martes, 10 de septiembre de 2013

ASÍ LIMPIABA, ASÍ ASÍ.


En modo “limpio mi casita” soy una mezcla. Por un lado acarreo un montón de costumbres/manías heredadas de Molimadre, por otro tengo costumbres adquiridas y por otro y dependiendo del día oscilo entre el chapucerismo más absoluto y una perfección rayana en el TOC. 

Las tareas del hogar son un coñazo y además no se terminan nunca. Te sientes como Sísifo. Es un trabajo que no se acaba nunca: barres y tendrás que volver a barrer, friegas y tendrás que volver a hacerlo, la lavadora, tender, planchar, quitar el polvo, ordenar armarios, cocinar, cocinar, cocinar, fregar cacharros, poner el lavaplatos, recogerlo, volverlo a poner, la aspiradora, barrer, fregar… y así eternamente. Es un trabajo muy desagradable, que no se acaba nunca y que además dura muy poco tiempo “hecho”. Roba muchísima energía, es una fuente de frustración constante y genera muchísimo mal rollo familiar.

Cuando me tengo que dedicar a esas cosas dependiendo de los días oscilo entre empezar por lo más coñazo para quitármelo de encima o por lo más fácil para avanzar más deprisa y creer que me está cundiendo mucho. Como últimamente me dedico más de lo habitual  a estas tareas, he descubierto que desarrollo pensamientos completamente absurdos dependiendo de lo que esté haciendo. 

Hacer las camas. De todos los trabajos caseros es uno de los menos coñazo y que más satisfacciones da. Mientras doy vueltas alrededor de mi cama para estirar las sábanas siempre voy pensando como puedo minimizar los paseos que me doy entre mi mesilla  y la del Ingeniero. Intento pensar si en la siguiente vuelta conseguiré estirar la sábana, dejarla colocada y colocar sus almohadas para luego terminar de hacer la cama desde mi lado. Todos los dias pienso: voy a contar las vueltas que doy. Y todos los días se me va la cabeza a otra cosa. Colocar la colcha es uno de esos momentos en que me siento Molimadre, la noche anterior he doblado la colcha exactamente de la manera en que ella lo hace “para que no se arrugue” y cuando la estiro por las mañanas pienso: que horror, soy mi madre.  

Cuando hago las camas de las princezaz siempre hago el intento absurdo de hacer la cama de arriba sin separar la litera de la pared. Nunca lo consigo y acabo arrastrándola. Luego fluctuo entre dos pensamientos dependiendo del día: de hoy no pasa que tire estos peluches y joder..en esta cama  yo dormía  (y otras cosas). 

Lo bueno de hacer las camas es que siempre dan aspecto de orden y por lo menos cuando te acuestas mola la sensación de cama hecha. 

Quitar el polvo. 
Supongo que como toda la gente de mi edad, es coger el trapo y el producto que sea que pone “quitapolvo todas las superficies” para empezar a tener otros dos pensamientos absurdos. Por un lado una regresión a ese mítico anuncio de mi infancia “tú el pronto yo el paño” con una tía deslizándose por una mesa de reuniones y por otro lado y dependiendo del día un bucle de pensamientos sobre “quitar polvos en todas las superficies” o “añadir polvos en todas las superficies”....unido a estar limpiando con ropa de guarrear en casa y en fin...todo el mundo sabe que cuando menos te lo esperas llega el polvo de tu vida y tendría gracia que fuera con un “quitapolvo”. 

En el momento paño y dependiendo de los días puedo dedicarme solo a limpiar lo que se ve en plan “bueno, ya está si total no está tan sucio” o me puede entrar la vena perfeccionista  y entonces saco todos los libros, friego la estantería, los recoloco, me sorprendo con alguno que no recordaba, me pongo a mirar esquinas dobladas, decido que ese libro no está bien colocado ahí y puedo tardar 3 horas en terminar de quitar el polvo de las estanterías. Si este mismo ataque me pasa en el cuarto de las princezaz, entonces me dedico a agrupar clics por temática, fichas de las construcciones por colores, reagrupo piezas de puzzles y lo dejo todo tan espectacularmente limpio y ordenado que tengo tentaciones de sacar fotos y mandarlas a una revista de decoración de esas que solo miro en la consulta de mi ginecólogo. 

