viernes, 1 de julio de 2011

ROMPER



Tengo dos buenos amigos que están pasando por una ruptura sentimental. Y a pesar de ser gente hecha y derecha, con 40 palos, ella y él, están siguiendo punto por punto el modelo de cómo no afrontar una ruptura.


Es inevitable. Nos pasa a todos. Te dejan y haces todo lo que no hay que hacer.


Primero descubres que es posible sentir vacio en el interior del estómago. Literalmente tienes un hueco dentro. Cuando te levantas por la mañana el hueco es tan grande que no te deja ni respirar y crees que te vas a morir y que no podrás levantarte de la cama y hacer todo lo que tienes que hacer. Pero si puedes, aunque por supuesto tú crees que tu hueco es el más grande que ha tenido nunca nadie en la historia de la humanidad. Durante el día y si estás entretenido, ocupado o lo que sea, el hueco se va haciendo más pequeño y al final del día casi te has acostumbrado y te vas a la cama pensando: parece que estoy mejor. A la mañana siguiente descubres que ha vuelto a crecer.





Segundo y como ya he dicho, crees sinceramente que tu ruptura es la peor que ha habido nunca en el mundo mundial. Si, los demás lo han pasado mal...pero nunca tan mal como tú, es imposible que haya gente que esté sufriendo lo que tú estás sufriendo. Como romper solo no parece motivo suficiente para que tu ruptura sea más que las demás, te dedicas a buscar motivos que hagan a tu ruptura escalar puestos en el ranking mundial. Y aquí vale todo: "Si vale, a los demás les dejaron...pero a mí, además de eso se me murió mi padre en la misma semana". "Si vale, a los demás les dejaron pero yo le he dado a él los mejores años de mi vida". "Si vale, a los demás les dejaron pero yo se lo di todo a él me cambie de ciudad, dejé a mis amigos, a mi familia y ahora me deja y encima estoy sola y abandonada en esta ciudad de mierda". De alguna manera extraña y retorcida, llegar a convencerte de que eres el más sufridor del planeta...consuela. Deber un mecanismo cerebral que dice: ya que las estamos pasando tan putas por lo menos que nos sirva para ser los campeones del sufrimiento.


Tercero, empiezas a pensar que algo no cuadra, que “necesitas más explicaciones”. Piensas que algo se te escapa, que no es posible que os quisierais tantísimo, que lo vuestro fuera tan especial. No quieres resignarte a la sencillez del pensamiento: no quiere estar contigo. Todo lo demás es accesorio, pero te aferras a los detalles porque asumir el hecho simple de que han dejado de quererte duele muchísimo y mientras estás entretenido analizando detallitos y cositas absurdas puedes mirar de reojo al abismo negro en el que más pronto o más tarde tendrás que zambullirte.


Cuarto, para seguir agonizando e intentar que esa agonía cure antes piensas: esto duele un huevo, voy a ver si me echo un poquito de limón en la herida y sí, me dolerá pero lo mismo se cauteriza la herida y me curo más rápido. Así que te dedicas a pensar cosas horripilantes como: seguro que ya está con otro/a, y con ese otro seguro que quiere hacer cosas que no hacía conmigo y se casará y tendrá hijos y ya ni se acuerda de mi...y yo aquí...hecho/a una mierda. Y efectivamente duele muchísimo porque la imaginación es muy cabrona y se dedica a mandarte planos cinematográficos de tu ex en todo tipo de escenas amorosas irreales: dando ramos de flores, cenas románticas, ante el altar, cuidando churumbeles colmado de felicidad paternal…mientras que te manda planos tuyos en blanco y negro en un sillón con una manta de cuadros y rodeado de gatos. Lo peor de todo esto es que esa dosis extra de agonía que te procuras a ti mismo no sirve para curarte antes.


Quinto, ya puestos a despeñarte por la pendiente de la autocompasión, lo llevas un poquito más lejos y entonces empiezas a pensar que eres un mierda. Que es lógico que te hayan dejado porque: eres una pesada, tienes un curro de mierda, no te gustaba la misma música que a él/ella, eres mayor, eres más joven, eres alta, eres moreno, no sabes inglés, cocinas mal, eres rubia, tienes los ojos azules, llevas gafas, eres ingeniero, dependiente, repartidor, abogado, tienes dientes, dos orejas, dos manos..Es decir...todo tú eres un mierda auténtico que mereces que te hayan dejado. Llenas una bañera de barro de autocompasión y te sumerges en ella para ver si así consigues aliviar el sufrimiento...pero tampoco.


