miércoles, 11 de enero de 2012

LOS MUNDOS DE CEDRIC

Cedric mide 2 metros.Yo 1,60
Cedric pesa 110 kilos. Yo…no.
Cedric tiene 28 años. Yo 38.
Cedric y yo trabajamos a  un metro y medio  de distancia y nos descojonamos.

Sondeándome….

- Moli... ¿eres de ese tipo de mujeres que consideran que los feos son interesantes?

Conociéndome…

- Esto… ¿me decías algo Cedric?
- Moli...coño…llevo 5 minutos comentándote este tema... ¿desde cuando has comenzado a desarrollar tu lado masculino? No me estás haciendo ni puto caso…
- Que si tonto…dime…

Hablando de curro…

- Este libro verde es horrible.- digo yo tras una lectura que me deja exhausta y hostilizada hasta el infinito
- ¿En serio, Moli?
- Te lo juro…
- A mí me moló…es mucho mi target…es cutrecillo.

Sorprendiéndome…

- Cedric...te tengo que decir una cosa.
- Lo sé...te pongo.- me dice mientras rueda con su silla acercándose a mí.
- No coño, me perturbas.
- Es lo mismo…lo que yo decía…

Ligando…

- Cedric... ¿con quien llevas toda la mañana de mensajitos?
- Con una de mi curso…
- ¿Estás ligando?
- No creo...le he dicho que si íbamos al cine y me ha dicho que no.

Pip.

- Alucino Moli.
- ¿Qué pasa?
- Que al cine no quiere ir, que dice que vayamos directamente a mi casa.
- Coño, pues estupendo. ¿Es guapa?
- No
- ¿te gusta?
- No,
- ¿Entonces?
- Me distrae...
- Jajajajajajaja…Un consejo..no le digas: cariño, me distraes...jajajaja.
- Bueno…pues me voy ya.
- Muy bien, acuérdate de los consejos de tu madre: a las mujeres se las respeta y los calzoncillos se cambian todos los días…y yo añado uno: cambia las sábanas.
- Moli...eso ya lo he hecho esta mañana…cuando una tia llega a tu casa, le puedes decir que vas al baño...pero no te puedes poner a cambiar las sábanas…
- Jajajaja…bien, bien...chico listo.
- Moli... ¿por quien me tomas? No voy a dejar que una minucia de infraestructura me joda un polvo entretenido.

Y así pasamos los días…

martes, 10 de enero de 2012

MOLIDOCUMENTALES: EL PLANETA DEL AMOR

Cuando somos jóvenes, inexpertos y bastante memos, todos queremos ir al planeta del amor.

El planeta del amor es un sitio precioso. Desde fuera parece bonito, parece chulo, parece molón, parece un verde valle en las montañas con prados con flores para corretear, parece una playa con palmeras y agua cristalina rompiendo en una arena perfecta, parece un sofá mullido con una chimenea delante de una ventana por la que se ve la nieve caer, parece una cocina preciosa con una mesa puesta para cenar con dos copas de vino, parece precioso.

Y es precioso, pero el planeta del amor es un decorado. No todos son iguales, hay decorados tipo “el tren de la bruja” de la feria de tu pueblo, de esos que enseguida se ve que todo es de cartón piedra y donde la bruja por no ser, no es ni mujer sino que es el gitano de turno con peluca…y hay otros que son Disneyworld…todo es igual de falso pero uno tarda más en darse cuenta porque todo está hecho de puta madre. Aún así, en algún momento uno se da cuenta de que dentro de Mickey hay un tío que se llama Paco y dentro de la Bella una chica que se llama Carmen y el zapato de cristal de cenicienta es de metacrilato.

Que sea mentira no quiere decir que no haya que ir al planeta del amor. Claro que hay que ir, igual que hay que montar en el tren de la bruja y si puedes, ir a Disneyworld. Es una experiencia que hay que tener, sobre todo para saber diferenciar el planeta del amor del amor verdadero...

