No se me ocurre nada para el blog.
¿Nada? ¿Cómo no se te va a ocurrir nada? Con todo el tiempo que pasas ahora en el coche
Ya, pero voy pensando en otras cosas...
No me creo que yo vaya a decir esto...pero... ¿no toca el de libros del mes de junio?
¡¡Si!!! Casi lo olvido…
..Mierda...tenia la esperanza de que dijeras que no habías leído nada.
¿No leer nada? Entonces estaría muerta.
¿Nada? ¿Cómo no se te va a ocurrir nada? Con todo el tiempo que pasas ahora en el coche
Ya, pero voy pensando en otras cosas...
No me creo que yo vaya a decir esto...pero... ¿no toca el de libros del mes de junio?
¡¡Si!!! Casi lo olvido…
..Mierda...tenia la esperanza de que dijeras que no habías leído nada.
¿No leer nada? Entonces estaría muerta.
Junio ha sido un mes muy bajo de lecturas. No sé qué ha pasado pero no me ha dado la vida para leer mucho. Acabo de darme cuenta que solo he leído 5 libros, así que va a ser un post corto. Estáis de suerte, descerebrados que odiáis estos posts, aunque que os da igual porque no los leéis.
"Mala tierra. Viaje por los yermos de Montana" de Jonathan Raban. Lo compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, no sé porqué...sencillamente me llamó. Raban es un escritor inglés que se traslada a vivir a Seattle en la costa oeste de Estados Unidos y se siente atraído por las llanuras de Montana. Sigue la línea ferroviaria de la Milwaukee Road que recorre el estado de este a oeste. Los directivos de la compañía, a principios de siglo inundaron la Costa Este y Europa con panfletos publicitarios contando las maravillas de la región y sus bondades como tierras de cultivo. Miles de emigrantes que vivían hacinados en ciudades angostas y estrechas vieron la oportunidad de dejar de ser asalariados y pasar a ser propietarios de algo, de su tierra. Llegaron allí, deseosos de convertirse en granjeros, tener sus propiedades y cultivar su tierra que les daría sustento. Poco a poco, la tierra de Montana se mostró como era en realidad. Seca en verano y glacial en invierno, con un una tierra yerma que no les devolvía sus esfuerzos. Muchos de ellos acabaron emigrando una vez más hacia el oeste, hacia el otro lado de las Rocosas, al verde estado de Washington.
Raban recorre la zona, la inmensidad de la llanura. Visita ruinas de antiguas granjas con los herederos de esas familias y viaja a esas ciudades creadas por la compañía ferroviaria hace un siglo y que siguen en pie en medio de la nada, con familias que se quedaron y nunca han querido marcharse.
Me ha gustado y lo recomiendo como literatura de viajes. Es lectura calmada, un poco triste y muy apegada a la tierra.

El comic de este mes es “Entender el comic. El arte invisible” de Scott McCloud. Esto es una frikada total, un rizar el rizo del comic. Básicamente se trata de explicar a través de un comic, qué es un comic. Me imagino a McCloud (un apellido supermolón) con días y días sin inspiración, devanándose los sesos y pintando flores (que es lo que pinto yo cuando hablo por teléfono, por ejemplo) y sin que se le ocurriera nada para su historieta…y de repente del fondo de su cabeza le surgió una idea: ¿y si hago un comic contando qué es un comic? Me apuesto una mano a que primero la desecho “eso es una gilipollez”, luego pensó “eso no le interesa a nadie”, después “lo mismo mola”…y luego “esto me va a venir muy grande pero entre seguir pintando flores e intentarlo...pues oye, no pierdo nada” y luego me apuesto la otra mano a que estuvo a punto de dejarlo miles de veces...porque es un trabajo arduo y que le ha tenido que costar mucho.
