miércoles, 20 de marzo de 2013

MATERNITY (CXVI): SAN HUEVO FRITO 2013

- M ¿Qué haces?
- Estoy apuntando en el calendario mis partidos de futbol, el día de la competición de natación y ¡San huevo frito!

M al nacer fue canijilla, una especie de gollum gris con una pelambrera larga y negra y apenas 2 kilos y medio de peso. Yo había decidido darle el pecho pero a pesar de cargar durante toda mi vida con dos fabulosos cántaros para ese propósito, llegada la hora del gran momentazo de la lactancia materna, resulto que mis pezones se volvieron retráctiles y la cantidad de leche producida cabía en un brick de minizumo. Aún así, lo intentamos. Yo sobrelleve como pude mi frustración y mis dolores y M dejó claro desde el principio como iba a ser su relación con la comida: indiferencia total y absoluta.

M nunca ha tenido ni tiene hambre. De bebé jamás lloraba por hambre, mamar era un puro trámite y la introducción del biberón no le supuso ningún trauma, pasó de él exactamente igual que había pasado de mí. Cuando llegó el momento de los purés y papillas variadas, esa indiferencia mutó en una de hostilidad agresiva que hacía que darle cualquier cosa de comer fuera una una auténtica pesadilla.

Sencillamente no comía, no comía nada. Conseguir que tragara un cuarto de plato de puré suponía una hora de lucha, lágrimas por su parte y la nuestra, y tener que fregar la habitación donde la estuvieras dando de comer porque a pesar de ser canija tenía el superpoder de escupir a velocidades supersónicas alcanzando grandes distancias.

A los 8 meses y completamente desesperados nos enteramos de que M no quería comer porque todo le daba alergia, todo le hacía sentirse mal y ponerse a morir. (esto ya lo conté en este post y no quiero repetirme)

Descubiertas las mil y una alergias de M y confeccionados los menús que eliminaran todos esos productos de su dieta, el tema de la comida no mejoró, de hecho no ha mejorado nunca.

M consigue sacarme de mis casillas con la comida. Nunca tiene hambre, nunca quiere comer y cuando se sienta a la mesa porque no hay más remedio, la ración que toma es la misma que tomaría un niño de 3 años con poca hambre.

Si comiera poquísimo pero con interés y rapidez creo que lo llevaría mejor, pero tampoco. Se sienta a la mesa e inspecciona lo que tiene en el plato. Valora con que ingrediente va a comenzar la negociación:

- ¿Qué es esto?
- Pues a lo mejor son jabalíes asados pero yo diría que tienen pinta de guisantes con jamón.
- No quiero el jamón.
- Te encanta el jamón serrano.
- No me encanta, me lo como.
- Pues eso, te lo comes.
- Si está caliente no me gusta…
- Por eso no te preocupes, con lo que tardas en comer estará frio para cuando te lo metas en la boca.

Porque ese es otro tema que me exaspera. Me dejo la piel y la imaginación a cocinar todos los puñeteros días. Soy una gran cocinera y tengo mucho repertorio. No les doy todos los días salchichas con kétchup, ni sopa de sobre, ni congelados. No, me lo curro muchísimo. Y todos los puñeteros días M se toma la comida fría…

Se sienta a la mesa. Inspecciona el plato. Extiende toda la comida por el plato. Coge una ración mínima con el tenedor, tan mínima que es prácticamente imperceptible, se lo lleva a la boca con mucho cuidado, como si el tenedor al chocarle con la lengua fuera a convertirse en una serpiente asesina y posa la comida en la boca. Baja el tenedor y lo deja en el plato. Mira al infinito mientras mastica tann despacio tannn despacio que no te crees que sea posible. M es la única persona del planeta capaz de comerse un gajo de mandarina en 3 mordiscos, si lo hace en menos “le hace bola”. Come las gambas en 3 mordiscos y pincha los garbanzos. Desesperante hasta el infinito.