El planeta del amor es por lo tanto muy traicionero, parece el sitio ideal para quedarse a vivir, pero está lleno de trampas mortales. Trampas mortales para la dignidad y la autoestima que al mismo tiempo son mecanismos para el ensalzamiento del ridículo extremo y la vergüenza ajena.

Para empezar cuando uno aterriza en el planeta del amor pierde la capacidad de raciocinio y empieza a hacer muchas cosas horriblemente cursis. Es así. El cursilísimo es un efecto muy normal en los primeros contactos con el planeta del amor. Uno está feliz, se siente un dibujo animado, le parece notar el corazón latiendo cada segundo y ve mariposas por todos lados. Las tías incluso nos planteamos llevar vestidos con vuelo para girar como locas… (Girar como locas en vaqueros es de borrachas, con vestido de vuelo es de princesas...todo el mundo sabe esto).

No pasa nada. Es normal, esos momentos de cursilismo te darán mucha vergüenza ajena en el futuro y puede que a tus amigos se lo hagas pasar mal...pero es así, es inevitable, es tan natural como que te salgan pelos o los dientes.

El caso es que estás allí en tu escenario de cartón piedra, viviendo tu amor de mentira pero creyendo a pies juntillas que es de verdad, eso es lo chulo del planeta del amor. Mientras dura, claro. Porque de pronto, en algún momento…pueden pasar días, semanas, meses o años...empiezas a notar que las palmeras son de cartón piedra, que el agua no es tan cristalina y que la arena de la playa es una moqueta de color tierra. Es decir…empiezas a ver que tu relación de planeta del amor no es tan idílica…empiezas a notar que pasa de ti, o que además de interesarse por ti tiene interés en invitar a alguien más a vuestro decorado…pequeñas cositas que hacen sospechar…

Oh, oh…

Aquello no es el planeta del amor. Pero tú no quieres irte, no quieres que te echen de allí, te gusta tu decorado y miras fuera y lo que ves es gris, y negro y además está petado de gente buscando su planeta del amor. Así que decides quedarte como sea en el tuyo…y empiezas a hacer el gilipollas. A lo bestia... Te dedicas otra vez a las tonterías sin límite que acaban con tu dignidad y que aún no lo sabes, pero cuando lo pienses con distancia te darás cuenta de que eran de mucha vergüenza ajena.
El teléfono es obviamente un instrumento creado por el inventor del planeta del amor. Y lo va sofisticado. Cuando eran de esos de rueda de números y estaba en el centro del salón, te limitabas a intentar encontrar un momento en el que toda tu familia hubiera desaparecido de las cercanías del aparato para llamar a tu amorcito para decirle amoríos con los que sentías que ibas a conseguir poner todo en su sitio. Cuando no te llamaban porque intuías que del planeta estabas a punto de ser expulsado era casi peor, porque descolgabas a ver si había línea y por supuesto había. Patetismo elevado a la enésima potencia.

Con los teléfonos móviles, el torturador maligno, inventor de la telefonía, llegó a la cumbre de su perversidad. No solo puedes mirar para ver si tienes línea, si no que puedes comprobar n veces al día si te ha llegado un mail, un sms, un whasap, una actualización de facebook, un twitter…y lo que es peor…puedes ver si definitivamente te han echado del planeta del amor y han admitido a alguien nuevo. Cómo echas de menos la ignorancia reconfortante del teléfono de rosca gris de tu casa.

La ropa. Otra gran trampa. Atribuir poderes mágicos a las prendas de vestir cuando uno peligra en el planeta del amor, es otro clásico. “mmm...creo que me está dando largas voy a ponerme la falda que llevaba el primer día que fuimos a cenar y seguro que se acuerda”. Por favor, un poco de dignidad. Ponte lo que te mole, te veas favorecido o vaya a poner al otro cardiaco…pero recurrir al chamanismo con los trapos es siempre mala idea y no funciona nunca…a no ser que sea ropa interior o algo con muchísimo escote, pero aquí introducimos el factor “ poner cardiaco” y se elimina el factor recuerdo.

