- ¿Qué hay?
- Sandwich de jamón y queso y un vaso de leche con Nesquick.
- Yo no me lo como, no me gusta.- dice el enano de 6 años que tengo invitado en casa.
- ¿Perdona?
- Que no me gusta y no me lo como.
La madre del enano me dice: Es que no le gusta el jamón de york ni el queso, solo chorizo. ¿ Tortilla para la cena? No, tampoco come..mejor dale salchichas.
Yo quiero matar a la madre del churumbel.
Cuando tienes un churumbel, puede que duerma mucho o poco, puede que sea muy movido o un pachorras, puede que grite mogollón o sea silencioso y puede ser un buen comedor o puede resultar que la comida le sea completamente indiferente. Esto es así. Es la naturaleza de cada uno y no te queda más remedio que acostumbrarte y vivir con ello.
Lo que no puedes hacer es permitir que tu churumbel solo coma lo que sale de las narices, cuando le sale de las narices y cómo le salga de las narices. Perdón, puedes permitirle todo eso si juras sobre lo más sagrado que tengas que jamás lo dejarás a comer en casa de ningún familiar, ni el comedor del colegio, ni lo llevaras a un restaurante. Si sólo tú vas a convivir con el pequeño tirano alimentario que has creado, por mí como si lo alimentas de alpiste y lacasitos.
Los niños aprenden a comer igual que aprenden a hablar, andar, vestirse, leer, multiplicar o escribir. Y aprenden porque alguien les enseña y TACHÁNNNNN...tú eres el maestro, tu eres Yoda...tienes que enseñarles a comer. Y sí, es un puto coñazo y sí crea mucha frustración y sí, ellos no saben lo cerca que están de la muerte cuando ponen a prueba tu paciencia con el tema de la comida.
Pero no queda más remedio.
Para empezar los niños quieren comer las cosas que les gustan, como todos. Por alguna razón evolutiva muy compleja y que se escapa de mis conocmientos científicos: la pasta, el arroz, las patatas, el pollo, los yogures y el chocolate suelen ser plato de gusto para todos. Los niños además, no tienen la conciencia de la "comida sana" dando por culo y tampoco se aburren por comer todos los días lo mismo. Una rutina de pasta, arroz, sopa, pollo y patatas les parece el colmo del placer gastronómico. El gusto por la sorpresa gastronómica no viene de serie...hay que adquirirlo.
Tú, que eres su progenitor, eres adulto ( en teoria) y tienes conciencia de lo que es una buena dieta ( en teoria, también) tienes la obligación de enseñarles a comer más cosas. Y cuesta mucho, por distintos motivos:
1.- A ti te flipa la pasta, el arroz, las patatas y el pollo. A pesar de que eres consciente de como esa comida atora tus arterias e infla tus michelines, esa comida te encanta y si te aseguraran que no engorda ni es mala para la salud te alimentarias solo de esas cosas.
2.- Esas comidas se preparan facilmente. Se prepara tan facilmente que está comprobado que 8 de cada 10 padres que se quedan con sus churumbeles en ausencia de la madre optan por darle alguno de esos platos.
3.- Esas comidas elevan tu popularidad como padre. Y es dificil resistirse a ver sus caritas iluminadas cuando dices: Macarrones y ellos gritan: Siiiiii...mi comida favorita. A lo mejor alguien piensa que los estás comprando..pero noooo...que va.
4.- Si les das sus platos favoritos la hora de finalización de la comida no se acercará peligrosamente a la hora de comienzo de la merienda. Y la hora de la cena no acabará contigo llorando encima de la mesa porque te quieres ir a acostar para dormir un par de horas antes de ir a currar.El ahorro de tiempo es una prioridad, todo el mundo lo sabe.
En resumen, un niño que come solo lo que le da la gana, es feliz y lo que es más importante hace las comidas familiares entrañables y no perturba la relación de pareja de sus progenitores.
Y si todo son ventajas...¿ por que no se puede hacer eso?
Porque no. El mundo es un sitio horrible y tienes que enseñar a tus niños a comer de todo. Por supuesto algunas cosas les gustarán más y otras menos y algunas no les gustarán jamás, pero no puedes consentir que ellos elijan el menu y sobre todo que decidan no comer algo sin haberlo probado. Al que no se ha reproducido seguro que esta tarea no le parece para tanto...a los que si se han reproducido saben que es una tarea de titanes como te toque un hijo "tiquismiquis" con la comida.