Sexto, se deja de comer y de dormir. El cuerpo es sabio y sabe que estás jodido, así que te hace adelgazar lo que repercute en que la gente cuando te ve te dice: estás estupendo. Claro que a ti no te consuela porque piensas: si estupendo pero me han dejado así que tan estupendo no estaré…y hala...al bucle autodestructivo otra vez. Lo de no dormir es más putada porque por la noche eres capaz de elucubrar todo tipo de pensamientos horribles que te hacen levantarte destrozado para luchar con el hueco.


Séptimo. Empiezas a pensar que serias capaz de pagar, de cortarte un dedo, de cambiarte de ciudad, de raparte la cabeza, de llevar sandalias con calcetines, de hacerte fan de Manolo Escobar...darías cualquier cosa por poder volver…lo que fuera. Y por supuesto esta vez todo sería distinto y no cometerías los errores de la primera vez que hicieron que dejara de quererte, porque por supuesto la culpa es tuya.


Octavo. Crees que nunca jamás podrás volver a enamorarte. Es completamente imposible. Y además no tienes ganas. No quieres ni salir de casa, quieres tu sofá, tu mantita, tu helado de strawberry cheesecake, tus canciones de llorar, tus pelis de llorar y quedarte ahí hasta que te deje de doler.


Noveno, pasado un tiempo...que depende de cada uno, por fin haces caso a tus amigos y quedas con ellos o les mandas un mail y vomitas toda esa mierda que llevas macerando en tu interior desde el Dia D. Y descubres que te sientes mejor, porque tus amigos son sabios y sobre todo te quieren y han pasado por eso. Y te dicen todo lo que necesitas saber: que saben que duele un huevo, que vales muchísimo, que tienes que salir de casa y dejar la puta mantita y que aunque no te lo creas se te pasará. También te dicen que tu ex es un cabrón, hijo de puta con pintas y que no te merece y que se arrepentirá toda la vida por haberte dejado escapar porque eres un tío/a de puta madre. Y descubres el efecto terapeútico del humor negro...contra todo pronóstico, que tus amigos se descojonen de tu pena suprema, te alivia.

Diez, empiezas a curarte. Pero se tarda.


La tira es de Efe, querido podríamos dominar el mundo.

jueves, 30 de junio de 2011

300 Y LA SABIDURIA SUPREMA

Tengo una memoria acojonante y con tendencia a almacenar tonterías. Recuerdo todo tipo de datos inútiles, fechas, caras, nombres, anécdotas, momentos, historietas, multitud de chorradas. Por eso cuando no consigo recordar algo con claridad me da mucha rabia y más si es algo importante y crucial en mi vida.

¿Qué es lo que no consigo recordar? No consigo recordar la primera vez que vi 300.

No sé donde la vi, no sé con quién estaba, no sé cuando fue.

Me devano los sesos intentando recordar algo, un flash, un fogonazo, que me haga decir: ah sí...ya me acuerdo, estaba en el sofá y yo llevaba mis vaqueros mugrientos y la sudadera de NY asi que era invierno y si era invierno sería viernes y así tirando del hilo conseguir acordarme. Pero nada.

¿Por qué me da rabia no acordarme?

Porque la primera vez que ves 300 marca un antes y un después en la vida de una tía de más de 30 años. (Puede que antes también...pero voy a hablar de mi experiencia)
Cuando eres joven y tía, crees una serie de absurdeces completamente idiotas que parece que nos han implantado a todas en el cerebro o que nos hemos cosido a las bragas en nuestra más tierna adolescencia.

Cosas como:

- Se dará cuenta de que yo soy la mujer de su vida.
- Se enrolla con otra pero me quiere a mí.
- Me llamará.


Y luego la absurdez más grande de todas:

- Si un tío está muy bueno pero es idiota pierde todo su atractivo.

Dices esa chorrada y lo que es peor te la crees. Y te sientes superior en plan: yo sé lo que vale de verdad, lo importante en la vida y no todo es el físico.

Eres mema.

Los tíos sin embargo llevan la sabiduría suprema grabada a fuego en los genes:
Fulanita es tontísima pero está tan buena que da igual.

Son sabios.

Según vas cumpliendo años, vas desprendiéndote con sangre, sudor y lágrimas de todas esas ideas idiotas que traías de serie: jamás se dará cuenta de que eres estupenda, si se enrolla con otra es que pasa de ti y no va a llamarte.

