miércoles, 13 de julio de 2011

COVER ME.- Bruce Springsteen

Estoy muy cabreada.

Estoy tan cabreada que ni siquiera puedo escribir.

Lo único que me calma es conducir y Bruce.

Cover me.

martes, 12 de julio de 2011

MOLIDOCUMENTALES: EL TRISTE "ESE ERROR"

Seamos sinceras, llega un momento en la vida de toda tía, ya sea gacela o leona, en que te enamoras de un triste.


No lo sabes, pero estás cometiendo el mayor error de tu vida. Será peor que dejarte hacer fotos con calentadores, suspirar por el cantante de Modestia Aparte, enrollarte con tu primo el del pueblo, llevar cazadoras nevadas con borrego, ir de vacaciones a Torrevieja en agosto y trabajar disfrazada de fresa en unos grandes almacenes. Mucho peor.

Enamorarse de un triste es lo peor que te puede pasar. Mucho peor que enamorarte de un cabrón con pintas, de un tío que ni sabe que existes o del novio de tu mejor amiga. Enamorarte de cualquiera de esos te hará sufrir como una perra, llorarás, tendrás celos, seras desconfiada, te cabrearás, te indignarás, saldrás a emborracharte, querrás acostarte con otros en venganza, lo que sea que signifique "hacer algo"..tener sangre en las venas.

Enamorarse de un triste es mucho peor. Te deja muerta, sin ganas de hacer nada..sin energía.

Eso sí, que quede claro, la culpa es nuestra. Venimos de serie con un gen que nos predispone a creer que con nosotras será distinto, que ese tío justo estaba esperando a que aparecieras tú para cambiar, para dejar de ser un gusano y convertirse en alegre mariposilla. Y ahí que vas, te lanzas a su charca de barro tristón y te pones a hacer largos como una campeona pensando que en algún momento aquello se transformará en el lago azul y todo será precioso.

Vas lista.

Enamorarse de un triste resta años de vida. Es así. Un triste te chupa la sangre, la ilusión, las ganas de hacer cosas y el entusiasmo. Un triste es un agujero negro al que te ves atraída por una fuerza totalmente idiota y del que vas a salir con un par de ostias bien dadas y a fuerza de muchísimo sufrimiento.

Un triste no es un idiota. Sabe que molas y le gustas, no es imbécil. El problema es que él no se enamora de ti o si lo hace es a su retorcida manera que no compensa de ninguna de las maneras, pero tú estás abducida por esa fuerza misteriosa y crees que sí.

El triste va por ahí con su carita de lánguido, su pinta de interesante, su conversación a ratos brillante y caes como una completa gilipollas. El triste va dejando miguitas por el camino y tú vas detrás como una pardilla. Cada vez que encuentras una miguita te parece algo maravilloso y sigues adelante pensando que al final del puto camino de miguitas estará el premio gordo…es decir...el triste transformado por tu amor en una mariposa.

Vas lista.

El triste deja miguitas porque como ya he dicho antes no es gilipollas. Le mola tenerte ahí, le mola ser el centro de atención y aunque se cree molón no se lo cree tanto como para pensar que si no te da nada tú seguirás ahí eternamente, así que va dejando miguitas, pero él jamás estará al final de ese camino. Al final del camino no hay nada más que camino. Pero eso no lo sabes..vas andando detrás de él, llegas a una miguita y la miras como si hubieras encontrado oro, te parece tannn satisfactoria que no te das cuenta de la mierda que es y de lo patética que estás siendo conformándote con eso.

Un triste es un cobarde, eso sí. Jamás hará nada que le perturbe, que le haga cambiar o que te sorprenda…ni aunque le expreses tu amor eterno y a prueba de todo tipo de putadas, escribiendo te quiero con humo de una avioneta en el cielo.

Un triste vive feliz en su mierda de cercadito con todas sus cositas y lo que hay más allá no es que no le interese..es que le da miedo..pero no hay que hacerse lios, jamás te dejará entrar en su cercadito tampoco, como mucho abrirá la puerta, sacará la patita..tirará una miguita y te cerrará la puerta en las narices.

Enamorarse de un triste te convierte poco a poco en alguien gris, apagado y sin entusiasmo. Vives dedicada a recoger las putas migajas y a seguir convenciéndote que el triste en cuestión en algún momento cambiará porque TU SABES que es estupendo y maravilloso y lo que ocurre es que nadie ha sabido verlo y mimarlo para conseguir sacar ese diamante en bruto (Yafar dixit)

Vas lista.

