sábado, 15 de febrero de 2014

El primer lector.

Ya lo dice Cheever:

"No puedo escribir sin un lector. Es necesario como en un beso - no puedes hacerlo solo"

Para escribir, los lectores son necesarios. Más que necesarios, imprescindibles.
Pero ¿quién es el primer lector de un libro?
Podemos pensar que el autor, que al fin y al cabo lee lo que va escribiendo, pero no es un “primer lector” puro porque no se enfrenta al texto virgen, sabe lo que va a leer y lo que es más importante lee más de lo que está escrito. No lee lo que hay, lee lo que debería haber.

Podemos pensar también que el primer lector son todos los lectores de ese libro. Cada lectura es individual y única y es una primera lectura, pero tampoco me refiero a eso.

Creo que hay dos tipos de primeros lectores.

Por un lado estaría el primer lector,  aquella persona en la que el escritor piensa cuando se sienta a escribir, escribe para esa persona, pensando en cómo esa persona interpretaría su escrito, en cómo lo leería. Escribe esperando escuchar y anticipar la opinión de esa persona en su cabeza.

El primer lector, por otro lado,  es también aquella persona que sin ser el autor lee el texto por primera vez. Es la persona a la que el autor confía lo que ha escrito para recibir su opinión, sea la que sea.

El primer lector es la persona que en cierta manera justifica el tono, el tema y el fondo de lo escrito.

Muchos escritores han hablado sobre los primeros lectores.

"Escribiendo, tu audiencia es un único lector"

Forget your generalized audience. In the first place, the nameless, faceless audience will scare you to death and in the second place, unlike the theater, it doesn’t exist. In writing, your audience is one single reader. I have found that sometimes it helps to pick out one person—a real person you know, or an imagined person and write to that one.”. John Steinbeck

Steinbeck considera fundamental escribir pensando sólo en una persona. Dice algo muy obvio pero que puede pasar desapercibido, en la lectura no hay una gran audiencia, no es como el teatro, en la escritura tu público está formado por una sola persona cada vez. Steinbeck explica que para él a veces era más fácil escribir pensando en una sola persona, real o imaginaria, y escribir exclusivamente para ella. 

"Escribir para gustar a una única persona"

“Write to please just one person. If you open a window and make love to the world, so to speak, your story will get pneumonia”. Kurt Vonnegut

Escribir para una sola persona, igual que se hace el amor a una sola persona. Intentar complacer a todo el mundo, escribir pensando en gustar a todos, es imposible; para Vonnegut ese intento "hará que tu historia enferme" .


"Intenta leer tu propio trabajo como lo leería un extraño"

“When an adult, try to read your own work as a stranger would read it, or even better, as an enemy would”. Zadie Smith

La escritora inglesa propone algo complicado, y en cierta manera imposible. Leerse a uno mismo como si fueras un extraño o un enemigo. Leer lo que uno ha escrito es siempre completar mentalmente lo dicho, para que encaje con la idea que tenemos en la cabeza y leernos como un enemigo es imposible. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, nadie es tan cruel con nuestro trabajo como nosotros mismos.

"Uno nunca puede leer su propio libro con la inocente anticipación  que llega con la primera página de un nuevo libro, porque tú lo has escrito."

“You can never read your own book with the innocent anticipation that comes with that first delicious page of a new book, because you wrote the thing. You’ve been backstage. You’ve seen how the rabbits were smuggled into the hat. Therefore ask a reading friend or two to look at it before you give it to anyone in the publishing business. This friend should not be someone with whom you have a ­romantic relationship, unless you want to break up”.Margaret Atwood

Exactamente eso es lo que explica Atwood. Uno no puede leer su propio libro con la inocencia con la que uno se enfrenta a un nuevo libro porque lo has escrito, has estado en la parte de atrás y conoces los trucos. Hay que buscar un amigo o dos que lean lo escrito antes de intentar publicarlo (o antes de subirlo a un blog). Atwood advierte que el primer lector no debe ser alguien con el que tengas una relación sentimental... a no ser que quieras romperla.  Pero sobre esto hay opiniones muy distintas...por ejemplo la de Amos Oz.

