jueves, 19 de diciembre de 2013

HOMELAND PARA DUMMIES


Con 40 años he descubierto que tengo una vena masoquista. Una vena masoquista poderosa que me ha poseído durante 12 semanas, exactamente las 12 semanas que ha durado la tomadura de pelo de la tercera temporada de Homeland.

Ya comenté por aquí que la primera temporada me había parecido flojilla, nada muy interesante, ni muy emocionante ni nada que me atrapara...pero aún así me tragué la segunda temporada solo para corroborar que Carrie es una loca de mil pares de cojones, Brody un imbecil y los guionistas creen que los espectadores no tienen memoria a corto plazo y las mierdas que van dejando sueltas por ahí se olvidarán alegremente y todo da igual.

Aún así, me he tragado la tercera temporada. Ahora que lo pienso, no sé si ha sido masoquismo o espíritu de sacrificio para poder criticar con conocimiento de causa.

Por si alguien no ha visto la serie, voy a explicar la estúpida historia entera para que no perdáis vuestro valioso tiempo en ello. Ya lo he hecho yo por todos vosotros, en un alarde de buenismo.

SPOILERS. 

Loca rubia con pelo lacio y que se supone que es el colmo de la inteligencia en espionaje, se enamora de marine torturado por los árabes malísimos y que no se sabe si es bueno, malo, regular o directamente imbécil. Se confirma que es directamente imbécil pero eso no impide que la loca rubia supuestamente lista se enamore locamente. Van, vienen, se entretienen, pasan cosas de espías, se emborrachan, chuscan, hay una bomba, muere gente y la segunda temporada termina cuando todo el planeta cree que el marine imbécil es culpable pero la loca rubia no lo cree y por eso decide que en vez de irse con él a disfrutar de su amor absurdo, va a volver para lavar su nombre.

¿Había algo salvable en las dos primeras temporadas? SI. Mandin Patinkin, Iñigo Montoya, que hacía un papel estupendo y que parecía que era el único que sabía que la loca rubia estaba loca y que el marine imbécil era imbécil.

La tercera temporada es un despropósito argumental de principio a fin. Sospecho que han despedido al coordinador de guión y a los guionistas los han encerrado a cada uno en una celda incomunicada para que cada uno escribiera un trozo cada semana. La idea consistiría en eliminar cada semana al guionista más coherente con su historia, hasta dejar al mando de la temporada al más loco.  

Los primeros capítulos de la temporada están centrados en los problemas de la hija adolescente del marine imbécil. Se confirma que la idiotez es hereditaria y acumulativa, y la hija es mucho más imbécil que su padre y su madre juntos. Le pasan cosas que no le interesan a nadie y además sufre mal, poniendo morritos y pidiendo a gritos una buena bofetada.  Cuando el espectador está a punto de ir a ligarse las trompas o de encomendarse a cualquier santo para que sus hijos no muten a nada parecido a ese personaje, al guionista encargado de esta trama lo aniquilaron y la adolescente desaparece de la serie.

Mientras tanto, la loca rubia descubre que está preñada. Bueno, lo descubre el espectador, porque la loca rubia ya lo sabía porque se ha hecho más o menos 30 pruebas de embarazo positivas que guarda en un cajón de su baño perfectamente ordenado de loca con TOC. Esto es de traca, una tía listísima, un cerebrito del espionaje, no sabe que si estás preñada, estás preñada y necesita 30 pruebas de embarazo para confirmarlo. A ver si va a resultar que no está tan lista.

¿Y el marine imbécil? El marine imbécil anda por Venezuela dónde se ha curado de unos tiros que le han pegado por algo que nadie sabe qué es y que además a nadie le importa y allí, después de curarse,se ha dado a la heroína tan ricamente y está tirado en el suelo viendo elefantes rosas o lo que sea.

Iñigo Montoya, mientras tanto, está de Jefe supremo de la CIA y va y viene y se entretiene, y mientras va, viene y se entretiene, descubre que su mujer se la pega con otro, más joven, más guapo y por lo que parece más empotrador. Pero Iñigo es un señor y es un calzonazos así que lo que le preocupa no es la cornamenta que lleva, sino que el chuscador de su mujer sea un espía israelí. Todo por la patria.

