog: en el salón de mi casa, cerca de la cristalera. Miré el móvil y leí «comentario de Eva». ¿Quién era Eva? ¿Por qué me había leído? Y, sobre todo, ¿por qué me había dejado un comentario? Eso ocurrió hace quince años, pero la sensación sigue siendo la misma ante cualquier reacción que recibo por lo que escribo: asombro. No puedo ir mucho más allá porque jugar a imaginar otra vida en la que a alguien le interesa lo que escribo y pincha en su bandeja de entrada me da vértigo. No es vergüenza, ni falsa modestia: es sorpresa.

Me voy a vestir: prefiero que no me imaginéis en pijama. Imaginadme bien vestida, estilosa, elegante sin parecer excesiva y con un control absoluto sobre mis actos. Imaginadme discreta, inteligente, incisiva y aguda. Uso el imperativo: os hablo de vosotros. Os hablo a vosotros pero sois imaginarios, no existís hasta que estas líneas ya están fuera de mis manos. Es entonces cuando os volvéis reales. Es casi magia.


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lunes, 12 de febrero de 2018

12 de febrero. 45 años

Con 45 años Virginia Woolf publicó El Faro, que no he leído pero tengo intención de leer. Con esa edad Natalia Ginzburg publicó Las palabras de la noche otro que también me gustaría leer. Con 45 años, Bruce Springsteen ganó un Oscar por Streets of Philapdelphia. Una de las canciones que menos me gustan de él pero ¡ey! es un Oscar. Con esa edad, Steinbeck escribió La Perla una novela que odié y que casi me hace perderme uno de mis libros favoritos, Cannery Row. Con esa edad, también, viajó a la Unión Soviética con Capa en un viaje del que salió otro libro que me encantó. «Estábamos deprimidos, no tanto por las noticias, como por su manejo. Porque las noticias ya no son noticias, al menos esa parte de ellas que requiere la mayor parte de nuestra atención. Las noticias se han convertido en un asunto de pericia. (...) Lo que a menudo leemos como noticias, no son en absoluto noticias, sino la opinión de uno de entre media docena de expertos respecto de lo que significan las noticias».


David Foster Wallace murió con 46 después de haber escrito La broma infinita, una obra maestra a la que dediqué mi verano de los 43. ¿Sabía él que solo le quedaba un año de vida? Con 45 años, Leonardo da Vinci pintó La Última Cena, un fresco que había estudiado, visto y revisto durante mi carrera pero que me impresionó al verlo in situ. Con 45 años Hopper pintó Automat, un cuadro que ahora cuando lo vea me recuerda a la cafetería de Luke de las Chicas Gilmore. Y con 45 años, Picasso andaba metido en el surrealismo y pintando cabezas de mujeres. Con 45 años, Sibelius empezó a componer su Cuarta sinfonía, composición que yo no podría reconocer ni aunque mi vida dependiera de ello pero su poema sinfónico Finlandia fue la primera pieza de música clásica que me emocionó. Es la primera obra que descargué en mi lista de "música clásica" de Spotify. La segunda fue la sinfonía Patética que Tchaikovsky escribió con 53, la edad a la que murió mi padre. Cuando mi padre tenía 45, yo tenía 15, una edad muy absurda.


Idris Elba tiene 45 años y yo los cumplo hoy. Me siento un poco Idris, con esa confianza que desprende, sabiendo que puede con todo. Por fin, mi vida es de mi talla, me favorece y me siento cómoda con ella. Mi vida es como los vaqueros de estar en casa y mi sudadera mugrienta, es mía, me favorece y estoy comodísima. Ahora se trata de disfrutarla hasta que se convierta en jirones. 

Con 45 años mi mayor contribución a la humanidad es la instauración del caminito de chuches para celebrar los cumpleaños. No está mal.  

Gracias a todos. 




lunes, 2 de julio de 2012

LIBROS ENCADENADOS.- JUNIO




Han pasado 6 meses del 2012. 28 libros. Ni uno de la biblioteca. Todos regalados.







Liberación de Sandor Marai. Alguien que me conoce muy bien, me lo regaló nada más ser editado. Era Sandor Marai y la IIGM así que tenía todas las papeletas para gustarme, aunque Marai siempre es un riesgo. Un riesgo y una certeza de tristeza.

Retrata la vida de Erzsebet, una joven de 23 años en los últimos días de la II Guerra Mundial en Budapest, cuando los rusos están a las puertas de la ciudad. Cuenta la guerra, como el conflicto es al principio algo inverosímil, luego algo lejano que se va acercando y finalmente está tan presente en su día a día que no es capaz de pensar en sí misma más allá de la Liberación, del final de la guerra.