"Me mira de tal forma que la habitación se ensancha"

Hasta hoy día, Nilly es mi primera lectora. Cuando encuentra en un borrador algo incorrecto, me dice: "Esto no funciona. Bórralo. Vuelve a escribirlo". O: "Basta. Ya lo hemos oído. Esto ya lo has escrito. No hay que repetirlo". Pero cuando algo le gusta, Nilli alza la vista de las páginas hacia mí y me mira de tal forma que la habitación se ensancha. Y cuando me sale algo triste dice: "Este párrafo me ha hecho llorar". Y cuando me sale algo gracioso no dice nada, simplemente empieza a reír sin mesura. Después lo leen mis hijas y mi hijo, los tres tienen buen ojo y oído fino. Al cabo de un tiempo lo leerán también algunos amigos, después os lectores y después los expertos en literatura, los estudiosos, los críticos y los escuadrones de la muerte. Pero entonces yo ya no estoy allí” Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz.

Oz escribe para su mujer. Ella es su primera lectora mental, aquella persona en quien piensa cuando escribe y su primera lectora física...la primera persona que lee lo que hay en las páginas y la opinión que él espera con más interés. Las demás también tienen su valor, pero él lo explica muy bien, si a ella le gusta algo “la habitación se ensancha” y para cuando llegan los demás lectores (que en cierta manera siempre son primeros) “él ya no está allí”.

Y por supuesto, hay autores que no piensan en primeros lectores. Son más prácticos.

"El lector ideal... si existe, está leyendo a otro".

Don’t try to anticipate an ideal reader — or any reader. He/she might exist — but is reading someone else. Joyce Carol Oates

La escritora canadiense advierte de la imposibilidad de pensar en un lector ideal o en cualquier lector. Ese lector probablemente exista...y probablemente esté leyendo a otro.

Personalmente creo que sí que ayuda tener un primer lector en la cabeza. Alguien en quien piensas mientras escribes. Eso no quiere decir que escribas pensando que lo que escribas tenga que gustarle, escribes pensando en la opinión que tendrá sobre lo que escribes, puede que incluso escribas pensando en que no le guste.

Los primeros lectores, un gran tema.

Post publicado en PisandoCharcos.

miércoles, 12 de febrero de 2014

12 de febrero.- 41 años


I, me, mine. 

160 cm. 51 kg. 36 de pie, 36 de pantalón, 38 de camisa. 95D. Manos, pies y orejas pequeños. Pelo corto, castaño oscuro. Me tiño las canas aunque a lo mejor dentro de poco dejo de hacerlo. Jamás me he depilado las cejas ni el bigote. Llevo las uñas cortas, no las soporto largas. Ojos marrón oscuro. Miro fijamente. Sonrío. 

Leo desde los 3 años. Escribo cuadernos desde los 24 y este blog desde los 34. 

Me gusta beber Gintonic. A cualquier hora, en el aperitivo, después de comer, antes de cenar, con la cena y por la noche. Me estoy aficionando al vino y he dejado la cerveza. La cerveza me empapuza. 

Odio las alcachofas, el melón, el regaliz y la Fanta Zero. No me gusta el pollo si parece pájaro. Me flipa el arroz, el chocolate blanco y el queso. Las fresas. Jamás he comido higos.

Tengo una memoria acojonante. Soy una fanática de Bruce sencillamente porque me hace feliz, sé que es irracional y poco lógico...pero me da igual.  No quiero vivir en Madrid, cada vez me gusta menos. Tengo un trabajo que una vez fue  interesante y que me gustaba y ahora es absurdo, inútil y una pérdida de tiempo. Es un trabajo que desde fuera parece chulo. 

476.876 km en el cuentakilómetros. 4819 días en los libros de colores. En el mp3 962 canciones y un audiolibro en ingles, Sweet Thursday de Steinbeck. Siempre en modo aleatorio. Canto de angustia pero no bailo mal. 22 años de carnet. 

Exagerada, mucho según mis hermanos. Impulsiva, cada vez menos. Arisca y raspa. Cariñosa si me fío. No olvido. Lloro mal aunque cada vez lo hago mejor, impresiona verme llorar. Lloro de risa, mucho. No llevo anillos. Pendientes pequeños de oro blanco que estoy meses sin cambiarme. El mismo reloj en la mano derecha desde hace 4 años. 

Duermo en el lado izquierdo de la cama. En mi mesilla: dos teléfonos, dos cuadernos rojos y 4 libros: Tierras de Sangre, El oficio ajeno, Némesis de Philip Roth y Una infancia en Berlín. Tengo una contractura en la espalda que me paraliza un brazo. 

