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viernes, 11 de octubre de 2013

UNA DOCENA DE (EN TEORIA) MOMENTOS IDÍLICOS CON TUS HIJOS SUSCEPTIBLES DE ACABAR EN ATAQUE DE NERVIOS.


De la frase ”Como me gusta estar con mis hijos y como mola la paternidad, es lo mejor del mundo” a la frase “¿En qué cojones estaría pensando mi yo de hace 7 años para que le pareciera buena idea reproducirse? Y necesito un paseo, una copa y drogas…o todo a la vez”…el camino es muy corto, cortísimo. Tan corto que a veces no te crees que hayas pasado de un extremo a otro tan rápidamente.
Uno cree tener paciencia, ser maduro, medianamente inteligente y tener capacidad para encajar casi cualquier situación adversa…hasta que se enfrenta a determinadas situaciones con sus hijos en los que de repente se da cuenta de que ha perdido completamente la paciencia, la madurez te ha abandonado súbitamente y la única manera que se te ocurre para encajar la situación es llorar, huir o llamar a tu madre.
Nos pasa a todos. Bueno, a todos no…hay gente por ahí que dice que jamás jamás  piensa esas cosas horribles que yo cuento hoy ni se sienten malos padres.
 
Sinceramente, yo creo que mienten.
1.El baño.
En teoría y gracias a los anuncios llegas a la paternidad pensando que el baño será un momentazo de comunicación paterno filial. El agua, el vapor, el espacio pequeño del baño. Carcajadas, esponjitas ( ¿Has estado alguna vez en un baño turco?), espuma . Todo idílico. Una leche. Cuando son bebés el momento del baño es de muchísimo estrés no sabes si lo estás cogiendo bien, el bebé llora como un demonio y tú acabas exhausto y pensando que lo mismo no pasa nada si mañana no lo bañas.  Cuando son más mayores hay que perseguirlos con un lazo para conseguir que se duchen o se bañen, luego hay que revisar el resultado de sus fregados cuando salen y normalmente hay que volverlos a meter en la ducha porque la esponja sigue seca y creo, me han comentado, que cuando se van de casa entienden el concepto: NO SACAR AGUA FUERA DE LA DUCHA.
2. La cena. 
“Tengo hambre”, “tengo hambre”, “tengo hambre”.
¿Qué hay de cena? ¿Qué hay de cena?

Hay dos opciones, que tus churumbeles coman como perros hambrientos y literalmente te coman por los pies y tú te desesperas intentando que coman despacio, que no se peguen por la comida y te desesperas más cuando empizan ¿Qué más hay? Tengo hambreeeee.
La otra opción es mucho peor. Tus hijos están hambrientos justo justo justo hasta el momento en que se sientan a cenar. Entonces comienzan un ritual de ralentización del espacio tiempo que acaba con tu paciencia y te lleva al llanto porque lo que tú has preparado con amor y dedicación se ha quedado frio y asqueroso pero tienes que conseguir que se lo coman.
No, la hora de la comida no es igual de desesperante. Los que no tenéis hijos no lo sabéis…los padres sí.
 
3. Me aprieta / me pica / me duele / me pincha.
Hora de vestirles.  Sacas la ropa. Da igual que sea la que se han puesto mil veces. Ese día por algún extraño motivo, por la alineación de los planetas o la carga magnética de los casquetes polares deciden que esa ropa no pueden ponérsela. Tu se la pones a base de una lucha cuerpo a cuerpo y algún que otro grito…terminas y empiezan a contosionarse como si la kriptonita les estuviera fundiendo la piel mientras lloran o te miran con odio.
Cuando se hacen mayores me comentan por ahí que al factor “me aprieta/me pica/ me duele/ no puedo moverme” se añade el factor “no me gusta” o “no tengo nada que ponerme”.
Todo muy chulo.
4.En el coche.
El coche es un sitio peligrosísimo. Es un habitáculo muy pequeño para compartir tanta armonía familiar. Es perfecto cuando todo va bien, poco espacio y todos muy juntos disfrutando…y es el infierno en la tierra al minuto siguiente cuando empiezan: ¿Cuánto queda? ¿Cuánto queda? ¿Queda mucho? Me hago pis, tengo sed, tengo hambre…
Mientras gracias a los “sistemas de sujeción infantiles” los llevas atados y bien atados…el tema queda ahí. Cuando ya van solo con cinturón de seguridad, además de todo lo anterior tenemos el problema de “me pido esa ventanilla”, “me has tocado”, “estás poniéndote en mi espacio”.
 
