lunes, 15 de julio de 2013

EN LA SALA DE ESPERA

- Pase ahí y espere que le llamen.

"Ahí" significa sala inhóspita con unas sillas que son un potro de tortura y "espere a que le llamen"significa que vas a entrar en una nueva dimensión temporal donde el paso de tiempo deja de tener ningún sentido, las horas se sucederán sin que puedas hacer un uso interesante de ellas y si la espera se prolonga mucho acabaras con risa floja o llanto incontrolado.

Las sensaciones en una sala de espera de un hospital se parecen mucho a las que se tienen en un aeropuerto. Inseguridad, ansiedad y ganas de terminar. Igual que en un aeropuerto no se tiene control de la situación, ningún control. Una mente pensante (se supone) y superior controla los destinos de los que están en la sala y decide cuando y como saldrán de allí.

Cuando uno llega a una sala de espera de un hospital todos los que están allí sentados se transforman en "rivales". Estaban allí antes que tú, tienen el territorio conquistado y ya saben como va el proceso. Tienen el poder y la sabiduría.  Tu llegas nuevo y el único superpoder que puedes usar contra su sabiduría es que tu enfermedad sea más grave que la suya, que te duela más, que sea peor. Es un superpoder muy peligroso, porque quieres usarlo para poder pasar por encima de ellos en la espera...pero tampoco quieres pasarte y que tu dolencia sea "demasiado grave". Lo quieres para ganar en la sala de espera pero te gustaría poder desactivarlo en la vida real. 

Como no te has llevado libro, no hay nada que hacer más que observar. 

Un trio de médicos. Dos hombres y una mujer. Son jóvenes, rozando los 30. Los tres llevan bata blanca, dos sobre su ropa normal y otro sobre un pijama verde de hospital. Los tres son altos. Ellos llevan barba y ella es morena con el pelo recogido en un moño. Pasan una vez y entran en un despacho. Llaman a un paciente y le reciben los tres. Sale uno de los hombres. Sale el paciente. Salen el otro hombre y la mujer. . Me apuesto una mano a que tienen algún tipo de tensión sexual no resuelta, obviamente los tios pugnan por la atención de ella. Y ella está más inclinada hacia el más alto, el bajito de pijama verde se va a quedar en la zona de amigos. Consigo leer su tarjeta identificativa: "Psiquiatría". Estos no me van a tocar a mí...

Una voz dice un nombre. Una chica a mi espalda se levanta. Es morena, guapa, con el pelo recogido en una gran coleta. Lleva unos pantalones negros bombachos y una camiseta de tirantes también negra. Tiene un buen culo. Entra en una sala con una de las auxiliares de enfermería. Sale con pinta de estar mareada y vuelve a su sitio. En la mano lleva el movil, unas pastillas y la pulsera identificativa pero sin ponérsela. ¿Qué le pasa? ¿Lo que tiene es más grave que mi apendicitis? ¿Por qué está sola? Cuando uno va a urgencias suele ser porque no se encuentra nada bien, no conviene ir solo. Esos pantalones no tienen bolsillos...¿cómo ha venido? No tiene las llaves del coche en la mano y además si te encuentras mal es mejor no conducir. Este hospital está en medio de la nada...

Llega una hija con su padre en silla de ruedas. Ella lleva el pelo recogido en un moño desaliñado, gafas, una camiseta de tirantes marrón y unos pantalones vaqueros cortos. El padre es mayor, muy mayor, tiene la tripa muy hinchada no sé si de gordura o por enfermedad, el pelo negro como el betún peinado hacia atrás, dos sortijas en los dedos y también lleva pantalones cortos. Se nota que fue presumido y todavía lo es.  Mira sin ver con la cabeza gacha. Se sientan a mi lado y la hija le coge la mano todo el rato. 

Al fondo de la sala de espera hay otra hija con su padre, les he visto cuando me han llamado para sacarme sangre y enchufarme el analgésico en la vía. Esta hija no se sienta, está de pie, pegada a su padre que está en una camilla y que obviamente está demente. Consumido hasta los huesos, con las piernas dobladas como un bebe, la mirada perdida, las manos como garras, intenta quitarse la camisa, quitarse los pantalones. Lleva pañal.  No para quieto y ella le trata con un cariño increíble, le mima e intenta tranquilizarle. Espera. De pié a su lado sin separarse de él. Ella tiene mi pinta de tener entre cuarenta y cuarenta y cinco años, lleva una blusa ligera de flores azuladas, unas bermudas negras, sandalias cómodas y una mochila grande con muchas cosas. Lleva gafas y tiene cara de estar agotada pero cada vez que se acerca a su padre sonríe. Pienso que debe ser mayor que yo porque el padre tiene pinta de tener muchos años. Intento imaginar a mi padre en esa situación y no soy capaz. 

