Este es un post para intentar contaros lo que conozco de mi padre, para que no sea solo una foto en la estantería. ¿ Vuestro abuelo? Es mi padre pero jamás será abuelo, no le dio tiempo, ni siquiera conoció a vuestro padre.
Quiero que sepáis que era el pequeño, cómo tu C., de 3 hermanos, con los que se llevaba muchos años. Fue siempre el mimado, el cuidado. Se pasó años cenando tortilla de patata que le hacían especial para él, independientemente de lo que el resto de la familia comiera. Esto no os lo toméis como una licencia para pedirme cada día una cena a la carta, que ya sabéis qué lo hay en la lista de la nevera, es lo que hay que comer, y al que no le guste, se queda sin cenar.
El padre de mi padre, es decir vuestro bisabuelo también murió joven, cuando mi padre tenía 14 años. Se llamaba Gonzalo y era hijo de un señor catalán y una señora cubana. Se habían conocido durante la guerra de 1898 y él le hizo nada más y nada menos que 11 hijos; cuando se fundió toda la pasta de la rica heredera cubana, la abandonó en Canarias con los 11 churumbeles. Mi padre nunca hablaba de sus tíos, así que de esa parte de la historia no os puedo contar nada.
Se llamaba Jesús porque nació el día de Navidad, y por aquel entonces te ponían el nombre del día que nacías. Nunca le gustó, pero peor hubiera sido Natividad. C, Jesús, sí como el niño Jezuz..si el de los Reyes Magos. No, no era mágico ( no sé que te enseñan las monjas pero no van bien) . Siempre celebrábamos su cumpleaños en Navidad, hacíamos una comida especial y le dábamos los regalos al levantarnos. No, M, caminito de chuches no le poníamos .- No le molaba mucho su cumpleaños, pero cuando cumplió 50 le hicimos una fiesta sorpresa genial en la que curramos durante meses. Cocinamos para 80 personas, invitamos a sus colegas del colegio, sus amigos de la carrera, gente del trabajo, los de Los Molinos, los de las motos…tuvimos mucho mérito, no había ni mail ni facebook ni nada. Un millón de llamadas hubo que hacer, pero no faltó nadie y le hizo muchísima ilusión aunque lo único que decía era: estáis locos y ¿ pero qué haces tú aquí? a cada nuevo invitado que llegaba.
La tía E. y yo, nos fuimos a Los Molinos 4 días antes de la fiesta para limpiar y organizar y abu le dijo, cuando preguntó por nosotros qué estábamos de ejercicios espirituales. ¿ Otra vez?- dijo. Todavía nos reímos al acordarnos, ahora esa excusa no colaría ni de coña.
Mi padre no fue un estudiante brillante en el colegio y cuando empezó la carrera de Ingeniería Industrial, él y otros 20 lumbreras de primero, decidieron que en Madrid era muy difícil y que mejor irse a estudiar a Barcelona. No puedo explicaros como lo consiguieron, pero se fueron para allá. Mi padre vivía en un piso de estudiantes en el que tenían asistenta y todo, “La Beethoven” la llamaban, porque limpiaba en una tienda de pianos antes de ir a su casa. Allí se pasó toda la carrera, entre farra y farra, hasta que “abu” se fue a trabajar allí cerca, a Valls, y puso un poco de orden.
No, C, no te puedes ir a vivir fuera a una casa para ti sola con otras princesas. Creo que no estás entiendo el sentido de esta historia.
Mi padre y abu se conocieron en Los Molinos, - no, en casa de Abu no, esa casa no existía- y se casaron después de 10 años de novios. Si C, abu iba de princesa y no, no hubo piñata, en las bodas no hay piñatas.
Mi padre era un tío genial, muy divertido y con muchísimas ganas de hacer cosas. No siempre fue así, al principio trabaja mucho, muchísimo, pero después de su infarto cerebral decidió que la vida era para disfrutarla, así que nos llevo de viaje a Inglaterra, nos llevo a Suiza, fuimos a esquiar todos juntos y lo pasamos en grande. Si viviera ahora, estaría pensando en cuando podría llevaros a Eurodisney o al circo, o al zoo y a ti M. seguro que te habría comprado la bici más grande que hubiera encontrado y a ti C. un castillo de princesas para que te metieras dentro. Habría removido Roma con Santiago para encontrar chuches sin gluten y tendría el despacho plagado de dibujos.
Os contaría historias de lo mema que era yo y seguro que se acordaría del día que dejé la bici de B. mal aparcada y “Juanito” le paso por encima con su landrover, volví a casa con la bici destrozada y me echó una bronca increíble. Yo debía tener 13 o 14 años y me acuerdo que me fui a dar un paseo pensando que me tenía que buscar un curro para irme de casa porque seguro que ya no me quería más en casa. Si, era muy melodramática.
Mi padre te rateaba las 45 pelas para coger el autobús, ¿ otra vez necesitas dinero? pero si te acompañaba de compras te decía: ¿te gustan esos pantalones? Pues cómpratelos en 3 colores distintos”. No quiero ni pensar las montañas de pegatinas y gormitis que os hubiera comprado.
Con mi padre me comí el mejor arroz a banda de mi vida. Tenía 18 años y fuimos a comprar un regalo de boda al Corte Inglés de Princesa, él siempre ponía lo mismo en la tarjeta: ¡que suerte tenéis! Cuando terminamos la gestión, me invitó a comer en el restaurante de la azotea. Le encantaba el arroz, como a mi. Nos dijeron que tardaría 25 minutos y dijo: da igual, traiga vino. El mejor arroz de mi vida.
Mi padre se sentaría con vosotras a ver los dibujos de La Pantera Rosa que le encantaban y os hubiera llevado al cine a cada película que estrenaran. Estaría encantado de que tú M, ya sepas esquiar y puede que incluso se bañara con vosotros en la playa, que es una cosa que jamás hizo con nosotros. Se sentaba en el chiringuito con la cerveza y el periódico y desde allí nos saludaba.
Mi padre no conoció a papá y es una pena porque se hubieran llevado de coña, los dos ingenieros, los dos emocionados con Excel, los dos haciendo cálculos absurdos y los dos haciéndome muchísimo de rabiar.