Un cuaderno de notas, rayado, de cubierta suave al tacto y con dibujos psicodélicos blancos y verdes. Una pluma waterman con tinta negra. 3 pen drive. Un perfumador con mi colonia. Unas gafas de sol. Unas gafas de ver que quiero cambiar. Quiero volver a Nueva York y Berlín. Voy a ir a Eslovenia. 

Cuatro cuentas de correo, dos blogs y 20 años de hipoteca. No tengo apéndice. Un diente roto, una mancha de nacimiento en la cadera y un lunar en el cuello. Llevo una cadena de oro con una medalla de la Virgen del Pilar, la llevo siempre, desde que tenia 2 años. El enganche está roto. Darth Vader, Robert Kinkaid y Phil de "Atrapado en el tiempo" que se estrenó justo el día que yo cumplía 20 años.  

Enganchada a "The good wife", echo de menos a Tony Soprano. Escucho la radio mientras cocino. Por la noche, después de cenar, bailo esta canción por toda la casa con las princezaz. Hago el tonto y me río. Leo siempre antes de dormir.

98 blogs en mi feedly. No tengo mails sin leer pero tengo dos en borradores que creo que no terminaré nunca.

Dancing in the dark. 

Desconcentrada. Dispersa. Con suerte. Con mucha mala leche. Curiosa. Impaciente. Torrente. 

Soy yo y hoy cumplo 41.

Es un buen día. 

lunes, 10 de febrero de 2014

Stockholm: el tópico pretencioso.


Hay películas malas, hay películas sin guión, hay películas con actuaciones nefastas, hay películas aburridas y luego está Stockholm, que además de ser mala, tener un guión nefasto, unas actuaciones bochornosas y aburrir hasta hacerte desear la muerte...es pretenciosa. 

Lo peor que puede ser una película es pretenciosa y lo segundo peor es que el director la presente con esta frase "Yo quería contar la historia de un chico y una chica que se conocen durante una noche".  

Stockholm es una tortura. Un suplicio. Un horror. Un despropósito con ínfulas. Y la he visto enterita. Soy una martir. 

Spoilers a tutiplen. 

Hay una fiesta en un sitio cutre. El protagonista y su colega hablan de gilipolleces, concretamente el colega cuenta que su novia se ha ido a vivir a Estocolmo (todo es tan sutil desde el principio que dan ganas de vomitar) y que seguro que allí se acuesta con otro. Además, le cuenta al protagonista que él sabe que él también se quiere chuscar a su novia. El protagonista por supuesto lo niega. La conversación es una idiotez y un absurdo...ningún tío del planeta le dice a su amigo "se que te quieres acostar con mi novia y ella contigo" y se queda tan feliz, a no ser que sean personajes de Woody Allen. Y aquí es dónde viene el problema, el excelso director de Stockholm tiene ínfulas de Woody Allen...pretenciosas ínfulas. 

El protagonista (tiene nombre pero todavía no puedo decirlo) ve a una chica. ¿Cómo es ella? ¡Sorpresón! Es lánguida, misteriosa y con el pelo lacio. 

- Me he cruzado contigo y me he enamorado. Aquí tienes las llaves de mi casa, úsalas y te vienes a dormir conmigo. - le dice él. 

Ella pasa. Pasa poco y nal  y el espectador (osea yo) ya sabe que van a terminar juntos haciendo el imbécil porque los dos son imbéciles. 

Así que ya tenemos al chico y la chica que el director quería que conociéramos. El problema es que el director ha pensado que la "química" en la pantalla es una chorrada...y  ha elegido dos actores que se repelen entre ellos en pantalla y que provocan en el espectador (o sea yo) sarpullidos de desagrado. 

Él no es ni feo ni guapo, ni atractivo ni repulsivo. En la primera parte de la película lleva una chupita beige con goma a la cintura y en la segunda parte pantalones arremangados. Llamadme clásica pero a mí son dos prendas que consiguen hacer que cualquier impulso o calambre erótico que pueda tener cortocircuite.

Ella supongo que es guapa aunque a mí no me mola mucho, lleva el pelo lacio y largo y toda la película va con un vestidito blanco y botines. El típico look de "parezco virginal pero soy una loba en la cama". Un clásico. 

