
Pero no quería hablar de eso, quería hablar de lo bien vestidos que van en esa película. Ellos van impecables, a todas horas. Con traje, con chaleco, con smoking, con sombrero, de uniforme. Limpios y aseados. Ingrid Bergman va un poco monjil, pero era la época y cómo tiene esa cara de buena ni te fijas.
Ahora ya no es así, no sólo porque la moda de las tías ya no es monjil sino que se inclina más por el modo putón, sino porque ha llegado un momento en que cómo todos somos tan guays, tan libres y tan “ porque yo lo valgo”, resulta que se puede ir hecho un auténtico desastre a cualquier sitio y en cualquier circunstancia porque “ es lo que yo quiero” y “ yo valgo lo que valgo independienteme de lo que me ponga”.
Bien, pues no es verdad. El mundo es injusto, los Reyes son los padres, el Ratón Pérez no existe y si te dicen “ te veo más saludable” es que estás como una foca. Es así, este mundo es así. Y si te presentas a una entrevista de trabajo con un vaquero zarrapastroso y unas zapatillas de deporte mugrientas, la gente no piensa “ como vale este chico” sino “ joder, que poco interés tiene que seguro que ni se ha cambiado los calcetines”.
No soy una pija, ni una tia elegante ni voy de punta en blanco todo el día. Mis mejores compras de este año han sido en el Zara de Chinos que hay debajo de mi casa, pero sé que cómo tengo que ir vestida dependiendo de a donde vaya.
En mi curro de colocación de libros por colores, los jefes van de traje. Yo que estoy cerca del jefe supremo vengo vestida decentemente. No me trepo en unos tacones de 14 cm, ni me pongo medias de rejilla ni me levanto antes para secarme el pelo y arreglarme como si fuera de boda, pero voy vestida con pinta de “ tengo un trabajo importante”. Es mentira, pero lo parece y la gente cree que mando más de lo que mando.
En mi curro hay muchos técnicos que cuidan los libros de colores y su adecuada colocación. Me parece perfecto y además correcto que no vayan de traje. Es incómodo y no están de cara al público, no se les ve, son como los curris. Hacen su trabajo en salas secretas, van y vienen por los pasillos cumpliendo con su tarea. Es estupendo que vayan en vaqueros y camiseta, pero de ahí a llevar pantalones piratas con chancletas de playa, camisa hawaina y melenón al viento va un mundo. Es más, ¿ no se da cuenta la gente de que si eres el jefe de los curris y vas vestido como Gerogi Dann todo el mundo pensará que eres un mindundi y que tu trabajo lo puede hacer cualquiera? Para eso sirve ir vestido limpio.
Por supuesto cosas como enseñar los calzoncillos, el tanga o llevar camisetas enseñando el sujetador me parecen asquerosas. ¿ Porqué tengo que ver tu ropa interior? ¿ te enseño yo mis caries? ¿ qué va a ser lo próximo? ¿presentarme a tus pelotillas del ombligo?
Cuando le comento a alguien en mi curro que va vestido de angustia, muchas veces me dicen: si quieren que venga elegante que me paguen la ropa. Serás imbécil, las zapatillas espantiformes que llevas, pregonando que eres un esclavo de la marcas, te han costado tanta pasta que sería el equivalente a ropa decente para un año, así que no me vengas con sandeces.
Estoy a favor de la ropa cómoda, vieja y que te sienta fatal pero con la que estás a gusto. Ya lo conté en otro post pero tengo una sudadera mugrienta de NY que me pongo para estar en casa y que sólo si me quieres mucho no te da asco. Tengo otra aún peor pero sólo me la pongo cuando estoy sola o con mucha resaca.
Ahora ya no es así, no sólo porque la moda de las tías ya no es monjil sino que se inclina más por el modo putón, sino porque ha llegado un momento en que cómo todos somos tan guays, tan libres y tan “ porque yo lo valgo”, resulta que se puede ir hecho un auténtico desastre a cualquier sitio y en cualquier circunstancia porque “ es lo que yo quiero” y “ yo valgo lo que valgo independienteme de lo que me ponga”.
Bien, pues no es verdad. El mundo es injusto, los Reyes son los padres, el Ratón Pérez no existe y si te dicen “ te veo más saludable” es que estás como una foca. Es así, este mundo es así. Y si te presentas a una entrevista de trabajo con un vaquero zarrapastroso y unas zapatillas de deporte mugrientas, la gente no piensa “ como vale este chico” sino “ joder, que poco interés tiene que seguro que ni se ha cambiado los calcetines”.
No soy una pija, ni una tia elegante ni voy de punta en blanco todo el día. Mis mejores compras de este año han sido en el Zara de Chinos que hay debajo de mi casa, pero sé que cómo tengo que ir vestida dependiendo de a donde vaya.
En mi curro de colocación de libros por colores, los jefes van de traje. Yo que estoy cerca del jefe supremo vengo vestida decentemente. No me trepo en unos tacones de 14 cm, ni me pongo medias de rejilla ni me levanto antes para secarme el pelo y arreglarme como si fuera de boda, pero voy vestida con pinta de “ tengo un trabajo importante”. Es mentira, pero lo parece y la gente cree que mando más de lo que mando.