Hacer actos heroicos confiando en que así no nos dejarán. Este es un clásico y tengo ejemplos para dar y tomar. “Voy a renunciar a ir a un concierto de Clapton porque así él se dará cuenta de cómo me sacrifico por él y comprenderá que lo nuestro es amor verdadero y no me dejará”. “Voy a hacerme 800 km ida y vuelta…para hablar con ella…así a lo mejor no me deja, porque me ve la cara y se deshace de amor”.

Sobra decir que ni él se dio cuenta de nada ni ella tuvo ningún pudor en después de los primeros 400 km decirle: se acabó y él se subió al coche y con la leche en plena cara se hizo los 400 de vuelta...jodido y sin orgullo.

Desarrollar una capacidad de sugestión a prueba de cualquier comprobación empírica es otro clásico. “Vale, sí...se ha enrollado con otra...pero yo sé que a la que quiere es a mí”. " Bueno..vale, se ha enrollado con mi mejor amiga..pero ha sido sin querer",  “Bueno, puede que ahora no quiera estar conmigo, pero más pronto o más tarde se dará cuenta y volverá”. Es impresionante como esa capacidad de sugestión funciona de motor para agarrarse con uñas y dientes al planeta del amor a pesar de que te estén empujando y gritando FUERA FUERA….

Mi consejo, basado en experiencias muy desagradables en el planeta del amor, es  no hacer absolutamente nada  basado en un pálpito que comience por " Yo sé que en el fondo"...porque ese pálpito es muy cabrón, es mentira y solo te llevará al más espantoso de los ridículos. 

En resumen, el planeta del amor es mentira y es un sitio muy traicionero para la propia dignidad. El planeta del amor abduce y te saca de la realidad.  Hay que probarlo como toda en la vida, pero con cuidado y sin perder la perspectiva…y sobre todo, cuando se te acaben los tickets, lo mejor es pirarte lo más dignamente posible y sin mirar atrás.

Por supuesto, el planeta del amor no tiene nada que ver con el amor verdadero...pero eso ya lo cuento otro día.

lunes, 9 de enero de 2012

ATENCIÓN

Casi nadie escucha y ¡es tan fácil! No tienes que hacer nada cuando escuchas. Verte escuchar es muy interesante. Si un tipo te dice algo que despierte tu interés, vaya, no se lo ocultes. Se trata de concentrarte en lo que está pensando en vez de en lo que vas a responderle tú después

“Nadie se siente insultado porque le pregunten (…) lo más bonito que puedes hacer en la vida por alguien es dejar que te ayude

Prestar atención a otro es un ejercicio supremo de interés. La atención es lo más importante que se le pude prestar a otra persona. Sí, lo más importante. No vale con el amor… ¿de qué sirve que te quieran mucho si no te hacen ni puto caso?

Pasa con los hijos. Quieres a tus hijos con una intensidad que jamás creíste posible, pasas el día pensando (unos más que otros) en sus cosas, te preocupas…Ellos saben que les quieres mucho, no tienen dudas (la mayoría), pero si lo piensan no se les ilumina la cara. Sin embargo, si vienen con un puzzle, y tú dejas tu libro a un lado y te pones con ellos a hacerlo, sienten que les estás prestando atención y son felices. El amor se lo das sin esperar nada a cambio, se da por supuesto. Tu les quieres y ellos a ti…se da y punto.

La atención no, la atención se presta. Y como es algo prestado hay que hacer buen uso de ella. Siguiendo con el ejemplo de los hijos. Tu cierras tu libro, te tiras al suelo y te pones a hacer el puzzle…si tu hijo te sonríe, se tira contigo al suelo, y entre los dos pasas dos horas hasta terminar el puzzle mientras charlas, cantas o simplemente estas en silencio haciendo lo mismo..sentirás que tu atención ha estado centrado en algo que valía la pena.