Es terrorífico el momento en que pasas a tratar a tus padres como niños pequeños, en que los sientes vulnerables y dependientes de ti. Es terrorífico y duele que te cagas. 

Hay una chica parapetada detrás de unas gafas Jumbotron de pasta y un kindle. Me da mucha envidia. Primero no parece estar enferma y además tiene entretenimiento. Lleva unas zapatillas de lona azul con calcetines cortos y una especie de poncho de color claro. Lee, la llaman, se levanta, vuelve a su sitio y lee. ¿Qué le pasa? 

Las horas pasan. La hija con el padre en silla de ruedas ha conseguido pegársela a los de administración y ha colado a la madre  en la sala de espera, para entrar y salir se turnan el salvoconducto, la pegatina en la que pone "acompañante de urgencias". La madre es una señora mayor rubia, con un moño a lo Betty Missiego, un blusón semitransparente de colorines a través del cual se le ve el sujetador negro y lleva tacones. Entran los tres en una sala para que la auxiliar de enfermería les haga algo. Al salir, la hija llama al hermano y le cuenta que creen que el padre tiene un tumor pero que no se lo van a decir, que le han dicho que lo tienen allí porque estaba deshidratado. "No hay necesidad de asustarle, está tranquilo". 

Un señor alto. Rubio. Con pinta de gañanaco. Parece simpático y está agobiado. Más que gañán parece rural.  Lleva un vendaje en un lado de la cara, cerca de la sien izquierda y otra herida tapada con vendas en un brazo. Una vía en el otro. Lleva pantalones de montaña como los de El Ingeniero cuando trabajaba en el monte, botas de campo y un polo granate con un logo en el que pone "Parque Natural del Guadarrama". No se sienta. Pasea, pasea, pasea. De un lado a otro de la sala. De vez en cuando saca el móvil y estira el brazo para conseguir leer la pantalla. En la mano izquierda lleva un reloj digital enorme. Pasea sin parar. 

Tras 6 horas he conseguido descifrar el código de los pijamas médicos. Los especialistas los llevan verdes, los médicos de familia blanco, las enfermeras azulitos, los auxiliares de enfermería en una bonita gama de colores pastel que va del rosa al amarillo y los celadores de rayitas marrones. El del personal   de la limpieza es de rayas rojas. Me siento extrañamente complacida por haber descifrado el código...me hace tanta ilusión como a Indiana Jones cuando descubre la X gigante delante de sus narices en la iglesia de Venecia. 

Decido entretenerme entonces con otra cosa y me fijo en los zapatos del personal sanitario. Hay dos tendencias claras. Por un lado tenemos la deportiva, con médicos, enfermeras, técnicos de ecografía o limpiadores calzando unas zapatillas deportivas dignas del marathon de Boston. Por otro lado esta la tendencia "andar por casa con calzado apto para chapotear" con personal sanitario calzando crocs o sucedáneos de crocs debidamente customizados: con tacón, deportivos, con alza, etc. Ambas tendencias coinciden sin embargo en su preocupación por ser visibles si se produce un apagón y la oscuridad cubre el hospital; todo el calzado es de color fluorescente muy chillón...veo incluso unos zuecos morados fluorescentes. Espeluznantes. 

Otra chica sola. Un ejecutivo con traje. Otro hijo con su padre mayor en silla de ruedas que me recuerda muchísimo a mi suegro. La chica de negro ya no está. El trío de médicos ya no aparece. Creo que fuera se ha hecho de noche. 

Cuando por fin estoy en la camilla El Ingeniero me dice:

- Moli, para los que llegan ahora tú eres la reina de la sala de espera. 

Al salir hacia el quirófano, siento como los recién llegados me ven como una rival que consigue salir, yo los miro pensando en lo que les queda. Veo al señor del polo granate que sigue paseando.

