domingo, 30 de marzo de 2014

Pobrehermano Mayor cumple 40.


Mi primer hermano. El primer hijo varón. El segundo. El cuarto nieto. Bronco. El último que  quedaría en la avioneta. Pobrehermano Mayor. El padrino de C. Chuparse el dedo pulgar viendo la tele mientras te acariciabas la pequeña protuberancia que tienes en un lado del cuello. El color azul. El último en enterarse de que papá había muerto. Tu Simca 1200. 

Pelo negro, aunque ya te queda poco. Barba larga, muy larga y blanca. No sé si pareces un Ayatollah, Papa Pitufo o si te da un punto de norueguismo que yo no soy capaz de percibir. Ya no te chupas el dedo, (ni literal ni figuradamente) pero te acaricias la barba compulsivamente, tan compulsivamente que no te das cuenta... y confieso que me pone un poco nerviosa, me distraigo pensando que pareces un sabio, que eres más sabio que yo. Esa sensación se me pasa cuando sacas del bolsillo de tu pantalón el peine rosa de Mi pequeño Pony que le has robado a C y con el que te flipa peinarte la barba... eso no parece muy sabio, si acaso muy de hypster. 

Te ries poco y cuando lo haces tienes dos risas. ¿A que no lo sabías? Una grande de carcajadas cuando algo te hace gracia... y otra pequeña en la que haces jijijiji y los ojos se te achinan; ésta risa no puedes pararla, cuando te da ese ataque de risa sencillamente te encoges y te ríes y te ríes y te ríes hasta que se te agota la risa y vuelves a ponerte muy serio. La última vez fue el año pasado, nos dió a los cuatro mientras mamá contaba muy seria una historia absurda, la del huevo que hablaba por el móvil. ¿Te acuerdas?

Seguro que no. Eres Dori, la memoria de pez. Estoy pensando que posiblemente eres tanabsolutamente maniático con tus rutinas porque si no las tuvieras olvidarías todo. No te acuerdas de la gente que conoces, de los cumpleaños, de los libros que has leído ni de las películas que has visto... nuestros recuerdos compartidos de infancia siempre te hacen dudar ¿En serio? preguntas muchas veces. 

Eres paciente o lo pareces. Puede que sencillamente pases y por eso nos aguantes a todos mucho hasta que no puedes más y estallas en un grito “Joder, que he dicho que no” o “Joder...así no hay quien duerma” y entonces te pones muy serio y mueves las manos por delante del cuerpo. Hubo un tiempo en que me daba un poco de miedo verte así. Ahora, lo confieso, me hace gracia. Te pones muy nervioso cuando la gente se alarga contando las cosas, no soportas la cháchara "Pero ¿quieres contar de una puta vez qué paso y dejarte de chorradas?"

Arrastras los pies por el pasillo, te flipa pasearte en calzoncillos. Un café y dos sobaos Martínez para desayunar. Un rato después otro café. El vaso de agua lleno en la mesita si te echas la siesta en el sofá o en tu cuarto si te vas a la cama. Es manía, no te bebes nunca el agua...los vasos se vacían porque se evapora. Lo he comprobado. 

El deporte. El absurdo y el de equipo. Eras bueno al fútbol, muy bueno de hecho. ¿Por qué dejaste de jugar? No es por la edad, ni por las lesiones. Ahora haces cosas peores, partidos de padel nevando o a 2 bajo cero, carreras absurdas de 45 km, marathones alpinos de 60, viajes en bicicleta por Cuba a 40 grados a la sombra...la lógica de tus aficiones deportivas, si es que tiene alguna, queda fuera de mi alcance. 

Eres mañoso, habilidoso y muy artista. Arreglas cosas, cuidas el jardín, te encargas del huerto, construyes muebles...Te veo y pienso  que si hubiera un holocausto nuclear estaría a salvo contigo. Se que lo único que me pedirías a cambio sería que te hiciera cosquillas en la espalda. Antes, hace unos años, me hubieras pedido también que cocinara, pero de un tiempo a esta parte te apañas bastante bien y tu tortilla de patata es sencillamente espectacular. 

Eres ermitaño. Creo que eres la persona con la que más tiempo he pasado en silencio. Horas en la misma habitación sin dirigirnos la palabra. Fines de semana enteros intercambiando apenas unas pocas palabras. Paseos con los perros en los que lo único que hemos dicho han sido “putos perros” o gritado sus nombres.  No es un silencio incómodo, ni extraño, ni raro. Es tu silencio acogedor. ¿Sabes como eres? Como una chimenea, eso es. Te pega tanto. 