Ella  después de hacerse la digna, decide que le apetece hacer el tonto con él o algo. Se acerca al grupo dónde está él, le pone ojitos, dice que se pira a casa y se va. Él, por supuesto, la sigue. Van hablando por las calles de Madrid diciendo gilipolleces. No las típicas gilipolleces que hemos dicho todos para ligar, no. Gilipolleces con ínfulas de diálogo de Richard Linklater. Pero claro, lo que funciona en la trilogía de "Antes de"..con dos buenos actores y un GUIÓN bien escrito, en Stockholm es una tortura con este nivel de diálogo. 

- Me he enamorado de ti, eso es lo primero que me has dicho.- dice ella. 
- ¿Sigues pensando que es mentira?.- dice él. 

¿A quién le importa? piensa el espectador, osea yo. 

- ¡Que morro tienes!.- dice ella 
- ¿Tu crees que tengo morro? pregunta él. 

Os partía el morro a los dos, piensa el espectador, osea yo. 

-¿Cuantas veces te has acostado con desconocidas?- pregunta ella. 

Aquí me dispersé un poco. Primero pensé que es una manera muy rara de preguntar, lo suyo es decir ¿Con cuantas desconocidas te has acostado? Porque después de la primera vez, ya no son desconocidas...pero supongo que esto son minucias de espectador pejiguero como yo. Después pensé que, aunque pareciera imposible, desde este momento la película sólo iba a ir a peor, porque la protagonista además de ser lánguida, misteriosa e intensa...¡es celosa! 

El protagonista, por supuesto, no sospecha nada de esa pregunta tan rara y le sigue la corriente. 

- ¿desconocidas?- primero se hace el tonto. 
- Si, como yo.- dice ella, demostrando que es imbécil. Obviamente es una pregunta que se hace para que te mientan. Está pidiendo a gritos que él conteste "Con ninguna, jamás me había pasado esto". Lamentablemente la realidad es que a él, a pesar de llevar una chupa antilujuria total se le ven maneras de ser un auténtico cazador de gacelas desconocidas. 
- Como tú nunca.- dice él. El espectador, osea yo, se descojona de la obviedad de respuesta. 
- Venga, dí.- dice ella...con la intención de que él se lo repita. 
- Alguna vez., varias veces- dice él, mientras bebe agua de una botellita. 
- ¿Las has vuelto a ver?- pregunta ella despeñándose por la pendiente del gacelismo más patético.
- Claaaro.- dice él. 
- Seguro que a todas no.- 
- Si, acaban llamándome, encontrándome, me persiguen. 
- Ya, seguro que van a buscarte a casa. 
- Oye, alguna vez me ha pasado. 
- Claro...eres tan irresistible.  
- Oye, ¿tú también lo crees?
- Yo no soy de esas.- dice ella. Jajajajaja...el espectador se descojona. No hija, tú no eres de esas...por eso estás sentada en los escalones de un portal haciéndote la interesante. 

A partir de aquí y con este nivelón avanza todo el diálogo. Ellos van y vienen. Dicen absurdeces, ella "que no es de esas" le pide que le diga como se llama, él finge vergüenza y al final le confiesa que se llama Bartolo. Ella le dice que le demuestre no se qué (me distraje mirando algo más interesante...el segundero del reloj o algo) saliendo a la calle en bolas y él lo hace. A ella, que es idiota, le parece divertídisimo y ni se preocupa que a él se la pele como se llama ella. 

Acaban subiendo a casa de él. Ella dice que no quiere, pero sube. Se sientan en el sofá. Ella fuma. (Apunte para el director, si la protagonista tiene que fumar conviene que la actriz ensaye para no resultar tan ridícula con el cigarro en la mano que el espectador quiera partirle la cabeza con el cenicero). Hablan, ella le hace la cobra, él finge que le interesa saber cosas de ella, ella le pregunta si tiene novia, él dice que no...blablablabla. Ella dice que se pira, se pira...al director le entran ínfulas de Kubrick y se marca unos planos cenitales del ascensor a cámara lenta, montados con otros de ella corriendo por las escaleras mientras suena música clásica de banda sonora. Todos los planos a cámara lenta acaban con Bartolo abriendo la puerta del ascensor justo cuando ella llega abajo...agarrándola del brazo y besándose en el ascensor con las fanfarrias finales de la música. Todo tan, tan, tan, tan....de sacar un lanzallamas y quemarlo todo. 

La mañana del día siguiente, after sexo. 