Si por el contrario, dejas el libro, empiezas a hacer el puzzle y tu hijo a los 10 minutos empieza a protestar, se enfada o se dedica a tirar las piezas…sentirás que estás desaprovechando tu atención. No has encontrado la recompensa que esperabas al prestarle tu atención.

No se trata de que les prestes atención porque quieres que den palmas con las orejas, se la prestas porque eres su padre y les quieres y te apetece...o no te apetece pero sabes que debes hacerlo, pero seamos sinceros...que pase de ti cuando te pones a jugar con él…frustra y a veces jode muchísimo.

Tu hijo es pequeño o no tan pequeño pero un poco cabrón y otro poco disperso, y probablemente no sepa apreciar lo importante que es que alguien le preste atención, por eso la desaprovecha. El problema está cuando la gente no aprende a valorar la atención la de los demás y llega a la edad adulta, pensando que tiene que ser el centro del universo simplemente por existir.

Prestar atención a alguien exige un esfuerzo. Para empezar exige salir de uno mismo, quitarse tiempo de mirarse a uno mismo para dirigir la mirada hacia otro. Si se dirige la mirada hacia otro es porque se ha sentido algún interés…el que sea…y se quiere profundizar en ese interés y por eso se centran los sentidos, la inteligencia, la mirada y se dedica tiempo.

Requiere un esfuerzo.

El que presta la atención piensa

Eh…has captado mi atención. Sí, tú…Algo tienes y has captado mi atención. La has captado y algo más. Un perro con un abrigo rosa y gafas de sol también captaría mi atención pero sólo por un segundo. A ti te estoy prestando más atención. Después de la captura que es mérito tuyo, el préstamo es mérito mío. No lo desaproveches, no te regalo mi atención desinteresadamente, te la estoy prestando...para algo. Para que confirmes que efectivamente debajo de esa primera impresión hay algo. Para que me reafirme en que por fin sé diferenciar un “diamante en bruto”, para que pueda decir…que bien que seguí mi instinto y le hice caso. Así que venga...sigue por donde has empezado y demuéstrame que he hecho bien en dejar de hacer lo que fuera que estaba haciendo para prestarte atención y querer saber que hay más allá de esa primera impresión.

Te presto mi atención, me esfuerzo en ello, es una necesidad, una necesidad de establecer un vínculo, de mantenerlo, de reforzarlo, de incitarlo.

El que la recibe debe pensar

Eh...he captado su atención. Lo noto, lo siento. Es evidente. No sirve de nada seguir pensando que son imaginaciones mías, me está haciendo caso. Y no sé por qué razón, pero me gusta. A lo mejor se ha equivocado de persona, me confunde con otra o simplemente tiene curiosidad. Bueno, vamos a ver…tengo cosas molonas...a lo mejor sí que me está haciendo caso por méritos propios. Y vaya, me gusta. Ha dejado de hacer lo que sea que estuviera haciendo y me mira, me lee, me escucha, me ve y tiene interés en lo que sea que está viendo en mí. Me está prestando atención y quiero mantener ese préstamo. No quiero defraudarle, por razones egoístas por supuesto. Primero porque me mola esta sensación, mola que te presten atención y segundo porque si no consigo mantener su interés y se va, pensaré que no merecía su atención y no será una sensación agradable. O peor, pensaré que de alguna manera le engañé para ese préstamo y cuando se dio cuenta se marchó desencantado. En fin...allá voy, a seguir manteniendo su atención.

Prestar atención es por supuesto una respuesta a una llamada (una llamada de atención), pero puede ser incluso un acto creativo sin llamada, que puede brotar de uno mismo. Sirve para contrastar, para verificar y refutar. Puede ser algo espontaneo. Prestamos atención no solo a las personas, también a otras cosas, al mundo que nos rodea, a un libro, un artículo, un blog..lo que sea. Prestar atención nos sitúa en el mundo y en las relaciones.