Enamorarte de un triste te hace dejar de ser tú. Y cuando te das cuenta de que no te reconoces te das un susto de mil pares.

Un día, te levantas y ves algo encima de tu mesilla, algo polvoriento y pequeño y asqueroso..y dices..¿ qué es eso? Y flipas, porque es tu autoestima...hecha una piltrafa. Enamorarse de un triste acaba con tu autoestima. Más bien acabas tu sola con ella por pringada. No puedes creer que con todo el amor que tu le profesas, lo estupenda que eres y lo que parece él agradecerlo de vez en cuando con esas migajitas que te da…aquello no vaya a ir a más. Y no va a ir a más, nunca, jamás...pero tu sigues ahí, restando años de vida, perdiéndote cosas buenas de la vida, haciendo absurdeces y pensando gilipolleces por un puto triste.

El mayor error de tu vida.

El triste sin embargo se crece. Te está chupando la sangre, la vitalidad y el entusiasmo. Cuanto peor estás tú, mejor está él…y más te gusta. No hay nada como que alguien tenga el ego robusto para que resulte más atractivo, eso es una verdad inapelable, incluso para los tristes. Te ves sumida en una espiral autodestructiva absurda. El agujero negro te chupa la sangre y ni siquiera los gritos de tus amigos en plan: sigue la luzzzz...sal de ahíii...ese tio es un mierda...consiguen sacarte.


Estás hipnotizada y gilipollas.

Enamorarse de un triste debilita físicamente. Es una lucha continua desde el minuto 1.Todo es complicado y difícil y muy poco satisfactorio, pero abducidas por el poder hipnotizador del triste tendemos a creer que el amor lo puede todo, que tras toda esta batalla al final habrá una recompensa y que merecerá la pena.

Vas lista.

Jamás merecerá la pena. Nunca. Ni aunque estuvieras mil años intentándolo con ese tío, merecerá la pena el esfuerzo y el sufrimiento que te está costando. Lo único bueno que sacas de eso, es que aprendes que cuando te enamoras de alguien o es fácil al principio o no es. Pero esto lo aprendes después, cuando consigues salir del abismo negro.

Y salir cuesta muchísimo.

Solo saldrás de ahí con una buena leche o por un caballo...pero eso es para otro post sincronizado con Be.

viernes, 8 de julio de 2011

MATERNITY (LXXVII): Paciencia.



Ser padre es una tarea que te sobrepasa todos los días.

No es como un curro nuevo, que es nuevo un día, dos, un mes y luego le coges el truco y tiene menos misterio que verse crecer las uñas de los pies. No, ser padre es nuevo todos los días, cada puñetero día hay algo nuevo agazapado para darte una colleja y decirte: aha... ¿a qué creías que lo tenías contralado? Pues no.

Normalmente y por principios, no leo revistas de padres, ni leo blogs de madres, ni consejos de pediatras, especialistas en comportamiento familiar, coach sobre relaciones parentales ni nada de eso. No me gustan y lo que es peor, si alguna vez caigo en la tentación, acabo con unos niveles de hostilidad en sangre que casi me hacen combustionar.

Tampoco suelo atender a conversaciones sobre el “hecho de ser padres” normalmente pontificadas por gente sin hijos. Si, ese tipo de conversaciones que se escuchan cuando en el banco de al lado hay una madre diciéndole a su hijo: me da igual que llores, he dicho que no y es que no y es porque yo lo digo. Todo esto dicho en un tono...cercano al grito.

Esa gente sin hijos suele decir: qué poca paciencia, a los niños no hay que gritarles...es mejor hacerles entender.

Cuando escucho esas cosas, sentaría a esa gente a hablar con un ficus y que trataran de convencer al ficus de que sacara flores de margarita. A lo mejor así entenderían el nivel de frustración que se puede alcanzar ejerciendo la paternidad.

En un mundo ideal de luz y de color y muy parecido a los anuncios de la tele, tu nevera siempre tiene comida apetitosa y que no engorda, discutes con tu pareja en un tono civilizado, hablas con tu jefe sobre tu valía profesional y él no solo no se descojona en tu cara si no que te da la razón y te sube el sueldo, tu coche siempre está limpio, siempre vas conjuntado, tu casa siempre está ordenada y nunca jamás pierdes la paciencia con tus hijos.

En el mundo real, lo que de verdad ocurre es que muchas más veces de las que te gustaría, te encuentras gritando, con la paciencia agotada y completamente desbordado por el comportamiento de tus hijos.

Sí, claro, no debería ser así, porque tú eres adulto y ellos pequeños.