Es una novela triste, atormentada y que va dejando mal cuerpo según se lee y al terminarla. Marai la terminó en septiembre de 1943, cuando realmente no sabían que iba a suponer la liberación, pero tú desde tu posición de lector del siglo XXI sabes lo que ocurrió cuando finalmente la guerra terminó. Se parece muchísimo en el tono y en lo que cuenta a “Una mujer en Berlín”, son dos libros sobre mujeres en la guerra, a la llegada de los rusos a sus ciudades, enfrentadas a ser despojadas de todo lo que las hacía “humanas” y el instinto de supervivencia que las hace sobrevivir.

Hacía semanas que se sentía presa de un cansancio terrible: el cansancio que deriva de un esfuerzo físico descomunal, cuando el alma aún cree poder soportar las penas pero el cuerpo se rebela sin avisar, el estómago se revuelve, y todo el organismo queda tan impotente como si lo hubieran envuelto en un sudario de plomo. Es el mismo cansancio que se experimenta en ciertas jornadas estivales de feroz canícula”.


“La tierra murmura en si bemol” de Mari Strachan. Regalo de Espasa. Un coñazo supremo. “La Sonrisa de las mujeres” era una oda al cursilísimo más pasteloso del mundo pero no pretendía ser otra cosa. “La tierra murmura” es una mezcolanza de cosas sin mucho sentido: una niña insufrible tipo La elegancia del erizo, un pueblecito con sus gentes rollo novela costumbrista, unas hermanas diferentes rollo Mujercitas, un misterio familiar turbio y desagradable con el mismo interés que mirarte crecer las uñas de los pies y unos personajes que dan ganas de matar. Se lee fácil pero aburre como una mala tv movie. Nunca pensé que diría esto, pero si queréis una lectura fácil, sencilla y de amoríos que no agreda…mejor La sonrisa de las mujeres.





El niño perdido de Thomas Wolfe. Otro regalo de cumpleaños. Es una novela corta, estructura en cuatro partes unidas y a la vez sin conexión. Cada una de ellas tiene entidad por si sola y podrían ser relatos sueltos. Las cuatro juntas forman una historia, la historia de Grover Wolfe, un niño de once años.

Me ha recordado un poco a Cannery row y a Steinbeck y me ha gustado muchísimo. Un escritor como la copa de un pino.

Digamos simplemente que era América, que era el Sur. Familiar como la carne y la sangre de un hombre, familiar como los vientos de marzo, como una garganta irritada, como la nariz cuando te pica, como el barco colorado lleno de paja y desolación. O como abril, abril y un enamoramiento salvaje. Digamos que era simplemente todo esto, escueto, desolado, como un bizcocho, adorable, lírico y maravilloso. Digamos simplemente que era difícil de explicar. América, viejos ladrillos con aspecto de bizcocho, un almacén y abril. Y el Sur”


“Últimas noticias del Sur” de Luis Sepúlveda y Daniel Mordzinski. Otro regalo de Espasa que vino acompañado de estas palabras: “una pequeña joya”. Pues no me ha parecido una pequeña joya, me ha flipado, me ha encantado.

Es un libro de viajes escrito a medias. Luis Sepúlveda hace los textos y Daniel Mordzinscki unas fotos increíbles, todas en blanco y negro. Viajan a Argentina, pasan brevemente por Buenos Aires, pero el grueso de las experiencias son en su recorrido por la Patagonia hasta llegar a la punta sur, al “fin del mundo”. Es una sucesión de paisajes, de experiencias, de personajes, de anécdotas que Sepúlveda cuenta magistralmente con el tono y la cadencia justos, consiguiendo transporte a los paisajes de la Patagonia, inmensos, desolados y con cielos inabarcables. La gente que vive allí es acogedora y mítica, personajes de un mundo que se acaba, se agota y que son conscientes de ese fin.

Es un libro tierno, conmovedor, tranquilo, pausado, curioso, entrañable, cargado de humor y de la conciencia de estar vivo. Me ha encantado, de lo mejor que he leído este año y además, supongo que gracias a las fotos...es un libro que huele especial.
“El hermoso edificio rezumaba nostalgia. Todo Buenos Aires está cubierto por una pátina de nostalgia, en ningún caso melancolía, porque los buenos tiempos de una sociedad llena de proyectos existieron; también existió la ciudad foco de irradiación cultural y cosmopolita y abierta. La pobreza digna también existió. Se siente nostalgia de lo arrebatado, no de lo imaginario”.




“Hazañas y chapuzas bélicas” de Guy Brecher. Regalo de cumpleaños de Juan. Primer libro que abandono en muchísimos años. Llegué a la página 247 y dije, ni una más...paso de seguir perdiendo el tiempo. Brecher es una especie de versión pirata de Bill Bryson con el tono de Michael Moore. Vale, con esta descripción parece que puede tener algo bueno y no es así. Es un tipo gordo (en 247 páginas lo dice unas 20 veces) enamorado de las guerras, que considera que las guerras molan muchísimo. Se repite, es idiota, y a fuerza de querer ser provocador resulta altamente irritante. Sobre España tiene un par de reflexiones acerca de Cataluña y el País Vasco que en fin…no le iban a granjear amigos por aquí.