Echar de menos a alguien, es en realidad echar de menos el poder prestarle atención y el que esa persona te preste atención a ti. El problema aquí es que muchas veces cuando te reencuentras, la expectativa de interés es tan alta que jamás se cumple. Los padres sabemos mucho de esto, no hay como echar de menos a los niños para que cuando te los encuentres no te hagan ni puto caso. No hagan ni puto caso al interés que tú tienes en ellos ni por supuesto muestren el más mínimo interés en ti…y salgan corriendo preguntando por su hermano, su perro o sus galletas favoritas. Cuando el objeto de nuestro interés pasa de ese interés se sufre y uno se siente muy gilipollas, pero en el caso de los hijos es inevitable.

Echar de menos tener tiempo libre para uno mismo, es exactamente igual. Lo que echamos de menos es tener tiempo para poder dejar de prestar atención a mil cosas que nos acosan en el día a día: el curro, los niños, la pareja, la infraestructura familiar, los compromisos sociales...etc. Uno echa de menos tener tiempo para mirarse el ombligo, para prestar atención a lo que le pasa, a lo que quiere y a lo que le apetece hacer. Este impulso o necesidad de prestarse atención a uno mismo tiene mala prensa…y por ahí lo llaman egoísmo, pero eso es una gilipollez…es fundamental prestarse atención a uno mismo y pasar de todos los demás de vez en cuando. Al fin y al cabo los demás lo hacen y tú no te mueres ¿no?...pues lo mismo.

En fin, lo que quería contar hoy es que hay que hacer un buen uso de la atención. Es un valor escaso, tanto la que puedes dar, como la que puedes recibir. Si se la prestas a alguien o a algo hay que esperar que merezca la pena. Por lo mismo, si alguien te presta la suya…haz buen uso de ella. Y por supuesto, hay que gastar parte de ella en uno mismo…

Me temo que Flora, de “Dulce jueves” lo explicaba mejor en las citas del comienzo del post.

Ah...y echaba de menos prestarle atención al blog.

martes, 3 de enero de 2012

MATERNITY (LXXXVIII): ES QUE NO LE GUSTA.

- A merendar, chicos.
- ¿Qué hay?
- Sandwich de jamón y queso y un vaso de leche con Nesquick.
- Yo no me lo como, no me gusta.- dice el enano de 6 años que tengo invitado en casa.
- ¿Perdona?
- Que no me gusta y no me lo como.

La madre del enano me dice: Es que no le gusta el jamón de york ni el queso, solo chorizo. ¿ Tortilla para la cena? No, tampoco come..mejor dale salchichas.

Yo quiero matar a la madre del churumbel.

Cuando tienes un churumbel,  puede que duerma mucho o poco, puede que sea muy movido o un pachorras, puede que grite mogollón o sea silencioso y puede ser un buen comedor o  puede resultar que la comida le sea completamente indiferente. Esto es así. Es la naturaleza de cada uno y no te queda más remedio que acostumbrarte y vivir con ello.

Lo que no puedes hacer es permitir que tu churumbel solo coma lo que sale de las narices, cuando le sale de las narices y cómo le salga de las narices. Perdón, puedes permitirle todo eso si juras sobre lo más sagrado que tengas que jamás lo dejarás a comer en casa de ningún familiar, ni el comedor del colegio, ni lo llevaras a un restaurante. Si sólo tú vas a convivir con el pequeño tirano alimentario que has creado, por mí como si lo alimentas de alpiste y lacasitos.