En mi curro hay muchos técnicos que cuidan los libros de colores y su adecuada colocación. Me parece perfecto y además correcto que no vayan de traje. Es incómodo y no están de cara al público, no se les ve, son como los curris. Hacen su trabajo en salas secretas, van y vienen por los pasillos cumpliendo con su tarea. Es estupendo que vayan en vaqueros y camiseta, pero de ahí a llevar pantalones piratas con chancletas de playa, camisa hawaina y melenón al viento va un mundo. Es más, ¿ no se da cuenta la gente de que si eres el jefe de los curris y vas vestido como Gerogi Dann todo el mundo pensará que eres un mindundi y que tu trabajo lo puede hacer cualquiera? Para eso sirve ir vestido limpio.
Por supuesto cosas como enseñar los calzoncillos, el tanga o llevar camisetas enseñando el sujetador me parecen asquerosas. ¿ Porqué tengo que ver tu ropa interior? ¿ te enseño yo mis caries? ¿ qué va a ser lo próximo? ¿presentarme a tus pelotillas del ombligo?
Cuando le comento a alguien en mi curro que va vestido de angustia, muchas veces me dicen: si quieren que venga elegante que me paguen la ropa. Serás imbécil, las zapatillas espantiformes que llevas, pregonando que eres un esclavo de la marcas, te han costado tanta pasta que sería el equivalente a ropa decente para un año, así que no me vengas con sandeces.
Estoy a favor de la ropa cómoda, vieja y que te sienta fatal pero con la que estás a gusto. Ya lo conté en otro post pero tengo una sudadera mugrienta de NY que me pongo para estar en casa y que sólo si me quieres mucho no te da asco. Tengo otra aún peor pero sólo me la pongo cuando estoy sola o con mucha resaca.
Me parece bien que si estás en tu casa estés con el pelo recogido con cinta aislante, calcetines con agujeros y unos pantalones tan anchos que quepan 3 tios dentro. Perfecto. Es más, me incomoda cuando vas a ver a alguien a su casa y te recibe vestido de Príncipe de Zamunda, vas a recoger un libro y te abren la puerta con oro y armiño. Pero lo mismo, estás en tu casa y cómo si quieres disfrazarte de caballero de la mesa cuadrada.
Me repatea sin embargo la gente que aparece en una boda en pantalón corto y camiseta. “ Es que soy así, a mi amigo no le importa”. Vamos a ver, tu amigo te quiere, aunque ahora cuando te ha visto aparecer con esa pinta lamenta amargamente no haber perdido el contacto contigo hace mil años. El caso es que te quiere y prefiere que estés en su boda, aunque sea para abochornarle, a que no estés, por eso tolera que vayas hecho un adefesio, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que no te habría costado nada ponerte un pantalón y una camisa..no digo ya corbata, que vale que es un coñazo, pero vamos, una camisa, no creo que tu libertad y buen rollismo sean tan frágiles como para romperse si llevas algo con cuello.
En el otro extremo está el “me visto al cuadrado y así parezco más”. Esta tendencia causa furor en los toros en la Feria de San Isidro. Ayer estuve otra vez. A los toros en Madrid durante toda la temporada van 4 aficionados y autobuses de japos, pero en San Isidro se llena de gente aparentando. Tías neumáticas peliteñidas y enjoyadas que no tienen ni idea de lo que van a ver, pero que van porque está de moda. Bien, pues a ti, loro que tenía sentada detrás ayer y que no callaste ni medio minuto en toda la corrida ( que toro más grande, ¿ y quien es su novia?, ¡cómo brilla el traje!, ¡ Ay pobrecito torito!), desde aquí te digo que no tienes ni idea de toros y que al tío que iba a contigo no te lo beneficias ni de coña. Cuando te fuiste al baño dijo: en qué momento se me ocurrió traerme a esta tía.
Me dí la vuelta y le dije: eso digo yo.
Me repatea sin embargo la gente que aparece en una boda en pantalón corto y camiseta. “ Es que soy así, a mi amigo no le importa”. Vamos a ver, tu amigo te quiere, aunque ahora cuando te ha visto aparecer con esa pinta lamenta amargamente no haber perdido el contacto contigo hace mil años. El caso es que te quiere y prefiere que estés en su boda, aunque sea para abochornarle, a que no estés, por eso tolera que vayas hecho un adefesio, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que no te habría costado nada ponerte un pantalón y una camisa..no digo ya corbata, que vale que es un coñazo, pero vamos, una camisa, no creo que tu libertad y buen rollismo sean tan frágiles como para romperse si llevas algo con cuello.
En el otro extremo está el “me visto al cuadrado y así parezco más”. Esta tendencia causa furor en los toros en la Feria de San Isidro. Ayer estuve otra vez. A los toros en Madrid durante toda la temporada van 4 aficionados y autobuses de japos, pero en San Isidro se llena de gente aparentando. Tías neumáticas peliteñidas y enjoyadas que no tienen ni idea de lo que van a ver, pero que van porque está de moda. Bien, pues a ti, loro que tenía sentada detrás ayer y que no callaste ni medio minuto en toda la corrida ( que toro más grande, ¿ y quien es su novia?, ¡cómo brilla el traje!, ¡ Ay pobrecito torito!), desde aquí te digo que no tienes ni idea de toros y que al tío que iba a contigo no te lo beneficias ni de coña. Cuando te fuiste al baño dijo: en qué momento se me ocurrió traerme a esta tía.
Me dí la vuelta y le dije: eso digo yo.