jueves, 17 de junio de 2010

MATERNITY (LIV) : Malcriando ineptos.

Mi familia materna tiene mogollón de virtudes (y unas cuantas propiedades, pero ese es otro tema) que me gustaría heredar y otras que ni de coña. Una de las que no quiero ni de coña es la sobreprotección a los churumbeles. Me saca de quicio. Una de mis tías, una persona encantadora, divertida, culta, ingeniosa y con criterio para casi todo lo perdió completamente con sus tres hijos, conocidos como “ los pesadillas” desde su más tierna infancia y que continúan con el mote a las edades de 19, ,23 y 25 añitos.


Mi tía ha cursado 3 veces la Egb o la Eso o lo que les tocará a mis primos, ha estudiado económicas con el mayor, periodismo con el mediano y ahora está inmersa en derecho con el pequeño.

Yo me niego. NI DE CO ÑA.

Sé cuando empezó ese problema. Los pesadillas llegaban del colegio y mi tía se sentaba con ellos a hacer los deberes. Todas las putas tardes, todos los días del año. Si ella no estaba no hacían las tareas: “es que no sé”, “es que no lo entiendo”, ¿ Me ayudas”, esas cosas pueden colar con 8, con 10, si me apuras con 14.

El tema se volvió grave cuando los pavos ya estaban en BUP o como coño se llame ahora…
"Moli, soy yo..es que tu primo el pesadilla mayor tiene que hacer un trabajo sobre el descubrimiento de América y claro..como tu estudias historia”..
Ya, pero es que eso está en cualquier libro/ enciclopedia..si no quiere dar ni chapa que se vea el capítulo correspondiente de “Erase una vez el hombre”.
Moli..¿Qué te cuesta?
Me cuesta bilis...eso me cuesta.

Y así, una vez y otra vez y otra vez…hasta que un día me planté. A la tierna edad de 22 años, en segundo de carrera, el pesadilla mayor se plantó en mi casa.

- ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa? ¿ Porqué osas perturbar la paz de mi hogar? ( Acojonando no tengo precio)
- Venía a ver si me puedes ayudar a hacer un trabajo sobre contaminación blablabalbla
- Date la vuelta y vuelve a tu casa. Enchufa el ordenador y en vez de ver porno buscas la información o te vas a la biblioteca o lígate a una cara jippi de Greenpeace.
-
Moli..mi madre me ha dicho que me ayudarías.
- Dile a tu madre que NO LO FLIPE.

Por supuesto me llamó mi tía indignada: ¿cómo puedes ser así? ¿Que te costaba? El pobrepesadilla… (Mis primos son todos pobres..Viven como Dios..pero son pobres)…
- El pobrepesadilla tiene pelos ya hasta en las orejas…y tiene el culo pelado…NO LE VOY A HACER LOS DEBERES.
- Pues como suspenda…
- Si suspende..que suspenderá..a mí me la sopla…

Todo esto viene porque ahora mi hija M. tiene deberes, lleva todo el año con ello. Desde el primer día le dije: tú haces los deberes y cuando yo llegue te los corrijo o si no has sabido hacer algo te lo explico, pero no esperes a que llegue yo porque lo tienes que hacer tú sola.

A mí me parece que es de cajón. Tiene 6 años y los deberes están pensados para que sean capaces de hacerlos. Los profesores pueden tener la tentación de mandar integrales complejas a niños de 1º de Primaria pero suelen superarlas. Quiero decir con esto, que un niño de 6 años no necesita que te sientes con él para “hacer las tareas”, igual que no necesita que le vistas, ni que le des de comer, ni que te pongas a su lado en el tobogán..etc., etc.

No entiendo esa manía que hay ahora de pensar que los niños no pueden hacer nada solos o de que no lo harán bien si no estás encima de ellos. Es posible que la primera vez se equivoquen al sumar o escriban “ papagallo” con ll, que se pongan las braguitas del revés, los zapatos cambiados de pié, se tiren la sopa encima o les entre arena hasta el píloro al tirarse de cabeza por el tobogán..pero no pasa nada. Ya aprenderán. Cuando no aprenderán a valerse por sí solos es si tú estás todo el puto día encima de ellos resolviendo cualquier mínimo problemilla que tengan, no les ayudas. Les haces unos ineptos.

Y lo sé por experiencia.

