viernes, 18 de noviembre de 2022

Otoño con pocas ganas

Fragmento de Puerta del Sol. Amalia Avia

Por fin ha empezado a llover. Por fin algunos días hay unas cuantas horas de cielos grises y nubes. Nunca un día entero, llevo la cuenta. Hoy mismo, me he levantado con un perfecto día de otoño, con cielos grises y las calle mojadas y ahora, mientras tecleo y cuento lo minutos para el fin de semana, el cielo está despejado y luce el sol. En Madrid llueve con poco interés, con desgana, solo un rato, algo como para cumplir el expediente. A Madrid cada vez se le da peor el otoño y el invierno, es como si esta ciudad se hubiera rendido y ya pasara de estas dos estaciones. Las nubes tienen poca constancia, la lluvia es casi testimonial y el frío es ridículo. Es como si Madrid aspirara a ser la Costa del Sol, ese es el drama. 

Me mata el aburrimiento eterno del azul, las nubes pasan por aquí como si emigraran, están siempre de paso y luego se van. ¿A dónde? No lo sé. Siempre que hablo de nubes me acuerdo del cuento que plagié en tercero de EGB y con el que saqué un sobresaliente. A la tierna edad de nueve años, en 1982, no podía saber que treinta y cinco años después, gracias a esa historia, me iban a llamar de la radio para que lo contara. ¿La razón? Una polémica sobre el plagio de su tesis doctoral por parte de un presidente del gobierno. Con nueve años seguro que no pensé que me acordaría de ese cuento tantos años después y estoy segura también de que por entonces creía que la política y la prensa eran algo serio. 

Las nubes. El otro día fui a la exposición de Amalia Avia y en sus cuadros siempre hay nubes, cielos grises, siempre tiene pinta de hacer frío. Entré en la sala y empecé a ver esos cielos grises y pensé: qué gusto. «A mí me parece triste» he leído por ahí sobre los cuadros de Amalia, mi madre también lo cree. Sus vistas de Madrid me reconfortan, me quedé un buen rato mirando su gran vista de la Puerta del Sol y pensé que ya no hay días así en Madrid, días grises en los que las cristaleras de los bares se llenen de vaho y uno corra porque está deseando llegar a casa. Ya no hay días de charcos. De Amalia Avia hablé ayer en una charla sobre arquitectura y nuevos medios. ¿Por qué? Porque en sus memorias habla de lo incomodísimo que era vivir en la casa que les construyó, en Torrelodones, un afamado arquitecto. Hablé también de los programas de casas de La 2 a los que me he vuelto un poquito adicta y que puede que a los arquitectos les pongan los pelos de punta. No sé si volverán a invitarme pero fue muy divertido. 

Leo un artículo mientras desayuno sobre los libros de Elige tu propia aventura. ¿Cómo está escrito el artículo? Siguiendo esa estructura. "Si quieres saber cómo se le ocurrió la idea a su autor pasa al epígrafe "la idea", si quieres saber por qué se siguen vendiendo pasa a "el éxito". Lo leo del tirón, epígrafe tras epígrafe, sin saltar nada. Cuando tenía nueve años sí que saltaba, de respuesta loca en respuesta loca aunque ¿a quién quiero engañar? Mi primer itinerario siempre era el más cauteloso, nunca he sido aventurera. ¿Qué es lo más arriesgado que he hecho en mi vida? No tengo ni idea, no se me ocurre nada. Hay gente intensa que dirá "tener hijos, eso sí que es una aventura", prefiero morir desesperada en una reunión interminable por zoom que decir esa majadería. "La aventura de tener hijos" me pregunto a quien se le ocurriría por primera vez, me encantaría saber quién fue, qué pinta tenía y, sobre todo, si se lo creía. Amalia Avia seguro que no decía esa majadería.  

Voy a la manifestación y lo cuento en Instagram y en twitter. Algunas personas, sobre todo en Instagram que está lleno de gente que dice cosas como "la aventura de tener hijos", me dan las gracias por posicionarme. Me quedo muerta. ¿Por qué no voy a dar mi opinión sobre algo en mi Instagram o aquí? No es necesario opinar de todo y conviene abstenerse muy fuerte de opinar sobre las cosas de las que uno no tiene ni idea, pero posicionarte políticamente en tus redes, redes en las que no vendo nada, me parece algo un poco obvio. Pero claro, no olvidemos que Ig es esa red donde hay vídeos que te aclaran cómo enrollar un cinturón y vídeos que te explican cómo coger una copa de vino. Pero también sale Brad hablando de su rutina de belleza que, seamos sinceros, podría ser echarse mostaza por las mañanas y frotarse con mantequilla por las noches y le funcionaría igual. Está guapo de morir. 