Cada vez que llega la hora de la comida me tenso mogollón. Sé cómo va a ser el proceso completo y me desespero con antelación. Intento tomármelo con paciencia, con resignación, intento convencerme de que hoy, por fin, será distinto. Que M llegará, se sentará, dirá algo como “Tengo muchísima hambre” y nada más ponerle el plato comerá con alegría, con satisfacción y conseguirá terminar antes de que me entren dudas sobre si se habrá caducado la comida.

Y nunca es así.

Por supuesto para intentar reconducir esta situación he /hemos hecho de todo. Probar con la firmeza, probar con la charla para convencerla, probar a matarla de hambre ( esto fue lo que peor funcionó, de hecho es imposible matar de hambre a alguien que nunca jamás tiene hambre), he/hemos gritado, llorado, cantado canciones, contado cuentos, disfrazado la comida, todo. Ahora mismo, la estrategia que mejor funciona es leer El Hobbit mientras cenan, M sigue tardando eones pero yo consigo no crisparme mientras leo en alto las aventuras de Bilbo y respondo a las mil y una dudas sobre vocabulario: ¿qué es lóbrego? Mamá, se dice “jobbit” o “hobbit”, si es h porque suena a j?

Todo ese sufrimiento y trabajo duro algo ha funcionado. M come de todo, de todo lo que puede comer y lleva una dieta equilibrada. Con esto quiero decir que come verduras, carnes, pescado, legumbres, huevos y pasta y lo considero un triunfo. Creo que gracias a todo lo que hemos peleado, M come muchas cosas, si la hubiéramos dejado a su aire se alimentaría básicamente de cereales.

El desayuno es otra cosa. M adora desayunar, se levanta con un hambre atroz y se sienta en la mesa de la cocina sonriendo y quiere de todo. Toma leche con nesquick, toma dos cuencos de cereales de celiacos, dos tostadas con mantequilla (pero sin mermelada porque no le gusta) y si tiene galletas también. Le flipan los churros de celiacos y los picatostes de pan de celiacos que le hace Molimadre. Verla desayunar es tan maravilloso que muchos días valoro la posibilidad de hacer todas las comidas a base de desayuno..

Hoy es San Huevo frito y es otro día de tregua en la lucha diaria con la comida. Hoy celebramos la tolerancia de M al huevo y lo hacemos tomando huevos fritos con una fuente enorme de patatas fritas en el salón. De postre habrá fresas con muchísima nata, que es el postre favorito de la homenajeada.


lunes, 18 de marzo de 2013

MATERNITY( CXV) : CABEZONERIA Y NOTITAS

Sábado por la mañana.

Chicas a vestirse que nos vamos a la exposición.
Mamá, a mi me gusta más estar en pijama. ¿Cuándo puedo estar un día entero en pijama?
Pues mira, a lo mejor mañana que no tenemos planes.
¡¡Si!!! Pasamos todo el día en casa jugando y así tenemos tiempo. Porque todos los días montamos la ciudad y cuando acabamos de organizarlo se ha acabado el tiempo…..
...pero yo no me visto..todo el día en pijama.

Domingo por la mañana.

Todo es armonía en Molicasa. El ingeniero pulula cocinando, M se ha construido su reino en un dormitorio y C, en pijama, se ha construido su reino en otro. Los dos reinos se pasan la mañana cambiando las decoraciones, luchando, haciendo alianzas y con pequeñas escaramuzas para recurrir a mis (inexistentes) dotes de mediadora. Normalmente es M siempre la que necesita mediación porque C es básicamente una cabrona que se dedica a putearla y M de tan buena que es, es tonta. C hace todo tipo de trampas, chantajes y tretas para conseguir lo que ella quiere y M recurre siempre a la justicia y los buenos propósitos. Exacto, M va a sufrir en su vida infinito y yo soy muy fan de ella. Por el contrario el Ingeniero tiene una querencia digamos completamente desproporcionada por C y sus artimañas a las que nunca ve el lado torticero, siempre sonríe y dice: Ainss…mi princesa..mientras la cabrona de C le pone ojitos por un lado al Ingeniero y por el otro acaricia gatitos mirándonos a M y a mí.

