viernes, 9 de noviembre de 2018

Lecturas encadenadas. Octubre

Octubre ha sido mi peor mes de lecturas en años. No sé qué ha pasado. Bueno, sí lo sé: la vida laboral y personal me ha pasado por encima y solo he leído dos libros, uno y medio en realidad. De todos modos, el uno ha merecido tanto la pena, ha sido una lectura tan impresionante que compensa todo lo demás, el abandono y la falta de horas de lectura.

El Hambre de Martín Caparrós llevaba dos años esperando en mi estantería. Lo compré porque Enric González lo recomendaba y yo por Enric tengo devoción y lo que es aún más serio, me fío de su criterio. Antes de que diga nada más, corred a comprarlo. 

Lees "hambre" y piensas en niños con vientres inflados y piernas flaquitas, piensas en We are de World, en África, en moscas sobre personas con la piel pegada a los huesos. Lees hambre y piensas en qué injusto es el mundo, en qué duro es vivir en África, en qué cabrona es la naturaleza que manda sequias, inundaciones, tifones, huracanes, que carga a países enteros de tierras estériles que no pueden producir nada. Lees hambre y piensas en lo importante que sería colaborar, educar, hacer algo. Lees hambre y se te olvida, porque como dice Caparrós en muchos de los capítulos ¿Cómo carajo seguimos viviendo sabiendo? Sabiendo ¿qué? Que 800 millones de personas en el mundo, ochocientos, pasan hambre todos los días, hoy, mañana, ayer. Ochocientos millones de personas pasan hambre y no es por la naturaleza, ni por la tierra esteril, ni están solo en África. Ochocientos millones de personas pasan hambre porque nosotros, el primer mundo, yo, tú, tu familia, tus hijos, tus compañeros, tus amigos, comemos demasiado. ¿Cómo carajo seguimos viviendo sabiendo qué pasan estas cosas? Pues seguimos viviendo porque como dice Caparrós:

«... no hay que hacerse los boludos y decir que todo te afecta igual, ay la humanidad, ay la miseria de un hombres es mi miseria, ay si una sola criatura no puedo comer yo no puedo dormir, esas pavadas que quedan muy bien lindas para levantarse una pendeja. Uno sabe que hay cosas que le importan mucho y otras que le importan mucho menos, pero el tema es que igual esas cosas te importan, aunque sea menos, y entonces vale la pena pensar qué se puede hacer. No hacer discursos increíbles ni prometerse que uno solito va a cambiar el mundo pero por lo menos poner tu granito de arena, hacer tu pequeña diferencia ¿no?» 

Este libro sirve precisamente para eso, para pensar en el problema, para quitarse la venda, para aprender qué es el hambre, porqué hay gente que ahora mismo se muere de hambre y qué tiene que ver esto con nosotros que es mucho. 

Caparrós recorre Níger y Sudán en África pero también habla del hambre en China, en India, en Madagascar, en Argentina y en Estados Unidos. Habla de cómo el Primer Mundo, nosotros, los bancos, las empresas que nos dan de comer, que nos ponen la comida "saludable" en nuestras supermercados y nuestras mesas tienen que ver con que haya gente en esos países a los que cuando Caparrós les pregunta ¿Si pudieráis pedir cualquier cosa, pedir lo que sea, qué pedirías? Y dicen: arroz, sorgo, una vaca. 

«Nada me impresionó más que la pobreza más cruel, la más extrema, es la que te roba también la posibilidad de pensarte distinto. La que te deja sin horizonte, sin siquiera deseos: condenado a lo mismo inevitable». 

Caparrós explica como para poder vivir, nosotros los que comemos, sabiendo que hay gente muriéndose de hambre en el mundo, lo primero que hacemos es hablar del hambre de manera impersonal, «de manera abstracta, un sujeto en sí mismo: el hambre., Luchar contra el hambre. Reducir el hambre. El flagelo del hambre. Pero el hambre no existe fuera de las personas que la sufren. El tema no es el hambre son las personas que la sufren». Jamás lo había pensado así y me dejó impactada darme cuenta de esto. Decir, pensar, escribir el hambre es no decir nada, decir, pensar, escribir los hambrientos, los que se mueren de hambre, es ponerle cara, ojos y cuerpo. El hambre no somos nosotros, los hambrientos sí podríamos ser nosotros.  

«El hambre mata más personas cada año, cada día, que el sida, la tuberculosis y la malaria juntos, y no existe. El hambre no participa del misterio de las sombras insondables, lo inmanejable de la enfermedad: la impotencia frente a lo incomprensible. El hambre se entiende demasiado, aunque no existe: es un invento del hombre, nuestro invento.»