Pasamos al lado de la hija con el padre demente, la sonrío y ella me mira agotada y me dice: Suerte. 

Espero que consiguiera salir de allí y pasara una buena noche acompañando a su padre en la residencia.   No los olvidaré nunca.


38 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, mucho, mucho. Mil gracias por el post de hoy, y que te recuperes pronto. Besos,

Bitrix

Pilar dijo...

Impresionante, por un momento me he visto a mi misma sentada a tu lado en la sala, viendo a toda esa gente a través de tus ojos. Y qué memoria para los detalles. Me ha gustado mucho. Que tengas una pronta recuperación.

Alber dijo...

Espero que vayas bien con la recuperación. Y me alegra que hayas descifrado el tema de los "scrubs", como una serie un poco tonta de unos médicos residentes de un hospital..descubrí que Scrubs, el título de la serie, hacía referencia a los pijamas de los sanitarios!

Hermano E dijo...

La semana pasada tuve que ir dos veces a urgencias. Afortunadamente yo no tuve que esperar tanto, un par de horas cada vez, pero es mucho lo que se le da al coco, especialmente a las 4 de la mañana. Y efectivamente te fijas en el resto de gente y te preguntas si lo suyo será peor que lo tuyo.

En fin ahora la cosa ya está más tranquila y hasta nos vamos a poder ir de vacaciones. Espero que no tengamos que volver corriendo.

annajr dijo...

¿Esto era un post o un cristal de esos tintados a través del cual ves, pero no te ven?

Super bien contado.

Qué chungo es estar malo.

Anónimo dijo...

Como médico tengo varias cosas que decir...
En primer lugar, gracias por no desesperar ante las horas de espera en urgencias, sin duda el lugar más desagradable dentro de lo desagradable que estar en un hospital.
Describes genial lo que se vive cada noche en los servicios de urgencias...
El otro lado, el nuestro, el de los pijamas verdes no siempre es distante y antipático. Algunos nos agobiamos pensando en las horas que pasan los pacientes en la sala de espera, en lo que sufren, en la incomodidad, en la soledad...
Ahora soy de las que duermen a los pacientes, pero he pasado algunos años en urgencias, nunca dejé de pensar en que tenía que ir más rápido, que no más de media hora de esperar a que les viera, que están solos, que les duele, que están preocupados, que cuando entren da igual que lleves aquí 22 horas sin dormir, ellos no tienen la culpa, sonrie, sé amable, que vean una cara amiga, que no se sientan frente a un enemigo, sino frente a alguien que va a ayudarles a sentirse mejor...
Y, por cierto, los médicos de famiila también somos especialistas, como los del pijama verde...
Espero que la recuperación esté siendo buena, teniendo una amiga anestesióloga, no dudo que no tendrás dolor
Un beso

Anónimo dijo...

En primer lugar.. que te mejores pronto.
Por suerte pocs veces me ha tocado ver las cosas desde tu lado, y mas desde el otro.
En una esfera donde todo es blanco, celeste o verde quirofano, donde todo el mundo lleva deportivas de correr maraton o zuecos blancos. Los pijamas de colores tratan de dar una nota positiva, una sonrisa, un no asustar a los peques. Los pijamas de colores, los crocs chillones, los gorros con dibujitos son solo un intento de poner una cara amable a un lugar que por definicion suele ser triste. A mi me gusta verlo asi.
Mejorate, un beso...

Pablo

Anónimo dijo...

¡Ánimos Moli! Te echaba de menos...

Anónima (de momento)

Anónimo dijo...

¡Ánimos Moli! Te echaba de menos...

Anónima (de momento)

HombreRevenido dijo...

Joder, el hueco del apéndice se te ha llenado de inspiración.

NáN dijo...

Me alegro de que no llevaras un libro. Hay que practicar lo de mirar y ver (que son dos cosas totalmente distintas).

Luego, está saber transmitir. Hacerlo visible para los demás. Y lo has hecho de puta madre.

¿Cómo vamos?

Hans dijo...

Bien sabes cuáles son mis posts favoritos, lo que más me "tocan", pero desde luego estos, los de lucir tu capacidad de observación, análisis, y descripción (lo de leer mucho y bueno da grandes lecciones al respecto, verdad?) me encantan; y me gusta mucho que la huida mental al hastíomde la espera sea ir hilando este relato. Una vez más brillante. Espero que estés mucho mejor. Mil besos.