A nadie le interesa como sigue la historia pero el director quiere contárnosla. En un giro tan sorprendente como verte crecer las uñas, pasa algo inesperado:  él pasa millas de ella y ella está colgadísima de él. 

Para seguir con las sorpresas, ella se hace la digna y él no sabe como librarse de ella. El espectador, osea yo, piensa ¡Pero alma de cántaro...cómo no has aprendido a estas alturas que nunca hay que llevarse al ligue a casa, siempre a casa del otro para poder escapar! 

Bueno, se vuelven locos. Ella ha pasado de intensa, misteriosa y lánguida...a intensa, misteriosa, lánguida y loca. Él, en una transformación aún más loca...ha pasado de pringado con chupa antilujuria...a chulo putas con pantalón remangado. 

Dan tanta pereza....que quieres morir cuando ves que te quedan 15 minutos de metraje. 

Hablan. Gritan. Él quiere que se pire "vete que ya te llamo yo". Ella no se quiere ir "ayer estabas enamorado de mi". Él que no da crédito le dice "pero no te lo creerías, ¿no?" Ella se da cabezados contra un espejo, él mira por la ventana con las manos en los bolsillos de sus pantalones pirata. 

Se gritan más. Ella se ducha. Él sube a la terraza. Ella sube detrás. 

Hablan más. Ella dice "yo me habia fijado en ti en la fiesta pero no me atreví a hablar contigo y luego te acercaste". Él le dice que no se lo cree y que se baja a por un café. 

Ella mira al infinito y se tira al vacío. 

Él vuelve y no la ve...hasta que se asoma. 

Conclusión: no te lleves a locas a dormir a casa, ni aunque estén muy buenas. 

Si no os habéis enterado de nada, no os preocupéis. Al excelso perpetrador de este despropósito argumental soporífero y mortal le costó un poco también:  "He tardado seis años en darme cuenta del gran valor de Stockholm. Y es que éste habla de algo muy importante para nosotros, de cómo se relaciona una generación. De la forma en la que se quiere nuestra generación"

No hay  nada peor que ser pretencioso.  





viernes, 7 de febrero de 2014

Hacerme pequeña.

Cuando era pequeña y no podía dormir, me acunaba a mí misma. Me hacía una bola y me acunaba hasta que me dormía. A veces, lo hacía tan fuerte que Molimadre venía a ver qué me pasaba porque la cama daba golpes contra la pared. 

Cuando tenía 24 años empecé a escribir en un cuaderno cutre de tapas negras que acarreaba a todas partes, aunque sólo escribía por las noches, sin parar, con letra pequeña y muy junta. A veces escribía al volver de borrachera, arrasada en llanto. Sigo teniendo ese cuaderno, jamás lo ha leído nadie y jamás lo leerá nadie. Las tapas están arrancadas. 

Ahora tengo 40 años. Sigo acunándome mientras froto un pié contra otro, sigo escribiendo cuadernos que nadie lee y escribo este blog. 

Me acuno y escribo cuando tengo miedo y estoy muy triste. 

Estoy muy triste. Mucho más de lo que he estado nunca. No me pasa nada grave, nada que no le pase a más gente y hay mil cosas peores. No he hecho nada mal, he hecho lo que tenía que hacer y he tenido mucho valor. Más del que jamás pensé que tendría. 

Hacer lo que tienes que hacer, saber que podría ser peor y tener muchos huevos no me salva de la tristeza. No me salva de estar arrasada de pena. Y estoy agotada. 

Pelearme con la tristeza y repetirme que lo he hecho bien, que estaré mejor y que es cuestión de tiempo sólo funciona un rato. Es como pelearte con las olas, puedes hacerlo un tiempo, puedes flotar, nadar a contracorriente y creerte por momentos que puedes con ello...pero no es verdad. Las olas y la tristeza pueden más que yo, sobre todo cuando me he cansado y me he quedado sin fuerzas. 

Cuando pasa eso, sé lo que tengo que hacer. Sé lo que me funciona, ya lo he hecho más veces. Sé lo que necesito hacer... dejarme llevar. No luchar más con las oleadas de pena y dejar que me pasen por encima, me revuelquen y me hagan pensar que no sé dónde cojones estoy. 

No quiero que nadie venga a salvarme porque nadie puede hacer nada. Lo único que necesito es poder hacerme pequeña, pequeña...un abrazo y un hombro. 

Necesito hacerme pequeña, dejarme arrastrar y descansar. 

Todo va a salir bien.