Pero la idea del físico y la tontería,sigue ahí, ocupando sitio. Encuentras al amor de tu vida, vives en el planeta del amor y todo va sobre ruedas….y de repente un día ves 300.

Y todo cambia.

Ves la luz.

Tienes una epifanía.

Por eso no me acuerdo de la primera vez que vi 300. Fue tal la impresión que quedé en estado de shock y no consigo recordar las circunstancias, solo la revelación de la sabiduría suprema:

da igual que sea idiota…si estás así de estupendo…LO QUIERO

La primera vez que notas cruzar ese pensamiento por tu cabeza te quedas estupefacta. ¿Yo? ¿Yo he pensado eso? Luego eres consciente de que estas mirando fijamente la pantalla sin pestañear y que tu mandíbula inferior ha caído por su propio peso. Tienes calor, mucho calor y solo puedes pensar: Madre del amor hermoso… ¿esos tíos son de verdad? Los quiero...a todos...para mí.

Y piensas: ¿y si son idiotas?

Un flash cruza tu mente...¡¡ da igual!! ¡¡ No los quiero para hablar!! Es más... ¿a quién le importa si hablan? Los quiero.

Cuando recuperas el control de tu cuerpo te sientes vieja verde. Y dices, a ver,esto no ha podido ser. Ha debido ser un mal día, además esos tíos no existen (esto además siempre hay algún tío envidioso o alguna tía que no ha visto 300 que afirma: Eso es photoshop) y dices seguro que se me pasa.

Pero no consigues borrar de tu cabeza esas imágenes, las recuerdas y te acaloras. Para intentar curarte de lo que aún consideras una debilidad horrible, porque lo que importa no es el físico si no el interior, buscas en you tube el making off de 300.

Y vaya por Dios…¡¡esos tíos existen!! Y están así de estupendos…¡¡son de verdad!!!

Y entonces decides volver a ver la película para ver si te centras.

Y te preparas. Te sientas en tu sofá, mandas a toda tu familia a dormir, te pones una copa y le das al play.

Y ahí está.

Eres sabia.

Si un tío está estupendo da igual que sea imbécil.



PS: esta máxima solo funciona para mí con hombres de edad superior a la de pobrehermano pequeño. Más jóvenes me dan grima por muy estupendos que estén.
PS: Para mi, los mejores: de 40 y estupendos.
PS: ¡Ah si!..La peli es buenísima..incluso sale una tia buena..creo..

miércoles, 29 de junio de 2011

OTRA VEZ JUDT

De vuelta con Judt. Terminé el sábado “El refugio de la memoria” y pensaba dejarlo para el post de libros encadenados, pero me temo que iba a fagocitarme el post, así que por ese motivo y porque no tengo ganas de escribir sobre otra cosa, le voy a dedicar un post gafapasta plagado de reflexiones de garrafón.

El libro me ha encantado y ocupa la nada despreciable cantidad de 5 páginas de anotaciones en mi cuaderno de lecturas. Sólo los libros que me fascinan consiguen superar la página y media de notas.

“El Refugio de la memoria” es una recopilación de ensayos o artículos que funcionan como una especie de testamento vital de Judt. Encerrado en un cuerpo que ya no le responde pero con la cabeza perfectamente lúcida, reconstruye su pasado y sobre esos recuerdos va a haciendo unas brillantísimas reflexiones sobre muchos temas: la infancia, la educación, el poder del lenguaje, viajar, las mujeres, la enseñanza, las revoluciones, su relación con Israel, el significado de ser judío..etc.

Judt escribe con inteligencia, con ironía, con conocimiento, con paciencia, con crítica y autocrítica, con humor. A Judt se le lee con placer. Cuando llegas al final de un capítulo, levantas la vista del libro y dices: cuéntame más, sigue hablando. Tiene una cabeza increíble, una capacidad de argumentación impresionante y una inteligencia brillante. Y en este libro además, es accesible para todo el mundo, es entretenido y ameno. Te engancha y te fascina.

Como a lo mejor creéis que soy una exagerada y que me invento cosas cegada por un ataque de gafapastismo culturetas, me lo voy a currar y voy a copiar algunas cositas de las que cuenta en su libro.