Hoy salgo a cenar. 

Mañana voy a un concierto. 

Hacía mucho que no escribía un post tan cosas que (me) pasan y voy a aprovecharlo. A partir de hoy, podéis suscribiros aquí para que estos posts os lleguen al correo. Que quede claro que seguirán estando aquí, los escribiré aquí, pero así no tendréis ni que hacer el esfuerzo de venir a buscarlos. Me falta ir a vuestra casa a enrollaros los cinturones y apurar vuestras copas de vino. 

viernes, 11 de noviembre de 2022

Se busca cocinero en el periódico

 


«Se necesita cubrir vacante de COCINERO.
QUE TEMPORALMENTE SE REALIZA EN RÉGIMEN INTERNO.
Imprescindible Título Medio/Superior de Cocina, experiencia y buenas referencias. Importante salario.  
Interesados mandar curriculum a xxx »


Este anuncio lleva meses publicándose en el periódico Y yo llevo meses dándole vueltas a lo que dice, a lo que no dice y a lo que puede querer decir. 

Lo que dice es que se busca cocinero. Lo que no dice es que pasas si eres cocinera y te interesa el puesto.¿ puedes enviar tu curriculum? Nada más empezar no quiero pensar mal. Quizá han usado el masculino genérico porque es lo suyo, porque la generación que necesita cubrir vacante de cocinero habla en masculino genérico. Confieso que al principio a esto de "cocinero" no le di importancia.  Volviendo sobre mis procesos mentales creo que pensé que lo habían redactado deprisa y corriendo y no le habían dado más vueltas. Se habían quedado sin cocinero, tenían prisa y colgaron el anuncio así, sin darse cuenta de que podían haber puesto Cocinero/a. No sé cuanto cuestan estos anuncios, seguro que no son baratos, pero si puedes permitirte ese uso caprichoso de las mayúsculas y la negrita de fondo, puedes pagar dos caracteres más. Ahora que he visto ese anuncio durante seis meses, puedo confirmar que si eres mujer y cocinas bien y tienes el título no te van a coger.  El anuncio también dice que QUE TEMPORALMENTE SE REALIZA EN RÉGIMEN INTERNO. Esto deja claro que además de cocinar vas a tener que dormir en la casa en la que temporalmente cubres la vacante y dice con hastío evidente que están hartos de explicarlo en las entrevistas, los mails o las llamadas. Esas mayúsculas y ese empezar la frase con un "que" denotan exasperación, rollo QUE A VER SI OS ENTERÁIS Y OS LO PONGO EN GRANDE. El anuncio también dice Importante salario y no dice, como todas las ofertas de trabajo, cuánto es ese salario. Lo deja todo a la imaginación y yo, puestos a imaginar, me declaro fan de la frase, que casi extinguida, "salario a convenir", que me parece que tiene más encanto, que abre la puerta a un posible diálogo, a un flirteo, a un ni para ti ni para mí, regateemos. Importante salario es sobrio, soso y sobre todo, lo que es y no es importante para cada uno es tan subjetivo. 

Hasta aquí lo que dice el anuncio que yo creo que es poco. Lo que no dice abre un mundo de posibilidades. ¿Dónde es esa vacante de cocinero? ¿Dónde estará interno ese cocinero? ¿en un piso? ¿una casa? ¿un palacio?  ¿un internado? ¿un convento? Hay muchísimas posibilidades y podría seguir: ¿en habitación compartida? ¿en vivienda de servicio? ¿en un jergón bajo los fogones? Hay un dato aún más importante que no se dice, ¿para cuánta gente tienes que cocinar? ¿Para una pareja? ¿para una familia numerosa? ¿para niños mientras los padres están fuera? Y ¿cuántas comidas al día? 