5.Discusiones absurdas entre ellos.
Tus hijos son capaces de elevar una discusión idiota a la categoría de conflicto armado y necesitar mediación de la ONU. Pueden discutir por cromos, por media baldosa que uno ha ocupado con las construcciones, por una goma, por un plástico roñoso, por media loncha de jamón o por el sitio en el sofá.
Tú intentarás abstraerte, obviar el tema y dejar que lo resuelvan solos porque crees firmemente que verán que discutir por eso es una bobada.
Ja. Acabarás teniendo que hacer un juicio oficial dónde no solo verás que el motivo era idiota sino que era mucho más idiota de lo que creías porque trae unos antecedentes de flipar: es que él tiene ese medio plástico roñoso que es mio porque en el verano cuando estuvimos en la playa él se quedó con una concha que yo había encontrado y tú se la diste a él”.
¿un verano? ¿una concha? ¿Qué tú hiciste qué?
5.- Me llevas al salpicamas. 
-¿Puedo comer chocolate ahora?
-No, vamos a cenar dentro de un rato.
-¿Puedo comer chocolate?
-Ya te he dicho que no.
-¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate? ¿Puedo comer chocolate?
Solo las grandes mentes consigues aguantar sin salir corriendo a comprar una plantación entera y dejársela en herencia.
6.- Pataleta que algo queda.
Cuando no tienes hijos y ves una pataleta de un niño, una especie de posesión diabólica que les hace patalear, llorar, gritar y casi casi girar la cabeza 360 grados piensas “que mal educa la gente a sus hijos”.
Luego el destino viene, hace que te reproduzcas, te dejes la piel en educarles y de repente un día te encuentras protagonizando la pataleta infernal mientras compruebas como gente sin hijos te dirige esa mirada “ hay que ver qué mal educa la gente a sus hijos”.
7.- A recoger.
Eres un padre comprensivo y no un maniaco del orden. Si tus niños quieren jugar, pues que jueguen, que tengan espacio y tiempo para desarrollar su imaginación y su creatividad. A jugar.
Pasan las horas y hay que recoger.
A recoger chicos”…de repente, tus hijos son Houdini, son culebrillas, son roedores canijos capaces de esconderse en las ranuras más pequeñas para escaquearse del momento: las construcciones con las construcciones, los colores con los colores, las fichas del memory con las fichas del memory, los disfraces al baul, los clics al maletín…Y estás tú solo recogiendo mientras repites hasta ahogarte: a recoger, he dicho que hay que recoger, chicos cuando se juega luego hay que recogerlo todo.
Solo mentes poderosas y consiguen controlarse y no coger una bolsa de basura y tirarlo todo.
Una vez que está todo recolocado…tus hijos salen de sus escondrijos o del baño a dónde casualmente habían tenido que ir a hacer caca justo en ese momento. 
8.- El loro de repetición.
¿Cómo se piden las cosas?
¿Qué se dice? Siéntate bien. 
¿Os habéis lavado los dientes?
¿Cómo se piden las cosas?
¿Qué se dice? Siéntate bien. 
Y así hasta que lloras porque te recuerdas tannnnto a tus padres.
9.- La pregunta eterna.
Un tema cualquiera, en un momento cualquiera… a ser posible el menos oportuno de todos. Tu hijo pregunta algo y tú contestas, porque sí porque está muy bien que tengan curiosidad, porque quieres enseñarle y porque no está bien mentirles. Te sientes el campeón de los padres.
Y ¿ por qué?
Vuelves a contestar, ya con menos confianza porque realmente nunca habías llegado a ese nivel de detalle o si lo hiciste probablemente tenías la edad de tu hijo. 
¿Por qué?
Ya no sabes más. No tienes ni idea. O a lo mejor lo has sabido y se te ha olvidado o te das cuenta de qué mierda es hacerse mayor y dejar de hacerse preguntas y aceptar el “porque si”. 
Pero ¿por qué? ¿por qué?
Desesperación por no contestar y porque no hay manera de pararlo.
10.- La canción diabólica. 
El gusto por la variedad musical se adquiere con la edad, no viene de serie. De hecho tus hijos  pueden escuchar una canción un número infinito de veces, y cuando digo infinito me estoy quedando cortísima sin pensar ni por un segundo que es suficiente.
Pueden escucharla en casa en el ordenador, en el coche, en la radio cuando salga, en el mp3. Cantarla, bailarla, hacer una coreografía, utilizarla para dormir, para el paseo en bici…
Por supuesto esa canción no será Stairway to heaven o Black Sugar o una sonata de Mozart…será algo diabólico que se meterá en tu cerebro y no podrás sacarla durante días.
11.- El cuento.
Leer un cuento a tus hijos. Parece que no hay nada mejor en el mundo. Puro marketing.
Para empezar muchos de los cuentos infantiles son horribles ( los hay muy buenos también), normalmente tus hijos quieren leer alguno de su muñeco del cole que es un horror, pero bueno te pones a ello. Te parece un rollo pero hay que disimular, si tienes más de un hijo se pegaran por el sitio a tu lado, protestaran por como tienes colacado el libro y no ven las ilustraciones. Conseguirás llegar al final de la historia al límite de tus fuerzas y sintiéndote fenomenal por haberlo logrado dirán: otra vez!! Leelo otra vez!
Fantaseas con la idea de inventártelo y matar al protagonista en la página 2. 
12.- A dormir.
La hora de dormir, de acostarse, de descansar. Consigues llegar a ese momento, han cenado, se han lavado los dientes, han leído, y están monísimos en sus camas con sus caras dulces y cansadas.
Les da un beso, les arropas, apagas y sales feliz con tu paternidad.
¿Traes el agua?
Tengo calor.
Tengo frio.
Fulanito no me deja dormir.
¡Me acabo de acordar de que para mañana tengo que hacer una maqueta de un volcán!
Lloras.
Los que no sois padres si habéis llegado hasta aquí sé lo que estáis pensando. Os espero en el futuro.
Los que sois padres…seguro que os habéis reconocido.
 
Publicado en Unadocenade

viernes, 27 de septiembre de 2013

UNA DOCENA DE CITAS QUE DEMUESTRAN QUE (CASI) TODO ESTÁ EN LOS LIBROS

 

Hace muchos años había un programa  sobre libros en televisión presentado por Sánchez Dragó, que tenía una sintonía espantosa pero que decía una gran verdad “Todo está en los libros” ( si pincháis y se os queda la canción un día entero en la cabeza, será bajo vuestra responsabilidad)
 
Todo está en los libros. Los libros están llenos de historias, de conocimientos, de sentimientos, de sensaciones, de ideas, de pensamientos, de deducciones, de relaciones...de todo. Al abrir un libro y comenzar a leer no sabemos lo que nos espera, no sabemos si nos gustará, si nos llegará, si lo odiaremos o si se quedará enganchado a nuestra vida para siempre, pero cualquier cosa que sintamos y pensemos en nuestra vida tiene una cita, una frase en algún libro del mundo que la refleja y que cuando lleguemos a encontrarla diremos: es justo así.
Rebuscando en mis cuadernos de lecturas, he recopilado unas cuantas citas (creo que más de doce) sobre diferentes aspectos de la vida de todos...o casi todos.
 