A la loca rubia la investigan un poco, pero poco, con poco interés y la meten en un manicomio dónde le dan drogas que hace que se le caiga la baba. Se supone que el espectador debe estar preocupadísimo por ella, pero el espectador lo que está pensando a estas alturas de la temporada es en lo bonito que sería una sobredosis de tranquimazines para ella y que descansara en paz y dejara de hacer el loco por el mundo. Pero al guionista que sugirió esta idea lo guillotinaron.

En un giro de guión tan sorprenderte como verte crecer las uñas, resulta que la loca rubia e Iñigo Montoya habían urdido este plan de hacerla pasar por loca (Iñigo le hace creer a ella que se está haciendo pasar por loca, porque ella está loca de verdad aunque no sé si la única que lo sabe soy yo. No descarto que la loca sea yo) para que un malo malísimo iraní contacte con ella. No me queda claro porque un malo malísimo y muy listo quiere contactar con una loca a la que se le cae la baba...pero el caso es que ocurre.

La rubia loca preñada e Iñigo Montoya, tienen cogido por los huevos al iraní malvado porque antes han contratado a una iraní con velo y cara de pringada que ha descubierto que el iraní malvado ha estado trincando pasta de otros malvados iraníes. No queda claro como un listo tan listo se ha podido dejar un rastro de monedas para que le pillen pero..¿a quién le importa? Para que no parezca que el malo no es tan malo, el guionista encargado de esta trama hace que el malo se cargue a un par de mujeres a golpe de botellazos de vino...todo muy desagradable y totalmente innecesario.

¿Qué más? Que esto está quedando muy largo. La loca preñada vuelve a su obsesión por demostrar que el marine imbécil no es el de la bomba que mato a 200 personas, monta una operación que no le interesa a nadie y luego está a punto de cagarla, tan a punto que un compañero con dos dedos de frente le mete un tiro en el hombro. El espectador, o sea yo,  lamenta  que no le meta el balazo entre ceja y ceja por petarda, cansina y tocacojones...pero supongo que al guionista que sugirió esta brillante idea le pusieron una camisa de fuerza.

Iñigo Montoya mientras tanto ha ido a Venezuela a sacar al marine imbécil de los brazos de la drogadicción y los elefantes rosas y lo trae a casa para desintoxicarle y mandarle a Irán a que se cargue al jefe supremo de los malos, y así ascienda el malo malísimo al que él ha engañado y así los dos países vivan en paz y armonía a partir de entonces. El espectador, o sea yo, irrumpe en carcajadas histéricas por el absurdo de la teoría...y después se levanta a ponerse un Gin Tonic.

Luego viene un capítulo en el que pasan cosas en el desierto y hay tiros y tal, sospecho que trajeron a un guionista suplente sacado de una gran producción de Hollywood. Creo que debió morir en una de las escenas de tiros, porque los siguientes y gracias a dios dos últimos capítulos tienen toda la pinta de haber sido escritos directamente por la loca rubia preñada.

Resumiendo: el marine imbécil parece bueno. La loca preñada rubia se pasea por Teheran  con un pañuelo en la cabeza y hablando por un teléfono tan discreto como un zapato de montaña. El marine imbécil parece malo. La loca rubia preñada se pasea más...absurdamente lleva la raya del ojo pintada. El marine imbécil mata al malvado supremo y por tanto parece bueno. Iñigo Montoya y sus colegas espías se ponen nerviosos. La loca preñada consigue sacar al marine imbécil de Teheran y convencer a Iñigo Montoya de que los saque del país.  Aprovecha un momentito para contarle que está preñada de él...y él se lo cree. Pero total..¿a quién le importa?

¿Qué pasa al final con toda esta historia infumable? El marine imbécil muere ahorcado, ella llora desde una verja.

Pasan cuatro meses.