Estupor y temblores de Amelie Nothomb. Regalo de Nán por mi cumpleaños. En un mes he leído dos libros de esta autora, y aunque éste sea su supuesta obra maestra, me ha gustado menos que el anterior.
Amelie cuenta sus experiencias trabajando con japoneses en una gran compañía, Yumimoto. A través de los problemas que tiene allí compara el modo de vida y la cultura y el pensamiento japonés con el occidental. El retrato que hace de las mujeres japonesas representadas en su jefa, Fubuki Mori es descarnado y despiadado y para mí lo mejor de la novela.

El resto de la novela en la que Amelie parece una completa mema me ha sacado de quicio. Los japoneses y su cultura resulta muy lejano para un observador occidental, cuesta entenderlos y currar con ellos debe ser complicado pero se supone que Amelie se ha criado allí, es una tía lista y además habla japonés. ¿A cuento de qué se comporta como una completa imbécil? ¿Para tener material para escribir esta novela? Desde que ese es el motivo de su comportamiento, algo en plan “a ver hasta dónde puedo aguantar para luego poder contarlo”...la historia pierde interés. Y si todo es elucubración intelectual para crear un personaje, tampoco me ha molado. No dejaba de pensar en que si el personaje principal no fuera tan imbécil la historia hubiera podido ir a más.

No está mal pero no me ha parecido una obra maestra, ni una brillante reflexión sobre nada. Definitivamente me moló bastante más el que leí el mes pasado de ella, “Cosmética del enemigo”.





Para terminar el mes, “Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción” de Jorge Volpi. Otro regalo, éste porque sí. Es un ensayo, bastante sesudo, sobre lo que significa leer ficción, para qué sirve si es que sirve para algo y los mecanismos que funcionan en nuestro cerebro para reconocer la ficción, a los otros, la realidad y a nosotros mismos”

Hay un mogollón de ideas y de conceptos digamos “científicos” que probablemente se me escapen, le seguiré dando vueltas, lo hablaré con el mi pedante favorito y luego lo mismo me calzo un post sesudo sobre el tema.  Por ahora un par de citas:

En una novela o en un cuento nunca vemos a los personajes, sino que un personaje – o más bien, las ideas que forman a un personaje – nos invitan, primero a identificarnos con él y solo después a representarlo de manera visual. Al imaginar un personaje contamos con una libertad inusitada, pues sus ideas se mezclan de maneras radicalmente distintas con las ideas (o experiencia) de cada lector particular

Enfrentarse a lo desconocido revitaliza el cerebro: de allí la relevancia estético de lo incierto o la fascinación que experimentamos por el suspenso, el misterio y el terror. Desconocer lo que va a ocurrir más adelante supone un desafío- un juego darwiniano- que nuestra mente no puede dejar de encarar y resolver (). Hemos sido moldeados par a resolver problemas o al menos intentarlo”

La ficción se inaugura, pues, no cuando el primer humano miente, sino cuando los demás reconocen su mentira y prefieren ignorarla”

Ha sido un buen mes. Veremos el siguiente.

Ah. Dejo aqui el enlace a un artículo de Julian Barnes que se llama " Mi vida como biblíofilo", una delicia para todo aquel al que le gustan los libros y leer.

martes, 3 de abril de 2012

¿ PARA QUÉ SIRVE UN HERMANO PEQUEÑO?

Hablo de uno pequeño de verdad, uno con el que te lleves por lo menos 6 ó 7 años como mínimo. Si te llevas menos de 5 es casi un igual y si te llevas menos de 20 meses, sois casi siameses y tus padres os ven como una hidra de dos cabezas.

Un hermano pequeño de verdad, como el que yo tengo, sirve para muchas cosas.

Sirve para que tu tío de 23 años decida leerte El Hobbit, la serie de noches que pasas en casa de tus abuelos, cuando tu hermano pequeño decidió nacer en plena Semana Santa hace 30 años. Visto desde la distancia, arriesgó mucho…3 enanos de 9, 8 y 6 años podían haber odiado a Tolkien para siempre tras haberle cogido pánico. No sólo no ocurrió eso, nos volvimos superfans y fuimos capaces de transmitirle esa adicción al hermano pequeño.

Sirve para darte cuenta definitivamente de lo que venías sospechando desde que nació tu hermana. En la escala de hijos, vas a ser el último mono. Tu única esperanza para conseguir algo de proyección en el universo de los descendientes es aburrida. Consiste en ser tan sumamente responsable que te encarguen el cuidado de tu hermano pequeño cuando tus padres salen.