Anónimo dijo...

Espectacular el post. Para aquellos que estamos del lado de los crocs de colores, merece la pena saber qué ve el resto. En mi caso, pediatría, ver las interminables colas de invierno me hunde el alma, con todos los polluelos con mocos hasta en la punta del pie y fiebre, leer,y más de tu mano, lo qué se siente fuera es un auténtico lujazo. Seguiremos luchando para que esto mejore... Si nos dejan...

Anónimo dijo...

Me ha encantado esl post hospitalario, estoy esperando el despelleje sobre la comida.

mucho ánimo y que te recuperes pronto.

Anónima descerebrada: Rita.

eu93 dijo...

Me ha encantado el hoy/ayer, porque esto es de ayer, pero hoy ¿cómo estás? qué tal la comida? te duele?.

Un besote y cuídate mucho.

Eu,

Unknown dijo...

Recuperate pronto y que todo vaya bien.
Se te echa de menos. Besinos

Yo y mis mini yos dijo...

buff! con lo sensible que estoy hoy, me has matao... Dos comentarios:
1. a ver, en el aeropuerto primero hay tiendas (!!!) y segundo, la gente, en general, esta excitada por su viaje y el ambiente es alegre, no?
2. tu sin libro... no tienes perdon!!! jajaja :-)
Buena recuperacion!

Marta dijo...

No Marta dixit:

Como médico siento que tuvieras que esperar tanto tiempo, pero esta es una de las consecuencias de lo que está ocurriendo con la sanidad pública. Que te mejores!

Bego (Much More Than I Am) dijo...

Espero haya ido todo bien y te recuperes pronto, las apéndices ahora tienen una rápida recuperación.

Oswaldo dijo...

Con lo de las chicas pegaditas a sus padres en lo que pudiera ser su cercana despedida, me tocaste las fibras emotivas en modo "Luto hacia delante".

Definitivamente, los hospitales me hacen sentir adolorido o triste... O las dos cosas.

Ana María dijo...

Jo Moli, te leo y recuerdo la noche que pasé en urgencias, cuando mi neumotórax hace dos años. Me pasó algo similar, no soy de las que tienen cara de "esto duele a muerte", así que me sentaron en una silla de ruedas, con el cuerpo hundido y sensación de ahogo, y no me dejaron que me acompañara nadie, jamás entenderé el por qué. Al cabo del rato, una señora que me miraba como tú mirabas el otro día a los demás de la sala de espera, se acercó a mí, me preguntó si podía respirar bien, le dije que no con las lágrimas saltadas, y fue ella la que paró a una enfermera, y la que consiguió que me vieran. A partir de ahí, todo fueron carreras, placas y quirófano.

Ponte buena, cuídate la herida bien, y lee mogollón. Por los de los crocs de colores, que ellos se lo merecen muchísimo.

:*

Burbuja dijo...

Me ha encantado. También me he imaginado sentada a tu lado viendo esa sala de espera a través de tus ojos.
Esa descripción al detalle y tu memoria para recordarlo todo...

Cuando has descrito al señor mayor con demencia, he pensado en mi abuela inevitablemente...

xaquí dijo...

Mirando la cara de la gente que estaba hecha migas espero que puedas darte cuenta de que los otros tienen sus putas razones, aunque tú no sepas cuales, y aunque tengas a gente que te de confianza, con un título que les da confianza a ellos para pensar que saben sus porqués sin preguntarselos, que opine que sus razones son estúpidas. Y esto va por lo del famoso post del glúten, que no me gustará en la vida.
Veterana de la sala de espera me hice yo con mi hija, hasta que llegó a los ocho años ella, y yo, por fin, puede respirar.

RS dijo...

Buena descripción. Uno de los peores momentos en urgencias es cuando un enfermo que aparentemente no lo está y ha llegado más tarde, consigue ser atendido antes. Ahí se masca la tragedia en la sala de espera: se oyen murmullos, se remueven culos en los asientos, se reanudan paseos interrumpidos por la llamada, etc.

En urgencias hay que tener paciencia y divertirse observando al personal. Suele ser muy entretenido.

Ánimo con la recuperación.

JuanRa Diablo dijo...

Mira que si en el apéndice radicaba toda tu fuerza...