1.- Enamorarse.
 
No es lo mismo enamorarse que enamorarse. Nos enamoramos muchas veces o creemos enamorarnos muchas veces, hasta que llega la vez que dices “ joder...era esto”. Y eso también lo han dicho en los libros.
 
“María se apartó un mechón de pelo de los ojos. Su frente, tan alta y oval, le recordó a Leonard la cara que se suponía que tenía Shakespeare. No estaba seguro de que debiera decirle esto, así que optó por cogerle la mano cuando concluía su movimiento y permanecieron en silencio durante un minuto o dos, como había sucedido en su primer encuentro. Ella entrelazó sus dedos con los de él, y fue en aquel momento, más que luego en el dormitorio o cuando, más tarde aún, hablaron de sí mismos con mayor libertad, cuando Leonard se sintió irrevocablemente unido a ella. Sus manos encajaban tan bien, la unión era tan intrincada, inquebrantable, había tantos puntos de contacto…A la escasa luz, y sin sus gafas, no distinguía cuáles eran sus propios dedos. Sentado en la fría habitación que se iba quedando a oscuras, con la gabardina puesta, agarrado a la mano de ella, sintió que estaba desprendiéndose de su vida. El abandono era delicioso. Algo manaba de él y a través de su palma penetraba en la de ella, algo subía también por su brazo, se extendía por su pecho y le oprimía la garganta. Su único pensamiento era una repetición: asi que es esto, es así, es esto…El inocente de Ian McEwan.
 
El amor y la verdad, esa es la relación fundamental, el amor y la verdad. ¿Han dicho alguna vez tanta verdad como cuando se enamoraron por primera vez? ¿Han visto el mundo tan claramente?Una historia del mundo en diez capítulos y medio de Julian Barnes.
 
“Hola- dijo susurrando, y nos miramos mientras ella apagaba las luces. Siempre hay ese miedo a la decepción, a que no salga bien, pero desde el primer momento ambos supimos que eso no debería preocuparnos”. ¿Por qué corre Sammy? de Budd Schulberg.
 
2.- El duelo.
 
Cuando uno sufre la pérdida de un ser querido, cree que nadie ha sentido una pérdida así de atroz, que el dolor es tanto y tan increíble que es imposible verbalizarlo y que nadie ha sabido jamás explicarlo.
 
El dolor por la pérdida nos resulta un lugar desconocido hasta que llegamos a él. Anticipamos (lo sabemos) que alguien cercano a nosotros puede morir, pero no imaginamos más allá de los días o semanas inmediatamente posteriores a esa muerte imaginada. Incluso interpretamos erróneamente la naturaleza de esos pocos días y semanas. Si la muerte es repentina, es posible que esperemos sentirnos conmocionados, pero no esperamos que la conmoción sea arrasadora, que trastorne a la vez el cuerpo y el espíritu. Es posible que esperemos sentirnos postrados, inconsolables, locos por la pérdida pero no esperamos estar literalmente locos, personas enteras que creen que su marido está a punto de regresar y necesita sus zapatos. En la versión del dolor que imaginamos, la pauta a seguir es la “recuperación”. Prevalecerá un cierto movimiento hacia delante. Los peores días serán los primeros. Imaginamos que el momento más duro de la prueba será el funeral y que tras él se iniciará esa hipotética recuperación. Cuando anticipamos el funeral nos preguntamos si lograremos “superarlo”, esta a la altura de las circunstancias. ( ...) No sabemos que ese no será el problema. No podemos saber que el funeral en sí mismo será anodino, una especie de regresión narcótica, arropados por el cariño de los demás y por la gravedad y significado de la ocasión. Ni podemos saber – y ahí reside la diferencia fundamental entre como imaginamos el dolor y cómo es en realidad ese dolor – la interminable ausencia que sigue al hecho en sí, el vacío, la absoluta falta de sentido, la inexorable sucesión de momentos en los que nos enfrentaremos a la experiencia del sin sentidoEl año del pensamiento mágico de Joan Didion.
 
3.- La tristeza.
 
La pena y la tristeza (que no son exactamente lo mismo) son sentimientos comunes a todos, pero pasa como con el duelo, siempre creemos que lo que nos pasa a nosotros es distinto, hasta que un día lo encuentras.
 
Guardamos el dolor en cajas. Resulta sorprendente de qué manera una simple palabra puede abrirlas y arrojarnos su contenido a la caraPandora en el Congo de Albert Sánchez Piñol.  
 
Lo triste es, sin embargo, lo alegre no. Lo triste deja una huella, una marca, una cicatriz; lo alegre pasa como el aire, sin dejar señal alguna. Cuando recuerdo algo alegre casi se vuelve triste por la nostalgia, ya pasó. Pero si es algo triste lo que recuerdo, ahí está y vuelve a aparecer el mismo dolor. Quizá, solo quizá, con los años, muchos, muchos años, se logre mitigar ese dolor, pero se mitiga sólo porque va dejando de ser. La misma melancolía no es sino un recuerdo que se ignora”. Tiempo de llorar y otros relatos de María Luisa Elio.
 
Es fácil decir “El tiempo todo lo cura y  esto también pasará. La gente olvidará y cosas como esa cuando se trata de algo que no te afecta. Pero cuando te afecta no pasa el tiempo, la gente no olvida y tú estás en medio de algo que no cambiaCannery Row de John Steinbeck.
 
4.- La conversación perfecta.
 
La definición de la conversación ideal, esa que solo se encuentra muy de vez en cuando.
 