Molimadre..¿Te quedas a cenar?
No puedo..Están tus pobrehermanos en casa.
¿Y?
Que no les he dejado preparada la cena…
Una cosita...esto... ¿Pobreshermanos son los dos tíos con barba de 28 y 37 años con los que comparto el 99 % de mis genes?
No te aguanto sarcástica…
¿ SARCÁSTICA? QUÉ COÑO SARCÁSTICA ¿¿¿¿ A MÍ PORQUÉ NO ME HACES LA CENA???

Pues eso, que voy a hacer de mis princezaz unas tías tan guays como yo…que coño como yo…muchízimo mejorez.

miércoles, 16 de junio de 2010

FALSOS SUFRIDORES

Hombre Hola Fulanito..¿Qué tal? ¿Ya te has incorporado? Me alegro de que ya estés bien.
Bueno..No estoy bien...estoy bastante mal…
¿Y por qué coño te has incorporado a currar??
Bueno, ya sabes...el curro.
Venga no me jodas...si eres el pavo que pone los libros verdes de canto. El mundo no se va a hundir porque sigas de baja por una operación de corazón y tampoco va a venir nadie a quitarte el curro.
Bueno...pues eso que estoy regular y blablablabla.
Lo que eres es idiota, no me interesa tu lado sufridor. Me parece una majadería.



¿Dónde está fulana?
Está de baja
¿Qué le ha pasado?
Qué está embarazada.
Vale, repito... ¿qué le ha pasado?
Pues eso que está embarazada y se ha cogido una baja
Pero ¿le pasa algo o es morro?
Joder moli como eres…pues eso...el embarazo ya sabes.
Si ya sé, te crece la tripa y las tetas, pero no imposibilita para contar libros rojos.
Bueno es que dice que le duele la espalda.
Ah...pues ayer me la encontré en el centro comercial de compras con 20 bolsas y no parecía dolerle nada…
No se puede hablar contigo…

La gente es imbécil.

La gente tiene un morro que se lo pisa.

No me parece mal, pero... ¿no sería todo mucho más sencillo si se dijera clarito?

La mayoría de nosotros tenemos trabajos absurdos, tontos y que nos mantienen entretenidos y nos dan de comer. Nada más. Creo que sólo conozco una persona cuyo trabajo sea imprescindible: es médico en una unidad de trasplantes.

El tema es sencillo: tienes un curro idiota y te pagan por hacerlo. Tienes derecho a una serie de cosas y tienes unas obligaciones. Entre tus derechos está el de que si te pones malo te coges una baja y no vas a trabajar. Estupendo. Cuando te reincorporas es porque estás bien…y sino...no vengas. No voy a hacerte un monumento porque seas tan imbécil como para venir a currar estando malo...eres memo. Porque además si fueras el tío que da todos los días al ON para encender el sol...entendería ese ataque de responsabilidad...pero colocar libros verdes de canto o plantar aromáticas o cuidar gamusinos o contar extintores o hacer papeles no es vital y no vale más que tu salud.

Dime la verdad.

Dime: me aburro en casa.

Dime: en realidad no estoy tan malo pero quiero hacerme el interesante.

Dime: quiero palmaditas en la espalda por hacer este esfuerzo sobrehumano por la empresa.
Dime: mi trabajo es tan superfluo que temo que si no vengo os déis cuenta de que sobro de verdad.

Y yo diré: eres idiota.

Luego tenemos la otra parte, la gente que cree que con respecto al trabajo solo tiene derechos, básicamente un derecho: el de tocarse los huevos a dos manos. Esto por supuesto incluye el derecho a cogerse una baja porque se me ha roto una uña, tengo tos, me acabo de hacer el predictor o cualquier otra majadería. Me pongo de los nervios, porque además me jode que la gente crea que soy imbécil.
Si vienes y me dices: moli, me he preñado y paso de venir a currar así que he dicho que me duele la espalda y no voy a venir en 9 meses.

Pues yo diré: que morro tienes.

Tú dirás: si, pero me voy a casa a rascarme la barriga

Y todos tan contentos.

Lo que no soporto es el puto victimismo falso: Moli, ya sabes estoy embarazada y claro no puedo, ya sabes..

Sí, claro que lo sé. Estás de 3 semanas..Es más, si no fueras una fanática del predictor ni siquiera sabrías que te han hecho un bombo. No te duele nada, si acaso el vacio cerebral que tienes…y que me temo irá a más si es que eso es posible.

En fin, con esto quiere decir que la enfermedad y estar malo es una putada. No es un jueguecito para no venir al curro. Cuando de verdad estás malo y no puedes currar estás deseando que te den el alta para volver al curro porque eso significará que ya estás bien, que has recuperado la salud y que vuelves a tu vida normal.