Barrer. 
Barrer me mola. Hasta cierto punto es cómodo. Coges la escoba, empiezas por una esquina y te pones a arrastrar polvo y pelusas hasta la primera meta volante que será el sitio donde has dejado el recogedor. Ahí empiezan una serie de movimientos que tienen a infinito para conseguir que toda la mierda entre en el recogedor. Primero un empujón contundente que esperas que sea el definitivo, luego otro para rematar y luego te das cuenta de que así no vas a terminar nunca. Optas por atacar desde otro ángulo y así hasta el infinito. Al final, te das por vencido y continúas barriendo hasta la siguiente meta volante. Los puertos de montaña del barrido de hogar se producen cuando hay que pasar la escoba por debajo del sofá y se sacan pelusas,monedas, piezas enanas de juguetes perdidos o cualquier otra cosa sorprendente. Los grandes puertos son si te da por barrer debajo de alfombras...siempre te arrepientes.  Y una gran manera de cagarla en el barrido es cuando te encaminas hacia el cubo de la basura con todo el recogedor lleno y o tropiezas, o lo golpeas contra el quicio de una puerta o sencillamente al dejarlo en el suelo pierde el equilibrio y se cae volcando todo su contenido. Grandes improperios con multitud de insultos hacia mi persona y el inventor del recogedor retumban entre las paredes de mi hogar. 

Fregar el suelo. 
Esquizofrenia absoluta. Coger el cubo, llenarlo. Siempre resulta que o he puesto poca agua y entonces tengo que volver a rellenarlo o está demasiado lleno y descubro que me tambaleo al llevarlo y pienso que en las pelis deben llevar siempre los cubos vacíos porque normalmente se contonean al acarrearlo mientras que yo voy dando tumbos nada sexys. Pasar la fregona mola porque se ve lo que haces...mola menos que luego entres en un pánico antihuella que es una completa estupidez “¡¡No pises!!”. Aunque por supuesto la mayor estupidez es cuando en tu afán fregador te has quedado en medio de la habitación fregada y vayas por donde vayas verás tus propias huellas. 

La aspiradora. 

La odio. O no chupa o tiena la bolsa llena. Cuando no succiona lo que debería y decido hacerme la “handymoli” y mirar qué coño le pasa...normalmente decide hacer un alarde y justo en el momento en que la dirijo hacia mi cara aspira tanto que casi me arranca los pendientes para luego al dirigirla contra la aspiradora volver a simplemente “acariciar”. Si tiene la bolsa llena siempre descubro que se me olvidó comprar recambios la última vez que la utilicé.  

Limpiar cristales. 
Me mola la sensación de quitar mugre y que se note. Es una satisfacción completamente imbécil pero ese pensamiento de “los voy a limpiar aunque no están tan sucios” confrontado al posterior de “Joder, pues si que estaban sucios, han quedado de puta madre” me da la sensación de no haberme jugado la vida en balde. Por supuesto intento controlar mi adicción al olor del limpiacristales con el hecho de que vivo en un sexto piso y cuando me concentro mucho en el aroma y en dejarlo todo “cristalino” varias veces he estado a punto de no contarlo. 

Poner la lavadora. 
Yo creo en mi lavadora igual que en los Reyes Magos. Quiero creer que es mágica y que meta lo que meta saldrá limpio y sin manchas. Luego, al sacar la ropa,  me frustro igual que con los Reyes Magos: ¡mierda, la mancha de cesped no ha salido de las rodillas del pantalón!, “¿de qué serán estas manchas en la camiseta de C?” “¿las podré mandar al colegio con esas manchas que no salen en la falda?”. Luego siempre pienso que la culpa es mía, que no he sido suficientemente buena (como con los Reyes) y pienso: la próxima vez echo quitamanchas antes y a ver si me estudio los programas que tiene la lavadora y así la aprovecho más. Por supuesto, “la próxima vez” es un momento de la dimensión temporal que por ahora no ha llegado...ni se le espera. 