Hueles a leña, a campo, a sudor de deporte, a jersey viejo. A ti. 

Eres encantador. Me fascina verte en una reunión social. No doy crédito cuando me has acompañado a algún sitio en el que no conoces a nadie y de repente eres el tío más encantador de la sala, repartiendo sonrisas, palabras y riendo. Te veo, te escucho y me pareces un desconocido...un desconocido encantador y sociable. Muchísimo más que yo... pero yo tengo más pelo. Ja.  

Eres divertido, muy divertido sin ser gracioso. Estas muy serio y de repente empiezas a contar una anécdota y sencillamente me troncho de la risa...y además me vuelvo a reir cuando me acuerdo días o semanas después. “ Moli, me he apuntado a Pilates. Soy el único tío...lo primero que tuve que preguntar el primer día fue ¿alinear la pelvis? exactamente ¿donde tengo yo eso?” o “¿Te he contado la historia de la cabo Coral de la guardia civil en Huesca? Estaba tremenda.”

Eres la calma y la imperturbabilidad. Se que las cosas te afectan, siento que te preocupas, siento que me (nos) quieres pero no se te nota. No sé cómo lo haces, pero lo haces. No pareces estar cerca pero sin embargo lo estás. Seguro que no te acuerdas, pero yo si, hace casi 9 años, llegue a casa de Los Molinos y estabas sentado en un bordillo del jardín, me senté a tu lado, apoyé la cabeza en el hombro y lloré. No dijiste nada, no hiciste nada. No hizo falta. Lo último que me has dicho que me ha conmovido ha sido  “Bien, entonces me voy a ahorrar la charla que te tenía preparada”.  Esa frase idiota y que para nadie tiene sentido, me hace llorar al escribirla. 

Hoy cumples 40 años. 

Hace 411 días, los cumplí yo. Llamaste al timbre de casa, abrí la puerta y allí estabas, con un collar con 40 castañas que habías hecho para mí. 

Yo no sé ensartar castañas, sólo se escribir. 

Este es mi caminito de chuches para ti. 



Dices que "no tienes planeado vivir mucho tiempo"...pero ojalá compartamos otros 40 años, tenemos mucha suerte... bueno, yo más. Tú tienes que aguantarme.

Feliz cumpleaños.



miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Por qué lo hace? ¿Qué es cesárea? y el futuro imperfecto.



Mamiya estamos aquí.
Ya era hora. 
Pero si es prontísimo. 
Son las nueve y media de la noche y sois unas canijas. 
¡Hemos ido a unas conferencias de montaña con nuestros amigos!
¿A unas conferencias de montaña? Ah si, en las antiguas escuelas. Y ¿Qué tal?
¡Fenomenal, me ha gustado muchísimo! Se llamaba Pedro y trepaba las Torres de no se qué.
De no sé qué no, del Paine. 
Muy bien chicas...¿cenamos?
He preguntado muchísimo. 
¿Ah si? ¿Qué has preguntado?
Primero le he preguntado qué comía, porque en el vídeo que ha puesto sólo bebía y digo yo que algo tendrá que comer. Me ha contestado que tenía unos sobres con comida en polvitos y que echaba eso en el agua y era como comida. Podías mirar si hay polvitos de esos para celiacos y así no tendría que comer nunca...
No me des ideas...
También le he preguntado cuánto pesaba la hamaca que llevaba para dormir. Y me ha dicho que 9 kilos. 
¿9 kilos, seguro?
Sí, seguro. Y luego le he preguntado si le dolían las manos de escalar y meterlas en los agujeritos para trepar y me ha dicho que si. 
Claro...bueno, entonces te ha gustado mucho, no?
Si, me ha firmado un póster...mira "Para M, mi amiga, un beso". 
¡A mi también me ha firmado un poster!
Si, pero en el tuyo solo pone "Para C" porque no eres su amiga, no has preguntado nada. 
Es que no entiendo por qué hace esas cosas. 
Ya...yo tampoco, mi siguiente pregunta iba a ser ¿Por qué lo haces? 

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En el baño, las tres a la vez. C se ducha, M se corta las uñas mientras me enseña las heridas de guerra del fútbol y yo trato de sobrevivir al calor humano mientras recojo sus calcetines malolientes, menos mal que son princesas. 