He doblado muchísimas esquinas, tantas que necesité días para pasar todos los extractos a mi cuaderno. Caparrós intenta entender porqué la gente se muere de hambre, porqué no cultivan, porque no pueden comer lo qué cultivan, porqué no pueden comprar comida, porqué tienen que vivir en el barro, porqué viven de escarbar en la basura, porqué el 60% de los hambrientos del mundo son mujeres, etc. Observa el mundo, hace preguntas y se hace preguntas y nos la presenta para que el lector abra los ojos, para que mire, vea y se pregunte ¿cómo carajo seguimos viviendo sabiendo que pasan estas cosas?

«La obesidad es el hambre de los países ricos. Los obesos son los malnutridos -los más pobres- del mundo más o menos rico. En estos países la malnutrición pasó del defecto al exceso: de la falta de comida a la sobra de comida basura. La malnutrición de los pobres de los países pobres consiste en comer poco y no desarrollar sus cuerpos y sus mentes; la de los pobres de los países ricos consiste en comer mucha basura barata -grasas, azúcar, sal-y desarrollar estos cuerpos desmedidos. No son la contracara de los hambrientos: son sus pares. La forma de la desigualdad en estos pagos.» 

Entre sus observaciones, entre sus preguntas y sus viajes, Caparrós se pregunta qué culpa tenemos nosotros, los de a pié, en qué nos afecta todo esto y son esas pequeñas reflexiones las que te dejan más revuelto, porque no hay escapatoria a eso. Tú, yo, no vives en África, ni en India, ni en un basurero de Buenos Aires, lees sobre esos lugares y consigues mantenerte fuera, leer desde el otro lado, pero el periodista argentino no te deja escapar, no se deja escapar a sí mismo y te/se sacude con cosas como esta: 

«Tirar a la basura es un gesto de poder. El poder de prescindir de bienes que otros necesitarían: el poder de saber que otros se ocuparán de desaparecerlo. 

El poder de poseer es placentero; nunca más que el poder de deshacerse: el poder de no necesitar la posesión. 

El verdadero poder es desdeñarlo.»

El hambre es una lectura que te sacude por todos lados, te deja baldado, exhausto, confuso y sintiéndote una mierda, como todos los buenos libros. Corred a comprarlo. 

Los archivos de Alvise Contarini de José María Herrera ha sido la lectura que dejé a medias, o para ser más exactos al 80%.  Llegué a él a través del club de lectura y para leerlo a tiempo para su sesión (a la que finalmente no pude ir porque me pasó la vida por encima), me pusé a leerlo en mitad de la lectura de El Hambre. Quizá esta circunstancia me alejó de lo que cuenta, quizá no eran ni el momento ni las circunstancias para leerlo. En medio de la vorágine del hambre, la muerte, la injusticia y el egoísmo no conseguí que me importara lo que este libro cuenta tanto como para terminarlo. 

Los archivos de Alvise Contarini es Venecia. Me recordó a Los archivos de Aspern de Henry James, a La ciudad de los ángeles caídos de John Berendt y  a Locuras de Verano, la película de David Lean con Katherine Hepburn de protagonista haciendo de americana de mediana edad que se enamora por primera vez en Venecia.   El autor de este libro, José María Herrera, nos presenta a un enigmático anciano veneciano, miembro de una estirpe legendaria en la ciudad, Alvise Contarini al que conoce casi por casualidad. La primera parte del libro es su encuentro con él, la segunda y más extensa recoge varios ensayos supuestamente escritos por Contarini sobre música veneciana, pintura, historia, literatura. Es un libro erudito y profuso en detalles, me recordó a los libros que leía en la carrera, a mis tardes en la biblioteca de la Facultad de Historia estudiando con varios libros abiertos a mi alrededor, buscando láminas de cuadros, de esculturas. Leyéndolo me volví a sentir estudiante y quizás ese fue el problema, que no me apetecía estudiar, recrearme en el arte, en la música, en los detalles mientras andaban zumbándome en la cabeza los hambrientos del mundo. Quizá lo termine en otro momento, con otro estado de ánimo. Y con lupa porque no sé en qué estaba pensando el editor para elegir ese tipo minúsculo. 

«La leyenda de Orfeo nos enseña una cosa, y es que al pasado no deben dársele más vuelta de la cuenta. Una cosa es que lo evoquemos fugazmente y otra distinta hundirse en él como en arenas movedizas. La vida demanda corazones puros. Hay personas, sin embargo, a las que sus recuerdos no les dejan pensar, gente que en vez de una vida parece que llevan un crimen a la espalda.» 
Y con esto y galletas de lemon curd, hasta los encadenados de noviembre que espero que me cundan más.

13 comentarios:

Mapachito dijo...