Pasos a seguir:
1.-Como ya he dicho antes, el gen de la sorpresa gastronómica no viene de serie. Los niños no consideran la novedad culinaria como un valor positivo. A la pregunta ¿ Qué hay de comer? Esperan una respuesta conocida, habitual y que les inspire confianza: macarrones, sopa, pollo con piel ( asi se llama en molicasa el pollo empanado..desconozco la asociación de ideas que llevó a M a poner este nombre), arroz con tomate.
Si la respuesta es: mejillones.
Su contestación será en un 98 % de los casos: Yo no quiero.
Otro 2 % contestará algo como: ¿ y para nosotros? Confiando en que los mejillones sean una comida especial de mayores y para ellos haya macarrones, sopa, pollo o salchichas.
Un porcentaje residual de churumbeles apelaran a sus enfermedades..."¿ eso me da alergia?"
2.- Presentación del plato. Seamos sinceros un plato de macarrones con tomate dice " cómeme" , una lasagna dice " soy apetitosa, con mi besamel, mi queso gratinado", el arroz dice " soy tu amigo, ya sabes a que sé"...son platos amigables. Unos mejillones dicen: ´tengo cocha, soy feo y además le tengo aprecio a mi concha...no me arranquesssss. Unas judias verdes dicen: soy verde...le gusto a tu madre, soy saludable y me dan de comida en los hospitales. Obviamente no hay color, los hidratos de carbono son unos maestros en el manejo de la imagen, los demás alimentos están a años luz de su dominio del marketing.
Ante la llegada del plato a la mesa, un 98 % de los usuarios dira: ¡¡Qué asco!!! u otras variantes más onomatopéyicas como "puaghhhhhhh" con una falsa arcada.
Un 2 % insitirá en el " No me lo pienso comer"
Y un porcentaje residual dirá algo como..." ¿seguro que no me da alergia?...creo que ya me pica".
3.- Inspiración profunda. Posición de batalla. Sincronización de relojes. Acopio de toda la paciencia que sea posible acumular.
A ver, nunca lo habéis probado..asi qu eno sabéis si os gusta o no. Lo tenéis que probar antes de decir que no os gusta.- Primero un acercamiento amigable.
Y si no nos gusta ¿nos lo perdonas?.- son astutos, hay que estar alerta.
No. Si no os gusta, os lo tenéis que comer todo, pero ya no os lo daré más.- Por supuesto, es mentira..pero esto es la guerra y vale todo.
El enemigo valora el trato.
Un 98 % lo probara con mucho resquemor diciendo " solo un poquito. Un trozo pequeño"...se lo meterá en la boca como si fuera cianuro o un saltamontes vivo y empezará a masticar con la firme convicción de decir que no le gusta, aunque le guste. Y le gusta...asi que dice algo como: mmm...no está tan malo. Esta parte del enemigo está vencida..puede despreocuparse de él. Se lo comerá todo y lo que es mejor asimilará este alimento a su lista de comidas tolerables. Con el tiempo puede incluso alcanzar el status de hidrato de carbono e incluso llegar a la lista de "comidas favoritas".
Es el triunfo de lo que viene siendo el proceso educativo conocido como enseñar a comer. Un plato nuevo llega, provoca desconfianza, se supera esa desconfianza y se adquiere el hábito de probar cosas nuevas y se aprende a comer de todo.
El porcentaje residual tomará la comida con mucha preocupación...se observará a ver si nota algún síntoma de alergia y ante la comprobación de que puede sumar un nuevo alimento a su restringida dieta...sonreirá y dira: me gusta.
El 2 % tocacojones dira: No me lo pienso comer.
Y es ese 2 % con el que hay que luchar. Es un mico, tiene 2 ó 3 ó 4 años y tiene que aprender a comer. Va a ser agotador, una batalla y una lucha. Puedes enfrentarte a él con constancia: no te levantas de aqui hasta que te lo comas. O vencerlo a base de pasar hambre: esto es lo que hay, o te lo comes o no comes nada.
Lo que no puedes hacer es decirle: Muy bien rey..¿ qué quieres que te prepare?
Por supuesto, esta es la opción fácil, la que hace que tu hijo te mire con carita de amor y la que te ahorra tiempo, sudor y lágrimas..pero no le puedes decir eso, porque tu rey es un canijo, porque no sabe si le gusta o no, porque tiene que aprender a comer de todo y sobre todo porque no puedes enseñarle que la vida gira en torno a lo que a él le apetece o no le apetece.
Esta opción es el triunfo de la mala educación, de los niños consentidos y de los niños " centros del universo". El triunfo de niños maleducados que no comen sandwiches de jamón y queso provocando ataques de hostilidad en la anfitriona de la merendola. Hostilidad no contra el niño, si no contra los padres.
Esta opción es " es el triunfo del lado oscuro de la maternidad.