Domingo por la tarde.

Tras nuestra sesión de Cineclub de Princezaz y la discusión posterior sobre por qué no vamos a meter un lobo por muy monísimo que sea en casa y la charla para explicarle a M que ninguno de los perros que aparecen muertos en la peli de verdad han muerto…las princezaz deciden que por la tarde no van a jugar a los reinos sino a construir una ciudad de “personas normales” en el pasillo. Esto juego consiste básicamente en pasarse 3 horas construyendo cafeterías, casas, colegios, naves espaciales, cárceles, aeropuertos y demás en el pasillo y luego colocar en ellos a los clics, los peluches y los barriguitas interaccionando como personas normales.

Leo el periódico.

- Mamá..C no quiere dejarme cerrar la puerta para construir el aeropuerto.
- ¿Por qué?
- Porque no quiere. Y ya le he explicado que era para hacer ahí el aeropuerto pero que si prefiere que hagamos el colegio pues lo que ella quiera..pero dice que no.
- Dile a C que venga.

…….

- Dice que no quiere venir..
- Dile que venga AHORA MISMO.- sé perfectamente lo que se me viene encima. La tarde idílica a tomar por culo. Va a ser la guerra por un aeropuerto.
- C, ya has oído a mamá.- le dice M por el pasillo.
- ¿Qué?- ahí está toda chula con su pijama de Blancanieves.
- ¿Por qué no dejas que M cierre la puerta para construir el aeropuerto?
- Porque no.
- Eso no es una respuesta.- Una vez más, el espíritu de Molimadre me posee.
- Porque no quiero cerrar la puerta.
- Bueno, pues siéntate aquí en el sofá y estás castigada sin jugar hasta que cambies de idea y no seas tan cabezota.

Se que esto va a ser durísimo para mí. C es una luchadora de fondo, juega a la guerra de desgaste y es muy muy cabezota.

Se sienta y empieza a cantar. Hago como que no la oigo por supuesto, indiferencia absoluta. Sube el volumen de la cancioncilla criminal que está cantando. Finjo que no la oigo mientras fantaseo con la idea de llenarle la boca con la hoja del periódico que estoy tratando de leer. Cambia de estrategia, no canta más alto, cambia de canción y empieza con una que sabe que odio: el pollito Pio..el pollito Pio…

- ¡¡callate!!
- Me aburro.
- Esa es la idea del castigo, porque no cambias de idea y te vas a jugar con M?
- El pollito pioo..el pollito pio…

¿En qué momento mi yo de 31 años decidió que no quería que M fuera hija única?

- Mamá, ¿merendamos la tarta de celiacos que has hecho especial?
- Claro, venga.
- ¡yo también quiero!
- No, tú no. Estás castigada.
- Yo quiero tarta.
- Ya lo sé, y ya sabes que tienes que hacer. ..el pollito pio..el pollito pio...- Ja. Yo también sé jugar a eso.

M y yo nos instalamos en la cocina a tomar la tarta. Aparece C, en pijama.

- ¡Qué haces aquí?
- Quiero tarta.
- Ya sabes qué tienes que hacer. Dejar que tu hermana cierre la puerta para el aeropuerto (reconozco que me costó acordarme del motivo de la bronca) y te doy tarta y luego jugáis.
- No. No quiero.
- Pues no hay tarta.

Tras la merienda y como no quería estar en el sofá, la castigo a estar metida en su cuarto, cierro la maldita puerta y dejé a M construyendo el aeropuerto y la base lunar y me siento a escribir. Oigo cantar a gritos El pollito pio de los cojones. La odio a ella y al Ingeniero que está durmiendo la siesta de los campeones..sordos.