Iñigo Montoya y su mujer viven en un sitio con mar y sol y comen croissants. La loca rubia sigue preñada (he hecho los cálculos...y lleva preñada 10 meses) y a pesar de estar desquiciada los nuevos jefes de la CIA le ofrecen dirigir la sede de Estambul. Ella dice que sí dando saltitos de alegría y luego le entra la paranoia porque está a punto de parir y DE REPENTE se ha dado cuenta de que lo mismo el hijo no le viene bien. Le lloriquea a su colega de la CIA, el que le metió el tiro en el hombro...y justo en ese momento el espectador, o sea yo, piensa: ¿ VES COMO TENÍAS QUE HABERLE PEGADO UN TIRO ENTRE CEJA Y CEJA HACE 6 CAPÍTULOS?

Por favor, no me dejéis ver la siguiente temporada.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

SOBRE LOS PERIODISTAS.


Lo siento pero no puedo más. Llevo meses mordiéndome la lengua y los dedos pero es que ya no puedo más.

Estoy hasta el moño del lloriqueo periodístico sobre la "profesión", la injusticia de los despidos en medios de comunicación, lo crueles que son los empresarios  y todas esas zarandajas.

Lo siento pero sois unos lloricas. Casi todos. Y además, en vuestro afán por, no sé como llamarlo, justificaros os estáis haciendo unas pajas mentales de flipar encima queréis que empaticemos con vuestro supuesto drama laboral. 

El pasado  lunes en twitter no paré de ver retuiteado por grandes gurús del periodismo venerados por cientos de miles de seguidores como Ana Pastor, un artículo sobre lo que ha hecho Mariano con las ruedas de prensa.

Leí cosas como esta:

"El Periodismo es, entre otras muchas cosas, la profesión por excelencia que alza la voz en favor de los débiles, de los más pobres y de los que apenas tienen quien les escuche. El Periodismo es el canal de expresión de las mayorías pero tiene también la misión de denunciar toda clase de mentiras, abusos, injusticias, errores e ilegalidades. El Periodismo tiene el contrapoder entre sus funciones esenciales. Por algo se le conoce como cuarto poder, porque vigila los excesos del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, que supuestamente se controlan entre ellos" 

Sin palabras. ¿Qué tomadura de pelo es esta? ¿Qué tipo de pose a lo Escarlata O´Hara es esta? Seamos un poquito serios y tengamos un poquito de vergüenza.  

Ser periodista está muy bien, está estupendo, es una opción laboral como otra cualquiera, pero en la escala de profesiones prescindibles del planeta está justo por debajo de la de personal shopper, político y  la mía. 

Los periodistas no van a salvar el planeta, ni a la humanidad. Los periodistas no son Robin Hood, ni las tropas rebeldes que van a salvarnos de las fuerzas malvadas del Imperio, no van al rescate de los débiles ni salvando ancianitas de morir atropelladas. Hacer alarde de esos supuestos valores imaginarios para resaltar la importancia de un trabajo que es como otro cualquiera, es sencillamente patético y da muchísima vergüenza ajena. 

El periodismo es una profesión muy respetable pero no es imprescindible. Antes de que hordas de gente me saquen a relucir el derecho a la información, los corresponsales de guerra y los trabajo de investigación y todo eso...me explico. 

Lo siento, pero ser periodista consiste en contar lo que ves, lo que ocurre, cómo ocurre y transmitírselo a un público determinado, ya sea de radio, de tele, de prensa o internet. Contar lo que sucede, tal y como sucede es algo que puede hacer casi cualquiera que sepa hablar o redactar.  

Ser periodista no te hace poseedor de la verdad absoluta. De hecho, cuando sabes de algo, cuando controlas sobre un tema, ya sea medicina, educación, motores, árboles frutales, libros de colores o cualquier otra materia y lees/ves/escuchas una noticia sobre ese tema que dominas, la mayor parte de las veces te llevas un soponcio por la desinformación y algunas te cabreas por el uso interesado y retorcido que se ha hecho de ese tema. 

Ser periodista no te hace más listo, ni más inteligente, ni más culto que ser médico, profesor, administrativo, carnicero, ingeniero o enfermera. 

El periodismo, el hecho de contar algo, debe ser imparcial y debe tener por encima, como objetivo máximo contar la verdad. Y eso, es algo que está al alcance de muy pocos, periodistas y no periodistas. 