He pasado horas dándole vueltas a este anuncio. A veces se me olvida unos días y luego pienso ¿lo habrán encontrado ya? Y nada. Ahí sigue. Lleva tanto tiempo que, a veces, me dejo llevar por la espiral de locura en la que mi pensamiento conspiranoico se embarca y disfruto de ese viaje porque mi locura no amenaza la democracia, ni está en contra de la ciencia ni me lleva a creer que la tierra es plan y el sol y la luna son lámparas de la NASA. Dejándome llevar elucubro que ahí hay algo más, que ese anuncio no busca un cocinero sino un sicario. Es una clave para algo ilegal, delictivo, criminal. Es la orden para eliminar a alguien que al verlo escribe al mail de contacto y recibe las instrucciones. Lo sé, no tiene sentido, ¿para qué vas a tomarte la molestia de poner este anuncio si luego lo vas a resolver por mail? Sigo en la locura, el anuncio se publica en página par o impar y dependiendo de eso el sicario sabe el lugar y la fecha de un encuentro en el que se le darán las instrucciones. A lo mejor no es un sicario, es un rollo de espías. El anuncio se publica para que un agente se encuentre con otro en un determinado lugar. Y aquí tengo otra cosa que añadir, muchas veces el anuncio del cocinero aparece con otro, que siempre se publica encima. Tengo varias fotos guardadas, unas veces se busca un camarero/ordenanza y otras se ofrece un ingeniero. ¿Dos bandas diferentes? ¿dos agentes cada uno enviándose un mensaje en clave? ¿Y si la historia es de amor? Amor secreto entre gente que no puede tener móvil ni redes sociales por un tema de seguridad. Al llegar aquí mi pensamiento conspiranoico se queda sin combustible, empieza a pertadear, se apaga,  me aburro y la realidad se expande de nuevo: hay alguien ahí fuera que lleva meses buscando un cocinero y no lo encuentra. Seguro que se preguntara cómo es posible, si es que acaso no hay cocineros en paro en el mundo. Yo no entiendo el anuncio. Y en mi cabeza, el matrimonio de ricos que lo ha puesto, no entiende como no encuentra a nadie. No lo entienden porque me necesitan a mí, a alguien que les diga la verdad: ese Importante salario es, con total seguridad, una miseria infecta. 

Leed el periódico en papel, chavales. Da para mucho. 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Lecturas encadenadas. Octubre.

 

Mi ritmo lector va decayendo según avanza el año. Cada vez me parezco más al conejo de Alicia corriendo a todas partes y sin tiempo para nada. Cuando mis hijas eran pequeñas tenía tiempo para todo, ahora que hacen su vida y como me descuide ni siquiera las veo en el ratito que pasan por casa, no tengo tiempo para nada. ¿Me organizo peor? ¿Tengo más intereses? ¿Me he vuelto más vaga? ¿Es que los adolescentes exigen más atención que los bebes? A esto último yo digo sí aunque nadie me crea. 

Octubre transcurrió con más pena que gloria esperando un otoño y un frío que no llega. Desesperación, tristeza, calor y abrigos languideciendo en los armarios. Lo único que me consoló fue saber que a final de mes, como cada año, me esperaba el cambio de hora que más me gusta y ya es de noche cuando salgo de trabajar. Bien, me encanta. Cada uno tiene sus filias. 

Al lío. 

En septiembre fui a Ourense un fin de semana porque me invitaron a una fiesta genial, tan genial que se ha decidido que se vuelva tradición. Como nunca había estado allí, aproveché para hacer algo de turismo y, como siempre que hago turismo, entré en una librería. «Entramos pero con fuerza de voluntad, no compramos nada» fue el mantra que nos dijimos. No lo cumplí, en una de las estanterías estaba esperándome Se acabó el pastel de Nora Ephron por tan solo 3 €. Después me enteré de que está descatalogado y en internet piden hasta 100 € por él. Creo que el dueño de la librería también desconocía este dato. 

Me gustó muchísimo, mucho más que el de "El cuello no miente" y que la película. Es curioso como, a pesar de conocer la historia, me ha gustado tanto. Nora ficciona aquí el fin de su segundo matrimonio cuando emabaraza de su segundo hijo descubrió que su segundo marido, Carl Berstein, le estaba siendo infiel con una amiga suya. Su alter ego, Rachel, es como ella escritora y, a través de su personaje reconstruye su historia de amor. Lo más interesante de todo es como Nora cuenta el choque brutal de realidad que supone descubrir que lo que has estado viviendo es una mentira, como tu realidad era un decorado.  Rachel/Nora creía ser feliz y resulta que no lo era, creía ser amada y amaban a otra, creía estar haciéndolo bien y se estaba equivocando en todo, creías conocer a tu pareja y resulta ser un desconocido, creías saber hacia donde te encaminabas y descubres que ese futuro al que te dirigías no existe ni existió nunca. 

Nora lo cuenta con inteligencia, con ingenio, con humor, con irío y como dice su peronal al final cuando se terapeuta le pregunta porque lo convierte todo en un relato, ella dice: 

«De modo que se lo explique. 
Porque si cuento la historia, domino la versión.
Porque si cuento la historia, puedo hacer reír; prefiero que se rían a que tengan lástima de mí. 
Porque si cuento la historia, no me duele tanto.
Porque si cuento la historia, puedo soportarla». 