Tender la ropa. 
Tender la ropa es como la cerveza, el vino, los informativos, la siesta o las páginas salmón de los periódicos. Es algo a lo que se le coge el gusto con la edad. De joven uno lo odia y lo hace de cualquier manera “bah, total da igual”. Cuanto mayor eres, más te gusta y más manías tienes. “Deja que mejor lo hago yo”. Hay que sacar la ropa de la lavadora cuanto antes y luego ir tendiendo la ropa al mismo tiempo que se estira y se coloca lo mejor posible para que luego la plancha no sea una tortura. Me gusta tender. Si es de día porque abro la ventana, veo el sol, el cielo o siento el viento. Si es de noche porque hay silencio fuera. Por supuesto también tengo manías para destender, voy recogiendo y doblando. Aquí me he rebelado contra las tradiciones de Molimadre...y hay cosas que no se planchan, solo se doblan y al cajón. 

Planchar. 
Cada vez que saco la plancha, el montón de ropa y empiezo el ritual siempre pienso lo mismo. “La mayoría de la gente odia planchar y sin embargo a mí, de todo lo de la casa es lo que más me gusta. No hay que pasearse, no hay que estar agachándose, puedes escuchar la radio o ver la tele o simplemente ensimismarte en tus pensamientos sin más” 

Y ensimismada en mis pensamientos, planchando camisetas de las princezaz y felicitandome por no haber perdido ningún calcetín...se me ocurrió este post. Un post de maruja. 


30 comentarios:

RS dijo...

Odio pasar el polvo. Es un odio visceral que además no tiene razón alguna. Pero lo odio. Sin embargo, la aspiradora me mola mogollón. Me entiendo con ella.

Con la lavadora me pasa lo mismo: siempre pienso que quitará todas las manchas, aunque la realidad es muy dura. Últimamente actúo como las amas de casa de toda la vida: atacar la mancha desde su nacimiento (en cuanto sale, Fairy que te crío; con el trol es más difícil, claro; y las manchas son unas jodidas cabezonas).

A mí la plancha también me mola. Me da pereza ponerme, pero luego mola. Yo también me rebelé contra la dictadura del planchado de mi madre. Y por eso soy una maniática del tendido: sólo tiendo yo que soy la que plancho y así tiendo como me gusta para planchar lo menos posible.

Los cristales son muy agradecidos. Son lo más diría yo. Aunque aquí, con lo que llueve, te puedes pegar la pechada del siglo limpiándolos y empezar a llover a la tarde y no parar en días. Con lo que se te pone una mala hostia del copón.

Sueño con que me toque una quiniela y deje las labores de casa.

fisuelina dijo...

Agatha Christie decía que cuando estaba atascada escribiendo una novela se ponía a hacer tareas del hogar, y así al rato tenía todo limpio y la novela encaminada :)
Yo soy de la opinión de que si se limpia, se tiene que notar, claro que cada vez me parezco más a mi madre y tengo menos tolerancia a la inmundicia, ay.

Ana María dijo...

Moli, soy MUY alérgica al polvo. No puedo hacer cosas que todo el mundo hace, como limpiar con plumero o con un trapo seco, tengo que hacerlo siempre con paño húmedo (tú el pronto y yo el paño, yo también lo pienso, jejeje) para que no quede por ahí en suspensión. Tampoco puedo barrer, paso la mopa o la aspiradora y luego friego. Por cierto, pasa de las aspiradoras con bolsa, que son un rollo macabeo.

Planchar me aburre menos si me dan palique, o si me pongo la radio, y lo que se pueda ir doblado al cajón se va. No planchamos calcetines en esta casa.