Me hace muchísima gracia que esteís ahora rasgandoos las vestiduras con lo de las ruedas de prensa de Mariano. ¿A qué viene esa indignación? ¿ A que viene esa pose de "no respiro" totalmente falsa? Que sí, que está muy mal y es horrible, pero no seáis cínicos.  

Hace unos meses, fue muy jaleado también en las redes este artículo de Manuel Jabois donde explicaba con supuesta gracia, la cantidad de cosas que los periodistas saben y no cuentan. A mí, no me hizo  ninguna gracia. De hecho, me pareció ofensivo. No me he caído de un guindo, se que hay mil cosas que los periodistas sabéis y no contáis, pero hacer alarde de ello me pareció directamente ofensivo.  ¿ A cuántos arreglos llegáis con políticos, empresarios o poderosos para no contar cosas? A muchísimos. Porque os presionan, por pasta, por conveniencia, por órdenes de vuestros jefes o por miedo a perder vuestros curros. Lo entiendo, pero por favor, no seáis cínicos y luego no vayáis de salvadores del planeta. 

Hacéis concesiones por salvar vuestras habichuelas COMO TODOS y los demás las asumimos, pero no tengáis las narices de hacer concesiones, trapicheos y manipulaciones y encima pretender que os debamos la vida, la democracia y el derecho a respirar.  

Los espectadores, lectores u oyentes estamos hartos de asistir a entrevistas que dan vergüenza ajena. Unas veces por el servilismo y la falta de rigor para preguntar, dejando que el invitado de turno se vaya por los cerros de Úbeda contestando o por el contrario por el alarde de personalismo del periodista de turno que se cree que está en un combate de egos y se dedica a atacar frontal y torticeramente. 

Y ¿por qué se hace eso? Porque no es verdad que se busque la verdad, ni siquiera se intenta. Se busca que el invitado acceda a ir al plató sabiendo que dará audiencia su sola presencia aunque se hayan pactado las preguntas y el no ser "inquisitivo", o cuando es al contrario, se ataca frontalmente con actitud beligerante para que dicho periodista consiga una repercusión mediática brutal  haciendo que sus hordas lo jaleen. 

"8.000 periodistas han perdido su trabajo desde 2008 y 70 medios de comunicación han cerrado"

Lo siento por cada uno de los 8.000 periodistas que han perdido su trabajo. Es una putada que los estén despidiendo, pero también lo es que despidan a charcuteros, pescaderos, secretarias, mecánicos, administrativos, profesores y mil cosas más y nadie tiene la desvergüenza de encabezar sus protestas alardeando de la (supuesta) importancia de su profesión. Lo que os jode, como a todos, es que perder el trabajo es una putada, pierdes el dinero, el sustento, la carrera profesional...No vendáis motos de "si me quedo sin curro el poder hará lo que quiera" porque el poder ha hecho lo que ha querido cuando vosotros cobrabais y no estabais tan preocupados. "Sin periodismo no hay democracia", venga por favor. Por supuesto que creo que debe haber periodismo y libertad de información y de expresión, pero seamos serios y no digáis memeces. 

No me dais pena o no me dais más pena que otros colectivos. No me preocupa vuestra situación laboral más que la de otros colectivos, de hecho me preocupa bastante menos. Por suerte o por desgracia para el periodismo tal y como lo hemos conocido hasta ahora, actualmente existe internet y un montón de gente que no son periodistas, escribiendo, hablando y contando lo que pasa y cuando pasa. Sí, se que os molesta, que consideráis que es intrusismo y todas esas cosas...pero el caso es que está ahí, que la información está a nuestro alcance. 

En mi vida, he conocido, tratado y trabajado con muchísimos periodistas. Algunos muy buenos, otros buenos, otros del montón y algunos espantosos. De estos últimos he conocido muchos y los he visto callar, manipular, esconder y hacer un uso interesado de la información, tanto para favorecer como para perjudicar. 

A muchos de los buenos, los he visto callar cosas increíbles porque sus habichuelas, su casa y sus hijos dependían de ellos. Y lo he entendido y lo entiendo.  