Mamá, ¿qué es cesárea?- pregunta C mientra asoma por detrás de la cortina de la ducha. 
Una cesárea es la herida que te hacen en la tripa para sacar al bebé cuando no puede salir por su sitio normal. 
Y tú ¿por qué no tienes esa herida?
Porque a vosotras no hubo que sacaros, fueron partos normales. 
Y ¿por dónde salimos nosotras?
Pues por dónde todos los bebés...o casi todos...por la vagina..al lado de dónde haces pis. 
¡ESO ES IMPOSIBLE! ¡ESO ES MENTIRA, MAMÁ! 
No, no es imposible. 
A ver mamá...un bebé no cabe por ahí...dinos la verdad. 
Claro que cabe, se hace grande, la cabeza del bebé es blandita...la madre empuja y el bebé nace. 
Y si mientras estás empujando ¿te entran ganas de hacer caca?
Pues no pasa nada...todo a la vez. 
Puaghhh...me está dando un asco horrible. Dime que no te hiciste caca mientras yo nacía y lávame el pelo otra vez....qué asco. 
Mamá...¿qué opina papá de esto?
Jajajaja...¿qué opina? Pues no opina nada, le parece bien, claro. 
Ya...si hubiéramos salido por su pito seguro que no le parecería tan bien. 
En eso te doy la razón. 

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Llego de currar, aparco y me pongo a esperar en el portal a que lleguen del colegio. Es acojonante que vivamos a 70 metros del colegio y tarden 15 minutos en llegar a casa. Las veo venir, con sus mochilas, sus abrigos azules y charlando. C arrastra la mochila como si llevara 3 toneladas de peso. Para variar va completamente despeinada. M mira al frente, me ve y sonríe. 

- ¡Hola chicas!
- Hola mami, dice M dándome un beso. 
- ¿Me has echado de menos hoy?- le preguntó en pleno ataque de amor maternal. 
- ¡Si!
- Y tu, ¿me has echado de menos?
- Pichi.- dice la cabrona de C pasándome su mochila. 
- ¿Cómo qué "pichi"? ¿Qué es "pichi"? El pajarito de Heidi se llamaba pichí.
- Mami, "pichi" es no, no te he echado de menos pero no te lo digo así porque tú quieres que te diga que sí y es que no...entonces pichi es para que te quedes contenta. 

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Vamos caminando a la biblioteca, repasamos los verbos de la tercera conjugación. 

A ver, futuro imperfecto del verbo vivir. 
Yo no seré feliz, tú no serás feliz, él no será feliz, nosotros no seremos felices....
Jajajajaja...eso no es el verbo vivir. 
Claro que si, el futuro imperfecto de vivir es no ser feliz....está clarísimo. 


Por ahora vivimos en un presente perfecto y muy divertido. 

lunes, 24 de marzo de 2014

Cuando el cine español sí funciona.


Entre otras muchas cosas, el sábado fui al cine con 3 hombres. La película la elegí yo, y la elegí por pura pijotería. Me gusta ver las películas en versión original y en el único cine que pilla cerca de Los Molinos no hay esa opción, así que sólo podíamos ir a ver una película en español: 8 apellidos vascos. 

Los tres hombres dijeron que sí. O son fáciles de convencer o tengo mucha capacidad de persuasión o sencillamente me dieron la razón como a las locas peligrosas. A todos nos gustó. 

¿Qué es 8 apellidos vascos?

Es una película española. Cine español, producido, escrito, dirigido e interpretado por actores españoles que ¡oh sorpresa! está consiguiendo arrasar en taquilla y llenar las salas de cine noche tras noche. (400 personas había en la sala el sábado)

Es una comedia romántica de chico conoce a chica. Chico y chica no se soportan y acaban juntos. Una historia que el espectador conoce sólo con ver el cartel que la anuncia o el trailer. No es una historia nueva, ni sorprendente ni espectacular. Es una comedia romántica de enredo de manual. 

Es una película con GUIÓN. Cuenta una historia repetida cien millones de veces pero con un guión que funciona. Estoy harta de ver películas que o bien no saben qué quieren contarte y se dedican a pasear la cámara y encadenar planos y escenas sin sentido dotándolo todo de una pretendida intensidad estética que resulta cargante y aburrida o películas que saben que quieren contar pero no saben hacerlo y naufragan en un guión espantoso. Lo más importante de una película SIEMPRE es el guión. Esto es una obviedad pero es acojonante la cantidad de películas que lo olvidan. 