Sirve para pasar un miedo atroz cuando le ves caer al suelo entre convulsiones y a tu madre correr con él en brazos para conseguir una ambulancia. Sirve para aprender una rutina de medicación durante años.

Sirve para aprender que un niño con un disfraz de coca cola hecho en casa y que le llega hasta los tobillos no puede subirse a un autobús sin caerse. Hay que quitarle el disfraz primero.

Sirve para ver a tus padres hacer de padres desde la distancia…como si fueras un espectador.

Sirve para consolarte de compartir cuarto con tu hermana. Ahora tu otro hermano también tiene que compartir. 2 y 2...es lo justo.

Sirve para darte cuenta de que una diferencia de 10 años, es una brecha generacional en cuanto a dibujos animados. Los referentes han cambiado.

Sirve para comprobar que la influencia de los hermanos mayores es casi tan fuerte como el lado oscuro de la fuerza. Compruebas con orgullo como tu hermano pequeño se hace fan de Bruce, los Rolling, The Who, Pink Floyd y Bob Dylan…mientras sus amigos babean por el rap.

Sirve para tener una excusa para ir a ver Toy Story 1 cuando tenías 22 años e ir a ver películas de dibujos animados no era tan “guay” como ahora.

Sirve para que te reafirmes en tu idea primigenia de que Bob Marley es pesadísimo y un brasas cuando tu hermano pequeño decide salirse un poco del guión musical que le habéis marcado y se lanza a la música reggae. Sirve para darte cuenta de que molaría bombardear Jamaica con efectos retroactivos…porque vas a morir si sigues escuchando ese ritmillo con la resaca que tienes.

Sirve para descubrir que hay gente que bebe vodka porque le gusta. Tu hermano pequeño.

Sirve para asistir ojiplática a como el nivel de tolerancia de tu madre hacia las resacas de sus hijos ha aumentado hasta casi hacerse infinita. Y digo casi, porque cuando tratas de medirla con tus resacas...súbitamente se reduce hasta los límites que recordabas de tu juventud.

Sirve para redescubrir a Steinbeck cuando le robas “El autobús perdido” y después te regala “ Cannery Row”

Sirve para regalarle la mesa de comedor que quieres quitar de tu casa y que a él le viene de puta madre porque justo acaba de irse de casa.

Sirve para que tus hijas tengan un tío joven. Eso siempre mola.

Sirve para presumir por lo guapísimo que es y sentirte como una abuela “¿a que es mono mi niño?

Sirve para sacarte de quicio por lo tocapelotas que es y volver a sentir toda esa rabia que solo los hermanos son capaces de hacer brotar. “No te soporto. Eres imbécil

Sirve para continuar con la misma plantilla del blog y ejercitar la paciencia.
¿Me haces un diseño nuevo?
Claro, para cuando lo quieres.
Molaría para el 28 de enero……
Vale.
Sirve para que tus amigos midan lo mayores que son… ¿Que pobrehermano pequeño cumple 30??? No me jodas.

Pobrehermano pequeño cumple hoy 30 años.  Le miro y me siento como si yo siguiera teniendo 9 y él acabara de nacer.  Me cuesta creer que seamos mayores.

¡Feliz cumpleaños!

lunes, 29 de noviembre de 2021

El peso de un regalo

Llevo un par de semanas preparando una caja para enviar a Clara. «Mamá, mándame cosas que sepan a patria». Descartado lo que más sabe a patria: el jamón, el queso, la morcilla y el lomo por prohibiciones en los envíos, me he decantado por cosas como turrón, polvorones, aceitunas, pipas y chupachups. En el envío además hay pantalones, algunos regalitos y un manga. Es un envío ecléctico del que lo que más me preocupa, (después de que los polvores se desintegren, el polvillo escape el precinto y los de aduanas crean que es antrax) es lo que pesa. El peso marca la diferencia entre que sea caro o sea carísimo. ¿Cuánto pesa un regalo? Este pesa poco. 

Un regalo no pesa lo mismo si lo haces o si lo recibes. Tampoco pesa lo mismo en el momento en que se entrega o se recibe que en el momento en que se piensa o diez años después de recibirlo. No pesa igual si la otra persona ya no está que si sigue en tu vida. Un regalo, cualquiera, pesa por pensamiento, obra y omisión, como los pecados. 