La lavadora es bien supremo. Yo creo incondicionalmente en ella, y me estudio los programas que tiene, que no son pocos. Me revienta que los vecinos tiendan la ropa chorreando (salvo jerséis, se entiende), porque seguro que SU lavadora también tiene centrifugado. Oye, mira antes de tender, que a lo mejor subo a tu casa y me acuerdo de tu familia en pleno...

Las camas me dan pereza. Mucha pereza. Igual que vaciar el lavavajillas. Lo hago cuando todavía el cerebro está en proceso de despertar para no hostilizarme y condenarme 25 veces.

¿Y esa gente que tiene parqué en su casa y te pide que uses pañitos bajo los pies? ¡Ah, di algo sobre esos, por Dios!

:*

Ana dijo...

Parece que compartimos algunas manías. Me alegra ver que no soy tan rara jajaja

Albert dijo...

Ja, ja ! Barrer mola, estoy de acuerdo, pero tiene que salir suficiente pelusa como para sentir que ha valido la pena. Y como RS, tendemos con mimo exquisto para evitar la plancha (sólo camisas). Por cierto, he estado repasando la lista de tareas que nombras para intentar averiguar de qué se ocupa el Ingeniero. Sólo se me ocurre una: hacer el/los baños. Si es así, creo que estaría compensado (creo que es la tarea más ingrata de todas ;-) ). Si ha sido descuido o merece un post exclusivo (no se me pasa por la cabeza que no se limpien) y también te encargas tú, ¿no te genera una hostilidad infinita? Sin ánimo de meter cizaña, ¿eh? Hay muchísimas más tareas domésticas no relacionadas con la limpieza...
Espero que la vuelta a Mordor no sea muy dura !

Dani Torregrosa dijo...

Como pongas la letra tan pequeña a partir de ahora tendré que sacar unos binoculares o algo XDD

Ah, y buen post. :-)

Salud!

javi dijo...

Te deslizas por una pendiente muy peligrosa.

Silvia dijo...

Albert,
ya contestará Moli, pero la verdad que me ha chocado mucho tu comentario.

Para mí sería perfectamente normal que ambos hicieron todas las tareas... simplemente cada vez las hace uno.

TXABI dijo...

... no veo al Ingeniero en ninguna de todas estas tareas... o es que me he perdido algo ?

Albert dijo...

Silvia, pretendía ser un comentario irónico. Lamento que no te lo haya parecido. No sabía como insertar caritas.

Saludos

ANuRa dijo...

Yo tengo la mania, si me pongo a limpiar EN SERIO, de mover el mobilario. Suele pasar fines de semana en los que se cruzan los cables, esos que crees que vas pasar una horita limpiando para luego ponerte a hacer algo al ordenador y de pronto se te antoja que la actual distribucion de la habitacion NO ES EFICIENTE. Como cambiar la orientacion de la cama: en invierno al lado de la estufa empotrada, en verano cerca de la ventana para que corra aire. Puedo porque tengo pocos muebles y el piso es pequenyo. Raro es el mes que tenga un poltergeist.

molinos dijo...

El Ingeniero limpia tanto como yo...dependiendo de los días..pero no puedo contar lo que él piensa cuando limpia.

Ah...y no plancha porque se le da fatal. Es un desastre absoluto para eso.

Ana00 dijo...

Pero si al final te gusta casi todo!! Yo últimamente (siendo muy muy benevolente conmigo misma) lo que peor llevo es la cama, que entre que se salen las sabanas, la colcha y encima están las barandas para el bebé, aquello se eterniza y encima queda mal!!! Ggggrrrrrr

Tita dijo...

Te paso la aspiradora (mi superaspiradora) si tú me tiendes la ropa.

Lo odio, odio la ropa mojada. Si la secadora no gastara tanta luz, sería la princesa de la casa (la reina es la lavadora)

Me sentía como tú con la lavadora mágica. Ponte el KH-7 (el normal,nada de tonterías) al lado del detergente, y rocía indiscriminadamente. Es mágico.