Veo las ruedas de prensa de políticos  y me da vergüenza ajena que nadie, a la respuesta del político de turno se ponga de pié y diga: "Eso está muy bien, pero no somos imbéciles, no ha respondido a la pregunta y no ha dicho nada más que obviedades".

He visto a periodistas muy buenos salir de trabajos con una mano delante y otra detrás o quedarse arrinconados en sus trabajos porque no querían plegarse a lo que les mandaba. Y he visto como a esos periodistas muy buenos ningún compañero de profesión los defendía públicamente. Y  no hablo de grandes figuras, hablo de periodistas cojonudos de calle a los que nadie ha defendido y muchos han corrido a ocupar su puesto. 

Entiendo todas esas miserias laborales, las hay en todos los curros.  Hay periodistas cojonudos y periodistas horrorosos, pero ni siquiera los cojonudos son los salvadores de la humanidad.  

Ser periodista consiste o debería consistir en contar lo que pasa, lo que ocurre, la verdad, escuchando las distintas versiones, siendo imparcial y objetivo y hacer todo esto incluso cuando la verdad no es la que a ti te gustaría. Hacer esto aunque tus jefes se cabreen y tu puesto de trabajo peligre. Si no lo haces porque tu sustento depende de eso, lo entiendo perfectamente, pero por favor, no os rasguéis las vestiduras ni emprendáis patéticos lamentos sobre el fin del periodismo que existe para salvar al mundo.  

Ser periodista es un trabajo y lo siento en el alma pero hay mil trabajos más importantes que el vuestro.  

Aunque el mío no lo es. 





martes, 17 de diciembre de 2013

10 AÑOS



Me alucina que ya tengas 10 años. Soy  consciente de cada uno de esos 3650 días que hemos pasado juntas. No se me ha pasado volando ni echo de menos cuando eras más pequeña, ni añoro la época en que eras un bebé o en que hablabas con lengua de trapo. Cada día contigo es el día que más me gustas.

Me pierdo en tus ojos azules. ¿Cómo he podido tener una hija con esos ojos?

Me gusta mirarte mientras duermes. Siempre boca arriba con los brazos encima del cuerpo.

Me cautiva la magia que desprendes y de la que no eres consciente.

Me emocionas cuando cantas mientras te duchas, mientras paseas o mientras juegas, cuando crees que nadie te escucha.

Me sacas de quicio con la ropa. Sacar la ropa del armario y saber que empezarás a protestar. Te pica, te aprieta, se te cae, no puedes mover los brazos, te está largo, te está corto, es rosa, es vestido, es falda...

Me desesperas cuando tengo que repetirte las cosas mil veces porque estás abstraída en tu mundo  y ni siquiera me escuchas.

Me admira  lo valiente que eres, tu valor para enfrentarte a todo y sobre todo que tienes las ideas clarísimas y no te importa que no sean como las de todos los demás.

Me entristeces cuando crees que no te quiero, que te tengo manía, que soy injusta contigo.

Me recuerdas tanto a mí.

Me enfadas cuando lloriqueas por nada, cuando haces los deberes deprisa y corriendo para ponerte a leer o para bajar a jugar al fútbol.

Me haces reír con tu risa. No te ríes mucho, pero cuando lo haces, eres una risa franca, auténtica, cálida y contagiosa que sale de dentro. Cuando eso ocurre, tú no te ríes...eres risa.

Me encanta verte nadar. Dentro del agua, nadando, pareces mayor.

Me desesperas con tus mil y una quejas. "Me pica aquí", "me duele la tripa", "tengo una roncha".

Me ahogo en orgullo maternal cuando te veo jugar al fútbol. No metes muchos goles "mamá, soy defensa" pero sales a jugar concentrada, feliz y tan contenta de estar ahí sin que nada te de miedo que el orgullo me sale por las orejas.  Está muy bien que los padres de tus compañeros te animen más que a sus propios hijos porque así se disimula el hecho de que yo estoy tan emocionada que no puedo ni hablar.