Los niños aprenden a comer igual que aprenden a hablar, andar, vestirse, leer, multiplicar o escribir. Y aprenden porque alguien les enseña y TACHÁNNNNN...tú eres el maestro, tu eres Yoda...tienes que enseñarles a comer. Y sí, es un puto coñazo y sí crea mucha frustración y sí, ellos no saben lo cerca que están de la muerte cuando ponen a prueba tu paciencia con el tema de la comida.

Pero no queda más remedio.

Para empezar los niños quieren comer las cosas que les gustan, como todos. Por alguna razón evolutiva muy compleja y que se escapa de mis conocmientos científicos: la pasta, el arroz, las patatas, el pollo, los yogures y el chocolate suelen ser plato de gusto para todos. Los niños además, no tienen la conciencia de la "comida sana" dando por culo y tampoco se aburren por comer todos los días lo mismo. Una rutina de pasta, arroz, sopa, pollo y patatas les parece el colmo del placer gastronómico. El gusto por la sorpresa gastronómica no viene de serie...hay que adquirirlo.

Tú, que eres su progenitor, eres adulto ( en teoria) y tienes conciencia de lo que es una buena dieta ( en teoria, también) tienes la obligación de enseñarles a comer más cosas. Y cuesta mucho, por distintos motivos:

1.- A ti te flipa la pasta, el arroz, las patatas y el pollo. A pesar de que eres consciente de como esa comida atora tus arterias e infla tus michelines, esa comida te encanta y si te aseguraran que no engorda ni es mala para la salud te alimentarias solo de esas cosas.
2.- Esas comidas se preparan facilmente. Se prepara tan facilmente que está comprobado que 8 de cada 10 padres que se quedan con sus churumbeles en ausencia de la madre optan por darle alguno de esos platos.
3.- Esas comidas elevan tu popularidad como padre. Y es dificil resistirse a ver sus caritas iluminadas cuando dices: Macarrones y ellos gritan: Siiiiii...mi comida favorita. A lo mejor alguien piensa que los estás comprando..pero noooo...que va.
4.- Si les das sus platos favoritos la hora de finalización de la comida no se acercará peligrosamente a la hora de comienzo de la merienda. Y la hora de la cena no acabará contigo llorando encima de la mesa porque te quieres ir a acostar para dormir un par de horas antes de ir a currar.El ahorro de tiempo es una prioridad, todo el mundo lo sabe.

En resumen, un niño que come solo lo que le da la gana, es feliz y lo que es más importante hace las comidas familiares entrañables y no perturba la relación de pareja de sus progenitores.

Y si todo son ventajas...¿ por que no se puede hacer eso?

Porque no. El mundo es un sitio horrible y tienes que enseñar a tus niños a comer de todo. Por supuesto algunas cosas les gustarán más y otras menos y algunas no les gustarán jamás, pero no puedes consentir que ellos elijan el menu y sobre todo que decidan no comer algo sin haberlo probado.  Al que no se ha reproducido seguro que esta tarea no le parece para tanto...a los que si se han reproducido saben que es una tarea de titanes como te toque un hijo "tiquismiquis" con la comida.

Pasos a seguir:

1.-Como ya he dicho antes, el gen de la sorpresa gastronómica no viene de serie. Los niños no consideran la novedad culinaria como un valor positivo. A la pregunta ¿ Qué hay de comer? Esperan una respuesta conocida, habitual y que les inspire confianza: macarrones, sopa, pollo con piel ( asi se llama en molicasa el pollo empanado..desconozco la asociación de ideas que llevó a M a poner este nombre), arroz con tomate. 

Si la respuesta es: mejillones.

Su contestación será en un 98 % de los casos: Yo no quiero.
Otro 2 % contestará algo como: ¿ y para nosotros? Confiando en que los mejillones sean una comida especial de mayores y para ellos haya macarrones, sopa, pollo o salchichas.
Un porcentaje residual de churumbeles apelaran a sus enfermedades..."¿ eso  me da alergia?"

