Todas tienen en común que son gilipolleces pero se incrustan en tu cabeza y no hay manera de quitártelas de encima, hasta que vences esa pereza infernal y consigues hacerlas. Y lo peor es que vuelven…es el ciclo de las mierdas que dan pereza.
La pereza que dan todas estas cosas se retroalimenta sola. Empiezas a pensar qué pereza te da y lo único que haces es alimentar al monstruo. Si las hiciéramos del tirón, sin pensarlas, todo sería más fácil, pero pufff, ¡Qué pereza!
1. Bajar / sacar la basura
En general el concepto “ cubo de basura” da pereza solo con nombrarlo. Todos apretamos la basura, aplastamos los envases e intentamos colar la monda de naranja en un rincón solo para librarnos de tener que cerrar la bolsa y poner una nueva. Si el proceso además, incluye bajar la basura al contenedor, el momento escaqueo puedo proporcionar encajes de desperdicios al nivel experto de Tetris.
2. El cajero
Sacar dinero del cajero es una de las actividades de más pereza del mundo. Fantaseas con ser Gilito y tener una habitación llena de monedas o llevar faltriquera como las señoras del siglo XIX y tener ahí guardados los “cuartos”. Rebuscas en carteras, bolsos, vacía bolsillos, huchas de tus hijos, lo que sea con tal de no ir al cajero. Por cierto, la distancia que hay hasta el cajero más próximo es siempre excesiva.
3. Ir a llenar el depósito
Vas tan feliz conduciendo, rollo “me gusta conducir” y de repente suena el pitido del demonio, se enciende una luz o cualquier otro mecanismo avisador y te jode todo el placer. Empiezas a pensar que tienes que ir a echar gasolina, cuanto te durará la reserva, si lograrás llegar a casa y dejarle el muerto a otro y ya no puedes abstraerte de ese pensamiento aunque te queden 200 km de autonomía. Por cierto, ¿sabéis que el dibujito del surtidor que viene en el salpicadero indica en qué lado de vuestro coche está el depósito según tenga la manguera en uno u otro lado?. De nada.
4. Vaciar el lavaplatos.
Llenar el lavaplatos es una juerga, una fiesta, un descojone. Básicamente consiste en quitar trastos de por medio, meterlos en una máquina llenos de mierda y que un enanito los friegue y los deje limpios. ¿ No podría el enanito vaciarlo también? ¿Hay algo más coñazo que vaciar el cestillo de los cubiertos?
5. Ordenar fotos
Hace unos años creíamos que era imposible que hubiera algo más coñazo que ordenar fotos en papel, colocarlas en un álbum y guardar los negativos. Ja, qué equivocados estábamos. ¿ Cómo es ese momento en que te enfrentas a la carpeta “ Mis imágenes” con mil carpetas nombradas como meses o cosas como “ Vacaciones playa” “cumpleaños peque”, “reunión amigotes”? Es un momento de pereza suprema y decides dejarlo para otro día al mismo tiempo que te propones firmemente que a partir de ahora ordenaras las fotos nada más descargarlas.
6. Las fiestas familiares
Cumpleaños, santos, bodas, bautizos, comuniones, cualquier cosa que te colocan la peor tarde de la semana o en medio de un fin de semana en el que pretendías no hacer nada, da una pereza espantosa. Si además es de tu familia política la pereza tiende a infinito.
7. Cadenas de mails
No hablo de spam, no hablo de publicidad en la red, ni siquiera me refiero a los mails de google pidiendo tu teléfono. Hablo de esas cadenas de mails para organizar una salida de amigos, o una quedada de colegas del curro, un torneo de futbol para cuarentones, una despedida de soltera “ diferente” o la peor de todas, una cadena de mails de los padres del colegio . Ves los mails, piensas en borrarlos todos y al final dices: es la última vez que contesto.
8. Hacer maletas
Nunca se echa tanto de menos a tu madre o en su defecto un ama de llaves como en el momento en el que hay que ponerse a hacer una maleta. Enfrentarse al armario, a la decisión de qué meter y a la certeza de que hagas lo que hagas seguro que se te olvida algo da una pereza espantosa. Si además tienes que hacer maletas de hijos te planteas seriamente la posibilidad de abortar el plan vacacional.
9. Ordenar armarios o papeles
Seamos sinceros. Los tíos no ordenan armarios porque consideran que si las cosas ya están en el armario ya están ordenadas. Las tías ordenamos armarios con una compulsividad enfermiza y que no sirve para nada, pero una vez que el pensamiento “este armario hay que organizarlo” entra en tu cerebro ya no hay manera de librarse de él. Los tíos sin embargo tienen ese rayo organizativo con los “papeles”.
10. Organizar la música en el ipod/mp3/ telefonito.
Qué bonito y qué sencillo era cuando tenías los cds en la estantería y tu máxima preocupación era que no cogieran mucho polvo. Archivos y archivos y archivos de música te contemplan desde tu carpeta “ mi música”. Y eso pensando en que los tengas con su nombre y apellido, si ya los tienes nombrados “ pista 1”, “pista 2”, “pista 3”…quieres morir.
11. Esa llamada
A tu madre, a tu tía, a tu abuela, a tu amiga que ha tenido un hijo, a tu primo el que se casa, a tu amigo al que han despedido, al compañero de curro con el que quedaste en “veros”. Cualquier excusa es buena para postergar esta llamada..incluídas todas las otras cosas que vienen en esta lista de pereza.
12. Explicarle a alguien twitter
¿Twitter? Pero..¿ eso qué es? Pero ¿ todo el mundo ve lo que dices? Y ¿cómo sabes quién te lee? ¿ Y si yo solo quiero que me vea mi primo? ¿Cuando pongo la arroba? ¿ la almohadilla para qué sirve? Y ¿Qué hacéis ahí todo el día? Yo a eso no le veo la gracia…
Perezón de la muerte.
Lamentablemente hay muchas más de doce y por supuesto hay gente raruna a la que a lo mejor alguna de las que nombro no le da pereza, pero en general, estas 12 son universalmente compartidas.
Republicado de Unadocenade