Moli, tienes que hacer el post de libros encadenados de noviembre y diciembre.
Lo sé,
Tienes que hacerlo ya...porque la semana que viene tendrás que hacer el resumen anual y dos posts de libros en una semana hacen bola y ahuyentan lectores.
….te digo una cosa...ahuyentar lectores no me parece tan mala idea la verdad…
Al tema.
La broma de Milan Kundera. De este autor sólo había leído “La insoportable levedad del ser” y ni siquiera recuerdo de qué iba así que me enfrenté a “La Broma” casi virgen en Kundera. Me ha gustado mucho y seguro que no se me olvida porque toda la historia me ha parecido tremenda. A partir de unas frases escritas por un joven como una broma en una postal a su novia, Ludvick ve como toda su vida cambia de rumbo sin que él pueda o sepa cambiarlo. La broma y las consecuencias que le acarrean serán una especie de germen del resto de su vida. Todo girará en torno a la superación primero y la venganza después. Los personajes tienen 37, 38 años y sin embargo me han parecido extrañamente mayores, como con sus vidas acabadas. Y he encontrado también un hilo que conecta este libro con “El cero y el infinito” que leí hace poco. Las ideas comunistas, los ideales de la sociedad comunista vueltos del derecho y del revés para al final enfrentarse a la desilusión ante su fracaso. Como Rubachof, Ludvick se ve enfrentado al absurdo de haber perdido años y energía lamentándose por haber sido excluido de unas ideas que ahora le resultan falsas.
Ludvick comienza siendo un personaje con “prestigio” tanto para el lector como los demás personajes y termina siendo patético y digno de lástima por el absurdo de su vida y su incapacidad para ver su vida sin mirar a través del cristal de la broma. Su venganza acaba siendo patética y muy poco satisfactoria...que es lo peor que puede ser una venganza.
“El quid de la cuestión estaba en la imposibilidad del retorno. Todas las situaciones básicas de la vida son sin retorno. Para que el hombre sea hombre tiene que atravesar la imposibilidad de retorno con plena conciencia. Beberla hasta el fondo. No puede hacer trampas. No puede poner cara de que no la ve”
“El pájaro espectador” de Wallace Stegner. De los tres que he leído de Stegner este es el que menos me ha gustado. Es otro autor que siempre escribe lo mismo. Un personaje mayor que desde el presente realiza un ejercicio de memoria con su propia vida y sus propios recuerdos o los de alguien de su familia. El narrador siempre es una persona mayor, con su escepticismo y su sabiduría vital y todas sus manías y prejuicios adquiridos a lo largo de los años.
En este caso Joe, tras la llegada de una postal inesperada, recupera y lee para él y para su esposa el diario que escribió 20 años antes durante un viaje a Dinamarca. Se intercalan los episodios de su vida actual con los recuerdos. Para mí, ambos hilos no acaban de encajar bien y no encuentran el tono para discurrir juntos teniendo sentido. Tampoco he conseguido entender a los personajes que me han parecido desdibujados y poco consistentes y la trama danesa es sencillamente increíble y chirría mogollón. A pesar de estas para mí carencias, se lee fácil y entretiene pero si alguien quiere conocer a Stegner mucho mejor empezar por “En un lugar seguro”.
“Por definición, un prejuicio es la declaración del principio de que quien lo sostiene no tiene intención de analizar nada. Lo que no demuestra que esté equivocado. Y qué reconfortantes resultan”
“Berlín. Ciudad de Piedras” de Jason Lutes. Un lector anónimo me lo recomendó en algún post y lo saqué de la biblioteca. Trata sobre la vida de Berlín de 1928. El clima social, los nacionalsocialistas empezando a emerger, los comunistas, los judíos, la situación de las mujeres, los obreros, los periodistas. Es un dibujo muy frio, en blanco y negreo y muy sobrio. Me gustó y me falta leer la 2ª parte.
1984 de George Orwell. Un clásico que no había leído. Me ha encantado. Tiene una primera parte en la que describe como es la vida en 1984: los hablaescucha, el Ministerio del Amor, de la Paz, El Partido, el Gran Hermano, los proles, la neolengua, las rutinas de Winston, los minutos del odio, etc. que se me hizo un poco ardua. Ahora cuando repaso la lectura y mis sensaciones al leerlo, supongo que la idea de Orwell era que a través de esa primera parte el lector entrara en el ambiente agobiante, pesado y opresor de 1984. Y lo consigue, para cuando empieza la historia entre Winston y Julia, respiras y te das cuenta de que según has ido leyendo y metiéndote en la historia has terminado por no respirar, por contener el aliento y casi miras por encima del hombro sospechando que te espían.
Su historia, la de Winston y Julia es una especie de oasis. Sabes que no durará, que es imposible que acabe bien, que les pillarán y será horrible pero mientras dura, todo parece ir mejor, ser menos opresivo, parece haber algún tipo de espacio para la libertad individual, para tener libertad de pensamiento y de sentimiento. Piensas, vale es horrible pero siempre queda espacio para ser uno mismo, lo que eres no te lo pueden quitar.