Leeré el libro del hambre, parece muy interesante. Algo que también fue un punto de inflexión para mí fue ver un documental sobre todos los recursos que derrochábamos por el consumo de carne y lo poco eficiente que es al convertir la energía invertida en producirla, y cómo si evolucionásemos hacia una dieta basada en vegetales habría espacio y comida de sobras para todos. Creo que fue en "Before the Flood", el de DiCaprio. Este artículo lo explica muy bien resumido: https://veganismo.org/hambre-y-pobreza-en-el-mundo/ Es algo que hoy en día tengo muy en cuenta y que me cambió el modo de ver las cosas.

¡Un saludo Moli!

NáN dijo...

Por tu persistencia lo compré.
Creo que es uno de los libros más importantes que leeré en la vida, pero lo hago a poquitos porque me angustia.

Jugar con la vida, o el crecimiento físico y mental deficitario, de 800 millones de personas es terrible.

Y del libro se deduce claramente que no somos culpables de uno en uno (quizá de la inacción), pero sí lo es el maravilloso sistema político-económico en el que vivimos. Cuenta algunas historias causadas por la OMC y otros organismos internacionales, que ponen los pelos de punta, al obligar a instituir un comercio libre en países que no estaban preparadas para eso. A medio plazo, todo el dinero que producían las materias básicas exportables del país terminaba en Occidente.

En fin, que un millón de gracias por hacer que lo lea.

Anónimo dijo...

En los últimos 30 años, han salido de la pobreza extrema 1.100 millones de personas.
Hoy hay 768 millones de personas en esa situación frente a los 1.850 millones que había en 1990.
Todo esto mientras la población mundial se ha incrementado en 2.500 millones de personas en el mismo periodo.

250.000 personas salen de la pobreza extrema todos los días.

Todo gracias al capitalismo y la globalización, gracias al libre comercio. La reducción principal se ha producido en China e India, en el sureste asiático.

En los años 60 Corea del Sur tenía una renta per cápita inferior a Somalia. Actualmente, es superior a la de España. Una vez más, gracias al capitalismo y el libre comercio.
Los lugares donde se mantiene la pobreza son en zonas rurales y aisladas donde no hay capitalismo, el África subsahariana.

No creo que los datos, las estadísticas o el conocimiento de economía básica os vaya a servir de nada, dadas vuestras ideologizadas cabezas, pero por si acaso os queda alguna neurona suelta alguna he escrito este mensaje.
Un saludo.

P.D. ¿Cuándo fue la última vez que leistéis un libro de economía? ¿Os suena Adam Smith?



https://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/overview

https://datosmacro.expansion.com/paises/comparar/corea-del-sur/espana

molinos dijo...

Anónimo, a mí 768 millones de personas en pobreza extrema me siguen pareciendo muchísimas, demasiadas.

De hoy mismo, del Economista Jefe del Banco Mundial.
https://elpais.com/economia/2018/11/08/actualidad/1541695188_963048.html

NáN dijo...

768 millones solamente, muriendo de hambre y los supervivientes quedando con taras para el resto de su vida.
Me dejas muchísimo más tranquilo.
No cuentas, por ejemplo, a los gordos subalimentados de EE.UU., ¿verdad? El concepto de comida básica sana no lo consideras, ¿verdad? Por no hablar de la enormes bolsas de hambrientos-subalimentados en muchos países.

Todo lo que digo es ideaología, no te preocupes. Es que soy un poco tonto.

NáN dijo...

He cotejado las cifras de la FAO reproducidas por Caparrós y resulta que tus famosos 786 millones son la cifra que daba la FAO para 1989-1990. Quizá deberías leer menos a Adam Smith y la Escuela de Chicago para investigar y decir lo que es real.

Dice Martín Caparros que el hambre es confusa, que las cifras varían. Y todo se debe a que se usan, por lógica, métodos estadísticos, no un conteo. La FAO es el organismo encargado oficialmente de dar las estadísticas a utilizar. En 1974 sus expertos estimaron que la cantidad de hambrientos del mundo rondaba los 460 millones. Y que en 10 años la cifra podría llegar a unos 800 millones; en 1989 confirmaron sus predicciones. Dijeron 786 millones de hambrientos. en 2013.

En 2011 los hambrientos de 1990 todavía eran 848 millones; en 2012 ya habían llegado a 1.000 millones, y a 1.015 en 2013.

Lo que es de poco recibo es que juegues con las cifras a tu conveniencia, dándonos una cifra de hace casi 30 años.

Reconozco que es difícil, como decía Caparrós, llegar a las cifras de cada año. De hecho, esos 1.000 millones no los encuentro en Google. No nos llegan los informes oficiales directamente, sino a través de reportajes periodísticos que pueden confundirse y confundir.

Este que incluyo al menos es de la propia FAO.

http://www.fao.org/news/story/es/item/20694/icode/


NáN dijo...