2.- Presentación del plato. Seamos sinceros un plato de macarrones con tomate dice " cómeme" , una lasagna dice " soy apetitosa, con mi besamel, mi queso gratinado", el arroz dice " soy tu amigo, ya sabes a que sé"...son platos amigables. Unos mejillones dicen: ´tengo cocha, soy feo y además le tengo aprecio a mi concha...no me arranquesssss. Unas judias verdes dicen: soy verde...le gusto a tu madre, soy saludable y me dan de comida en los hospitales.  Obviamente no hay color, los hidratos de carbono son unos maestros en el manejo de la imagen, los demás alimentos están a años luz de su dominio del marketing.

Ante la llegada del plato a la mesa, un 98 % de los usuarios dira: ¡¡Qué asco!!! u otras variantes más onomatopéyicas como "puaghhhhhhh" con una falsa arcada.
Un 2 % insitirá en el " No me lo pienso comer"
Y un porcentaje residual dirá algo como..." ¿seguro que no me da alergia?...creo que ya me pica".

3.- Inspiración profunda. Posición de batalla. Sincronización de relojes. Acopio de toda la paciencia que sea posible acumular.

A ver, nunca lo habéis probado..asi qu eno sabéis si os gusta o no. Lo tenéis que probar antes de decir que no os gusta.- Primero un acercamiento amigable.

Y si no nos gusta ¿nos lo perdonas?.- son astutos, hay que estar alerta.
No. Si no os gusta, os lo tenéis que comer todo, pero ya no os lo daré más.- Por supuesto, es mentira..pero esto es la guerra y vale todo.

El enemigo valora el trato.

Un 98 % lo probara con mucho resquemor diciendo " solo un poquito. Un trozo pequeño"...se lo meterá en la boca como si fuera cianuro o un saltamontes vivo y empezará a masticar con la firme convicción de decir que no le gusta, aunque le guste. Y le gusta...asi que dice algo como: mmm...no está tan malo. Esta parte del enemigo está vencida..puede despreocuparse de él. Se lo comerá todo y lo que es mejor asimilará este alimento a su lista de comidas tolerables. Con el tiempo puede incluso alcanzar el status de hidrato de carbono e incluso llegar a la lista de "comidas favoritas".

Es el triunfo de lo que viene siendo el proceso educativo conocido como enseñar a comer. Un plato nuevo llega, provoca desconfianza, se supera esa desconfianza y se adquiere el hábito de probar cosas nuevas y se aprende a comer de todo.

El porcentaje residual tomará la comida con mucha preocupación...se observará a ver si nota algún síntoma de alergia y ante la comprobación de que puede sumar un nuevo alimento a su restringida dieta...sonreirá y dira: me gusta.

El 2 % tocacojones dira: No me lo pienso comer.

Y es ese 2 % con el que hay que luchar. Es un mico, tiene 2 ó 3 ó 4 años y tiene que aprender a comer. Va a ser agotador, una batalla y una lucha. Puedes enfrentarte a él con constancia: no te levantas de aqui hasta que te lo comas. O vencerlo a base de pasar hambre: esto es lo que hay, o te lo comes o no comes nada.

Lo que no puedes hacer es decirle: Muy bien rey..¿ qué quieres que te prepare?

 Por supuesto, esta es la opción fácil, la que hace que tu hijo te mire con carita de amor y la que te ahorra tiempo, sudor y lágrimas..pero no le puedes decir eso,  porque tu rey es un canijo, porque no sabe si le gusta o no, porque tiene que aprender a comer de todo y sobre todo porque no puedes enseñarle que la vida gira en torno a lo que a él le apetece o no le apetece.  

Esta opción es el triunfo de la mala educación, de los niños consentidos y de los niños " centros del universo". El triunfo de niños maleducados que no comen sandwiches de jamón y queso provocando ataques de hostilidad en la anfitriona de la merendola. Hostilidad no contra el niño, si no contra los padres.

Esta opción es " es el triunfo del lado oscuro de la maternidad.