“Poco a poco me fui relajando y entrando en la conversación. Kitty tenía un talento natural para hacer hablar a la gente y resultaba fácil charlar con ella, sentirse cómodo en su presencia. Como me había dicho el tio Victor hacía mucho tiempo, una conversación es como tener un peloteo con alguien. Un buen compañero te tiraba la pelota directamente al guante de modo que es casi imposible que se te escape: cuando es él quien recibe, coge todo lo que lanzas, incluso los tiros más erráticos e incompetentes. Esto es lo que hacía Kitty”. El Palacio de la Luna  de Paul Auster.
 
Sus conversaciones a media voz, incluso las más vacias, estaban llenas de significado, como los diálogos de PlatónDoctor Zhivago de Boris Pasternak.
 
5.- Amor verdadero.
 
Y no, no he dicho farolero.
 
La satisfacción en el amor es algo que, en general, se da por supuesto. Sin embargo, opino que soportar el amor no es algo racional, salvo que por algún que otro desliz momentáneo. Llevo quince años casada con el mismo hombre y soy incapaz de explicar porqué aún me atrae  como objeto erótico. Lo hace, pero ¿por qué? ¿No debería haberse extinguido ya todo? El motivo no es que estemos tan unidos ni que nos conozcamos tan bien el uno al otro. Todo eso solidifica nuestra amistad, no nuestra atracción. La atracción permanece porque hay algo en él que no consigo alcanzar, algo extraño que nos separa. Me gusta contemplarle de lejos. Lo sé. Me gusta mirarle cuando está en una habitación llena de gente y parece un desconocido, para luego recordar que le conozco y que más tarde regresaré a casa con él”. Una súplica para Eros de Siri Hustvedt.
 
6.- La depresión.
 
Ese pozo negro sin salida, sin puertas, sin ventanas. Donde no hay salida y lo peor es la certeza de saber que no la hay.
 
En la depresión, esta fe en el rescate, en el final restablecimiento, falta por completo. El sufrimiento es inconmovible, y lo que hace intolerable la situación es saber de antemano que no llegará ninguno remedio: ni un día, una hora, un mes o un minuto. Si se da una ligera mitigación, sabe uno que es sólo temporal; la seguirá más tormento. Aún más que dolor, es desesperación lo que apabulla el alma”. Esa visible oscuridad de William Styron.
 
7.- Desamor.
 
Millones de libros escritos sobre desamor, y que levante la mano el que no sepa de lo que hablo.
 
“Imaginemos que el amor de nuestra vida se esconde bajo mil millones de piedras. No puede haber nada peor. O sí,  que viva en una esquina de la vida y no quiera saber nada de nosotrosPandora en el Congo de Albert Sánchez Piñol.  
 
"No hay nada tan alentador como como saber que en alguna parte, una mujer que te gusta está pensando en ti y sólo en ti. Pero no hay nada tan hiriente como que ninguna mujer piense en ti. O peor todavía, que una mujer haya dejado de pensar en ti por culpa de tu estupidez. Es como mirar por la ventanilla de un avión y descubrir que la tierra ha desaparecido. No hay otra soledad que se le pueda comparar”. El periodista deportivo de Richard Ford.
 
8.- La relación con los hijos.
 
Tener hijos es algo que te sobrepasa de tal manera que cada día te sorprende tenerlos y haberte convertido en padre. Uno nunca se acostumbra a ser padre porque cada día es distinto. Es un aprendizaje continuo sobre la marcha en el que además no se puede aplicar lo que aprendiste cuando tú eras hijo, porque ahora no vale...ahora eres padre.
 
“No es fácil perder una discusión con tu hijo adolescente. Cuanto tus hijos ya son más altos que tú, solo te queda la autoridad moral, que es un arma muy débilPenélope y las doce criadas de Margaret Atwood.
 
La paternidad en sí misma no proporciona una sabiduría que merezca la pena impartir”
“Así, pues, lo peor de ser padre es mi sino: ser adulto. No hablo el lenguaje adecuado; no me enfrento a los mismos temores y contingencias y oportunidades perdidas; mi sino es saber demasiadas cosas y sin embargo tener que estar parado, como un farol con la luz encendida, esperando que mi hijo vea el resplandor y se decida a acercarse al calor y la luz que le ofrece calladamente”. El día de la independencia de R. Ford.
 
9- La relación con nuestros padres cuando ya somos adultos.
 
Hay un momento clave en la vida en que tus padres dejan de ser tu punto de apoyo y tú pasas a ser su punto de apoyo. Pasa en un día, en un momento. El rayo de la vulnerabilidad de tus padres te atraviesa y ya no hay marcha atrás. Pasas de estar anclado a ser el anclaje y da miedo.
 
“El momento en que reconoces por primera vez que tu padre es vulnerable al prójimo es bastante duro, pero cuando comprendes que es vulnerable a ti, que aún te necesita más de lo que tu ya no crees necesitarle a él, cuando comprendes que podrías asustarle, incluso dominarle si lo desearas...en fin, es una idea tan contrapuesta a las inclinaciones filiales corrientes que no parece tener sentido”. Me casé con un comunista de Philip Roth.
 
“Quizá sea algo característico de la relación con nuestros padres: la sensación de que se debería alcanzar alguna meta, luego la constatación de lo que inevitablemente es esa meta, para volver a centrar la atención en el aquí y ahora. A lo que está solo aqui”. Mi madre, in memoriam de Richard Ford.
 
10- La muerte.
 
Estamos programados para no pensar en nuestra propia muerte, para saberla posible pero creerla poco probable a pesar de que puede ocurrirte en cualquier momento. Pararte y pensar en esa posibilidad es tan aterrador que sencillamente no podemos hacerlo.
 
“Nacer no es una experiencia, porque es accidental: nos pasa sin más, involuntariamente. La muerte si constituye una experiencia, puesto que nos sobreviene contra nuestra voluntadDiarios  1984-1989 de Sandor Marai.
 