La cifra es de hace 20 años, no de treinta. Lo había apuntado en un papelillo y me confundí. Una vez autocorregido, mis excusas.

Anónimo dijo...

"Pero el hambre no existe fuera de las personas que la sufren. El tema no es el hambre son las personas que la sufren». Jamás lo había pensado así y me dejó impactada darme cuenta de esto."

¿....pues en qué pensabas cuando oías hablar del hambre?,¿ en la hora de merendar?. Me sorprende tu reflexión por lo poco que debías haber pensado previamente en el hambre.

Por otro lado Adam Smith promulgaba, entre otras cosas, un mercado en los que no hubiera barreras de entrada, ni de salida. Igualito que las medidas proteccionistas occidentales frente a cultivos de países terceros, por ejemplo.

Estoy de acuerdo con que el mercado no es un ogro, ni tampoco el capitalismo, pero está completamente manipulado y tergiversado por las potentes compañías arrancándole lo esencial y su poder autoregulador.

Aún así, la tendencia es positiva, lenta pero positiva.

molinos dijo...

Anónimo, te sorprendería la cantidad de cosas en las que no he pensado y sobre las que los libros y otras lecturas me hacen pensar.

Más datos.

https://ourworldindata.org/hunger-and-undernourishment

820 millones de hambrientos en 2017 y resulta que la tendencia está subiendo desde 2014. Y no lo digo yo, lo dicen analistas de datos que los han estudiado. Ahí los tienes a tu disposición.

Te recomiendo que leas el libro.

Anónimo dijo...

Creo que no me sorprendería demasiado en base a lo visto.

Ya seguí alguna sugerencia de tus lecturas y creo que no voy a leer ese libro.

Por último, he ojeado los gráficos que aporta el artículo y la tendencia es claramente positiva en una lectura histórica. No por ello es aún gravísimo e injusto.

Hay gente que procura colaborar con ONG's, campaña de recogida de alimentos, voluntariado, etc. No es gran cosa individualmente pero no creo que se pueda hacer mucho más.

Anónimo dijo...

Está claro que os falta comprensión lectora o no os molestáis en mirar los datos y las referencias. Quizá las dos cosas.
Venga, un pequeño esfuerzo:

[...] De acuerdo con las últimas estimaciones, el 10 % de la población mundial vivía con menos de USD 1,90 al día en 2015, en comparación con el 11 % en 2013. Esta proporción es inferior al valor de casi 36 % registrado en 1990.
En la actualidad, casi 1100 millones de personas menos viven en la pobreza, en comparación con 1990. En 2015 había 736 millones de personas que vivían con menos de USD 1,90 al día, cifra inferior a los 1850 millones de 1990.

https://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/overview

Supongo que sobre lo de Corea del Sur no hay nada que alegar.



P.D. Ya sabía yo que no ibáis a asimilar ni comprender los datos. ¿Habéis oído hablar del sesgo de confirmación? Si habéis oído hablar de ese sesgo es como si hubieráis oído llover.

La pobreza y la escasez son las condiciones naturales de la humanidad. Lo que hay que explicar es la riqueza, no la pobreza.
¿Alguna idea sobre cómo se crea riqueza? Capitalismo, libre comercio, democracias liberales con libertad individual y el imperio de la ley.
¿Habéis oído eso de que "la economía no es un suma de juega cero" y que cada vez que participas en un intercambio voluntario creas riqueza? ¿No?

Leed libros de verdad sobre el funcionamiento del mundo, no libros llenos de ideología y moralina.
Una última recomendación que quizá os abriría los ojos:
'Economía básica: Un manual de economía escrito desde el sentido común', un libro de economía escrito por Thomas Sowell al alcance de cualquiera.

Sé que nadie lo va a leer. Os sentís muy confortables en vuestras ridículas certezas morales como para intentar explorar los hechos.
Este fue mi último intento.
Saludos.

NáN dijo...

No está mal, después de haber puesto como cifra de hambrientos actual la de 1989. Se nota tu atención preclara.

No sé de dónde viene tu violencia, pero desde aquí paso.

Anónimo dijo...

Yo he leído los dos Libros y prefiero el de Contarini. Me gusta precisamente que habla de la vida: el tiempo, el poder, la fe, la muerte. Creo que la literatura sirve no solo para recordarnos los males evidentes del mundo, ¿no le parece? Por otra parte, están los males evidentes (El hambre o la guerra), y otros males mas difíciles de captar, pero también muy malos: la mentira, la banalidad, la falsa bondad, la impostura. Esto es lo que yo he visto en el libro de Contarini. Pase al final y lea la última historia. El ultimo dogo, quizá ahí se resume todo. Gracias por sus reseñas y recomendaciones