Antes de nada, todas estas reflexiones las hacía por la noche cuando estaba ya muy enfermo. Le acomodaban en la cama, en una postura que no le doliera mucho porque él era incapaz de moverse y se enfrentaba a horas de insomnio en soledad. Judt dedica esas horas a bucear en sus recuerdos y a ordenarlos para a la mañana siguiente poder dictarlos. Para no olvidar todas esas ideas y pensamientos recurre a una regla nemotécnica, recuerda un chalet suizo donde pasó unas vacaciones con sus padres. Realiza recorridos mentales por la casa, y va colocando los recuerdos en las distintas habitaciones y rincones para a la mañana siguiente realizar ese mismo recorrido mental recuperando los pensamientos nocturnos.

“Las noches improductivas son frustrantes de un modo casi físico. Desde luego no puedes decirte: “Vamos deberías estar orgulloso por el siempre hecho de haber conservado tu cordura, ¿dónde está escrito que, además, tuvieras que ser productivo? Y, sin embargo, siento cierta culpa por haberme rendido al destino tan fácilmente. ¿Quién podría hacerlo mejor en tales circunstancias? La respuesta es, naturalmente, “un mejor yo” y es sorprendente lo a menudo que desearíamos ser una versión mejorada de nuestro yo actual, aún siendo plenamente conscientes de lo difícil que ha sido llegar hasta donde estamos”.

En el capítulo titulado “Austeridad” habla sobre su infancia en la posguerra inglesa, el concepto de austeridad tanto de en los usos como en las maneras políticas. De ahí parte a comparar lo que distingue a los políticos que reconstruyeron el mundo después de la II Guerra Mundial con lo que tenemos ahora…

Attlee fue un representante ejemplar de la gran época de reformadores eduardianos de clase media: moralmente serios y ligeramente austeros. ¿Quién de entre nuestros actuales líderes pretendería acreditar lo mismo, o incluso comprenderlo?
La seriedad moral en la vida pública es como la pornografía: aunque difícil de definir, sabes que lo es cuando la ves. Describe una coherencia entre intención y acción, una ética de responsabilidad política. Toda política es el arte de lo posible. Pero el arte también tiene su ética
”.

La abundancia de recursos que dedicamos al entretenimiento solo sirve para escudarnos frente a la pobreza del producto: lo mismo que en política, donde la cháchara incesante y la retórica grandilocuente enmascaran una profunda vacuidad.




Lo contrario de la austeridad no es prosperidad sino luxe et volupté. Hemos sustituido utilidad pública por comercio sin límites, y no esperamos de nuestros líderes aspiraciones mayores. 60 años después de que Churchill solo pudiera ofrecer “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, nuestro muy señor presidente de la guerra – a pesar del hiperventilado moralismo de su retórica- no podía pensar en nada mejor en el despertar del 11 de septiembre de 2001 que en pedirnos seguir de compras. Esta visión empobrecida de la comunidad – “unidos” en el consumo- es todo lo que nos merecemos de los que ahora nos gobiernan. Si queremos mejores gobernantes tendremos que aprender a pedir más de ellos y menos para nosotros. Un poco de austeridad estaría bien
”.

Aquí reparte para todos y tiene muchísima razón.

¿Qué más? Judt habla en otro capítulo sobre educación y meritocracias. Analiza las reformas educativas llevadas a cabo en UK desde los años 60 encaminadas a promover supuestamente la “igualdad”.

Las universidades son elitistas: les concierne seleccionar a la promoción más capaz de una generación y educarla en esa capacidad, forzando una renovación de la elite y rehaciéndola consecuentemente. Igualdad de oportunidades e igualdad de resultados no son la misma cosa. Una sociedad dividida por la riqueza y por la herencia no puede corregir esa injusticia camuflándola en las instituciones educativas- negando diferencias de capacidad o limitando posibilidades selectivas-, mientras en nombre del libre mercado favorece una diferencia entre ricos y pobres que aumenta de manera constante. Eso es mera jerga e hipocresía.”

No se puede decir mejor. “Igualdad de oportunidades e igualdad de resultados no son la misma cosa”. Judt habla de las universidades pero aquí es igual en el colegio. ¿Que estupidez es esa de no poner 0 a los niños para que no se frustren? ¿Qué tontería es aprobar por aprobar para que no se queden atrás y no tengan un trauma? Que lo tengan y se frustren y vean que como no se esforzaron no consiguen lo mismo que los que si hicieron ese esfuerzo. A mi es que me parece tan de cajón que me exaspero. Descerebrados profesores que me leéis...ya sabéis que estoy con vosotros...sois unos héroes.

Y por último un párrafo que al leerlo me recordó a Oz y su libro “Contra el fanatismo”.