Oigo a M, que es una buenaza, haciendo terapia con su hermana para convencerla de que pida perdón y así poder jugar las dos.

- Mamá, dice C que lo siente.
- Dile que venga a hablar conmigo.

Vuelve M y me da esta nota.



Lo siento mami” y un corazón.

Dile a tu hermana que venga a hablar conmigo.

Otra nota.





Y si voy ¿de qué hablarás? C

¿Se puede ser más chula?

Dile a tu hermana que venga.

Otra nota.



¿Y por qué tengo que ir?
Dile que tiene que venir porque así no se hacen las cosas y además ella 7 años y yo 40, ella es la hija y yo la madre…y porque lo digo yo.

Otra nota.



Lo siento mami, No quiero ir. Un veso. “

A estas alturas ya me estoy descojonando, pero sé que ella es astuta y cuenta con eso. Este es el punto justo donde gana siempre al Ingeniero.

Dile a tu hermana que o viene ahora mismo o se va a la cama ya, aprovechando que está en pijama.

- Yo ya no digo nada, que estaba jugando y ahora soy un cartero.

Aparece C en pijama, caminando muy despacio, muy despacio, tan despacio como puede para exasperarme. Me mantengo imperturbable, mientras no cante el pollito pio aguantaré sin estallar.

- ¿C vas a jugar con M?
- Si..
- Pide perdón por ser tan cabezota y dame un beso.
- Perdón…
- Reconoce que has sido muy muy cabezota.
- No.
- ¿Cómo que no?
- No..eso no lo reconozco. .- me mira con los ojos llenos de lágrimas de puro orgullo y pura rabia.
- C, cariño..no seas orgullosa. Te has equivocado por cabezota, llevas toda la tarde castigada y sin jugar y todo por orgullo y eso no puede ser.
- Que no…
- C..venga, si no te oye nadie, no lo va a saber nadie.
- Si..he sido un poco cabezota…
- Hala..vete a jugar.
- ¿Me das tarta?
- No. Ya después de cenar.
- Pero ¡¡yo he hecho mi parte!!!
- No empecemos...

El artista invitado, el Ingeniero aparece después de disfrutar de su siesta de progenitor sordo.

- ¿Cómo están mis chicas?
- Pues bien..después de 4 horas de bronca con C.
- ¿Qué le has hecho a mi princesita?
- ¿A tu princesita? ¿A tu princesita? Es una cabezota y no quiere reconocerlo.
- ¿Cabezota? No..es que tiene las ideas claras.
- ¿ PERDONA??
- Ah si..si..es una cabezota y eso está muy mal.

Madre soltera de hija única…eso es lo que tenía que ser yo.

sábado, 16 de marzo de 2013

UNA DOCENA DE HISTORIAS DE VOYEURISMO LECTOR.


Os veo leer. En la calle, en un banco, en el metro, en el bus, en la sala de espera,  tirados en un sofá, en la cama, en la biblioteca inclinados sobre la mesa, en una butaca metidos en vosotros mismos, esperando a alguien.

Os veo leer, os miro y siento curiosidad.

Una curiosidad malsana. ¿Por qué estáis leyendo ese libro en ese momento? ¿Lo habéis comprado? ¿Os lo han regalado? ¿Leéis por placer o por obligación? ¿Leéis por esnobismo? ¿Si quisiera sería capaz de sacaros de vuestra lectura o es más importante que cualquier cosa que pase fuera? ¿ Qué pensáis mientras leéis? ¿Pensáis algo? ¿Qué sentís? ¿Sentís algo? ¿Deseáis terminar cuanto antes o que no termine nunca?






