«Mamá, este es mi post de cumpleaños. No te pongas a hablar
de ti» Esto no me lo has dicho pero cuando te pongas a leerlo sé que habrás
llegado aquí y lo estarás pensando. Sigo. Me sorprende que quieras quedarte en
los dieciséis y también me alegra. Por dos motivos. El primero es que algo
estaré haciendo bien cuando tú no sientes ni inseguridad, ni miedo, ni
incertidumbre en plena adolescencia. «Hombre, a lo mejor es por cómo soy yo»
Sí, sí. Claro que tiene que ver con como eres pero algo tendrá que ver cómo te
hemos criado, educado y acompañado así que me pongo una medallita. «Mamá,
sigues hablando de ti» El segundo motivo por el que me alegra que te resistas a
cumplir diecisiete es porque obviamente enviarte a Seattle a pasar tus
dieciséis fue un acierto y un éxito, no podía haber salido mejor y estoy feliz
por ti. Pero claro, yo no sería yo sino me preocupara y me dices que no quieres
cumplir más y yo entro en una espiral de ansiedad pensando que en este año
escolar que comenzará pronto «Ay, mamá, de verdad, que todavía quedan tres
semanas, déjame descansar tranquila» vas a estar a disgusto, vas a pasarlo mal,
vas a apagarte.
Apagarte. Eso es. A mitad de este post he conseguido agarrar
la idea. Clara brillas. Estás tan contenta, tan feliz, tan ilusionada con todo
que no puedo dejar de mirarte. No quieres tener diecisiete y no los tienes,
cuando estas radiante, como ahora, vuelves a tener cuatro, ocho, diez. Cuando estás contentísima, como ahora, se te
pone cara de pilla, se te escapa la sonrisa y bailas igual que cuando con cinco
años te disfrazabas, cada tarde, y bailabas por toda la casa. Cuando haces
planes, y tienes mil para este otoño, resplandeces con la misma luz que
repartías cuando escribías tu carta a los Reyes Magos.
Siempre has sido una optimista, una «feliciana» de la vida, una entusiasta. Lo eres tanto,
tantísimo, que cuando las cosas no salen bien, cuando discutimos a tu
alrededor, cuando te entristeces por algo que has percibido como una injusticia,
te mustias. Si tu vida fuera una peli de Pixar, tu personaje pasaría a verse en
blanco y negro. Tú no lo percibes, pero en un minuto te vas a gris, los ojos se
te vuelven mate y se te congela el gesto. Creo que percibes que algo doloroso
va a llegar y tienes que hacer algo para pararlo, para impedir que te arrase
y arrase con tu alegría, con tu manera
de mirar al mundo. Ese algo que haces es
sacar tu rabia. Nunca lloras. No lo hacías de pequeña ni lo haces ahora. Nunca
lloras de pena, siempre lloras de rabia. Ahora ya no lloras pero noto como te
concentras en empujar esa oleada desde tu estómago hasta tu cara para parar el
ataque.
No te pasa mucho,
intentas esquivar siempre aquello que crees que va a apagarte y cuando no es
posible, tras el apagón inicial, coges ese algo, lo que sea, y lo moldeas para
encajarlo en tu optimismo. No sé decirte si es una buena estrategia vital o no
pero es la tuya. Si alguna vez tienes que ajustarla, ya lo harás. Lo que creo saber o es que tu deseo de
quedarte en los dieciséis es un anhelo por permanecer en un lugar en el que has
sido inmensamente feliz. Quizá pienses que lo que ocurra en los próximos doce
meses no puede ser tan bueno, tan estupendo, tan perfecto como han sido los
anteriores. Lo van a ser. Porque lo que ha hecho tu año perfecto no ha sido
estudiar en USA, ni estar un año fuera de casa, ni toda la gente que has
conocido, ni apuntarte a coro, a teatro y aprender a pescar, ni nuestro
viaje.
Has sido tú.
Siempre has sido tú. No conozco a nadie que ponga más ahínco
en ser feliz, en encontrar cada día, cada semana, algo que le haga ilusión, que
le interese, que le apetezca, un propósito, una intención. Puede ser cualquier cosa, desde lo más grande
a lo más pequeño, pero lo buscas, lo encuentras, lo disfrutas y brillas. Tus
días nunca son iguales y estar contigo mientras los recorres es siempre una
sorpresa.
Felices diecisiete, princesa pequeña. Van a ser
espectaculares. Sigue brillando.
«Mamá, ha sido un poco cursi. Pero bien»
4 comentarios:
Ahora que no nos lee: algo habrás hecho para que haya sido una princeza feliz y sea aún ella a los 17. Gozada de hija y de luz. Felicidades!
17 y brilla ...¡Eres una chica con suerte!
Felicidades para las dos.
Zorionak!
Nati
Tu mayor es como mi mayor. Tu pequeña como la mía. Hace años que te sigo y me asombran paralelismos. Mi peque es alegre, feliz, trabajadora, sensible, tenaz, divertida, buena persona, idealista. Hace tiempo que me doy cuenta de que ella me hace mejor. Porque pienso, como tú, que algo habré hecho bien para que mi hija sea como es. Y me llena de orgullo. Siempre hablando de mi...
Es precioso lo que has escrito.
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