A diferencia del desaparecido Edward Said, creo que puedo comprender e incluso sentir empatía con los que saben qué significa amor a un país. No considero esos sentimientos incomprensibles, simplemente no los comparto. Pero, con el tiempo, esas lealtades fieramente incondicionales – a un país, a Dios, a una idea o a un hombre- han llegado a aterrorizarme. La fina capa de la civilización reposa sobre lo que bien podría ser una fe ilusoria en nuestra humanidad común. Pero ilusoria o no, haríamos bien en aferrarnos a ella. Ciertamente, es esa fe- y las restricciones que impone a la mala conducta humana- la que debe anteponerse en tiempos de guerra o de malestar social.”

Y todo esto lo escribió postrado en una cama, sin poder moverse, con picores de nariz que no podía aliviar por si solo mientras todos nosotros dormíamos como benditos.

Hay que leer a Judt.

He encontrado este enlace a una entrevista en la que habla de " EL olvidado siglo XX" otro de sus libros.

martes, 28 de junio de 2011

LPDR: 40. La crónica para los ausentes

Queridos integrantes de la panda que no pudisteis acudir al magno evento. Ya os lo digo, no os habéis perdido nada. Como siempre, todo horrible. Mal organizado, aburrido, poca bebida, poca comida, sin conversación…en resumen una pesadilla de fin de semana.

Como a lo mejor no os lo creéis os voy a contar como ha sido para mí, la versión de los demás me temo que os la perderéis porque no tienen blog.

Para empezar el sitio que había buscado Julito digamos que pillaba un poquito a trasmano. A mí me tocó ir con dos ingenieros, el mío y el otro. Recuperé el placer de ir de viajar en el asiento de atrás sin ir embutida como en la ruta del curro. De la conversación no participé mucho porque no sé nada de “pinos escayolados”, “encinas preparadas”, “caza con hurones” ni “hectáreas de sotobosque”.
Intenté reconducir la conversación hacia cosas frívolas y divertidas pero pasaron olímpicamente de mí. Disfruté del paisaje, la provincia de Palencia en la zona de Cervera es espectacular de bonita y la subida al puerto de PiedrasLuengas y la bajada es una pasada…aunque eso sí, hay tantas curvas iguales que te sientes un poco Bill Murray en el día de la marmota.

El ingeniero conducía y para el final del viaje digamos que estaba un poquito hasta los huevos. Ya le conocéis no se cabrea nunca pero cuando lo hace:

A Julito nada de decirle que qué bonito es esto, hay que decirle que esto está a tomar por culo”.

Julito por su parte nos llamaba a cada rato. No por amor ni preocupación, si no porque nosotros llevábamos la cena y los que ya estaban por allí estaban atacando los sobaos del desayuno.

Por fin llegamos y ya sabéis, a comer y beber como si no hubiera mañana. Todo tipo de bueneces (lástima de pizzas porque no había horno) y luego copas, chocolate, pipas y derivados del petróleo saborizados. Las mismas conversaciones de siempre con los mismos chascarrillos de los que llevamos descojonándonos mil años. Y no os lo vais a creer...volvieron a contar la anécdota de Parla y Tomás Gómez y el bombero no se la sabía.

Ah sí, vino el bombero. Ya sé que no viene nunca pero esta vez sí vino. Y os lo digo, menos mal que no habéis venido, se os habría caído un mito como a mí. Un bombero, un tío aventurero, de esos de hacer cosas de peligro y salvar vidas y molar mil. Pues agarraos…hablando de lo de las canoas del día siguiente dice: “yo es que lo que no soporto es llevar el culo mojado”…

…lo sé, lo sé…una revelación durísima. Un tío duro que se va a trepar por el Himalaya y salva gatitos y ancianitas…y no puede llevar el culo mojado. Os lo digo, si lo llego a saber no voy. No se puede jugar con los mitos de la gente así, desmontándolos en un abrir y cerrar de ojos.

¿Y el sábado? Pues ya sabéis desayuno como en un hotel...el ingeniero hasta cortó fruta y todo. Oh y casi se me olvida. Como habíamos llegado de noche cerrada, la casa rural podía haber estado perfectamente en medio de un basurero porque la montaña está muy bien...pero os lo digo, de noche no se ve nada. Pero el sábado…casi me da un colapso al abrir la ventana del cuarto y ver esto…¡¡esto se avisa!!

Eso sí, el ingeniero me dijo: no te vayas a emocionar y a decirle a Julito que esto es precioso. Lo que hay que decirle es que está a tomar por culo.