Es una película sobre los tópicos de los vascos y los andaluces. Que si a las vascas las peina su peor enemigo, que si los andaluces son unos engominados catetos. Que si la kaleborroka, que si Los del Río y la Virgen de Triana. Que si Vitoria es "el sur" y si hay que ser andaluz hay que ser Sevilla y no de Córdoba...y mil tópicos más. He leído críticas feroces quejándose de esto. No lo entiendo. ¿De verdad que hay gente que se ofende por estas cosas? El humor de 8 apellidos vascos no puede ser más blanco, más neutro y más sencillo.  Si te ofendes por estos chistes o tienes la piel muy fina o te la coges con papel de fumar o las dos cosas a la vez. 

La película funciona desde el minuto 1 con la primera imagen y consigue mantener el ritmo casi hasta el final sin repetir los chistes. Te ríes, sonríes y llegas al final casi sin enterarte. Los actores están correctos y hacen un buen trabajo y a pesar de lo inverosímil de la historia (toda comedia romántica lo es) nada chirría tantísimo como para sacarte del mundo de ilusión en el que estás viviendo ese rato. 

¿Es maravillosa? No.
¿Es espectacular? No. 
¿Tiene fallos? Si, algunos. 
¿Es una buena película? Es una película correcta. 
¿Merece la pena ir a verla? Sí. 

8 apellidos vascos no es una película que vaya a cambiarte la vida ni es la película de tu vida. Es cine de entretenimiento, bien hecho y bien contado. Es una comedia para hacerte reír sin humor zafio, con ritmo y con unas interpretaciones correctas. 

¿A qué viene este encendido elogio de una película de cine español? Pues sencillamente al hecho de que esta película desmonta varias chorradas que se dicen sobre el cine español y que estoy harta de oír. 

"El cine español es un coñazo". SI. Lo siento pero sí. Se producen muchísimas películas (muchas más de las que se deberían producir...aunque a la gente no le guste leer esto) y la mayoría son horribles y lo que es peor, no son horribles porque no tengan dinero para producción o por un problema de dirección. Son horribles porque sencillamente cuentan historias que no interesan a nadie y las cuentan mal. Casi todo los problemas del cine español, son de guión. 

"La gente no va a ver cine español.". No. La gente no va a ver cine español coñazo. Esta película está arrasando en las salas. ¿Por promoción? Si, claro. Bienvenidos al mundo real, las películas hay que promocionarlas. El cine no es una obra de caridad...es una industria y hay que publicitarlo. 8 apellidos vascos ha tenido una buena campaña de promoción....pero además está funcionando muy bien en el boca a boca. 400 personas riéndose y saliendo del cine con una sonrisa son la mejor promoción que puedes tener. Y si lo aliñas con unos cuantos intensos quejándose de los tópicos o de inconsistencias del guión como si estuviéramos hablando de una película realista...lo que consigues es un éxito absoluto. 

"La piratería está acabando con el cine español". Ja, ja y ja. Nadie se descarga películas españolas. El lamento de los productores, actores y demás gente de cine quejándose de que su trabajo se pierde por culpa de las descargas es mentira. La gente no va a ver cine español coñazo y tampoco se lo descarga en casa. Aunque parezca increíble...hay poco masoquista entre el espectador medio de descargas. Las salas se están llenando para ver 8 apellidos vascos...y es muy posible que sea una película muy descargada...pero las descargas no harán que no triunfe y sea un éxito. De hecho ya lo es.  

Lo que acaba con el cine español es la grandilocuencia de venderlo como "cultura" despreciando cualquier intento de hacer cine comercial,  la falta de ideas y la falta de aprecio por el trabajo de los guionistas. Así de sencillo. 

El que quiera que lo entienda, y el que no...que siga diciendo chorradas y lamentándose. 


Este post está en MNM por si queréis "menearlo". Gracias. 

viernes, 21 de marzo de 2014

Granada, octubre 1998.


"Granada, octubre 1998", pone en la primera página junto con el título "Cartas Durrell- Miller. 1935-1980" y mi nombre 

Por aquel entonces tenía la letra más redonda y cada una era independiente de las otras. Ahora escribo la mayoría de las palabras de un solo trazo sin levantar la pluma del papel. Lo escribí con una pluma de oro que mi abuela me había regalado justo un año antes, al terminar la carrera, que tiene mi nombre grabado en el capuchón. Dejé de usarla. Le cogí manía, pero en aquella época la llevaba siempre encima. 

Estaba en Granada trabajando. Me pasé allí un par de semanas o tres revisando préstamos hipotecarios para realizar operaciones financieras de inversión. ¿Qué sabía de operaciones financieras? Nada, pero de préstamos hipotecarios lo sabía todo y era buena, muy buena revisando expedientes y además lo hacía muy deprisa y la rapidez era fundamental en aquel trabajo.  Era un buen trabajo; aburrido y mecánico pero me permitía tener la cabeza ocupada, estaba muy bien pagado y viajaba mucho. 