Esto me recordó mucho a las palabras de Didion en su documental sobre escribir y el miedo. «Yo siempre he pensado que si analizo algo, da menos miedo. La teoría dice que si la serpiente está en tu campo visual, no te va a morder. Se parece a como enfrento yo el dolor. Quiero saber dónde está.»

Además de estas reflexiones que comparto totalmente, me reí mucho: 

«Ahora en mis años dorados, he llegado a aceptar el hecho de que en mi cuerpo no hay una sola gota de sangre neurasténica, y me he vuelto muy impaciente con los que la tienen. Muéstrenme una mujer que llora cuando caen las hojas de los árboles, y le enseñaré a una auténtica gilipollas.»

«Me gustaría decir dos cosas al respecto. La primera es que siempre he creído que llorar es una actividad demasiado valorada: las mujeres ya lloran muchísimo, y lo último que desearíamos es que el llanto se convirtiera en un exceso universal. Lo seguido que quería decir es lo siguiente: cuidado con los hombres que lloran. Es cierto que tales hombres son sensibles e impresionables, pero las únicas emociones que los conmueven son las suyas propias.»

También barato compré, en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, Heredarás la tierra de Jane Smiley. En enero leí La edad del desconsuelo que me encantó (si estáis leyendo esto, dejadlo ahora mismo, comprad esa novela y poneos con ella ahora. Ya. Estáis tardando) así que quería leer más de Smiley. Esta novela no me ha gustado tanto porque es un culebrón impresionante. 

¿Qué nos cuenta Smiley? Pues la historia de la familia Cook, granjeros en un condado de Iowa. Kilómetros y kilómetros de tierra cultivada, arrancada a unos pantanos hace cien años y que el patriarca, Larry Cook, regenta casi como un reyezuelo hasta que decide, por sorpresa, ceder la gestión de la granja a sus tres hijas. Este gesto y la vuelta a la zona de un vecino, Jesse, que se marchó hace años para escapar de la Guerra de Vietnam, desencadena una serie de actitudes y revelaciones en la vida familiar con todo tipo de oscuros secretos aflorando. Es una novela que se vuelve más oscura según avanza la narración hasta llegar a un final en el que no queda nada. Cuando lo estaba leyendo pensaba que era material perfecto para una película y acabo de comprobar que ya se ha hecho con Jessica Lange y Michele Pfeiffer, perfectas para hacer de las hermanas. 

«Eso de "bien" es una palabra muy propia de una mujer. Tú sabes que no está nada bien. Pero dices ese "bien" y todo el mundo se vuelve loco y tú sabes que todo el mundo se volverá loco.»

¿La recomiendo? Pues mira,  si te gustan las historias tortuosas y con muchísimo drama, rozando la incredulidad es una novela correcta pero si me preguntáis a mí: empezad por La edad del desconsuelo. 

Y con esto y un bizcocho, hasta los encadenados de noviembre. 

viernes, 4 de noviembre de 2022

Podcasts encadenados. La maravilla de Anderson Cooper


Lo primero que escuchamos es el sonido de unas llaves girando en una cerradura y una puerta que se abre. Para nosotros, oyentes, ese sonido es como el de cualquier otra puerta aunque los pasos que se escuchan a continuación delatan una buena tarima, una buena casa y que allí ya no vive nadie. «Mi madre murió en julio de 2019, hace poco vendí su casa y ahora tengo que recoger todas sus cosas. He pensado que mientras recojo, puedo hacer este podcast. Es la primera vez así que tened paciencia conmigo» dice una voz grave, cálida, una de esas voces que yo describo como para quedarte a dormir en ella. La voz pertenece a Anderson Cooper, famoso periodista americano de la CNN, 54 años y con dos hijos pequeños que no se decidió a tener hasta que murió su madre, así que es un padre viejales. El oyente acompaña a Cooper, la puerta se ha abierto pero ¿dónde estamos? te preguntas y Cooper pasa entonces a contártelo. El podcast es audio pero es muy visual, parte de su magia consiste en la habilidad del narrador para hacernos ver lo que necesitamos conocer. En este caso, Cooper nos cuenta que es la casa de su madre, que está en una de las calles más tranquilas de Manhattan, y que en ese piso, comprado por su padre hace más de cuarenta años, su madre se dedicaba a pintar. Describe el piso como cualquiera de nosotros lo haría: aquí hay una entrada, este es el estudio, aquí está el cuarto de estar. Ya lo ves, lo imaginas. ¿Por qué es importante? Cooper entonces da un paso más en la narrativa y llena ese espacio de vida al contarnos como pintaba su madre allí, los recuerdos que él tiene de cuando pasaba las tardes en esa habitación mientras su padre escribía o como recuerda haber ido allí a buscar un traje con el que enterrar a su hermano cuando este se suicidó con veintitrés años. ¡Voila! Ya lo sabemos todo: donde estamos, quien nos lo cuenta y porqué no los cuenta. Un comienzo de episodio perfecto, maravilloso. (La historia de la madre es muy top pero no quiero destriparlo más aquí)