Me sacas de mis casillas con la comida. No puedo soportar la tortura que es verte (no) comer y que la comida te sea completamente indiferente. "Mamá, solo me gusta desayunar". Come algo, por favor y a poder ser antes de que se quede frío.

Me pones histérica con el tema del pelo. ¿Cómo puedes ser tan cabezota?

Me entristeces con tus ojos tristes, con esa mirada que tienes cuando te ha pasado algo y todavía no has decidido si contármelo.

Me rompes el corazón si me miras y veo que estás conteniendo las lágrimas.

Me revuelves el estómago y me haces un nudo dentro cuando te pones enferma, cuando entras en crisis y no puedes respirar , cuando te aparece un dolor nuevo, una roncha inesperada y me miras diciendo "no me encuentro bien".

Me preocupa lo increíblemente sensible que eres, vas a sufrir tanto.

Me flipa verte con los perros, abrazada a ellos, no se quién de los tres está más feliz.

Me provoca nostalgia verte acostada en la que fue mi cama durante 28 años y me muero de la risa cuando descubro que igual que hacia yo, lees con una linterna cuando te apago la luz.

Me maravilla la paciencia que tienes con tu hermana y con tu padre cuando se ponen a hacer el tonto.

Me dejas sin palabras cuando sabes que estoy triste y vienes, me miras y me dices "mamá no te preocupes, lo estás haciendo bien".

Me gusta tu olor.

Me destroza tu sonrisa triste, tan triste que me parte el alma.

Me da la vida tu sonrisa feliz cuando sabes que yo estoy triste.

Me conmueves más que ninguna otra persona en el mundo lo ha hecho ni lo hará jamás.

Me haces feliz.

Feliz cumpleaños de las dos manos para mi princesa de los ojos azules.






viernes, 13 de diciembre de 2013

LEER PORQUE...

Hay muchos motivos por los que leer un libro. Muchísimos. Algunos motivos son idiotas desde el principio, otros no parecen malos y otros parecen estupendo. Todos pueden tener buenos resultados o desastrosos. 

Leer un libro porque está de moda y si "todo el mundo lo lee será por algo". Mal. Aquí es fácil aplicar la máxima de nuestras madres "Si todo el mundo se tira por el puente, ¿tú te vas a tirar?" pues el libro de moda es siempre como tirarse por el puente y es siempre mala idea.  La experiencia dice además que el sujeto conocido como "todo el mundo" tiene un gusto atroz para la lectura...y para casi todo. 

Leer un libro porque es un "clásico que no se puede dejar de leer". Las posibilidades de acierto aquí son un poco mayores que en el caso del puente pero tampoco las tienes todas contigo. Un clásico se supone que es un libro que ha demostrado a lo largo de un periodo de tiempo relativamente largo (hay que huir como de la peste bubónica de cualquier libro que se anuncie como "un nuevo clásico" porque eso no existe) que es una referencia. Eso no quiere decir que tenga que ser una referencia para ti y desde luego "se puede dejar de leer" y no vas a morir entre espasmos ni tu cerebro va a gritar enloquecido por esa carencia. 

Leer un libro porque alguien te dice "Como estás deprimido te va a gustar esto", "Como estás en paro lee esto", "Como no sabes que hacer con tu vida lee esto". Curiosamente casi nadie te dice "Te veo feliz, lee esto".  Aconsejar un libro según el estado de ánimo del otro es un ejercicio de riesgo. Primero exige un nivel de empatía que está fuera del alcance de la mayoría de la gente y segundo ¿cómo sabes lo que quiere el otro para enfrentarse a eso? A lo mejor está deprimido y lo que quiere es seguir chapoteando en sus oleadas de pena para intentar ver que no está tan mal o al contrario, prefiere risas tontas y alocadas que le dejen sin pensar. 

Leer un libro porque le quieres dar otra oportunidad. No te gustó una vez y decides que quieres volver a intentarlo. Te autoconvences de que quizás no fue el momento, no estabas de humor o te faltaban conocimientos para disfrutarlo. Si haces esto, si decides darle otra oportunidad, hay que estar preparado para darte cuenta de que quizás ese libro no es para ti por mucho que tu te empeñes o que nunca serás lo suficientemente listo para él. 