Aquellas semanas en Granada me alojaba en un hotel de una calle principal de la que no recuerdo el nombre. Seguro que tenía en su nombre algo sobre la Alhambra, Al Andalus o algo así y tenía un hall enorme lleno de mármoles y columnas, y una recepción enorme llena de guiris con sandalias. 

Me dieron una habitación individual "de ejecutiva". El nombre parecía prometedor...pero resultó ser una celda cartujana decorada por alguien con horror vacui y un extraño concepto de la combinación cromática. La cama era pequeña y estaba pegada a la pared a la derecha según entrabas en la habitación, al fondo había una ventana y la mesa "de ejecutiva" hubiera jurado que era un reclinatorio reciclado. En esa camita de ejecutiva sin ligue me despertaba por las mañanas y tras vestirme de trabajadora seria y responsable, salía para ir paseando hasta las oficinas donde tenía que currar. En octubre, en Granada, hace un frío pelón por las mañanas...pero al volver a las 7 de la tarde, aquellos días hacía calor y me dedicaba a pasear antes de recluirme de nuevo. 

Una tarde, en aquella calle principal, había unos puestos de mercadillo. Entre pulseras, camisetas, recuerdos de la Alhambra y demás parafernalia, había unos cuantos puestos de libros en los que me puse a cotillear.  

"Cartas Durrell-Miller. 1935-1980". Unos cuantos años antes, siguiendo la recomendación de una de las hermanas de Molimadre, había dedicado el verano a pelearme con "El Cuarteto de Alejandría" de Lawrence Durrell. Había conocido a Justine, Balthazar, Mountolive y Clea y me había desesperado muchísimo. Pasé horas sin entender nada de lo que leía, otras creyendo entender.  Leía deslumbrada a ratos y desbordada en otros. Llegué al final sabiendo que había llegado a ese libro demasiado pronto, demasiado joven, que me faltaba vida para entenderlo y que tendría que volver. Lo haré. 

De Henry Miller había devorado los dos Trópicos tras escogerlos al azar en la biblioteca del despacho de mi padre. Los leí fascinada, entregada y sorprendida y al terminarlos supe que no volvería a ellos, que habían llegado en el momento adecuado. 

En mi cabeza, Durrell y Miller no eran simpáticos, ni atrayentes. Me caían bastante mal de hecho. Durrell me parecía confuso, etéreo y hasta cursi a veces. Miller era tosco, directo, soez y a veces absurdamente provocador...casi como un adolescente llamando la atención. Además, ¿Qué tenían que ver entre ellos? ¿Por qué se habían escrito durante casi 50 años? 

Cogí el libro, pesaba. 

En la foto de portada salían desnudos, sentados a la orilla del mar en una foto de 1939. Durrell parece un joven griego al sol de Corfú...Miller parece viejo, muy viejo...pero acabo de comprobar que tenía sólo 48 años y de hecho vivió 40 años más. 

Lo abrí. 1.200 pesetas ponía en la primera página, pasta para un libro de segunda mano. 

Lo hojeé con curiosidad. 

Durrell escribe la primera carta. 
"Estimado Sr. Miller, Acabo de releer Trópico de Cáncer y siento la imperiosa necesidad de escribirle unas líneas..."
Miller le contesta.
"Estimado Sr. Durrell, Su carta también me ha desequilibrado un poco. Es usted el primer inglés que me escribe una carta inteligente sobre mi libro"

Me encantó  aquel primer intercambio y compré el libro sin dudar. Lo leí del tirón en aquellas semanas en Granada. Me enganchó la correspondencia entre esos dos hombres. Los descubrí como escritores y como hombres. Me reí, me emocioné, me indigne y vi pasar por delante de mis ojos 50 años de amistad entre dos hombres que se conocieron gracias a un libro. 

"Esto es todo Larry. Te deseo lo mejor".

Es lo último que escribió (dictó) Miller antes de morir el 7 de junio de 1980. 

Este libro ha estado conmigo desde entonces. Siempre se dónde está. No lo he recomendado nunca y nunca lo he prestado, pero es un libro especial. Cada vez que lo veo en la estantería, me acuerdo de quién era entonces, qué pensaba, qué sentía, cómo era aquella habitación de Granada y del tío que me llamó para quedar "cuando vuelvas a Madrid el viernes", pero esa es otra historia. 

"Granada, octubre de 1998".