McCloud analiza que es el comic como concepto, qué lo define, analiza el trazo, lo icónico, la realidad, el tratamiento del tiempo. He aprendido lo que es la clausura y me he dado cuenta de que el trabajo que hace el lector en un comic rellenando lo que no se cuenta, los espacios en blanco, lo que queda fuera de la viñeta y es casi tan importante como el trabajo del autor dibujándolo.
No es una historia del comic, es un ensayo sobre lo que es el comic. A veces a McCloud se le va la pinza y peca de intensismo pero me ha gustado mucho.
El refugio de la memoria de Tony Judt. Ya lo dije casi todo el otro día en el post que le dediqué y si digo algo más lo reventaré así que solo diré: ¡¡corred a leerlo!!!
Y por último, “Entre línea: el cuento o la vida” de Luis Landero. Leí sobre Landero en un post de Di. Me daba perezón, lo confieso, los autores españoles contemporáneos no me seducen nada de nada. Lo sé, son prejuicios, pero son míos y les tengo cariño. Tampoco como pollo si parece pájaro y sin embargo me flipa la pularda rellena. Cositas mías.
Bueno, pues me lancé a leer a Landero. Y desde aquí lo digo, Landero es un triste y escribe triste así que leerle no es digamos una fiesta, que tampoco tiene que serlo, pero te crea una sensación como de tristeza que me incomoda. Me parece bien tener un tono gris y bajo y melancólico cuando estás contando algo así, el problema de Landero es que todo él es triste y todo lo que toca adquiere ese tono. Incluso cosas que contadas por otra persona podrían ser divertidas y tener luz. Landero lo apaga todo.
Puede parecer que no me ha gustado y no es así para nada. Una vez que te acomodas a ese tono de escritura, tiene cosas muy buenas y algunas reflexiones interesantes. Este libro es una especie de autobiografía o de memorias, donde intercala reflexiones sobre su pasado en un pueblo perdido y su vida actual como profesor.
He sacado varias cosas para mi cuaderno, pero dejo aquí solo un par de ellas:
“No pienses con conceptos ni palabras, sino con imágenes”
"Mala tierra. Viaje por los yermos de Montana" de Jonathan Raban. Lo compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, no sé porqué...sencillamente me llamó. Raban es un escritor inglés que se traslada a vivir a Seattle en la costa oeste de Estados Unidos y se siente atraído por las llanuras de Montana. Sigue la línea ferroviaria de la Milwaukee Road que recorre el estado de este a oeste. Los directivos de la compañía, a principios de siglo inundaron la Costa Este y Europa con panfletos publicitarios contando las maravillas de la región y sus bondades como tierras de cultivo. Miles de emigrantes que vivían hacinados en ciudades angostas y estrechas vieron la oportunidad de dejar de ser asalariados y pasar a ser propietarios de algo, de su tierra. Llegaron allí, deseosos de convertirse en granjeros, tener sus propiedades y cultivar su tierra que les daría sustento. Poco a poco, la tierra de Montana se mostró como era en realidad. Seca en verano y glacial en invierno, con un una tierra yerma que no les devolvía sus esfuerzos. Muchos de ellos acabaron emigrando una vez más hacia el oeste, hacia el otro lado de las Rocosas, al verde estado de Washington.
Raban recorre la zona, la inmensidad de la llanura. Visita ruinas de antiguas granjas con los herederos de esas familias y viaja a esas ciudades creadas por la compañía ferroviaria hace un siglo y que siguen en pie en medio de la nada, con familias que se quedaron y nunca han querido marcharse.
Me ha gustado y lo recomiendo como literatura de viajes. Es lectura calmada, un poco triste y muy apegada a la tierra.
McCloud analiza que es el comic como concepto, qué lo define, analiza el trazo, lo icónico, la realidad, el tratamiento del tiempo. He aprendido lo que es la clausura y me he dado cuenta de que el trabajo que hace el lector en un comic rellenando lo que no se cuenta, los espacios en blanco, lo que queda fuera de la viñeta y es casi tan importante como el trabajo del autor dibujándolo.
