
La niña Melones empezó a sufrir unos dolores, picores, escozores en el pecho la mar de desagradables. La niña fresa no los sufría pero hacía como que sí, no quería ser menos.
Un día, Melones se despertó y descubrió con horror que tenía peras, unas peras enormes a sus ojos. Abrió el armario y cogió la camiseta más holgada que encontró, se la puso y desarrollo una manera de caminar con los hombros adelantados con respecto al cuerpo y chepa proyectada hacía detrás. Con este astuto ardid, intentaba en vano que su más que palpable desarrollo mamario pasara desapercibido. Por supuesto, no lo consiguió. El rumor de que tenía pechos se propagó como la pólvora:
- ¡Melones tiene tetas!
Descubrió que sus amigos sentían más curiosidad por ver sus nuevos pechos, que por cualquier cosa que ella pudiera decir, incluidos resultados deportivos, secretos inconfesables o declaraciones de amor.
Lo más peligroso y qué no vio venir, fue su madre. La cogió de los pelos y la llevó a un gran almacén: hay que comprar sujetadores.
Allí la sometió a una nueva humillación pública, contándole a la dependienta pormenorizadamente cómo había sido su intento patético de esconder lo evidente: imagínese, hecha un fantoche todo el día, con la camiseta colgando, así que a ver si puede decirme que talla necesita y blablablá. Melones casi sufre un desmayo cuando la dependienta tuvo a bien, manosearle sus recién adquiridos pechos para detectar la talla conveniente: 95D.
Ohhh..Palabras mágicas, que acompañarían a Melones toda la vida.
¿Dónde se quedó Fresas?
Fresas, fingía dolor de pecho, pero eso no consiguió que le salieran peras. Esperó años y finalmente consiguió unas pequeñas protuberancias que le parecieron claramente escasas.
Para paliar este efecto, hizo dos cosas: ponerse camisetas ajustadas que por lo menos resaltaran algo e ir con su madre a sufrir humillación pública. “mire, con la edad que tiene, y sólo ha desarrollado este pecho, la he llevado al médico, pero ha debido salir a la familia de su padre, el caso es que necesitamos algo con relleno claro”. Por supuesto no se libró de ser magreada por la dependienta. Que dijo: 85 A y mejor con foam.
Ohhh..Palabras mágicas que acompañarían a fresitas toda la vida.
Nota: la humillación pública por parte de la madre es inevitable, sea la talla que sea.
Así, las dos niñas llegaron a conocer el maravilloso mundo de los sujetadores/sostenes. No sabían el mundo de posibilidades ilimitadas que se abría ante ellas. Estaban perplejas. No sabían qué hacer, pero se encontraron con la bruja de los sostenes que les dio unos sabios consejos:
Primero y muy importante. Lo que define cuanto pecho tenéis no es el número, sino la letra. Esto es, si sois Bimba Bose,un machirulo con unas espaldas de armario ropero..tendréis una 100 A. Si sois Pamela Anderson anoréxica y podéis tener una 90 D. La letra da el volumen de teta, hablando claramente. Este es un conocimiento secreto que los tios no adquieren, para ellos el número lo es todo, así que cuanto más alto mejor.
La percepción que tenéis de vuestro propio pecho es siempre mala. Acostúmbraos
El pecho se cae. Pretender que eternamente vuestros pezones apunten a los ojos (en el hipotético caso de que lo hayáis conseguido alguna vez) es físicamente imposible. Conseguir que no terminen mirando para abajo es tiempo perdido. La única manera de conseguirlo es cirugía, photosop y tumbaos boca arriba. Si tenéis mucho pecho, puede que tumbada tampoco lo consigáis y se os dispersen a los lados.
No todos los tipos de sujetadores sexys de los catálogos sirven para todo el mundo. El modelo balconett, que queda chuli, chuli en las fotos no es práctico si tenéis algo más que mandarinas medianas: desborda. Eso sí, te lo puedes poner, encajártelo, contener la respiración, apoyarte en el quicio de la puerta y decir: ¿qué te parece cariño?...nada más. Cualquier otro movimiento hará que se os salgan las peras.
Si tenéis menos pecho, la lencería sale más barata. Podéis poneros cualquier cosa, cualquier cosa sujetará. Una mierda de tela con un Hello Kitty será suficiente, medio cm de tela con Betty Boop será ideal. Si tenéis más, olvidaos, esas monadas solo las podéis comprar si vais la vais a usar tumbadas en la cama o de bufanda.
Si vais a correr, saltar, brincar, montar en bici y cosas por el estilo, mejor algo tipo corsé de la abuela, sino queréis que os lleguen a las rodillas. Si sois cóncavas podéis prescindir de este consejo.
El encaje pica.
Ellos jamás sabrán quitároslo. Espabilad y hacedlo vosotras.
Si tenéis pecho, el relleno no es tu amigo, a no ser que queráis que anuncie vuestra llegada antes. Si por el contrario, sois cóncavas, al revés...el relleno será vuestro masmejor amigo. No os preocupe que sea engañar un poquito, para cuando lo descubran les dará igual.
Tengas o no tengas, cuando te preñes verás tu piel estirarse hasta límites fuera de la razón humana. Las monerías que no sujetan no son buena idea si quieres que luego quede algo que recuperar.
Los sin tirantes no sirven de cinturón. No, para sujetar si eres convexa tampoco.
Los tirantes de silicona NUNCA son transparentes.
Hay que tener sujetadores color visón. Da igual lo que los tíos digan
Y por último, si os operáis, que sepáis que las tetas de mentira están frías y no gustan.
Y armadas con estos sabios consejos partieron rumbo a la vida de la sujeción tetil.
Como el texto es claramente deficiente, espero que a la mitad de los descerebrados les compense la foto.