Y puestos a poner pegas, pues la verdad...con esas vistas te sentías un poco Heidi. ¿Hay algo peor que sentirse como una huerfanita absurda que dice “Pichii, Pichiii” mientras corre descalza por un prado? Si, si...lo sé...un bombero que no se quiere mojar el culo.

Luego a las canoas, ya sabéis el plan excusa para irnos al quinto pino a chuzarnos. Para empezar y como siempre, Julito dijo que en media hora larga estaríamos allí y ¿sabéis qué? otra vez era mentira, al llegar al destino me había crecido el pelo de lo que habíamos tardado.

Lo de las canoas estuvo divertido, la verdad. Una vez que asumes lo ridículo de la situación, claro. Llevas una pinta infame con un chaleco salvavidas canijo para bajar por un rio que no cubre más de medio metro en la mayor parte del descenso. Llevas un bidón blanco donde tienes que meter tus pertenencias más valiosas e imprescindibles para ese descenso de aventura, a saber...la camiseta, los pantalones, el agua, la cartera, y las llaves del coche. Hay que asumir que cada vez que lo abras, tu pareja…ingeniero...te va a decir: cierra bien. Y luego hay que asumir la regresión al más fabuloso infantilismo que vas a tener en el momento en que te encuentres con la canoa en el agua.

Dar gracias a Dios que os habéis ahorrado el espectáculo de vuestros amigotes haciendo el gañán con las piraguas. Tíos de 40 palos, con canas, padres de familia numerosa…jugando a los coches de choque con las canoas, jugando a salpicarse, picándose por ver quién gana, empujándose a las ramas….en fin…bochornoso y aburridísimo como podréis imaginar.

Cuando empezaron a dar muestras de agotamiento quisieron parar a bañarse. El descenso eran 12 km y se me ocurrió preguntar cuánto llevábamos...lo bueno de ir con ingenieros es que calculan distancias: “1 km y medio como mucho”, me dijeron. Pero claro, tanto hacer el gañán estaban exhaustos.

El baño…en fin…no os digo nada...pero... ¿sabéis que el agua fría encoje, no?..Pues la del rio estaba más allá del concepto frio. Eso sí…nos bañamos todos…con dos cojones.

Luego resultó que en los bidones blancos aparte de nuestras posesiones más preciadas había también comida. Si, si...pero no os emocionéis: un bocadillo de queso, una manzana y una corbata de Unquera. 3 alimentos que apetecen siempre muchísimo y que apenas hacen bola, ni dan sed.

Con fuerzas renovadas emprendimos los últimos 6 km. Estuvo bien pero tampoco os penséis que fue nada del otro mundo...un rio increíblemente bonito, peces a mogollón, el bosque llegando hasta la orilla, el cielo azul, el sol brillando, una mama pato con sus patitos, el sol brillando…Y 8 canoas con 15 energúmenos haciendo el gañán. Lo que os digo, un horror.

Al terminar las canoas, tuvimos que irnos a la playa. Creo que era muy bonita, yo no la vi bien porque me empezaron a llorar los ojos. La cosa fue que empezaron y ya no pararon en 4 horas y parece que no, pero duele un huevo llorar sin querer. Lloraba con Candy Candy…con lágrimas rodando por mi cara sin parar, hubiera molado si no fuera por el dolor insoportable.

Aún así, no os creáis que me quejé. Me porté como una campeona y disimulé muchísimo, para eso sirven las gafas de sol. Fui a la playa, bajé la cuesta casi a ciegas, me bañé en el mar con las sabias palabras de molimadre en mi cabeza “el agua de mar es buenísima para todo”, intenté dormir en la toalla, fui un prodigio de discreción y sufrimiento silencioso.

Al final sin embargo, se demostró que los ingenieros son gente astuta y me dijeron: haz el favor de irte a urgencias.

Incluso mi ingeniero se acojonó y decidió no obviar los síntomas. Me llevó al médico y resulto que me había quemado los ojos con el sol. Ese que brillaba tanto. Y sí, llevaba gafas y sí, son buenas y sí, había otros sin gafas a los que no les pasó…

Aún así y como soy una tía con las prioridades claras, esa noche me mediqué y luego me tomé unos gintonics. Eso sí, también soy una tía prudente y la caminata a la solanera que se pegaron al día siguiente, me la ahorré. Sé que vosotros hubiérais hecho lo mismo.

En fin, no os habéis perdido nada y por supuesto os hemos echado muchísimo de menos, cabrones.

Para Santos y Pit.