Leer un libro "porque es fácil". ¿Y? Esto es como ligar con alguien porque es fácil. Hay que adecuar las expectativas. Un libro fácil, y hablo de libros de esos de usar y tirar, jamás te darán la satisfacción de otros libros. Con suerte, será un placer momentáneo, fugaz y  que no te dejará  huella. Con mala suerte será algo como ¿en qué estaba pensando yo para perder el tiempo con esto? Si, exactamente igual que con un ligue fácil. 

Leer un libro porque lo leen tus hijos. Esta es una manera muy tonta de enfrentarte a la realidad de que ya no tienes 8, 12 ni 16 años y ya no eres o sólo lo eres en parte, la persona que eras con esa edad. Además, leer las cosas que a tus hijos les están emocionando y darte cuenta de lo inocentes que son es una manera muy tonta de sufrir. Por supuesto, enfrentarte a tu recuerdo de niño inocente emocionándote con la misma lectura (o el mismo tipo) es un ejercicio solo para muy valientes. Existe además el riesgo de que te aburras hasta el infinito con esas lecturas y tengas tentaciones de decirles a tus hijos " ese libro es un rollo". Eso es lo peor que puedes hacer. 

Leer un libro porque te lo regalan. A ver como explico esto, no hay obligación de leer los libros que te regalan. Y si los lees hay que estar preparado para darte cuenta de que tus amigos no te conocen, o que tus amigos te tienen en tan alta consideración lectora que te regalan libros que no eres capaz de leer, o  que, sencillamente, para ellos elegir un libro no es un acto sagrado como para ti. También hay que estar preparado para poder decirle al amigo que te conoce, que conoce tus capacidades lectoras y que ha elegido el libro con todo el interés del mundo que su regalo no te ha gustado. Lo bueno de ese amigo es que está preparado para esa contestación. 

Leer un libro porque te empeñas. ¿Por qué? Si el libro no se deja, pues no se deja. Pasa de él. 

Leer un libro para poder discutir con conocimiento de causa. Este motivo hay que manejarlo con mucho cuidado. Si se trata de una lectura sesuda y complicada hay que valorar si el placer de la discusión posterior compensa el esfuerzo. Si el libro es una bazofia, ¿para qué perder el tiempo documentándote para discutir de memeces?

Leer un libro que te recomienda alguien que puede llegar a gustarte. ¿Y si ese libro hace que te guste muchísimo más? o por el contrario ¿Y si arruina la chispa? 

Leer un libro porque es el favorito de tu pareja y te lo recomienda muchísimo o por el contrario te dice "No lo leas". Esto es un deporte de riesgo. Leer el libro favorito de la persona que quieres es exponerte a conocer algo del otro que a lo mejor no quieres saber, o darte cuenta de que lo que para esa persona es fundamental e intocable a ti no te dice nada. Esto te puede sumir en un mar de dudas. ¿No lo he entendido? ¿Hay algo que no me ha contado? o también...¿este es su libro favorito? pero si es una tontería. Para leer el libro favorito de tu pareja hay que estar muy muy seguro de que quieres conocer aún más (o conocer sin más) a tu pareja y de que podrás encajar lo que descubras o dejes de descubrir. 

Para mí, los libros son los que te encuentran, los que te llaman,. Los libros encuentran el momento adecuado y la persona justa para que te lo regale o te lo recomiende. Los libros son como el amor verdadero, te encuentran en el momento adecuado.

"Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a nosotros. Parece que nos esperan sin prisa como concediéndonos el tiempo que nosotros mismos no sabemos que necesitamos. Durante más de 20 años esos volúmentes de Bernhand han estado conmigo, presentes en mi vida sin que yo los leyera, visibles en mi biblioteca, como una casa junto a la que pasa uno todos los días y la mira y se siente atraído pero  no se decide a llamar a la puerta. No sé si lamentar o agradecer que una influencia tan poderosa no me afectara cuando era mucho más joven. Pero a veces, da la impresión de que un azar benévolo nos impone los libros en el momento justo en que necesitamos verlos"  

 Antonio Muñoz Molina lo cuenta mejor que yo.