Cuando uno decide reproducirse es inevitable visualizarse haciendo lo que uno cree que son cosas chulas: estar sentada tranquilamente en el sofá mientras tu bebé gorgojea regordete y feliz en su hamaquita mirándose las manitas, cunita o cualquier otra cosa que acabe en ita, mirar arrobados a nuestros hijos mientras se deslizan por el tobogán, empujarles en los columpios, correr por el parque jugando a polis y cacos, estar tirados en el suelo haciendo un puzzle, montando clicks o cualquier otra cosa….en fin..cosas molonas.
Por supuesto y como siempre no tienes ni idea.
Lo primero que hay que saber es el juego es una cosa muy seria.
Lo segundo es que juegas con los niños para que ellos se lo pasen bien. Si tú disfrutas estupendo, pero tú no eres la prioridad. Esto hay que tatuárselo a fuego en la piel, las uñas y toda tu ropa. Si crees que tu diversión es prioritaria vas a despeñarte por el barranco de la frustración.
Lo tercero, eres su padre no su amigo, ni Bob Esponja, ni un animador sociocultural.
Lo cuarto, a jugar se aprende…si te dejan.
De 0 a 2 años.
A esa edad los niños son un coñazo. De bebés interactúan poco aunque a ti que estás maravillado por tu creación te parece que son la pera limonera. No se entretienen solos, no saben y no tienen un concepto del tiempo. Pueden tirarse 10 minutos mirándose las manitas o toqueteando un cuento de cartón o pintando con un rotulador...pero nada más. Es decir, tú no vas a poder leer, ni mirar el correo, ni secarte el pelo en lo que ellos “se entretienen” a no ser que vayas a leer el cuento de cartón, no te escriba nadie y seas calvo. Por supuesto “jugar” con ellos cantando cinco lobitos, leyéndolos un cuento o pintando monigotes a ti no va a divertirte y tampoco alargará la actividad más allá de esos 10 minutos. Hay que pensar que a esa edad no saben jugar, que hay que prestarles atención para ir enseñándoles poco a poco y que tú no vas a tener tiempo libre mientras ellos estén despiertos.
De 2 a 5 años.
Para mí es el momento clave del juego. La mayoría de los churumbeles van a guardería y empiezan el colegio y ya son capaces de fijar su atención en algo durante periodos de tiempo más largos. Si les dejas...claro.
Es el momento además de que aprendan a jugar con sus cosas, que aprendan que pueden hacer con lo que tienen a su alcance. Si les dejas, claro.
Es el momento en el que tú tienes que controlar más tus delirios paternales y mirar los tatuajes que te has hecho con “no juegas para divertirte tú”.
Tus churumbeles a esa edad son capaces de tirarse por el tobogán 234 veces y eso no es malo, lo malo es que quieren que tú estés a su lado “por si acaso se caen” y tienes que estar. Sabes que no se van a caer, lo sabes por lo menos desde la vez 25…o a lo mejor no lo sabes, pero desde la vez 34 empiezas a considerar que si se cayera la opción no sería tan mala porque le cogería miedo y por fin podrías sentarte en el banco o irte a casa. Tienes que aprender que tus churumbeles son capaces de estar en los columpios 2 horas y medias y sí, necesitan que tú estés esas dos horas y media “dándoles”. Y a ellos les parece divertidísimo dedicar horas a pasarte la pelota en el pasillo de casa…actividad que para ti tiene tanta emoción que empiezas a añorar tu despacho.
Tienes que aprender a enseñarles a jugar solos y abstraerte. Por ejemplo, les das los rotuladores, las témperas, las tizas…y hojas para pintar. Déjales que pinten...no te estreses con que se manchen, pinten fuera de la hoja o se pinten unos a otros las caras. No se trata de dejarles hacer lo que les de la gana…No...pero no puedes estar como un sargento. Déjales y la próxima vez les dices: “A ver chicos…no os podéis pintar la cara como Hulk... y la plastilina no se come”. Y vas acotando poco a poco lo que se puede o no se puede hacer, pero si desde el primer momento les sacas un montón de normas con NO...” No Os manchéis. NO manchéis la mesa. No deis patadas al balón. No comáis plastilina”…pues piensan que ese juego, el que sea...es un puto coñazo y no querrán jugar más.
Es el momento de enseñarles a que sí, que vas a jugar con ellos un rato, vas a hacer un puzzle, ayudarles a montar los lego, tomar el té con los cacharritos, cocinar una tarta, hacer figuras de plastilina, luchas de clicks o lo que sea…pero no vas a jugar con ellos todo el tiempo. Tienen que aprender a jugar solos…a entretenerse con sus cosas, a jugar cuando tú no estás o sencillamente no puedes jugar con ellos o estás harto y necesitas un rato para hacer tus cosas. (Si es churumbel único es más chungo...pero no imposible…)
Esto se enseña. Y es tan obvio que no sé cómo hay gente que no lo ve. Si tú te acostumbras a hacer algo siempre con alguien...lo que sea…cuando tienes que hacerlo solo te parece que no sabes, que no puedes o sencillamente es que ni te lo planteas. Asocias esa actividad a esa persona y si esa persona te falta pues no concibes realizar esa actividad. Si tú juegas siempre siempre con tus hijos, si ellos no juegan nunca sin ti...no sabrán hacerlo cuando tú no estés.
A partir de los 5 años.
Empieza la juerga si te lo has currado en la etapa anterior.
Ahora interactúan mogollón. Les apetece hacer todo y jugar a todo.
Son capaces de pasar horas jugando a algo si les mola mucho. Pueden jugar mil horas a los clicks, pintar murales infinitos durante todo un fin de semana, echar partidas interminables al tragabolas, disfrazarse sin parar durante toda una tarde, hacer castillos, autopistas, monstruos y hoyos profundos en la arena de la playa sin sentir calor ni hambre, disfrutar de los columpios sin pánico y concentrarse en un puzzle o en el montaje de un lego hasta conseguirlo.
Todo eso pueden compartirlo contigo o pueden hacerlo solos, si les has enseñado.
Si decides jugar con ellos porque te apetece, tú te lo pasarás bien y ellos lo verán como una fiesta y como una ocasión especial, pero si no juegas con ellos, no pasearán como almas en pena sin saber que hacer…se les ocurrirán mil cosas. Serán capaces de imaginar que una caja de cartón es un coche, que el pasillo es una nave espacial, que la litera es una casa y las mantas son puertas...todo eso se les habrá ocurrido solos...pero tú te descojonarás cuando lo veas y los oigas. Te flipará que sean capaces de imaginar esas cosas, es la época de asombrarte con sus juegos y de pensar " no sé a quien coño han salido..yo no he tenido en mi vida esa imaginación...Dios mío..soy un padre coñazo".
No todo es juerga. En esta época hay que enseñarles a que competir cuando se juega está muy bien pero que si no ganas no pasa nada, hay que enseñarles las reglas de los juegos de mesa y que no hay que hacer trampas ( en teoría), hay que enseñarles a perder y a ganar. Hay que enseñarles a cuidar los juguetes, a compartirlos. Hay que seguir insistiendo en que mola muchísimo jugar pero luego hay que recoger…en fin...esas cosas tan coñazo, tan de padres y que te hacen pensar “dios mio…estoy hablando como mi madre”.
Pero es una época muy divertida, es cuando son capaces de pasarse 3 días “jugando a las bibliotecas”.
Veremos cuál es la siguiente etapa.