“Porque la fuerza más intensamente turbadora de la vida es la muerte. Porque la muerte es muy injusta. Porque una vez que has saboreado la vida, la muerte ni siquiera parece mortal”. Elegía de Philip Roth.
 
11.- Sexo
 
Y no, no hablo de cincuenta sombras de nada.
 
Porque en el sexo no existe un punto de estancamiento absoluto. No existe ninguna igualdad sexual y no puede existir, ciertamente, ninguna en la que las asignaciones sean iguales, el cociente masculino y el cociente femenino en perfecto equilibrio. No existe ninguna manera de manejar métricamente esa cosa salvaje. No es un cincuenta por ciento, como en una transacción mercantil. Estamos hablando del caos de Eros, de la desestabiliación radical que es la excitación. Con el sexo vuelves a estar en el bosque, vuelves a estar en la ciénaga. Es un intercambio de dominio, un desequilibrio perpetuo. ¿Vas a eliminar el dominio?El animal moribundo de P. Roth.
 
“Con esto no quiero decir que mi relación con ella se hubiera vuelto más bestia, más hosca, que hubiera perdido su ternura. No, diría que fue la única vez en mi vida en la que experimenté un deseo total hacia una mujer, del que participaba todo lo que hay en mí: el cuerpo y el alma, el deseo y la ternura, la nostalgia y la enloquecida vitalidad, el ansia por lo impúdico y en ansia de consuelo, el ansia de un momento de placer y de un abrazo eterno”. La broma de Milan Kundera.
 
12.- El conocimiento a nuestra alcance.
 
Todo está en los libros y ahora mismo todo está en la red. Eso no quita valor al conocimiento, sino que nos ha vuelto más perezosos. Tenemos todo el conocimiento a nuestro alcance y sabemos menos que nunca. La creación sin embargo sigue siendo tan ardua y valiosa como siempre y sólo está al alcance del que vence esa pereza por saber.
 
“Desde la invención de la imprenta, el saber por el saber no constituye ninguna virtud: para acceder a él no hay más que acercarse a la estantería donde se alinean infinitos volúmenes de enciclopedias que registran y explican todos los datos imaginables. Antes de Gutenberg, el conocimiento en todas sus acepciones entrañaba un gran sacrificio, pues había que buscar incansablemente la materia que se deseaba aprender. En cambio, hoy en día la erudición ha dejado de representar un sacrificio: si uno no sabe todo acerca de lo que habla es por simple pereza. La auténtica virtud reside en ofrecer algo nuevo y original a partir de estos conocimientos previos (...) Ya no es difícil saber, pero crear algo nuevo a partir de los datos sigue siendo tan árduo hoy como lo ha sido siempreDiarios  1984-1989 de Sandor Marai.
 
Por supuesto, no podía terminar el post sin una cita de libros...en una película.  
 
“The best momments in reading are when you come across something- a thought, a feeling, a way of looking at things-which you had thought special and particular to you. Now here it is, set down by someone else, a person you have never met, someone even who is long dead. At it is if a hand has come out and taken yoursThe history boys de Alan Benet.
 
Empieza el fin de semana...tiempo para leer.
 
Publicado originalmente en Unadocenade
 

 

martes, 20 de agosto de 2013

UNA DOCENA DE PREGUNTAS QUE TE HACEN CUANDO TIENES UN BLOG


Todo aquel que se lanza a escribir un blog personal o del tipo que sea, empieza con mucho miedo y con cuidado de no romper nada. Normalmente lo hace animado por otro alguien que le dice: “¿por qué no abres un blog para contar esas cosas tal y como lo haces tú?” o “deberías escribir un blog porque eres el mejor hablando de plantas, fotos, trapos de cocina o lo que sea”.
El alguien que anima ya sabe lo que es un blog y el alguien que es animado empieza a mirar por la red, a brujulear, es posible que lleve un tiempo siguiendo varios blogs y finalmente se lanza a ello.
Se empieza con miedo, con cuidado, escribiendo con tiento. Se publica y se esperan las visitas, cada comentario, todo con mucha ilusión pero con pánico escénico. Poco a poco, se coge soltura, se coge ritmo, y uno aprende a bandearse en el mundo de los blogs, los comentarios, conoce otros blogs, los frecuenta, los lee, los comenta, los tiene en el reader...etc.
Y cuando estás ahí tan contento en tu universo de blogs y blogueros, un día en un rapto de emoción le dices a alguien: “ Ah sí, yo escribo un blog” y te encuentras con que ese  alguien no sabe de qué le estás hablando, no conoce  absolutamente nada de blogs, absolutamente nada. Un alma virgen, una pizarra en blanco a la que hay que explicarle todo y que te pregunta cosas, muchas cosas.
He elegido 12.
1. Escribes un blog..¿ y eso qué es?
Con esta pregunta el bloguero se da cuenta de que el universo “internet”, la gente que se mueve por blogs, twitters y demás  es una minoría en la que él se encuentra. La mayoría de la gente está fuera de este mundo.
Un blog es como una especie de cuaderno, una revista, un periódico  o cualquier otro formato que se te ocurra donde escribo cosas que se me ocurren o explico un tema”.
2. Ya…¿y de qué escribes?  
Con esta pregunta, el bloguero cae en la cuenta de que su prestigio como bloguero no va más allá del momento en que cierra la tapa de su portátil. Para el mundo 1.0 todo su talento como escritor o contador de cosas, o divulgador en la red, sencillamente no existe. Al interlocutor recién llegado a la realidad del planeta blog  no se le ocurre que el bloguero pueda escribir de algo y por eso pregunta.
 