La Madre Tigre dijo...

Tu y yo nos hemos levantado con el mismo pie esta mañana. Me parto. Contigo en casi todo salvo que hasta con un bombo de nueve meses consigo hacer la litera de arriba sin separar la cama.

Barrer me mola. Muchísimo más que pasar la aspirador. Dónde va a parar.

Pero se te ha olvidado lo mejor de todo: fregar con un estropajo a estrenar :)

Diva Gando dijo...

Lo peor es haber fregado el suelo, escurrir fuertemente la fregona y derramar el cubo de agua....

Somos complementarias!!!!: Odio la plancha. Tengo un aspirador de mano que es un inventazo!!

Inés dijo...

Odio pasar el polvo (y nunca uso productos especiales, sólo una bayeta de microfibra lígeramente húmeda) y no plancho (no tengo ni plancha y no doy demasiada vergüenza).

Del resto, pues más o menos... Ventajas de vivir sola.

Cattz dijo...

- Tita, mi madre tiene una lavadora con chorrepocientas mil revoluciones y la ropa te sale casi seca de ella. Una pasada. Cuando no están mis padres en su casa uso su lavadora y les robo la thermomix.

A mí de limpiar... lo odio todo. Lo hago bien, pero lo odio todo. Los baños lo que más, pero es porque los hago desde peque para ganarme la paga. Me pregunto si mi hermano odiará la aspiradora.

B dijo...

Ya te lo he dicho en tuiter...no hagas tres camas!! Hacer camas es el mayor de los horrores.

Tender mola. Cuando se tiende bien. Cuando N se mudó le enseñé a tender bien, no me gusta ver tender a otra gente, porque no suelen tender bien.

El resto de las cosas de casa son un horror.

Boti dijo...

Pues a diferencia de los demás, a mí me gusta hacer los baños porque los hacía desde pequeña. Entonces odiaba fregar los cacharros, ahora prefiero fregar a quitar la mesa...
Y planchar no me disgusta, pero odio guardar la ropa planchada. Por supuesto, no se planchan calcetines, ni bragas, ni calzoncillos, ni algunas camisetas.... Vamos, que se planchan camisas y pantalones, y pare usted de contar, como dice mi madre.

Carmen J. dijo...

Hacer camas es una tarea en la que el esfuerzo requerido y el resultado obtenido no guardan proporción. Es mejor deshacerlas, en eso estoy contigo.

Y tengo por ahí escrito que limpiar cristales es una tarea muy literaria.

(Se me ha perdido el comentario anterior. Decía lo mismo... S sale repetido, discúlpame, por favor)

Esther dijo...

Pues yo de la mejor forma que limpio es .... CABREADA COMO UNA MONA.

Si quieres que deje la casa como los chorros del oro sólo tienes que cabrearme y lo hago todo en un pis pas.

Al final tendrán razón los que dicen que soy rara jajajaja

NáN dijo...

Mientras leía tu post, sentía la misma sensación de horror que viendo la peli Apocalypsis Now. Claro que los que subían el río en el barquito al menos iban puesto de drogas hasta el culo.

Definitivamente, me parece mucho mejor subir el río asesino, puesto de ácido, para matar al coronel Kurtz que limpiar.

No quiero decir que no limpie, pero me resulta más desagradable e inútil que conocer el horror de la humanidad.

Gonzalo Viveiró Ruiz dijo...

Hablando de esto, ¿sabes como notábamos de jóvenes la menopausia de las madres?
Cuando al entrar en casa te hacían ponerte las bayetas en los pies al entrar en casa. Ahí era el momento.
Y tu empiezas a hablar de limpieza...

rocio dijo...