A mí me gusta regalar y nunca lo hago al tuntún. No es una obligación jamás. Si no me apetece regalar a alguien no lo hago. Entiendo que no todo el mundo piensa o actúa así pero para mí, regalar sin ganas es perverso, es como llenar un cuento infantil de referencias sadomaso. Por supuesto, hay personas a las que me apetece mucho más regalar y en este caso el presente pesa más. Cualquier regalo a mis hijas lleva meses de pensamiento, de elucubrar ideas y maneras y lleva semanas de ejecución. Son regalos pesados tanto por la intención como por la esperanza depositadas en ellos: son regalos que quiero que les gusten y que quiero que recuerden. No soy tan inocente como para creer que María recordará su pijama de spiderman o su coche teledirigido cuanto tenga treinta años pero sé que durante sus siete, ocho, nueve, diez, once años...esos regalos fueron una presencia importante y con eso es suficiente. Por experiencia sé que no hay regalo que pese más que el mal regalo, el hecho sin pensar en la otra persona, realizado desde el utilitarismo o "esto es lo que toca". Esos regalos pesan tanto que no se olvidan nunca. Treinta años después todavía recuerdo el disgusto que me llevé cuando mi madre, por mi dieciocho cumpleaños, me regaló una bolsa de viaje de piel. ¿Era bonita? Sí. ¿La he usado mucho? Sí. ¿Era el regalo adecuado? No. ¿Era un regalo que decía esto es lo que quiero regalarte yo independientemente de lo que quieras tú? Sí. Eso pesa muchísimo. 

Lo que pese un regalo, en cualquier caso, no depende de su valor ni del tiempo que se haya dedicado a buscarlo. El peso de un regalo es intangible e inmensurable. Por eso el collar de macarrones del día de la madre de hace quince años pesa lo mismo que la pluma que me regalaron el año pasado. Por esa condición extraña cuesta más dar los libros que te regalaron aunque no te haya gustado que los libros que te gustaron pero que tu misma te compraste. Las manitas de mis hijas impresas en escayola pesan más que el David de Miguel Ángel. Una piedra de una playa, un marca páginas roñoso, una camisa antigua, tu anillo de boda, todos esos regalos pesan casi lo mismo, pesan una vida. 

Hay otros regalos que, sin embargo, parecían pesar una tonelada cuando te los regalaron. Parecía que iban a durar para siempre, que iban a ser necesarios todos los días de tu vida, venían cargados de intención y puede que de amor. Su peso, sin embargo, se convirtió en una losa cuando tu vida cambió y cuando, por fin, has conseguido librarte de ellos, cuando llega el día en el que te deshaces de ellos (es un momento que llega cuando tiene que llegar, que cuando llega parece que siempre estuvo ahí pero que sabes que nunca estuvo ahí hasta ese momento) te sientes como si te hubieras quitado una losa de encima. 

Hay otros regalos con tanto peso que aún perdidos, marchitados, tirados a la basura porque solo eran una sombra de lo que fueron o porque ya estaban en un estado incompatible con la salubridad, dejan hueco, sombra. Los recuerdas para siempre, no importa el tiempo que haya pasado: mi primera bicicleta roja, un forro polar azul marino con capucha y forro de rayas marineras que mi hija Clara perdió en el colegio, mi primer ejemplar de Cannery Row... ya no están, desaparecieron, pero queda su sombra y creo que quedará para siempre. 

Hoy mandaré el paquete a Clara. Será caro pero no pesado. Pesan más las cartas que le envío cada semana y sé que pesarán más dentro de diez años y dejarán sombra si alguna vez las pierde. 

viernes, 27 de septiembre de 2013

UNA DOCENA DE CITAS QUE DEMUESTRAN QUE (CASI) TODO ESTÁ EN LOS LIBROS

 

Hace muchos años había un programa  sobre libros en televisión presentado por Sánchez Dragó, que tenía una sintonía espantosa pero que decía una gran verdad “Todo está en los libros” ( si pincháis y se os queda la canción un día entero en la cabeza, será bajo vuestra responsabilidad)
 
Todo está en los libros. Los libros están llenos de historias, de conocimientos, de sentimientos, de sensaciones, de ideas, de pensamientos, de deducciones, de relaciones...de todo. Al abrir un libro y comenzar a leer no sabemos lo que nos espera, no sabemos si nos gustará, si nos llegará, si lo odiaremos o si se quedará enganchado a nuestra vida para siempre, pero cualquier cosa que sintamos y pensemos en nuestra vida tiene una cita, una frase en algún libro del mundo que la refleja y que cuando lleguemos a encontrarla diremos: es justo así.
Rebuscando en mis cuadernos de lecturas, he recopilado unas cuantas citas (creo que más de doce) sobre diferentes aspectos de la vida de todos...o casi todos.
 
1.- Enamorarse.
 
No es lo mismo enamorarse que enamorarse. Nos enamoramos muchas veces o creemos enamorarnos muchas veces, hasta que llega la vez que dices “ joder...era esto”. Y eso también lo han dicho en los libros.
 