Pues escribo de lo que me apetece; de mi vida, de libros, de películas, de pensamientos, de ideas, chorradas que se me ocurren” si el blog es personal  o “Escribo de teléfonos móviles, ganchillo, rutas de viaje o medioambiente” si el blog es temático.
3. Ya...¿y lo ve todo el mundo? 
Al contrario de lo que ocurre al que escribe el blog que obviamente quiere que sus posts los vea cuanta más gente mejor, el interlocutor virgen tiene una extraña aprensión hacia el carácter “público” de aquello que escribe su conocido. Todavía no sabe muy bien qué es un blog ni qué escribe en él su conocido, pero le preocupa que lo vea la gente. El bloguero se da de bruces con la falta de confianza en su talento como escritor por parte de su vida 1.0 que teme que esté haciendo algo vergonzoso.
“Pues sí claro, es un blog público. Lo escribo para que se lea.  De hecho, esa es la idea, que llegue a cuanta más gente mejor.
4. Entiendo, y ¿ Como llega la gente? ¿Pone tu nombre y ya esta? 
Aquí el bloguero se ve enfrentando a su doble personalidad vital. Si utiliza un nick (porque en su momento le pareció buena idea) tiene que descubrir ante su interlocutor esa nueva personalidad y normalmente el otro se queda tan sorprendido como si el bloguero de repente se hubiera convertido en Superman. Si utiliza su nombre en la red, descubre una vez más, que su interlocutor tiene una preocupación enorme por la salvaguarda de sus datos personales. 
“Al blog se puede llegar de muchas maneras, por casualidad, porque lo haya visto enlazado en otros blogs o si lo conoce pues buscando en google “blog de Molinos”. También hay gente que llega por casualidad porque ha buscado “cría de ornitorrincos en Murcia” y le ha salido mi blog y otros llegan porque alguien se lo ha recomendado.”
5.¿No te da vergüenza?
Esta pregunta retrotrae al bloguero a sus inicios, a cuando sí le daba vergüenza, a cuando caminaba por la delgada línea que separa el orgullo por lo escrito de la vergüenza al pensar que alguien que no conoces y que puede ser increíblemente crítico puede venir y desmontarte todo tu ánimo bloguero de un plumazo. El bloguero lo recuerda y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo lo ha hecho, pero superó ese vértigo hace mucho tiempo.
No, no me da vergüenza, ninguna vergüenza. De hecho me encanta escribirlo y que se lea”
6. Y los que te leen ¿te dicen cosas?
El interlocutor está preocupado, ya va asumiendo que su amigo escribe públicamente y que lo puede leer cualquiera, pero pensar que haya gente que le pueda decir “cosas” le perturba. Para el bloguero, una de las mejores cosas de tener su blog y que más satisfacciones  le da son los comentarios. Saber que alguien le ha leído es la leche, pero que ese alguien se haya tomado encima la molestia de sortear un probablemente infame sistema de comentarios para dejar su opinión,  da muchas satisfacciones. Cualquier bloguero sabe que los comentarios enriquecen mucho un blog…y a veces cabrean infinito.
 
“Sí, claro. La gente llega, leen lo que he escrito y algunos dejan comentarios con su opinión sobre  lo que he escrito. A algunos les gustan, a otros no. Dan ideas, comentan. Otros son maleducados…pero sí, me dicen “cosas”...y se llaman “comentarios”.
7. ¿Los conoces? 
El interlocutor va pasando etapas. Primero se pregunta qué tipo de vida paralela lleva su amigo que “escribe”, luego le preocupa que lo que escribe lo vea gente, luego que esa gente le diga cosas y finalmente se pregunta qué tipo de gente brujulea por la red leyendo escritos de desconocidos. ¿Quiénes son esas personas que conocían la personalidad múltiple de su amigo?
No, no los conozco. A la mayoría de la gente que comenta no la conozco de nada. Algunos, a base de comentarnos mutuamente y leernos se convierten en conocidos de la red, pero no los conozco en persona. La gente de la vida 1.0, como tú, no suele comentar...suelen mandar un mail si les ha gustado algo o mandarte un mensaje. Normalmente la gente que te conoce en persona prefiere un ambiente más “privado” para darte su opinión sobre lo que has escrito. No sé porqué pero es así”.
8. ¿Quién más sabe que tienes un blog?
Enfrentado a esa faceta desconocida de su amigo o conocido, el interlocutor no sabe si tomárselo como una confesión en “mira lo que te cuento” o si resulta que es el último en enterarse.
El bloguero recuerda sus inicios y cómo lo que más vergüenza le daba al principio era contarle a la gente que le conocía que tenía un blog, mucha más que la posible lectura por parte de desconocidos.
“Todo el mundo lo sabe. No es secreto. Si no te lo había dicho antes era porque no había salido el tema y además sé que a ti esto de los blogs te pilla muy lejos”.
9. ¿Cómo se hace? ¿te pones a escribir y ya está? 
Explicada la parte social del tema del blog, el interlocutor suele deslizarse entonces hacia el lado práctico, quiere conocer los detalles técnicos. El bloguero odia esta parte, explicarle a alguien cómo se hace una plantilla de un blog, cómo se configura y todas esas pequeñas cosas muy coñazo pero necesarias para comenzar un blog es agotador. Recuerda entonces a ese amigo que en su día le dijo “ ábrete un blog...yo te explico cómo” y siente agradecimiento infinito y sabe que él no tendrá tanta paciencia.
“Bueno, a ver...lo que hay que hacer es coger blogger o wordpress, buscar una plantilla que te guste y con la que estés cómodo. Buscar un título y ponerte a escribir. Y luego tener paciencia y constancia”.
10.¿Tienes tiempo para escribir? Será que tienes poco curro.
A lo largo de la conversación, el blog ha pasado de ser una especie de excentricidad que el bloguero tiene a ser algo que parece que requiere tiempo, dedicación y esfuerzo. El interlocutor sospecha que su amigo no curra mucho o está dejando de lado sus obligaciones para dedicarse a ese otro “entretenimiento”.  El bloguero enfrentado a esta pregunta se cabrea, el blog es algo muy importante para él y a pesar de tener curro y otras ciento cincuenta mil obligaciones consigue sacar tiempo para dedicarse a él.
 
