Eraserhead, Lisa Congdon |
El otro día encontré por internet una fotografía de un montón de gomas de borrar. Mi primer pensamiento fue: ya no usamos gomas de borrar porque ya no escribimos a mano. Sé que muchos, todavía, escribimos a mano y sé que algunos lo hacemos, a veces, a lápiz pero ¿cuánto borramos?
Borrar deja un rastro. No lo ves, puedes no poder descifrarlo, solo intuir que es lo que hubo allí pero sabes que algo existió, que allí hubo algo. Las gomas de borrar, aunque fueran nuevas, aunque fuera la favorita, aquella que definíamos con un solo adjetivo que la identificaba como la escogida "la buena", decíamos. Incluso esa, al borrar, dejaba un rastro. Las líneas de la cuadrícula se volvían más tenues, el blanco se volvía eso tan cursi que luego se llamó blanco roto y que en realidad solo quiere decir "blanco más sucio" y los rastros de lo escrito mezclado con las virutas de la goma rodaban por la página. A veces, si no tenías cuidado, esos restos de goma y escritura quedaban pegados a la página y escribías sobre ellos, dando entonces a tu escrito relieve... Era bonito, era casi como ver el proceso de construcción de tu redacción. O el de destrozo de tu dibujo, en mi caso.
Hace unos años leí un ensayo sobre las diferencias que existen entre escribir en un teclado, en una pantalla y en un cuaderno, en papel. Aparte de las obvias, la que más me llamó la atención porque jamás había pensado en ella fue la de que cuando en una pantalla corriges, borras, le das al delete, lo que sea que hubieras escrito antes: una mala idea, una frase mal formulada, un error gramatical, una palabra mal escrita, desaparecía, dejaba de existir. Se perdía, para bien y para mal. No puedes volver a reformularlo, a retomar esa idea, a recogerla, releerla, ni siquiera puedes aprender de lo que hiciste mal porque ha desaparecido. En un cuaderno, en un papel, tachas pero sigue estando ahí. Debajo de las rayas, de la X, del NO gigante escrito con un rotulador de otro color, la idea, la mala idea permanece para recordarte qué hiciste mal o esperando el momento en que se vuelva una buena idea.
No se puede hacer desaparecer lo que has hecho mal en la vida, o lo que no te apetece recordar. Permanece para siempre y eso está bien. Lo que sea que has hecho, dicho, pensado, amado, rechazado o sentido es lo que te hace quien eres. Está bien no poder eliminar lo que no nos gusta de nuestro pasado pero quizás, pensando en gomas, esta semana, estaría bien poder borrarlo. Que no despareciera, que dejara un rastro, las líneas de tu vida en aquellos momentos más tenues, cierto relieve en aquel recuerdo, pero sin ver aquel error, aquella estupidez, aquella majadería. Estaría bien saber que fuiste gilipollas pero sólo por su rastro, como las migajas de la goma Milán sobre el cuaderno.
8 comentarios:
Me gusta y, creo, alguien tenía que decirlo.
Gracias.
Yo soy de papel.
Bueno, en realidad soy de carne, hueso y pelo. Quiero decir que soy de escribir en papel y tachar. Tachar con arte y con colores. Y hacer flechas, muchas flechas. Notas con asteriscos. Palabras remarcadas con un redondel. Subrayar dos veces significa: "esta es la idea, pero la palabra no me gusta, busca otra".
Voy a empezar a repasar mi vida así.
Y sobre todo no revivir esos momentos con toda su intensidad. Tachar algo de esa angustia de aparece cuando ya no tiene remedio.
No he podido evitar pensar el el "Ministerio de la Verdad" que describía Orwel en "1984".
Me ha encantado la última parte... Henos sido tan gilipollas a veces.. Tanto.. Y aquí seguimos.. Gracias Molinos!
Yo escribo casi siempre a lapiz
ya lo dijo mi primo
por aquí
http://elchicodelaconsuelo.blogspot.com.es/2015/10/escribir-en-lapiz.html
Lo digital arruina el aprendizaje, eso es por demás claro en las escuelas, donde todo es lo instantáneo, lo fácil, lo sin esfuerzo. Pero nada se aprende de ello.
Luego nadie recuerdo siquiera cómo se escriben las palabras.
Saludos,
J.
Suscribo lo dicho por Anónimo,es un planteamiento muy 1984 y en mi opinión, poco ajeno a los tiempos que vivimos, por desgracia
Tata_keli.
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