No debería ser así porque tú sabes que no está bien gritar y ellos son pequeños.

No debería ser así porque ellos no deberían pagar por tu cansancio, tu frustración, tu dolor de ovarios, tu cabreo con el jefe, la discusión con tu pareja o la ola de pena atroz que te está arrasando.








Pero las cosas no son como deberían y tú no eres un superhombre. Estas cansado, harto, triste y hasta los cojones de ese día…y resulta que tus retoños ese día han decidido consciente o inconscientemente, comprobar hasta donde puedes aguantar.

Y aguantas, y respiras, y suspiras…y piensas que no lo hacen aposta y que no tienen la culpa.

E intentas razonar…mirad hijos...de verdad...he dicho que no puede ser y no puede ser. Y no me hagáis repetirlo más. Y contra todo pronóstico consigues utilizar un tono de voz controlado y que no asuste.

Y siguen. Porque ellos están menos cansados, tiene mucho más aguante y son capaces de sacarte de quicio mucho más rápido que la peor combinación letal de gente que se te ocurra, esto es: tele operador, tu madre y tu jefe.

Y vuelves a respirar. Y a suspirar, y lo intentas otra vez. Y sabes que no funcionará, pero inconscientemente estás imbuido de ese “puto mundo ideal de la paternidad” donde no se grita, no se chilla y la paciencia cuelga de las lámparas de tu casa…así que vas a ello otra vez:

A ver por favor, como tengo que decirlo…vamos a llevarnos bien. Estoy cansada y no quiero discutir...ya lo hemos hablado.

Y al final de este camino tannnn frustrante, lo que queda es:

HE DICHO QUE NO. Y ES QUE NO. Y YA ESTÁ Y ES ASÍ PORQUE LO DIGO YO Y PUNTO. Y SI NO OS GUSTA ME DA IGUAL, Y AHORA A CALLAR Y COMO OIGA UNA PALABRA MÁS OS MANDO A LA CAMA HASTA MAÑANA.

Y funciona.

Puede que las lágrimas rueden por la cara de tus churumbeles, pero no pasa nada. Gracias a Dios, estás inmunizado y además sabes que son sus lágrimas o las tuyas…y si ven las tuyas sí que te has caído con todo el equipo.

Después viene el rato en el que pasas por una serie de sensaciones.

1.- descubres que tus padres te gritaban con razón.
2.- piensas que tus padres te gritaban poco para lo cabrón que eras.
3.- piensas que gritas más que tus padres, ergo tienes menos paciencia, ergo eres peor padre.
4.- quieres más a tus padres.
5.- te juras a ti mismo...que mañana...tendrás más paciencia e intentarás no llegar a la fase de porque yo lo digo.
6.- deseas que todos esos de “con los niños hay que hablar”, “no hay que hacerles pagar tus frustraciones”, “ es importante tener paciencia”, se reproduzcan. La venganza sienta tannn bien.

miércoles, 6 de julio de 2011

BEBER



El camino de aprendizaje hacia la bebida es duro, largo y con mogollón de trampas.

Para mi generación, es decir, para los jovenzuelos que ahora tenemos casi 40 palos empezaba hacia los 16 ó 17.

¿Por qué se empezaba a beber? Porque somos monos de repetición y queremos ser aceptados por el grupo, el grupo bebe y todo el mundo tiene que hacerlo. Si, si...ya me sé la teoría, no hay que hacer las cosas porque los demás las hagan, hay que tener tu propia personalidad, gustos propios…blablablablabla….eso habérselo contado a tu personalidad insegura de teenager.

El caso es que empiezas a beber. En mi caso, en Los Molinos, un antro de perversión como otro cualquiera. Allí había dos grandes momentos para beber sin control: la barra libre del Pilón y los "medios" del Colorín.

La barra libre era los miércoles, creo recordar que eran 500 pelas y podías beber toda la cerveza calentorra que quisieras en vaso de tubo desde las 6 de la tarde hasta las 10 y media o así. Visto ahora un plan repugnante…visto en su momento...un planazo. Bebida a mansalva y todas las pandillas de Los Molinos con las hormonas en ebullición concentradas en un antiguo establo con música. Un lugar idóneo para ligar.

Jamás ligue nada.

El otro gran garito era El Colorín. Comenzó siendo un antro asqueroso, el típico bar de viejos de pueblo. Íbamos allí porque ponían “medios”...que como su propio nombre indica es la mitad de una copa con un precio digamos popular.(1) Así que podías atizarte 14 medios...como si el mundo se fuera a acabar mañana, que es lo que crees que va a pasar con 18 años si te vas a casa el primero: todo lo bueno empieza cuando te vas y tus amigos que son unos cabrones te pondrán a caldo nada más pirarte. La amistad adolescente da tannntas satisfacciones.

