viernes, 6 de marzo de 2009

MATERNITY (XIX): 4:45

4:45 de la mañana. Oigo una puerta que se abre, l se cierra, la puerta de mi cuarto se abre, se cierra…y con los ojos entreabiertos veo venir a C en camisón, parece la niña del exorcista, sudando como un pollo y con el pelo electrificado.

- mamiii..quiero hacer pizzz.

El orgullo maternal me colma porque C. abre y cierra las puertas, no le tiene miedo a la oscuridad y además no se hace pis encima…¿qué más se puede pedir a una terrorista de 3 años??.

Me arrastro fuera de la cama y la acompaño al baño…la cojo en brazos y MIERDA!!!...incluso yo que no tengo la mano termómetro me doy cuenta de que está ardiendo…joder…a ver si los sudores no van a ser de calor sino de tiritona. Rezando todo lo que sé, voy a por el termómetro….paso por el cuarto y M. está empapada en pis..bueno, prioricemos..primero las enfermedades y luego los escapes.

Bien, termómetro. Fenomenal. 38, 8…Mierda. Joder, nunca se pone mala, nunca…y hoy, el día antes de pirarnos a esquiar…si es que….

Otro paseo a por el dalsy y un vaso de agua. Se sienta en la cama, le doy el dalsy, bebe agua…y a vomitar…en nuestra cama. G. emerge de su sueño de soltero para hacer una cosa rarísima..poner su camiseta delante de la boca de C y que así no se manchen las sábanas..por un momento me enternece su preocupación por el ajuar doméstico.

Pues nada, venga festival. ¿Qué mejor hora que las 5 de la mañana para duchar a una niña, cambiarle el pijama, volver a darle la medicina, cambiar las sábanas de una cama, bajar a otra niña de la litera, cambiarle el pijama, quitarle las sábanas mojadas y poner una lavadora???...Ninguna. Por un momento me vislumbro en el espejo del baño una loca con los pelos disparados, en pijama y unos surcos negros debajo de los ojos ( definitivamente me pongo las gafas de piscina demasiado fuertes) y pienso: ¿Cuándo me he convertido en mi madre?. Pero en versión pirata, mi madre parecía hacerlo encantada y con cariño y yo estoy desesperada y voy refunfuñando todo tipo de improperios.

Y claro me meto en la cama y pienso: ¿nos la llevamos a esquiar?, ¿ la dejamos en Madrid?, ¿ la llevamos y yo no esquío?, habrá que llevarla al médico…abro la boca para comentar las posibilidades con G. y ahí está como un bendito..superando las preocupaciones. Me levanto a echarles un ojo a las princesas..y como benditas sobando.

Joder..¿ y yo porqué no me duermo?.

jueves, 5 de marzo de 2009

EL INGENIERO

Eras flaco, muy flaco, Moreno y muy simpático. De todos los amigos de Y. eras el más simpático con diferencia. Con cara de ser divertido y muy animado. Éramos jóvenes y teníamos un amigo en común que organizó una fiesta genial. Un descontrol total. Mucha gente, oscuridad y bebida. Ni siquiera me acuerdo de si hablamos o no. La cuestión es que desayunamos en mi casa, tú y otros 3 o 4 aspirantes a ingenieros más. Tostadas y mermelada de ciruela casera. Algunos no os habíais acostado. Muchas risas.

Un día de otoño, en la puerta de la escuela de Montes. Estaba allí esperando y pasaste en bici y recuerdo perfectamente que pensé: “ con ese tío yo tendré algo”. Lo recuerdo porque era un pensamiento absurdo, tenía otro novio, casi no nos veíamos y las posibilidades de coincidir eran mínimas.

Salíamos los jueves, a muerte, como si no pudiéramos volver a salir nunca jamás en la vida. Llegabas a aquel bar y te podías encontrar a cualquiera. Era divertidísimo. Recuerdo vagamente días en los que de repente estabas ahí, habías vuelto de Escocia y salías y nos encontrábamos. Siempre mil cosas de las que hablar y muchas risas. Hasta otra. “Autores”, un día raro, nos encontramos no sé porqué y volví a tener esa sensación de que era cuestión de tiempo. No me lo creí, empezaba a desconfiar de mi "instinto femenino".


26 de junio de 1999. Boda de Y. Se preveía gran juerga. Allí estabas tú, por sorpresa. A partir de ahí toda nuestra vida. Ávila, León, pantalones de motoserrista, el palacete renacentista, tu familia, tus amigos, tus gafas jumbotron, tus manías, tus gustos, mi familia, mis amigos, Los Molinos, mi trabajo. Era increíble pero todo iba encajando.

Ya no eres muy flaco, ni siquiera flaco, pero sigues siendo divertido y simpático y muy bueno.Ya no llevas gafas. Sigues siendo encantador. Eres meticuloso, despistado y ordenado. No soportas que me deje la llave puesta en la puerta de casa, ni que no cierre las puertas de los armarios de la cocina, odias que meta mis pies fríos entre tus piernas cuando me meto en la cama y te parece que tengo demasiada ropa. Eres reservado y no dices lo que piensas, aunque sé que algo te preocupa porque vas susurrando por casa. Te saca de quicio que sea incapaz de sumar 3 más 8 y que haga castillos en el aire a la mínima. Adoras a las niñas pero si pudieras apagarlas de vez en cuando para estar tranquilo lo harías, aunque ahora que son más mayores e interactuan más, estás descubriendo lo que mola ser padre. Ir contigo a la playa es una pesadilla, pero cuando te veo llegar blanco de toda la crema que te has puesto, con tu sombrero de paja, tus gafas de sol de gasolinera, tu silla de los chinos, tu cerveza y tu periódico pienso…si no salgo corriendo, es amor verdadero.