“María se apartó un mechón de pelo de los ojos. Su frente, tan alta y oval, le recordó a Leonard la cara que se suponía que tenía Shakespeare. No estaba seguro de que debiera decirle esto, así que optó por cogerle la mano cuando concluía su movimiento y permanecieron en silencio durante un minuto o dos, como había sucedido en su primer encuentro. Ella entrelazó sus dedos con los de él, y fue en aquel momento, más que luego en el dormitorio o cuando, más tarde aún, hablaron de sí mismos con mayor libertad, cuando Leonard se sintió irrevocablemente unido a ella. Sus manos encajaban tan bien, la unión era tan intrincada, inquebrantable, había tantos puntos de contacto…A la escasa luz, y sin sus gafas, no distinguía cuáles eran sus propios dedos. Sentado en la fría habitación que se iba quedando a oscuras, con la gabardina puesta, agarrado a la mano de ella, sintió que estaba desprendiéndose de su vida. El abandono era delicioso. Algo manaba de él y a través de su palma penetraba en la de ella, algo subía también por su brazo, se extendía por su pecho y le oprimía la garganta. Su único pensamiento era una repetición: asi que es esto, es así, es esto…El inocente de Ian McEwan.
 
El amor y la verdad, esa es la relación fundamental, el amor y la verdad. ¿Han dicho alguna vez tanta verdad como cuando se enamoraron por primera vez? ¿Han visto el mundo tan claramente?Una historia del mundo en diez capítulos y medio de Julian Barnes.
 
“Hola- dijo susurrando, y nos miramos mientras ella apagaba las luces. Siempre hay ese miedo a la decepción, a que no salga bien, pero desde el primer momento ambos supimos que eso no debería preocuparnos”. ¿Por qué corre Sammy? de Budd Schulberg.
 
2.- El duelo.
 
Cuando uno sufre la pérdida de un ser querido, cree que nadie ha sentido una pérdida así de atroz, que el dolor es tanto y tan increíble que es imposible verbalizarlo y que nadie ha sabido jamás explicarlo.
 
El dolor por la pérdida nos resulta un lugar desconocido hasta que llegamos a él. Anticipamos (lo sabemos) que alguien cercano a nosotros puede morir, pero no imaginamos más allá de los días o semanas inmediatamente posteriores a esa muerte imaginada. Incluso interpretamos erróneamente la naturaleza de esos pocos días y semanas. Si la muerte es repentina, es posible que esperemos sentirnos conmocionados, pero no esperamos que la conmoción sea arrasadora, que trastorne a la vez el cuerpo y el espíritu. Es posible que esperemos sentirnos postrados, inconsolables, locos por la pérdida pero no esperamos estar literalmente locos, personas enteras que creen que su marido está a punto de regresar y necesita sus zapatos. En la versión del dolor que imaginamos, la pauta a seguir es la “recuperación”. Prevalecerá un cierto movimiento hacia delante. Los peores días serán los primeros. Imaginamos que el momento más duro de la prueba será el funeral y que tras él se iniciará esa hipotética recuperación. Cuando anticipamos el funeral nos preguntamos si lograremos “superarlo”, esta a la altura de las circunstancias. ( ...) No sabemos que ese no será el problema. No podemos saber que el funeral en sí mismo será anodino, una especie de regresión narcótica, arropados por el cariño de los demás y por la gravedad y significado de la ocasión. Ni podemos saber – y ahí reside la diferencia fundamental entre como imaginamos el dolor y cómo es en realidad ese dolor – la interminable ausencia que sigue al hecho en sí, el vacío, la absoluta falta de sentido, la inexorable sucesión de momentos en los que nos enfrentaremos a la experiencia del sin sentidoEl año del pensamiento mágico de Joan Didion.
 
3.- La tristeza.
 
La pena y la tristeza (que no son exactamente lo mismo) son sentimientos comunes a todos, pero pasa como con el duelo, siempre creemos que lo que nos pasa a nosotros es distinto, hasta que un día lo encuentras.
 
Guardamos el dolor en cajas. Resulta sorprendente de qué manera una simple palabra puede abrirlas y arrojarnos su contenido a la caraPandora en el Congo de Albert Sánchez Piñol.  
 
Lo triste es, sin embargo, lo alegre no. Lo triste deja una huella, una marca, una cicatriz; lo alegre pasa como el aire, sin dejar señal alguna. Cuando recuerdo algo alegre casi se vuelve triste por la nostalgia, ya pasó. Pero si es algo triste lo que recuerdo, ahí está y vuelve a aparecer el mismo dolor. Quizá, solo quizá, con los años, muchos, muchos años, se logre mitigar ese dolor, pero se mitiga sólo porque va dejando de ser. La misma melancolía no es sino un recuerdo que se ignora”. Tiempo de llorar y otros relatos de María Luisa Elio.
 