“Claro que trabajo y hago otras mil cosas, pero cuando te gusta hacer algo, cuando es importante para ti, consigues sacar tiempo de dónde sea para hacerlo y eso me pasa con el blog.”
11.Entiendo. ¿Cualquiera puede tener un blog? 
Tras encajar todas las piezas el interlocutor empieza a pensar que si su amigo ha sido capaz de abrir un blog, de escribir sobre un tema que controla o que le mola, de sobrellevar la vergüenza de que extraños te lean y además parece feliz con todo ello, puede que no sea mala idea empezar a pensar en abrir un blog.
El bloguero duda por un momento. ¿Podrá su interlocutor tener un blog? Claro que sí, ¿quién sabe de lo que es capaz cada uno? ¿Quién sabe si podrá escribir sobre algo increíblemente bien o entretenido o sencillamente que le gustará hacerlo?.
“Si, cualquiera puede tener un blog. No hay más que querer tenerlo y mantenerlo. Anímate, piénsalo, lo mismo te gusta. ”
12. Vale, lo pensaré...oye, una última cosa ¿en tu blog salgo yo?
Todos tenemos un lado protagonista. El interlocutor de repente piensa que lo mismo él sale en el blog, al fin y al cabo es amigo, padre, madre, hermano, compañero de curro del bloguero y han compartido muchas cosas. Un rayo atraviesa sus pensamientos y piensa que es posible que el bloguero haya hablado de él o de sus experiencias compartidas o hable de un tema que él controla y que ambos han discutido. Ha pasado del desconocimiento a la curiosidad más intensa.
El bloguero sabe perfectamente lo que es reconocerse en un blog, ya sea en el texto directamente o por una aportación.
Pues sí, supongo que en algo saldrás...nosotros hemos hablado de muchas cosas y es posible que si me lees te sientas reconocido en algún tema o te suene alguna de las cosas que cuento. Lo mejor que puedes hacer es entrar en mi blog y leerlo”
Para un bloguero tener un blog es tan esencial como leer, como escribir o como su trabajo. Le dedica esfuerzo, tiempo, energías. Le proporciona alegrías y algunos sinsabores y sobre todo pasa a formar parte de su vida. Enfrentarse  al hecho de que esa parte vital de su vida  es completamente desconocida para alguien que le conoce, es una situación que siempre resulta extraña.
Y sucede una y otra vez.
Publicado primero en Unadocenade

sábado, 29 de junio de 2013

UN DOCENA DE BEBIDAS EN TU RECORRIDO VITAL


¿Qué has bebido en tu vida? 

Obviamente leche y obviamente agua. ¿Y después? ¿ A qué no lo has pensado nunca? Las bebidas son como escalones en tu vida, como la talla de tu ropa, con el pelo que has ido perdiendo. 

Mira lo que bebes y sabrás cómo eres de mayor.  


1. Refrescos. 
Los refrescos no son alcohol. Obvio, pero cuando tenías 7, 8, 9, 10 años, los refrescos significaban casi casi lo mismo que significarían las bebidas alcohólicas después. Eran la ocasión especial, los cumpleaños, el premio si te portabas bien, la lata que te comprabas si ibas de excursión, lo que pedías si te llevaban a un restaurante. 

Dentro de los refrescos no todos eran iguales, estaban los de naranja y limón que eran como medalla de plata y luego la Coca Cola que era el premio gordo, la medalla de oro, lo más alto del pódium.  

2. Calimocho. 
El calimocho es una bebida muy rara. Mezcla la Coca-Cola que tiene siempre un componente de bebida de cumpleaños, de niños, de chispa de la vida con el vinazo más asqueroso que es una bebida de viejos, de señores mayores con chaqueta de punto en un bar mugriento. Inexplicablemente el componente infantil de mediasnoches de la cocacola y las cabezas de gambas del vinazo amargo casan bien y resulta ser una bebida estupenda para dar los primeros pasos en el camino de la bebida alcohólica. 

Gracias a Dios, es una etapa que se deja atrás. Bueno, casi todos la dejan atrás, siempre hay el que quiere seguir viéndose como un jovenzuelo con bolsas de plástico en un banco del parque.  

3. Cerveza 
 Es la bebida permanente. Se empieza a beber en barras libres en las que está calentorra y casi sin gas, se bebe en litronas compradas a escondidas y bebidas en parques y a la entrada de conciertos, en cañas bien tiradas, en dobles “porque las cañas no duran nada”, en minis gigantes en conciertos multitudinarios, en tu casa al llegar del curro directamente de la lata recién sacada de la nevera, en el picnic con la tortilla de patata y el bocata.  Se bebe en el aperitivo, por la tarde y por la noche. Empiezas a beber cerveza de jovenzuelo y te haces viejo con una caña en la mano. 

4. Combinados imposibles: Martini con limón, licor 43 con naranja..etc.   
Esto es más de tías. Hay que beber para mimetizarse pero la cerveza resulta demasiado amarga, el calimocho resulta demasiado cabezón y además se bebe a morro y se busca una bebida un poquito más exótica, más exclusiva, más frívola.  Esos combinados son dulzones, se beben rápido, entran solos y dejan una resaca espantosa pero claro eso no lo sabes hasta el día siguiente.  

5. Whisky 
Después de dar tumbos por el mundo del calimocho, la cerveza y las copas imposibles se llega a la primera etapa de bebida de mayores: el whiskazo. El whisky lleva su propia evolución. Se empieza bebiendo el más barato que haya diluido en cuanta más coca cola mejor y luego el paladar se va educando y ya se prefiere determinada marca de whisky y se diluye en menos coca cola o incluso sólo en agua o los más campeones sólo con hielo. La etapa del whisky dura bastante, años, muchos años…y hay gente que permanece fiel a él durante toda su vida. 