Te gusta viajar conmigo, yo te enseño arte y tu a mi plantas y cachivaches variados. Me aguantaste cuando pasee horas por una librería en Oporto, y yo puse cara de interés cuando durante 1 hora admiraste la grua de madera con la que cortaban los árboles en plano en el palacio de Schönbrunn.

Te gusta la lluvia y el frío, ver deporte en la tele y los programas de cocina. Te has lanzado a cocinar con resultados diversos, pero lo disfrutas. Juegas al padel y montas en bici, aunque no eres un deportista de élite.

Sigues siendo muy divertido aunque muchas veces me saques de quicio. Eres fácil y sociable. Cualquier plan te divierte aunque te jode mucho que planee cosas sin consultártelo. Lo sé e intento corregirme. No eres impulsivo, a todo le das mil vueltas y todo lo piensas y repiensas. Nunca tienes prisa, todo puede esperar y nunca hay nada urgente. Esto ya sabes que me exaspera…no puedo entender que tengas los jerseys en el armario en agosto y los bañadores en noviembre, pero he aprendido a no hostilizarme.

Te preocupa tu trabajo, pero no tanto como antes. Ya lo tienes dominado, eres todo un ingeniero y sabes lo que haces. Has aprendido que mentir en tu curro es cuestión de supervivencia y ya no pierdes el sueño.

Duermes como un bendito pero madrugas. La hora de la siesta es sagrada, aunque te propongas no dormirte es inevitable, el sofá te atrapa. Siempre te levantas de buen humor, ya te has acostumbrado a que a mí por las mañanas es mejor no hablarme.

Adoras a tus amigos pero no se lo dices. Te da vergüenza. Crees que la gente ya sabe que les quieres y es verdad que lo saben, pero mola que se lo digas de vez en cuando. Eres incapaz de hablar mal de alguien y sólo cuando estás muy muy disgustado te permites expresar una crítica.
Siempre dudas de lo que te cuento, " no te has enterado"...me pone de los nervios, porque en el fondo sé que tienes razón. Yo me quedo en lo grande y tú siempre vas a los detalles.

Te encantan los trenes y me has pasado tu miedo a volar.

Estás contento. Eres feliz con tu familia, tu casa y tus cosas. Me pones los pies en la tierra y me haces ver que las cosas no son tan graves como yo me creo.

Todavía me sorprendes.

Por sorpresa, casi 10 años después, aquí seguimos.

Y seguro que no vas a leerme.

miércoles, 4 de marzo de 2009

GUSTOS


Llega el día en el que de repente te das cuenta de que te han cambiado los gustos.

Cosas por las que protestaba, renegaba y refunfuñaba ahora me gustan. Es una sensación muy rara porque no sé si es porque me he vuelto más sabia y ahora conozco el secreto de “los mayores”, o simplemente me he dejado convencer sin saber muy bien cómo.

Me pasa por ejemplo con los espárragos y la mayonesa. Estuve años aborreciendo esas dos comidas: “ que ascooo”, “ es que sólo el olor me da ganas de vomitar”…me recuerdo a mi misma diciendo mientras arrugaba la nariz. Era insoportable. Ahora me encantan los espárragos y la mayonesa es una salsa capaz de mejorar cualquier plato.

Me pasa también con la siesta. Odiaba echarme la siesta, yo quería bañarme en la piscina, ver la tele o leer. LO que fuera menos dormir. Ahora mataría por una siesta.

Odiaba ir en coche, me parecía una pérdida de tiempo y un rollo. Ahora, disfruto los viajes en coche, me gusta conducir, o ir de copiloto mirando por la ventana. Quiero llegar al destino ( casi siempre) pero no me molesta el viaje en sí.

Con 12 años llevar bolso era de señoras mayores y completamente innecesario y los leotardos eran una prenda creada por una madre vengativa. Ahora llevo el bolso más grande que encuentro, lleno de multitud de mierdas, y me encantan los leotardos y si son de colores mejor.

Me pasa con mis gustos por los tios. “¿ peró como te puede gustar Rafa si tiene 28 años?. Es un viejo“ . Ahora si tiene menos de 35 ni los veo. Me encantan los tios mayores, 50 años me parece una edad estupenda para los tíos, no les veo más que virtudes. A uno joven solo le veo desventajas.

También hay cosas que me encantaban de pequeña y que ahora sencillamente o son imposibles o no ejercen la fascinación que en su momento tuvieron sobre mi. Me encantaba el tobogán y podía pasarme horas bajando por lo que a mi me parecía una rampa peligrosa e interminable. O el baño con mis hermanos: burbujas, diversión, cataratas..aquello era una juerga, o que montar en bici, que era el mejor medio de transporte que se te podía ocurrir. Ahora odio el tobogán porque está en el parque, no sé bañarme y la sola visión de una bici en la televisión me hace agotarme.

Y hay cosas que siguen igual.

Los informativos me parecían un coñazo con 9 años y ahora me lo siguen pareciendo y además sé que ni siquiera informan. Las páginas salmón del periódico me parecían relleno y ahora las uso para hacer aviones. El Quijote era aburridísimo y ahora me duermo si lo leo. Los pantera rosa, esos bollos rosa chicle con aspecto de plástico, me hacían vomitar y ahora además de provocarme arcadas me traen a la mente visiones de arterias colapsadas de colesterol rosa. Jim Morrison era un místico plasta, y lo sigue siendo y además tonto por morir joven. Sigo odiando la sopa.


Me escondía para leer y aquí estoy agazapada en el despacho con mi libro.