Es fácil decir “El tiempo todo lo cura y  esto también pasará. La gente olvidará y cosas como esa cuando se trata de algo que no te afecta. Pero cuando te afecta no pasa el tiempo, la gente no olvida y tú estás en medio de algo que no cambiaCannery Row de John Steinbeck.
 
4.- La conversación perfecta.
 
La definición de la conversación ideal, esa que solo se encuentra muy de vez en cuando.
 
“Poco a poco me fui relajando y entrando en la conversación. Kitty tenía un talento natural para hacer hablar a la gente y resultaba fácil charlar con ella, sentirse cómodo en su presencia. Como me había dicho el tio Victor hacía mucho tiempo, una conversación es como tener un peloteo con alguien. Un buen compañero te tiraba la pelota directamente al guante de modo que es casi imposible que se te escape: cuando es él quien recibe, coge todo lo que lanzas, incluso los tiros más erráticos e incompetentes. Esto es lo que hacía Kitty”. El Palacio de la Luna  de Paul Auster.
 
Sus conversaciones a media voz, incluso las más vacias, estaban llenas de significado, como los diálogos de PlatónDoctor Zhivago de Boris Pasternak.
 
5.- Amor verdadero.
 
Y no, no he dicho farolero.
 
La satisfacción en el amor es algo que, en general, se da por supuesto. Sin embargo, opino que soportar el amor no es algo racional, salvo que por algún que otro desliz momentáneo. Llevo quince años casada con el mismo hombre y soy incapaz de explicar porqué aún me atrae  como objeto erótico. Lo hace, pero ¿por qué? ¿No debería haberse extinguido ya todo? El motivo no es que estemos tan unidos ni que nos conozcamos tan bien el uno al otro. Todo eso solidifica nuestra amistad, no nuestra atracción. La atracción permanece porque hay algo en él que no consigo alcanzar, algo extraño que nos separa. Me gusta contemplarle de lejos. Lo sé. Me gusta mirarle cuando está en una habitación llena de gente y parece un desconocido, para luego recordar que le conozco y que más tarde regresaré a casa con él”. Una súplica para Eros de Siri Hustvedt.
 
6.- La depresión.
 
Ese pozo negro sin salida, sin puertas, sin ventanas. Donde no hay salida y lo peor es la certeza de saber que no la hay.
 
En la depresión, esta fe en el rescate, en el final restablecimiento, falta por completo. El sufrimiento es inconmovible, y lo que hace intolerable la situación es saber de antemano que no llegará ninguno remedio: ni un día, una hora, un mes o un minuto. Si se da una ligera mitigación, sabe uno que es sólo temporal; la seguirá más tormento. Aún más que dolor, es desesperación lo que apabulla el alma”. Esa visible oscuridad de William Styron.
 
7.- Desamor.
 
Millones de libros escritos sobre desamor, y que levante la mano el que no sepa de lo que hablo.
 
“Imaginemos que el amor de nuestra vida se esconde bajo mil millones de piedras. No puede haber nada peor. O sí,  que viva en una esquina de la vida y no quiera saber nada de nosotrosPandora en el Congo de Albert Sánchez Piñol.  
 
"No hay nada tan alentador como como saber que en alguna parte, una mujer que te gusta está pensando en ti y sólo en ti. Pero no hay nada tan hiriente como que ninguna mujer piense en ti. O peor todavía, que una mujer haya dejado de pensar en ti por culpa de tu estupidez. Es como mirar por la ventanilla de un avión y descubrir que la tierra ha desaparecido. No hay otra soledad que se le pueda comparar”. El periodista deportivo de Richard Ford.
 
8.- La relación con los hijos.
 
Tener hijos es algo que te sobrepasa de tal manera que cada día te sorprende tenerlos y haberte convertido en padre. Uno nunca se acostumbra a ser padre porque cada día es distinto. Es un aprendizaje continuo sobre la marcha en el que además no se puede aplicar lo que aprendiste cuando tú eras hijo, porque ahora no vale...ahora eres padre.
 
“No es fácil perder una discusión con tu hijo adolescente. Cuanto tus hijos ya son más altos que tú, solo te queda la autoridad moral, que es un arma muy débilPenélope y las doce criadas de Margaret Atwood.
 
La paternidad en sí misma no proporciona una sabiduría que merezca la pena impartir”
“Así, pues, lo peor de ser padre es mi sino: ser adulto. No hablo el lenguaje adecuado; no me enfrento a los mismos temores y contingencias y oportunidades perdidas; mi sino es saber demasiadas cosas y sin embargo tener que estar parado, como un farol con la luz encendida, esperando que mi hijo vea el resplandor y se decida a acercarse al calor y la luz que le ofrece calladamente”. El día de la independencia de R. Ford.
 
9- La relación con nuestros padres cuando ya somos adultos.
 