Te has puesto justo ahí, en esa posición imposible para molestarme. Para que vea que estás leyendo y que nada de lo que te diga o haga va a conseguir sacarte de ese interesante artículo. Te va a doler el cuello, se te dormirán las piernas y te quemarás la camisa con la ceniza, pero eso que estás haciendo es un mensaje. Me dices ¿ves como me siento yo cuando tú te pones a leer y pasas de mi? Tienes hasta cara de enfurruñado para que me de cuenta de que cuando yo leo...te sientes de lado y sin poder pasar a mi interior.










2.  Hacer  que se  lee.  
No estás leyendo, es mentira. Lo haces sólo para provocar. Has leído por ahí que “Reading es sexy” y aunque no lees nunca has decidido hacerte esa foto donde todo está medido para mandársela a él, para ver si sale de sus libros y se fija en ti. Ya no sabes que hacer para que te haga caso.  El problema es que se te nota que no lees, nadie que lee habitualmente tiene esa pose. Leer en un sofá es abandonarse, olvidarse del cuerpo, y ese nudo marinero con las piernas es todo lo contrario. Además, ¿Qué estás leyendo? ¿Qué es lo que has cogido para leer, para representar esa farsa? ¿Una edición de la Biblia que robaste en un hotel?





3.Apuntar lo que se lee.
Has terminado el libro, lo has cerrado y te has quedado al sol pensando en cuánto te ha gustado. Dejas que el sol te caliente, los personajes dando vueltas en tu cabeza mientras sujetas el libro y lo acaricias. Sabes que recordarás este momento, el momento justo en que terminaste ese libro y te quedaste dándole vueltas con el sol en la cara. Te  has levantado, has entrado en la casa y has salido con  un cuaderno y un bolígrafo. No quieres que se acabe tu relación con ese libro,  así que has vuelto a tu silla al sol y has empezado  a copiar los párrafos de todas las páginas con esquinas dobladas. El sol sigue calentando.




4. Sabía que te engancharías.
¡Lo conseguí! Me dijiste que a ti leer no te enganchaba, que no te gustaba leer ficción porque te parecía que era perder el tiempo. Leer historias imaginarias es una bobada me dijiste, con la cantidad de cosas que pasan en el mundo, no quiero leer ficción. Aún así, te convencí y mírate, sentado en el suelo, sin sentir, sin ver, ni oír, enganchado al libro que te he regalado, sin despegar la vista de los renglones y con cara de “necesito seguir, seguir, seguir, saber que pasa a continuación”. Ni siquiera te has dado cuenta de que me he llevado el tabaco....





Has recogido el correo y como siempre un montón de cartas. Todas iguales, con sus sobres alargados y la dirección escrita con una letra pulcra, intentando ser lo más clara posible para que la carta llegue segura al destinatario, a ti. Las has cogido todas, y has abierto justo esa, antes de llegar a casa, al coche. Ni siquiera te has quitado los guantes. Has sentido la urgencia y la necesidad de abrirla  ahora mismo, sacarla del sobre y empezar a leer. ¿De quién es? ¿Es una carta que esperabas y no llegaba? ¿ Es una que no esperabas y que te ha sorprendido? ¿Contestarás?




6.No lo hagas
No hagas eso, no la espíes, no la mires. Si puedes levántate y deja de mirarla. Créeme, es mejor que no sepas lo que hace, ni lo que dice, ni con quien está, ni qué libros compra, ni que bebe, ni que come. No la oigas hablar, no la mires. No te tortures, te va a doler. Te va a doler mucho.  Si no puedes irte, coge la revista y sumérgete en su lectura como si eso fuera a salvarte la vida porque realmente te la salvará. No la mires. Lee.


Rodeada de gente, incluso diría apretujada entre varias personas que charlan entre ellas lees. Te miro y sé que no eres consciente de nada más que de la lectura, no percibes al desconocido que se ha sentado en el respaldo de tu silla, ni la mujer que reclama tu atención levantando la voz para hablar con otra persona a tu derecha. Ni siquiera sabes donde tienes la mano y como tienes colocada la cabeza. No te darás cuenta hasta que un cosquilleo te indique que se te ha dormido la mano, entonces con sorpresa levantarás la cabeza del libro, mirarás a tu alrededor  y tardarás unos breves instantes en saber dónde estás y que haces ahí. Yo seguiré mirándote...dime qué lees.