A lo mejor te han extirpado también el gintonicismo y la desnaturalización maternal. ¿Lo has pensado?

Tu gran agudeza observando sigue intacta. Menos mal.

Anónimo dijo...

Yo también me dedico a observar para matar el tiempo, las pocas veces que por suerte he tenido que ir a pruebas o cosas así, ánimo y recuperate pronto.

Gordipé dijo...

Los hospitales son sitios tristes y horribles pero a veces son inevitables. Y si tienes sentido del humor, y tú lo tienes, puedes sacar un millón de historias hilarantes que harán que recuerdes la experiencia de una manera menos traumática. Palabra de Gordi.

Un beso, cuídate.

Tita dijo...

-jo :(

-bravo por los médicos que curan cuerpos y se preocupan de las almas.

-seguro que los crocks fosforitos son otro código . Habrá que averiguarlo. Que tardemos mucho.

-siempre me he preguntado que es eso que parece una pastilla de lavavajillas envuelta en papel plateado que llevan colgado los médicos. Siempre en la sala de espera pienso en preguntarlo. Luego con escuchar diagnóstico e instrucciones ya se me olvida que quería preguntarlo.

-que te recuperes pronto!

hitlodeo dijo...

Recupérate pronto Moli.
He leído los dos posts de un tirón, y me alegra observar que tu lado oscuro sigue prevaleciendo hasta en estos momentos.
El ingeniero cada vez me cae mejor. "Una pauta de dos horas" y "Para los que llegan ahora tú eres la reina de la sala de espera". Es un genio, o un cachondo, aunque sospecho que ambas cosas.
Lo dicho. ¡Qué te mejores, y que todo vaya bien!

Anónimo dijo...

Se ve que te va bien salir de tu círculo habitual aunque sea por un motivo desagradable. Buena descripción.

Mikel dijo...

Respuesta a Tita: la pastilla de "lavavajillas" plateada, seguramente sea el medidor de radiación que llevan los profesionales que normalmente trabajan en rayos, escaner, radioterapia... se cambia cada cierto tiempo para ver el nivel de radiación recibida.

El post me ha impresionado mucho, y el posterior me ha echo pensar. Como trabajador en un hospital, te entiendo, aunque a veces no tenemos esa empatía para darnos cuenta de lo que sentís o experimentáis. Mucha suerte con tu recuperación.

Mikel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hele dijo...

después de que mi abu haya estado 2 semanas ingresado tu post me ha traido muchos recuerdos...es justo como lo cuentas, aunque en Guadalajara siempre hay, además, algún ccapullo que se queja de loo que tardan en atender, de que "él estaba antes" o de cosas peores.

espero que estes fenomenal ya

Tita dijo...

¡Gracias Mikel!

Antónimo dijo...

Con tu fantástico post no he podido evitar acordarme de la última vez que estuve en una sala de espera de hospital.
Fue en una operación “sin demasiada importancia” que hicieron hace no mucho y con cierta urgencia, a mi padre.
Nos separaban más de 1000 km y alguna que otra idea, pero de manera improvisada decidí ir a verlo. Llegué justo antes de que entrase a quirófano, apenas pude acariciarle la mano y hacerle alguna broma.
La espera no fue muy larga y pronto supe que había sido la última broma.
Me desmonté como nunca pensé que lo haría.
Y en aquel lugar decidí que jamás dejaría que alguien al que quiero, se marche sin habérselo dicho mil veces.

becejota dijo...

Me ha gustado el post en general pero si me permites hacerte una crítica constructiva... los médicos y médicas de familia también son especialistas. Pasan (pasamos) 4 años formándonos en la especialidad de atención primaria. Fastidia bastante lo de «médicos de familia tal y especialistas tal» ;)

Nisi dijo...

Ay, me he emocionado un poquitín, bueno, un mucho. Sí que es terrorífico hacer tú de padre de tus propios padres, se te ponen los pelos como escarpias.

Unknown dijo...

Leer cosas así...no sé si será bueno. O me pilla en un dia sensible o lo soy. Además dicho de manera que no te entra,no. Te invade, te okupa y hala a emocionarse. Lo único positivo que vería ahora mismo es que en esas situaciones,la vida nos ofrece in extremis la posibilidad de arreglarnos con ella, con la condición humana y, sobretodo, con nosotros mismos.
Miquel Elche