Hay un momento clave en la vida en que tus padres dejan de ser tu punto de apoyo y tú pasas a ser su punto de apoyo. Pasa en un día, en un momento. El rayo de la vulnerabilidad de tus padres te atraviesa y ya no hay marcha atrás. Pasas de estar anclado a ser el anclaje y da miedo.
 
“El momento en que reconoces por primera vez que tu padre es vulnerable al prójimo es bastante duro, pero cuando comprendes que es vulnerable a ti, que aún te necesita más de lo que tu ya no crees necesitarle a él, cuando comprendes que podrías asustarle, incluso dominarle si lo desearas...en fin, es una idea tan contrapuesta a las inclinaciones filiales corrientes que no parece tener sentido”. Me casé con un comunista de Philip Roth.
 
“Quizá sea algo característico de la relación con nuestros padres: la sensación de que se debería alcanzar alguna meta, luego la constatación de lo que inevitablemente es esa meta, para volver a centrar la atención en el aquí y ahora. A lo que está solo aqui”. Mi madre, in memoriam de Richard Ford.
 
10- La muerte.
 
Estamos programados para no pensar en nuestra propia muerte, para saberla posible pero creerla poco probable a pesar de que puede ocurrirte en cualquier momento. Pararte y pensar en esa posibilidad es tan aterrador que sencillamente no podemos hacerlo.
 
“Nacer no es una experiencia, porque es accidental: nos pasa sin más, involuntariamente. La muerte si constituye una experiencia, puesto que nos sobreviene contra nuestra voluntadDiarios  1984-1989 de Sandor Marai.
 
“Porque la fuerza más intensamente turbadora de la vida es la muerte. Porque la muerte es muy injusta. Porque una vez que has saboreado la vida, la muerte ni siquiera parece mortal”. Elegía de Philip Roth.
 
11.- Sexo
 
Y no, no hablo de cincuenta sombras de nada.
 
Porque en el sexo no existe un punto de estancamiento absoluto. No existe ninguna igualdad sexual y no puede existir, ciertamente, ninguna en la que las asignaciones sean iguales, el cociente masculino y el cociente femenino en perfecto equilibrio. No existe ninguna manera de manejar métricamente esa cosa salvaje. No es un cincuenta por ciento, como en una transacción mercantil. Estamos hablando del caos de Eros, de la desestabiliación radical que es la excitación. Con el sexo vuelves a estar en el bosque, vuelves a estar en la ciénaga. Es un intercambio de dominio, un desequilibrio perpetuo. ¿Vas a eliminar el dominio?El animal moribundo de P. Roth.
 
“Con esto no quiero decir que mi relación con ella se hubiera vuelto más bestia, más hosca, que hubiera perdido su ternura. No, diría que fue la única vez en mi vida en la que experimenté un deseo total hacia una mujer, del que participaba todo lo que hay en mí: el cuerpo y el alma, el deseo y la ternura, la nostalgia y la enloquecida vitalidad, el ansia por lo impúdico y en ansia de consuelo, el ansia de un momento de placer y de un abrazo eterno”. La broma de Milan Kundera.
 
12.- El conocimiento a nuestra alcance.
 
Todo está en los libros y ahora mismo todo está en la red. Eso no quita valor al conocimiento, sino que nos ha vuelto más perezosos. Tenemos todo el conocimiento a nuestro alcance y sabemos menos que nunca. La creación sin embargo sigue siendo tan ardua y valiosa como siempre y sólo está al alcance del que vence esa pereza por saber.
 
“Desde la invención de la imprenta, el saber por el saber no constituye ninguna virtud: para acceder a él no hay más que acercarse a la estantería donde se alinean infinitos volúmenes de enciclopedias que registran y explican todos los datos imaginables. Antes de Gutenberg, el conocimiento en todas sus acepciones entrañaba un gran sacrificio, pues había que buscar incansablemente la materia que se deseaba aprender. En cambio, hoy en día la erudición ha dejado de representar un sacrificio: si uno no sabe todo acerca de lo que habla es por simple pereza. La auténtica virtud reside en ofrecer algo nuevo y original a partir de estos conocimientos previos (...) Ya no es difícil saber, pero crear algo nuevo a partir de los datos sigue siendo tan árduo hoy como lo ha sido siempreDiarios  1984-1989 de Sandor Marai.
 
Por supuesto, no podía terminar el post sin una cita de libros...en una película.  
 
“The best momments in reading are when you come across something- a thought, a feeling, a way of looking at things-which you had thought special and particular to you. Now here it is, set down by someone else, a person you have never met, someone even who is long dead. At it is if a hand has come out and taken yoursThe history boys de Alan Benet.
 
Empieza el fin de semana...tiempo para leer.
 
Publicado originalmente en Unadocenade