Uno de mis más idiotas momentos etílicos se produjo a la tierna edad de 17 ó 18. Es tan idiota que he sido incapaz de borrarlo de mi mente. No sé porqué extraño proceso, las chicas de la colonia de la Estación nos enfrentamos en un duelo alcohólico a las chicas de la colonia de La Eras. Una imbecilidad como la copa de un pino, convenientemente jaleada por los chicos de ambas colonias que querían saber “que tías beben más”. El duelo se decidió sentándonos en dos mesas enfrentadas, no recuerdo cuantas por equipo y la mesa llena de tercios de copa. Ganaba quien se los bebiera antes. Las de las Eras cometieron un grave error y fue elegir los tercios de Dyc con Coca-Cola…acabaron potando. Nosotras en un momento de brillantez estratégica decidimos que nos sentarían mucho mejor los martinis con limón…y así fue, nos los bebimos todos a toda leche, ganamos y jamás en la vida he vuelto a tomar Martini.

Después de unos inicios en los que bebes de todo y sin criterio...poco a poco vas eligiendo lo que bebes: cerveza por supuesto, vino por supuesto y luego hay que elegir copa. Yo empecé por el ron con limón y luego me pasé al whisky...también por imitación. Apuesto a que parecía que tenia personalidad hasta que estoy contando esto…en fin.

Con el whisky se pasa de unas marcas a otras según vas teniendo más poder adquisitivo. Al principio bebes Dyc que es como colonia, luego lo mismo Ballantines y luego Johnny Walker…y ahí estás...a tus 30 años tan feliz con tu whisky creyendo que lo sabes todo sobre beber y que siempre beberás whisky.

Y de repente un verano te vas de vacaciones con unos amigos a una casa rural. Y compran bebida para tomar copas por la noche cuando se acuesten los niños y descubres de que a pesar de que tu marido ha sido el encargado de comprar la bebida, para beber hay: ron y ginebra.

- Moli solo tu bebes whisky...no iba a comprarte una botella para ti sola.
- Ya, pero es que el ron es asqueroso de dulce.
- Pues bebe ginebra.
- Es que me da ardor.
- No te da ardor la ginebra que no la has bebido nunca. Te dan ardor las 8 copas que te atufas cuando te pones a beber.



Y claro, tuve que empezar a beber Gintonic...porque cuando el ingeniero tiene razón, la tiene..aunque me reviente reconocerlo.

Asi que probé el Gintonic. Y me gustó. Me gustó mucho.

Ahora bebo con criterio. Con el mío, pero es un criterio.

Normalmente paso de cerveza y si no fuera por las caras de mis acompañantes: ¿vas a comer con gintonic??? ¿Vas a cenar con gintonic?? ¿De aperitivo un gintonic? No me tomaría ni una. La cerveza empapuza y engorda el cerebro. Cuando bebes mucha, al día siguiente tienes una resaca por engordamiento cerebral, estás lento y espeso, te mueves a cámara lenta y tu pensamiento va como en fotogramas. Muy desagradable. La cerveza no provoca holgura craneal por encogimiento cerebral sino esponjamiento cerebral, literalmente no te cabe el cerebro esponjado en el cráneo. Si te has pasado mucho tienes la sensación de que verás aparecer materia gris por tus orejas.

Tolero alguna cerveza muy fría, antes de comer o cenar y siempre en vaso. Paso de beber en latas.

Vino….mmm...me gusta el vino, pero es supercabezón y da una resaca infernal. Además si luego vas a beber otra cosa, la mezcla es diabólica. Como lo tomas comiendo, no eres consciente de que te has atufado media botella y luego te lanzas al mundo copas como si no llevaras alcohol en sangre y esa inconsciencia la pagas al día siguiente cuando notas al vino y a la ginebra en lucha fratricida por ver quien se hace con el poder de tu resaca. Mal

Considero que he llegado al final de mi camino como bebedora. He llegado a la bebida perfecta, que me apetece siempre y que se preparar. No me da resaca y encima destila glamour.

Yo amo mi gintonic.
Mi gintonic me ama.

(1) Pasados los años, la estrategia comercial de los medios frente a la barra libre se ha revelado como más exitosa. El Pilón cerró y sin embargo Pedrito “ Colorín” dueño del bar de viejunos tiene ahora un emporio de la hostelería en Los Molinos.