El problema del whisky con cocacola es que después de atufarte n números de ellos, además de una resaca atroz provocan un nivel de azúcar en sangre muy desagradable e incluso impide el sueño si no estás acostumbrado a la cocacola. El whisky por cierto deja una resaca espeluznante también.  

6.Ron 
El ron es una bebida curiosa. Se puede llegar   a ella directamente desde la cerveza y el calimocho o después del whisky. Tiene también su propia evolución y se empieza bebiendo el clásico ron blanco que hay en todos los bares del país para terminar luego hablando jerga del tipo: “yo quiero un ron moreno venezolano que es dulzón pero no tanto”, “O yo quiero mejor uno de 25 años”.  


7. Chupitos alcohólicos. 

Por un lado tenemos los chupitos de jóvenes: tequila, saporovskys, vodka a palo seco, mezclas imposibles de bebidas con muchísima graduación. Estos chupitos se beben en la cumbre de la borrachera con el absurdo propósito de demostrar lo que se aguanta antes de derrumbarte. 

En el otro extremo están los chupitos de viejos: licor de hierbas, orujo blanco, orujo, licores variados. Estos se beben al final de pantagruélicas comidas y para disimular los llamamos “ digestivos”. La moto que vendemos es que los bebemos para digerir mejor el festín que acabas de apretarte pero la realidad es que lo que te apetece es un copazo pero no es el momento.  Cuando sí es el momento estos digestivos crecen y pasan de ser chupitos a ser “copa balón con mucho hielo”. 

Por cierto, cuanto más te gusta beber algo en copa balón más viejo eres. Y esto es científico…


8. Vino bueno 

Tras años de beber  vinos capaces de desatascar las peores cloacas del planeta tu paladar dice basta y exige vino bueno. Aquí hay también todo un mundo de posibilidades, desde el que se limita a elegir uno bueno cuando va a un restaurante hasta el que se hace un curso de cata, compra vino y lo guarda en casa para epatar a sus amistades. Al vino bueno le pasa que parece que no es beber, te atufas una copita o dos al llegar a casa o mientras preparas la cena y parece que no bebes. 

9. Champán

Hasta que no te has atufado un buen pedo de champán no te gradúas en el curso CCC de “Saber beber”. El champán es muy traicionero, entra fácil, se acaba rápido y es muy celoso. ¿Qué quiere decir esto? Que es raro quedar a beber champán solo, normalmente va al final de una comida para celebrar algo y en esa comida con suerte habrás bebido sólo vino o puede que hayas bebido cerveza y vino. Después el champán “Qué fresquito” “Qué rico” “ Qué bien entra el buen champán”. Se acaba rápido y te lanza a una euforia que te hace decir..” otra botella” u “ vamos a tomar copas”. Si es otra botella,  la resaca será cabezona de las de que te crece el cerebro tanto que crees que te va a salir por las orejas…si optaste por el mundo copas, el champan se pondrá celoso y al día siguiente la holgura craneal te matará. 

El champán es de mayores y hay que manejarlo con cuidado porque además da resacas de las que no recuerdas que hiciste… 


10.Bebidas sin. 

En medio de la navegación por los mares de las bebidas alcohólicas de repente llega una etapa en la que no puedes beber o quieres beber menos. En las mujeres suele ir asociado a bombo y en los hombres a algún tipo de susto médico o esponjamiento obeso que les hace replantearse su dieta.  Es entonces cuando se empieza a beber cerveza “sin”, chupitos “sin”. Es una etapa de mucha pena y muy ridícula. Sinceramente si no puedes tomar alcohol es mucho mejor tomar zumos o refrescos o incluso agua. Las bebidas sin son como ver a otros practicar sexo..sabes cómo se hace, sabes cómo se siente y además te apetece..pero te castigas con mirar solo. 


11. Gin Tonic. 

Cuando te has bebido miles de whiskys de repente un día te apetece otra cosa. No te apetece el sabor dulzón del whisky ni una cerveza ni vino y entonces pruebas el GIn Tonic. No quieres, porque el Gintonic es de viejos, de señores mayores, de tus padres, pero te apetece, es una fuerza incontrolable y te dejas llevar. Y te gusta, te gusta mucho. 

El Gintonic es la bebida que se puede pedir de aperitivo, de sobremesa o para tomar copas. No es dulzona y no entra tan fácil como el whisky así que (en teoría) bebes menos.  Además descubres que deja muchísima menos resaca. 

El Gintonic casa bien con la juerga pero también es una bebida solitaria. Una bebida de “ estoy hasta el moño de todo me voy a tomar un gintonic a mi bola”. 

Por supuesto también tiene cosas malas. La peor es que hay una corriente terriblemente snob de ha convertido una bebida recia y molona en un carnaval de pijadas sinsentido. Hay que mantenerse firmes y no caer en absurdeces. Ginebra, tónica y limón o como mucho lima. Todo lo demás son fuegos florales. 

12. Oporto, jerez, brandy  
Estas son bebidas de señores mayores, muy mayores, de pelo blanco y manos arrugadas. Para beber en copa balón pequeña y con el periódico al lado. No sé bien cuando se llega a beber estas cosas, en qué momento dejas el gintonic y el vino bueno y coges una botella panzuda con un líquido de color oscuro. Por no saber, no sé ni siquiera si son bebidas distintas pero sé que es lo que me espera al final del camino del alcohol.  


Los caminos del alcohol son complejos y muy intrincados, pero resulta que todos más o menos hemos seguido el mismo recorrido vital en nuestra relación con el alcohol. Todos menos los abstemios…pero de esos no puedo hablar.

Publicado primero en Unadocenade.