Entras en el vagón sin mirar a nadie y te colocas donde nadie pueda molestarte ni leer lo que llevas apuntado en ese cuaderno. ¿Estás más atento a lo que lees o a lo que escuchas? ¿Escuchas algo o es solo una maniobra de distracción para que nadie te hable, para que nadie se acerque? Sabes por experiencia que la gente no respeta a los lectores, pero tiende a distanciarse de los que llevan auriculares. ¿Qué estás leyendo? ¿Lo has escrito tú? Echaré un vistazo por encima de tu hombro cuando me baje en la siguiente parada. 



9.
¿Terminará de prepararse?.
No quieres ir a esa cena que tenéis esta noche, no sabes muy bien con quién es, ni dónde ni porqué motivo es importante. Te da pereza levantarte, prepararte, ducharte, y pensar en tener que salir a la calle. Ella pulula entre la habitación y el baño, en albornoz, con la toalla en la cabeza y te pregunta si está bien con este o con aquel vestido. Tú levantas la mirada de vez en cuando, sin ganas de dejar la lectura, quieres apurar hasta el último momento así que levantas la mirada y le dices: estás estupenda con cualquier cosa. “The complete liar” es el libro que lees...





10.
Conjurando el miedo.
Años y años de volar y sigue dándote pánico. Las manos te sudan, te duele la cabeza, estás tan inquieto que hasta te parece que la ropa te da alergia, te pica todo y no puedes parar quieto de la ansiedad. En todos estos años solo has conseguido tranquilizarte de una manera y tienes que concentrarte mucho para conseguirlo. Llegas a la sala de embarque y te sientas, la tarjeta de embarque en el bolsillo de la camisa para  verla y sentirla  o te pondrás histérico al no encontrarla. Sacas el libro y te sientas muy erguido, las gafas puestas, las piernas cruzadas y el libro sobre ellas. Te concentras, te obligas a meterte en la lectura y lo consigues, consigues olvidarte de que en un rato tendrás que volar. 




11.
Leer con resaca
Sabes que no va a funcionar. Nada va a funcionar, pero has decidido luchar contra la resaca infame que te atormenta. Has conseguido salir de la cama y ducharte, pero ahí han terminado tus fuerzas y al salir solo has conseguido volver a ponerte la camisa blanca de la cena de ayer y los pantalones del pijama. Esos pantalones de pijama que intentas no ver, que intentas tapar con el periódico porque sabes que como los mires vomitarás. Tampoco has sido capaz de llegar al sofá cómodo del salón...y por eso estás ahí, tumbado en una posición imposible intentando leer el periódico y jurando que no volverás a beber.



12. Ve a por ella  
Deja el libro. Te está mirando y lo sabes. No sabes cuanto tiempo lleva mirándote, estabas inmerso en la lectura, tan entretenido que ni te has dado cuenta de que empezaba a llover pero ahora sabes, sientes, sin levantar la mirada del libro que te está mirando. Ya no hay nada que hacer, tu vista resbala por las letras, pero aunque tu vida dependiera de ello ya no serías capaz de decir que estás leyendo. Ella ha llegado y  te mira. Cierra el libro, levántate, mírala y sonríe. Te está esperando.


Por un breve instante he estado en vuestras vidas, me he permitido imaginar lo que pensáis, lo que sentís y todo porque os vi y estabais leyendo y nunca podré decir si fuisteis vosotros o vuestras lecturas lo que llamó mi atención.

Publicado primero en Una docena de.


Nota: me flipa este post. Me costó la vida escribirlo porque es ficción y yo no sé escribir ficción. Es un post por el que yo sola me doy palmaditas, me jaleo, y me saco en procesión. 

jueves, 14 de marzo de 2013

TSNR: Tensión Sexual No Resuelta.