Cuando todo termina de forma abrupta, el rayo de luz que iluminaba la historia se apaga y todo vuelve a ser gris y frio. Y el lector lo siente, frio y opresión. La parte final con los interrogatorios se parece mogollón a “El cero y el infinito” (
va a tener razón Judt con que fue una obra de referencia en su momento que ahora ha caído en el olvido).
Un clásico que hay que leer.
“El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución, se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución en sí misma. La tortura solo tiene como finalidad la misma tortuta. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?”
Alto riego de Richard Russo. Compré esta novela en la Feria del Libro Antiguo de otoño. Es la cuarta novela suya que leo y es la que menos me ha gustado aunque es un autor que siempre resulta agradable.
La historia de Ned atrapado entre sus padres. Vive primero con su madre en un entorno protegido y estable, que se quiebra cuando ella se enamora de quien no debe. Ned pasa entonces a vivir con su padre, San hall, un rufián, borrachín, con una vida caótica en que Ned se sumerge y acaba encajando.
Es una novela lentísima, en la que Russo describe con todo lujo de detalles cualquier acción, consigue a veces ser un poco desesperante. El detallismo en la descripción de la vida cotidiana es una característica de Russo en todas sus obras, pero creo que en esta se excede.
“Nunca fui muy dado a la sinceridad...ni siquiera de niño”.
“El libro de los amores ridículos” de Milan Kundera. Me ha gustado menos que “La Broma” y creo que Kundera como Roth, como Russo, o como Auster escribe siempre la misma historia. Puede que sea porque en el fondo escriben sobre ellos mismos, sobre cosas que son, cosas que les gustaría ser o cosas que no es gusta ser pero que son inevitables.
En este caso es una colección de relatos cortos, todos sobre “amores”, algunos más ridículos que otros pero todos con un toque muy machista, y con machista me refiero a muy desde el punto de vista de un tío que no intenta ser políticamente correcto para nada. Kundera escribe siendo muy tío, muy hombre, mira a las mujeres como objetos y sabe cómo le gustan esos objetos: jóvenes, guapas y deseables. Sin embargo, la mayoría de sus hombres acaban con mujeres que no se ajustan a esas características y acaban con ellas no por amor, ni siquiera por atracción física si no por pena, por obligación, porque esas mujeres son un recuerdo de algo, porque creen que otro las encuentra deseables y quieren “mear en esa esquina”…todos motivos ruines y mezquinos.
Ellas resultan más ridículas que patéticas. Cuando acaban con esos hombres tienen siempre una actitud como de agradecimiento y sometimiento personal absurda. Lo peor además es que Kundera las describe como “mayores” y tienen 40 años.
Me ha gustado y se lee fácil. Las mejores historias son las que se alejan más del esquema típico. La mejor para mí, es la del profesor que se ve atrapado en su propia red de mentiras que comienza con una mentira piadosa y tonta.
“Esto responde a una especie de curioso principio – le dije a Martin- la mujer fea espera lograr algo del esplendor de su amiga más guapa: la amiga guapa, a su vez, espera reflejarse con mayor esplendor si la fea le sirve de telón de fondo, de ahí se desprende que nuestra amistad se vea sometida a continuas pruebas”.
84, Charing Cross de Helena Haff. Llevaba años leyendo reseñas sobre este libro, encontrando referencias por todas partes y nunca había conseguido acordarme para sacarlo de la biblioteca o para comprarlo. Gracias a un amable lector que me lo ha regalado he subsanado este vacío lector.
Se lee fácil, entretiene y se termina. No hay más.
Me ha desilusionado probablemente porque me había creado demasiadas expectativas (parezco nueva) y las expectativas las carga el diablo. Sabía que la historia iba sobre una lectora y un librero que empezaban a intercambiar cartas y pensaba que ese carteo avanzaría hacia algo...incluso tenía la idea de una historia de amor.
En realidad es un intercambio de cartas pidiendo y sirviendo libros con un poco de contenido personal y muy poco por tarde de él. Ella me cae mal, es demasiado naif, demasiado…no encuentro la palabra, pero me carga. Además dice una cosa que me saca de quicio y me parece una completa majadería “Solo me interesa lo que de verdad ha pasado y contado por quien lo ha visto”...es decir, es tan guayyy que no lee ficción. Es boba.
Él me mola, es un señor, muy inglés. Pausado y calmado. Con clase. Leyendo lo imaginaba contestado a las cartas de la loca americana y pensando para sus adentros...por dios que no venga nunca a Londres.
Es un libro fácil y entretenido y con las expectativas adecuadas al producto supongo que puede ser una pequeña delicia.
Estoy terminando Freakonomics pero creo que lo dejaré para el post de la semana que viene, o lo mismo me calzo un post sobre él en exclusiva. No lo he decidido aún.
Fin del ladrillo.