Uff yo odio las tareas del hogar, menos mal que las hago sola, pq me entra una mala leche.... lo amortiguo con música a todo volumen y alterno con algún bailecito que si no... Y lo que más odio es quitar el polvo, limpiar cristales y planchar, vamos, q plancho 3 veces al año!!!
Eso sí Moli, no has comentado nada de los baños no???

Besos

Paz dijo...

Coincido contigo, Moli, y con muchos descerebrados en limpiar con música, cuando estoy sola en casa mejor porque pongo lo que quiero al volumen que quiero, cabreada se hacen estos menesteres más rápido y la lavadora nunca cumple expectativas jejeje

Lo más desagradecido con diferencia es el polvo en los muebles y tener que barrer y fregar el suelo una y otra vez como si en la vida lo hubieras hecho.
Hacer el baño y recoger la cocina es lo más lucido, el esfuerzo se ve!
Con eso más o menos arreglado, las camas hechas y con que no haya muchos trastos por ahí la casa ya está más o menos presentable.

Anónimo dijo...

La limpieza, que cansina! Hacer para volver a hacer ...

Cocinar no me importa, salvo cuando son las diez de la noche y no hay nada para el día siguiente...
Y estoy contigo,colgar es fundamental para que planchar no se una tortura, y plancho sentada vieendo algo en la tele.
Para los suelos uso el robot que aspira y es estupendo porque odio la aspiradora. Al salir de casa lo pones a trabajar y cuando llegas está el suelo limpio. Y el robot recargándose en su base, un amor!
Los cristales llegan a un punto y ya no se ensucian más ;)

Sonia dijo...

A mi me gusta limpiar, lo que no me gusta es 1. Que nadie me ayude y 2. Que dure menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Yo soy feliz con mi casa limpia y recogida, con olor a limpio, suelos resplandecientes y baños en perfecto estado. Me gusta limpiar los baños y de hecho es lo primero que hago cuando me pongo a limpiar, pasar la escoba, fregar suelos... Lo peor para mí es recoger el lavavajillas, siempre intento escaquearme, tender (pero sólo porque necesito mi tiempo para tender y no suelo tenerlo), doblar ropa y planchar. Os puedo decir que planchar lo que se dice planchar este año sólo he planchado 1 vez... el resto conforme me voy a poner voy planchando.. pero me da taaaanta pereza. Ahora estoy dándole vueltas a que tengo que hacer las juntas del suelo.. si es que va a tener razón mi marido y voy a ser una maniática de la limpieza.

Araceli dijo...

A mí me gustaba cuando duraba, ahora no me gusta nada limpiar, me gusta tenerlo todo reluciente y ordenado pero es lo que pasa, un faenón que no dura impecable ni 10 minutos desde que tengo familia...pffff....lo haces porque en realidad lo necesitas para sentirte a gusto en casa pero en realidad no me mola nada, cualquier cosa me gusta más que limpiar. Aún así tengo días muy maritrini que me encantan porque las hago feliz. Esas mañanas de sábado de temperatura y solete ideal que aún invitando a salir a la calle, abres ventanas, te pones buena música y parece tienes un motorcillo, estas disfrutando de la limpieza casi sin darte cuenta. Pasa poco, pero pasa.

Lo único por lo que tengo debilidad absoluta es porque el suelo este siempre perfecto y la casa ordenada. La contra es que puedo pasar sin quitar el polvo más de lo que a mi madre le gustaría, las camas son obligatorias porque sino no luce, los cristales....eso es hacer ejercicio del bueno y le pasa como al polvo. Planchar poco, viva la secadora...pero esto es más en invierno...y sí, lo meto todo, queda estupenda, huele mil veces mejor y no hay que plancharla.

Anónimo dijo...

Cada vez me gustan más tu escritos. Son sencillamente geniales, dulces, divertidos y auténticos. Ya te escribí otro comentario sobre lo que escribiste de tu padre y lo pongo como anónimo por recomendación de mis hijos: ¡¡¡Mamá no pongas tu nombre en nada!!!, pero si lees esto que sepas que te admiro.