La TSNR es el “nos molamos” de los mayores de 30. Es el “me gustas” de cuando ya has pasado por unas cuantas relaciones mal resueltas.

Cuando eres gacelita o merluzo (que es lo que son los tíos) jovencito y te sientes atraído por otro alguien, dices “me gusta fulanito y creo que a le molo”. Por supuesto no tienes ni idea e interpretas todas las señales erróneamente. Haces muchísimo el gilipollas y eres capaz de las mayores ridiculeces por obra, pensamiento y omisión sin la más mínima duda. Te gusta un tío, le ves en la biblioteca de la facultad y justo cuando le estás mirando, él levanta la cabeza y mira a través de ti, o por encima de tu cabeza o sencillamente no ve. Tú que eres idiota y no sabes nada dices “me ha mirado, le gusto”. Luego te lo encuentras en el mostrador de préstamo y vuelves a pensar una estupidez “seguro que ha estado esperando a que yo apareciera…eso es que le molo”. Ni le molas ni sabe que existes pero allí estás tú haciendo el panoli.

Por esa misma época todos tenemos un amigo con el que te llevas fenomenal, un tío encantador, divertido, majete, puede que sea guapo, listo, inteligente y es “tu amigo”. Resulta que ahí hay una Tensión Sexual No Resuelta de mil pares de cojones y tu amigo básicamente se dedica a controlar sus impulsos sexuales todo el día mientras disfruta de tu “amistad”. Cuando ya no puede más y confiesa, tú te quedas como si te hubiera dicho que es Spiderman. Primero no das crédito y después te sientes completamente gilipollas al darte cuenta de que estas completamente cegata. Tenías allí una TSNR como un elefante de grande y tú sin verla. (Esta situación también puede darse al revés...la ceguera ante la TSNR se da en los dos sexos).

Con el tiempo se aprende a manejar la TSNR, es más si se es muy listo se es capaz de crearla y alimentarla hasta que estalla. Ahí es cuando te das cuenta de que no eres tan listo, porque cuando estalla la TSNR no hay manera de controlarla.

Primero, uno aprende a detectarla en milésimas de segundo. Conoces a alguien de una manera completamente casual, en el curro, en el gimnasio, amigos de amigos, por la calle, donde sea y ahí está el elefante de la TSNR en medio. Como todos tenemos siempre un poso de la gacela o el merluzo que fuimos, a pesar de que es obvia, solemos tener un momento de “bah...no, no puede ser, me lo estoy imaginando”. Y entonces el elefante de la TSNR te arrea una leche con la trompa y te dice “Anormal, soy la TSNR y no puedes obviarla”.

Contra lo que pueda parecer, la TSNR puede estallar en el primer nanosegundo de conocerse o puede aparecer un día de la noche a la mañana provocada por un comentario casual, una mirada, un roce mínimo. Alguien con el que llevas tiempo tratando y de repente... ¡alehop!! Ahí está, una TSNR de mil pares de cojones que no sabes muy bien cómo tratar.

La TSNR es muy traicionera.

Para empezar la mejor TSNR se da entre gente que no quiere gustarse. ¿Por qué? Porque si te mola alguien muchísimo, rollo de amor y todo eso no es TSNR, es otra cosa que también está muy bien pero que no es el tema de hoy.

La TSNR se da con alguien que probablemente no te “gusta”, te saca de quicio, te cabrea y te parece imbécil, pero no se puede evitar. La TSNR está ahí. Cuanto peor te cae y más de quicio te saca más crece. Por supuesto al otro también le pareces un imbécil, le sacas de quicio y no te soporta…pero está sufriendo/disfrutando como tú la TSNR que crece y crece con el “odio” mutuo.

La TSNR es adictiva.