No es una historia del comic, es un ensayo sobre lo que es el comic. A veces a McCloud se le va la pinza y peca de intensismo pero me ha gustado mucho.


Bueno, pues me lancé a leer a Landero. Y desde aquí lo digo, Landero es un triste y escribe triste así que leerle no es digamos una fiesta, que tampoco tiene que serlo, pero te crea una sensación como de tristeza que me incomoda. Me parece bien tener un tono gris y bajo y melancólico cuando estás contando algo así, el problema de Landero es que todo él es triste y todo lo que toca adquiere ese tono. Incluso cosas que contadas por otra persona podrían ser divertidas y tener luz. Landero lo apaga todo.
Puede parecer que no me ha gustado y no es así para nada. Una vez que te acomodas a ese tono de escritura, tiene cosas muy buenas y algunas reflexiones interesantes. Este libro es una especie de autobiografía o de memorias, donde intercala reflexiones sobre su pasado en un pueblo perdido y su vida actual como profesor.
He sacado varias cosas para mi cuaderno, pero dejo aquí solo un par de ellas:
“No pienses con conceptos ni palabras, sino con imágenes”
Esto es exactamente lo que hago yo, soy un fabulosa máquina de crear imágenes mentales, para todo.
Y hablando sobre la lectura:
“Leer es un acto lúdico, dijo alguien, y esa majadería se acató como dogma. Ya, ya un acto lúdico. Manuel ha conocido a gente eufórica cuando va al futbol o a merendar al campo, pero apenas a nadie que, ante la perspectiva de una tarde consagrada a la lectura diga: ¡ Hala a engolfarse con La Celestina, o frotándose las manos de placer: “ Y esta noche Petrarca”: No, Manuel cree más bien que la lectura a menudo es un placer que cuesta, aunque solo sea porque supone aislamiento, concentración, esfuerzo, además de esclarecer o asumir incertidumbres, cosa que siendo placentera es también problemática, como cualquier actividad donde la mente y los sentidos han de estar alerta y a veces en tensión.”
A esto me refiero, Landero lo cuenta todo como si fuera un trabajo de titanes, como si todo costara muchísimo, incluso leer. Yo veo la lectura como un placer total y absoluto, aunque es verdad que con la práctica se va adquiriendo mayor placer y que supongo que es a costa de dedicarle mucho tiempo y tragarte muchas cosas horribles que hacen que vayas adquiriendo gusto...pero Landero lo cuenta como si fuera un trabajo que hacer, una tarea para elegidos, a la que hay que dedicar un esfuerzo sobrehumano.
A ver si va a ser, que no leo bien.
O que no soy una triste.
Y hablando sobre la lectura:
“Leer es un acto lúdico, dijo alguien, y esa majadería se acató como dogma. Ya, ya un acto lúdico. Manuel ha conocido a gente eufórica cuando va al futbol o a merendar al campo, pero apenas a nadie que, ante la perspectiva de una tarde consagrada a la lectura diga: ¡ Hala a engolfarse con La Celestina, o frotándose las manos de placer: “ Y esta noche Petrarca”: No, Manuel cree más bien que la lectura a menudo es un placer que cuesta, aunque solo sea porque supone aislamiento, concentración, esfuerzo, además de esclarecer o asumir incertidumbres, cosa que siendo placentera es también problemática, como cualquier actividad donde la mente y los sentidos han de estar alerta y a veces en tensión.”
A esto me refiero, Landero lo cuenta todo como si fuera un trabajo de titanes, como si todo costara muchísimo, incluso leer. Yo veo la lectura como un placer total y absoluto, aunque es verdad que con la práctica se va adquiriendo mayor placer y que supongo que es a costa de dedicarle mucho tiempo y tragarte muchas cosas horribles que hacen que vayas adquiriendo gusto...pero Landero lo cuenta como si fuera un trabajo que hacer, una tarea para elegidos, a la que hay que dedicar un esfuerzo sobrehumano.
A ver si va a ser, que no leo bien.
O que no soy una triste.