Entra Juan, jardinero, hace un curso y sale Juan, especialista en restauración
del medio natural.
Entran Pepe y Puri, peluqueros, hacen un curso, salen Pepe y Puri, especialistas en belleza aplicada a la salud.
Si vives en Madrid y para tu desgracia pones la radio, es inevitable escuchar esta cuña de nuestra excelsa comunidad sobre unos supercursos que ofertan.
Me pongo enferma cada vez que la escucho. La primera vez, pensé con mi habitual mente calenturienta, que no era posible, que seguro que yo, que soy mala, me lo había imaginado, no podía ser que publicitaran un curso para ser “especialista en belleza aplicada a la salud” para peluqueros. La segunda vez me quedé tan flasheada con lo de “restaurador del medio natural” que no consiguí escuchar lo de los peluqueros. Resultado, no conseguía quitármelo de la cabeza y como soy tan obsesiva zapeaba en el dial para intentar escuchar la cuña completa. Y sí, es así y además hay otro que es informático y hace el curso y sale Bill Gates…alucinante.
El caso es que la cuñita de las narices me ha hecho pensar en cómo ahora todo el mundo le pone nombres rimbombantes a su curro, como si el hecho de definir su actividad laboral con más de una palabra le diera más categoría. Una gilipollez.
Lo lógico es que si tienes algún interés en demostrar lo importante que es tu curro, esa importancia venga dada porque eres el mejor en lo que haces o porque lo haces fenomenal. Soy el mejor portero, la mejor secretaria, el mejor camarero, el mejor jardinero o el mejor vendedor de fotocopiadoras. Lo que sea, da igual. Haces tu curro, lo haces bien y te pagan por ello. Ya está, no hay más.
Pues no, ahora se trata de ponerle un nombre absurdo a lo que haces, cuanto más ininteligible mejor, que dé “categoría” a lo que haces.
Es una gilipollez por varias razones. Sigamos con el ejemplo del jardinero.
Primero, un jardinero es un jardinero. Parece obvio pero no lo es tanto, es un tío que se dedica a cuidar, mantener y llevar el día a día de un jardín, puede que incluso sea capaz de crear un jardín de la nada. Esto engloba que sepa cortar el césped, fumigar, podar, rastrillar, plantar, arrancar malas yerbas, etc. Si tú llamas a un jardinero, quieres alguien que sepa hacer todo eso. Si te haces llamar “especialista en restauración del medio natural” lo único que consigues es crear confusión y desconfianza. El que ve el nombre piensa que no vas a podar los árboles, porque por debajo vas a contratar al podador ( o especialista en el manejo del artilugio mecánico que secciona ramas de las especies arbóreas), no vas a plantar porque contratarás a un “plantador” ( especialista en colocación de semillas) y así con todo. Esto quiere decir que serán dos sueldos, serás más caro y el que está buscando un jardinero pasa directamente al siguiente en las páginas amarillas. Así que como reclamo publicitario es fatal.
Segundo, llamarte por un nombre rebuscado no dignifica lo que haces. Lo bien que hagas tu curro es lo que hará que la gente te llame y te contrate. Parece obvio, pero no lo es. Si eres un buen jardinero para Fulano, éste se lo dirá a Mengano, y éste a Zutano y así conseguirás una clientela. Nadie recomienda un “especialista en restauración del medio natural”. Es pedante y poco práctico.
Ponerle un nombre estúpido y que nadie entienda a tu curro, no te hace mejor trabajador, ni más serio, ni más importante ni nada por el estilo. Es la manía de aparentar y la manía de infravalorar lo que somos o lo que tenemos frente a lo que los demás piensen.
Dentro de esta manía por los eufemismos está la supuesta especialización que conllevan.
Si eres conserje, pues estupendo, es un trabajo tan malo o tan bueno como otro cualquiera, hacerte llamar “auxiliar polivalente” es un eufemismo y una gilipollez. “Auxiliar polivalente” ¿qué quiere decir eso? Auxiliar, de auxilio…de ayudar…¿ayudar a qué? Eres el tío que lleva los sobres de correo interno de un lado a otro del edificio, ¿ayudas a alguien a llevar los sobres? No, los llevas tú solo porque es tu trabajo. “Polivalente”, esto significa que vales para muchas cosas, pero como la gente es imbécil y no tiene ni idea, le llamas y le dices que en vez de llevar un sobre, tiene que ir a recoger un jarrón y te dice que él no está para eso. Si, si estás, eres polivalente, tú lo has querido. Haberte pedido ser el “auxiliar de sobres”, o mejor “el tío que lleva los sobres de la planta 3 a la 5”. Porque esa es otra, dale un nombre tonto a un trabajo simple y la gente se cree que desciende de la pata del Cid. Si son conserjes vendrán a por el jarrón, si son auxiliares polivalentes: ellos no están ahí para eso.
La gente con curros más “elevados” también se pone nombres absurdos y a ser posible que ocupen un par de líneas en la firma del Outlook. “Servicio de estudios financieros aplicados y public policy”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Por qué la mitad de la firma en castellano y la otra en inglés? ¿Es necesario? ¿Me dice algo esa firma sobre si eres un buen currante? No, me dice que eres un pedante que no has parado hasta que has conseguido dos líneas en tu firma. ( F. te he cogido de ejemplo pero tú eres el más mejor del mundo mundial).
Todo esto está llevando a una situación ridícula. La gente se especializa, que no me parece mal, pero la base de la especialización está en conocer lo general y luego uno se decanta por una faceta de ese todo más general. Por poner un ejemplo, estudias económicas y luego te especializas en economía de las habichuelas. Ese es el proceso lógico. Ahora no, ahora estudias el proceso de las habichuelas y no tienes ni puta idea de nada más. Si te preguntan por la economía de los garbanzos, dirás: “ ah no..es que yo soy especialista en habichuelas”. Tú lo que eres es tonto.
Antes había trabajo y la gente estudiaba para encajar en lo que se buscaba. Ahora como los trabajos tienen nombres absurdos, los estudios tienen nombres absurdos. Es decir, vas y te haces un curso de “especialista en belleza aplicada a la salud” y te sientas a esperar que alguien cree un puesto de trabajo para ese superperfil en el que tu encajas. Te sale pelo esperando..porque por supuesto tú no haces ni caso a las ofertas para peluqueros.
Me recuerda a este sketch de Faemino y Cansado: “ Yo quiero ser Subcampeón”…mucho mejor que “campeón”…”Subcampeón…es más, suena más importante”.
Absurdo.