“Paso de hablar con ese tío”, “Que le den a esa tía”. “Voy a ser una campeona de la indiferencia: hola y adiós y nada más” “No pienso ni saludarla”. “No le soporto” “La odia, me saca de quicio”. Todos esos buenos propósitos te llenan la cabeza cuando estás lejos del otro. Te haces fuerte y dices: paso, paso, paso. Pero como todas las buenas adicciones es poderosa. En la siguiente ocasión que te encuentras con el otro dices “Buenos días” y esas dos palabras llevan tal carga de electricidad, de TSNR que te parece increíble no haber combustionado. Te encuentras sorprendido pensando ¿De verdad he sido yo la que ha conseguido que Buenos días haya sonado a vamos a comernos? Da igual lo que hagas o lo que digas o como lo hagas o como lo digas...todo hace crecer la TSNR.

La TSNR es como un buen virus de esos de House.

Puede permanecer inactiva pero no desaparece jamás. Si te alejas del otro durante una temporada larga, la TSNR se va a apagando, el elefante se va desinflando cada día que pasa y poco a poco crees que ya se ha apagado del todo y que no queda nada. Te das palmaditas en la espalda por haber sido tan contenida/o y haberlo sabido sobrellevar y te confías completamente. Y de repente un día, te encuentras con el otro. Es posible incluso que hayas propiciado el encuentro por algo pensando que podréis hablar tranquilamente, porque sois personas adultas y maduras que habéis conseguido superar ese breve episodio de enajenación transitoria que tuvisteis…y nada más llegar te das de bruces con el elefante que está allí, en medio, sonriendo y diciendo “ Hola..soy vuestra TSNR y ¡sorpresa!  sigo aquí”.

La TSNR mola mucho. Te hace sentir poderoso.

Cuando ya has pasado por muchas situaciones de TSNR aprendes a manejarla. Sabes que mola y que bien tratada da muchas satisfacciones: sube el ánimo, motiva, hace reír y descarga mucha tensión por un lado…mientras la carga por otro. Digamos que redistribuye la tensión vital. Por supuesto uno cree que lo sabe manejar, y se dedica a disfrutarlo...pero claro, como todas las drogas al final es muy posible que se te vaya de las manos.

¿Qué pasa entonces?

La única manera de terminar con la TSNR es resolviéndola, pero por supuesto sabiendo que con eso se termina. Y por si alguien no lo sabe, la TSNR solo se puede resolver en el catre, chuscando, empotrando o lo que sea. No hay otra opción.

Si se Resuelve Mal, es decir siendo un absoluto desastre: el otro besa mal o chusca mal o se deja los calcetines puestos o cualquier otra cosa fatal…te encuentras sin comerlo ni beberlo pensando ¿Cómo he podido pensar que este tío/tía me gustaba? y “Piensa, piensa, piensa..una excusa rápida para poder largarte ahora mismo y sobre todo no volver a aparecer en 6 meses”. Una tensión sexual Mal Resuelta se extingue…nada podrá volver a reanimarla. Es el fin. Se acabó el juguetito. El otro que te sacaba de quicio porque te descontrolaba y te ponia todo el cuerpo en tensión, derepente se ha transformado en algo tan insulso como un fideo pasado flotando en sopa.

Si se Resuelve Bien, es decir con fuegos artificiales, mariposas, agujetas y demás, te encuentras pensando...”mierda...encima esto…y a mí esto tio no me gusta, me saca de quicio y me pone de los nervios…He hecho esto para ver si terminábamos con esta tontería…y ahora ¿Qué hacemos?” Enamorarse no extingue la TSNR, la transforma en PADDL (Pasión Amorosa de Duración Limitada) que también puede molar mucho, pero que ya no es un elefante ya no se alimenta de cualquier cosa. Ahora son mariposas que hay que mimar y cuidar y que también molan pero que te hacen deslizarte por la pendiente del cursilismo en cuanto te descuidas.