El resto del podcast, que se titula All there is with Anderson Cooper, es lo más bonito y emocionante que he escuchado este año con mucha diferencia. Desconozco si Cooper se ha escrito sus guiones o ha tenido un guionista (que le den un premio) pero eso no importa porque es evidente que la historia, el tono y la emoción es suya y muy personal. A lo largo de los ocho episodios que componen el podcast y mientras cuenta sus procesos de duelo, charla con diferentes invitados o escucha los mensajes de voz de cientos de oyentes, rompe a llorar varias veces, pierde la voz, se queda sin palabras y, cada vez que eso le ocurre, el oyente piensa: Anderson te entiendo, yo también me he sentido así alguna vez. 

All there is es, como comentaba en el post anterior, una reflexión sobre las maneras de vivir el duelo y la ausencia. En el último de los episodios, en un mensaje de audio, una oyente dice que lo que más le ayudó a ella es cuando le dijeron que lo estaba haciendo bien, que no hay una manera correcta de llevar el duelo porque todas son correctas. Dándole vueltas creo que es un proceso intensamente personal, más personal que enamorarse  y del que se ha escrito y hablado mucho menos y por eso este podcast es tan maravilloso. A los que hemos vivido ese duelo nos acompaña y nos hace ver que no estamos solos en las cosas que pensamos, hacemos para recordar a los que ya no están (una señora cuenta que como parte de su duelo y dado que su madre era muy aficionada a las compras, para honrar su memoria, el día del cumpleaños de su madre compra algo en una tienda y al día siguiente lo devuelve y yo, por ejemplo, escribo posts)o nos enfrentamos a qué hacer con las "cosas".  A este tema dedica Cooper mucho tiempo porque es curioso como lo que hasta la muerte de esa persona eran solo objetos: una mesa, una silla, un par de gafas, un cajón con facturas, un pijama, una maquinilla de afeitar o una almohada, una vez desaparecida esa persona se convierten en algo mucho más grande, algo cargado de significado y trascendencia con lo que hay que lidiar. No hay tampoco una manera correcta de hacer esto. Está bien el que decide tirarlo todo y está bien el que, como él, va revisando todo y haciendo cajas que traslada a otro lugar hasta que esté preparado para tirarlas. 

Como he dicho antes, a lo largo de ocho episodios, Cooper comparte el duelo y descubre cosas. Por ejemplo, el vacío existencial que se abre cuando te das cuenta, como en su caso, de que eres la última persona que queda viva capaz de recordar determinados momentos, sensaciones u ocasiones. En su caso, ni su padre, ni su hermano ni su madre están ya para corroborarlas, para poder compartirlas con él pero aunque no seas the last man standing, siempre que pierdes a alguien cercano hay algún recuerdo del que te conviertes en único conservador. ¿Qué hacer con él? ¿Traspasarlo a otros? Sí, claro que sí, para que no muera nunca o al menos tarde lo más posible. 

Stephen Colbert como comenté el otro día aparece en el segundo episodio que es también maravilloso. Laurie Anderson, artistaza, mujer increíble y viuda de Lou Reed acompaña a Cooper en otro y en el resto los invitados no son tan conocidos para nosotros pero sus aportaciones son igual de interesantes. Hay un episodio en el que Kirsten Johnson, que es directora de documentales, habla de la sensación de pérdida anticipada que tienes cuando tus padres tienen Alzheimer o demencia y dejan de ser ellos. Es otro tipo de pérdida que funciona de otra manera y que ella ha retratado en un documental, que podéis ver en Netflix, Dick Johnson is dead, tierno, emocionante y casi casi divertido. 

No quiero extenderme más. Podría estar horas hablando de este podcast pero lo que de verdad me gustaría es que lo escucharais. Os hará muchísimo bien y vais a llorar bien, a gusto.