Jugar a los mártires de cualquier tipo es ruin, absurdo y de completos gilipollas.

He dicho.

martes, 15 de junio de 2010

CUANDO HABLAR MOLA.


No es lo mismo hablar que tener una conversación. La gente confunde abrir la boca y soltar lo primero que se le ocurre sin ningún tipo de interactuación con el otro, con conversar.

Hablar es fácil, hablar mucho es facilísimo, hablar sin que tenga el más mínimo interés para el otro está chupado. Lo difícil es tener una conversación que mole.

Las conversaciones que molan son siempre por sorpresa. Nunca sabes cuándo van a ocurrir, pueden ser en persona con alguien a quien ves todos los días, pueden ser por teléfono con un amiga, pueden ser en un bar con otros 4 alcohólicos como tú, pueden ser con tus hijos, o con un desconocido que acabas de encontrarte o incluso por mail o msn.

Las conversaciones que molan no tienen por qué ser serias, ni versar sobre un tema “profundo”. Pueden ser sobre cualquier cosa. La chispa salta y lo que tú dices, notas como le llega al otro y provoca en ese otro/s una respuesta adecuada y que hace que tú devuelvas esa pelota (ya sé que me repito...pero ya lo dijo Auster).

Las conversaciones que molan exigen un esfuerzo, pero las que no molan lo exigen mucho más. En las que molan estás en alerta, atento, expectante para dar lo mejor de ti y poder continuar con ese mágico momento, te esfuerzas pero compensa. Das lo mejor de ti porque eres consciente de que esa charla merece la pena y no quieres que se termine.

Cuando la charla es un horror y no se puede huir, te esfuerzas y cada palabra que dices te cuesta un mundo porque lo que realmente quieres es quedarte callado, meterle la servilleta en la boca al interlocutor o fingir afonía o, en los peores casos, muerte súbita.

De las conversaciones molonas se pueden sacar muchas cosas buenas. A lo mejor aprendes algo, o te das cuenta de algo que no sabes y que te gustaría saber, te ríes hasta tener agujetas, te descubres explicando algo que nunca habías sido capaz de verbalizar y te das cuenta de que no era porque no supieras sino porque no tenías la audiencia adecuada. Descubres la satisfacción que tu atenta escucha está provocando en el otro, le escuchas con interés y lo que le contestas hace que sepa que te interesa lo que cuentas y en un raro momento “Melania” disfrutas de ese momento de buenismo hacía otro. También puedes acabar llorando y aún así que sea genial.

Esas conversaciones no se olvidan, permanecen en el recuerdo y puedes evocarlas cuando quieras y provocan en ti la misma sensación de excitación o de risas o de buen rollo que te provocaron en su momento. Da igual que fueran absurdas completamente, profundas por un motivo que ha pasado a la historia o que el tema del que trataban haya dejado de interesarte..ese momento de comunicación perfecta no se olvida.

En una buena conversación no hay que contarlo todo. A lo mejor no es el momento, ni el lugar, ni la ocasión. Lo que se diga tiene que ser porque se quiere decir. No hay porque tener esa puta manía de contarlo todo y de “me voy a sincerar totalmente”, no hace falta. Se puede ir perfectamente poco a poco, creando la expectativa de lo que queda por contar, de que hay algo más. La expectativa de que esa conversación pueda continuar en un futuro también mola mucho.

De algunas de esas conversaciones increíbles han salido posts para este blog, pero no es eso lo que las hace estupendas. Tengo varias con los de Montes, que son gente segura para esto de las buenas charlas: tenemos ésta sobre grosores, ésta sobre lo poco que nos gustan las tías con brazos cortos, otro gran momento conversador sobre las rupturas, tengo otra genial con mis hermanos el año pasado en el veraneo franquista, sentados en la cocina, salió este tema y todavía me río al acordarme de la sintonía entre todos. La sensación que me provoca su recuerdo es lo que las hace geniales. Me acuerdo de dónde estaba, qué tiempo hacía, lo que dijimos cada uno de los que estábamos y cómo sentí que aquella conversación era “especial”.

Lo malo de esto es que cuando uno se acostumbra luego la cháchara diaria se convierte en un suplicio y me descubro a mi misma pasando muchísimo tiempo sin nada que decir. Lo bueno es que en cualquier momento, sé que me llevaré la sorpresa de encontrarme con otra conversación genial.

Por supuesto, hay veces que no hace falta decir nada, está todo ahí.

Eso también mola mucho.