Muchos descerebrados tienen alma de portera. Vale, para no herir susceptibilidades profesionales diré mejor, alma de empleado de finca. O mejor y para ser más concreta, tienen un alma muy parecida al empleado de finca de mi casa, esto es a mi portero, esto es son cotillas.
Como buenos cotillas o gente con la curiosidad en exceso desarrollada, seguro que llevan una semana pensando: “esta golfa suelta la bomba de que se va a Berlín de soltera y encima con un tal Juan. Me he empollado el blog y no sale. ¿Quién coño es Juan?”
Juan es Juanito. A pesar de que mide 1,90, tiene unos hombros como un armario y unos brazos que cuando te abraza cabes tú y 3 como tú, es Juanito. ¿Por qué? Obvio, su padre, que era el padre más molón del planeta se llamaba así, así que carga con el diminutivo de por vida a pesar de lo poco que le pega.
Somos amigos desde canis.
Me saca de quicio muchísimas veces. Intercambio mails con él sobre cualquier tema y me descubro contestándole echando espumarajos por la boca y al mismo tiempo reenviando el correo a Fede completamente indignada: ¿has visto lo que dice este merluzo? Luego se me pasa, claro.
Otras muchísimas veces me encuentro teniendo conversaciones geniales con él. Es un gran conversador y sabe de todo. Es tremendamente empático (para ser tío) y muy cariñoso. Nunca te juzga. Puedes contarle cualquier cosa, te escuchará pero jamás te juzga.
Podemos hablar de cualquier cosa, es culto, inteligente, con un sentido del humor muy parecido al mío, irónico y no teme recurrir al humor más negro para remontar cualquier drama. Él no se acuerda ni de coña, pero hace muchos años, me sacó de un garito por los pelos al borde del llanto. Me llevó a su casa y me consoló, nos reímos, charlamos, comimos alguna guarrería que tuviera por casa y me fui a casa más feliz que una perdiz cuando ya amanecía.
Juan lleva la vida que a todos nos gustaría llevar aunque digamos que no. Todo su día es ocio. No trabaja porque no lo necesita. Hace muchos años, cuando todos empezamos a “labrarnos un futuro profesional”, le dimos mucho la brasa con esa gilipollez de “tienes que hacer algo”, “te aburrirás”, “es bueno tener responsabilidades”...blablablabla. Nos pusimos tan plastas, que buscó un curro. Al cabo de unos meses, nos llamó y nos dijo:
“Bueno, ya lo he probado y no me gusta. Así que ahora dejadme en paz”.
A todos nos gusta pensar que se aburre y esas chorradas, pero no es verdad. Como él dice, “tengo mi tiempo de ocio muy ocupado” y es verdad. Si cometes el error de llamarle de improviso para cualquier plan repentino pensando que joder, él no tiene responsabilidades, seguramente te contestara: “ puff..No puedo, tengo partido, ensayo, baloncesto, voy al teatro, al cine o estoy en Nueva Zelanda”. Eso sí, si le llamo para San Canelón no falla jamás…y siempre trae helados.
Tampoco falla nunca si le necesitas de verdad. No tienes ni que llamarle, en cuanto se entera de que te ha pasado algo malo, estás enferma, te estás tragando un marrón del 15 o cualquier otra cosa, aparecerá todo lo grande que es, sonreirá, y cuando te abraza te dice: ¿ Qué pasa, guapa? Siempre me llama por mi nombre, pero si habla de mí, me llama por mi apellido.
Compartimos muchas aficiones. Le metí el gusanillo de la natación en el cuerpo porque le dolía la espalda y ahora es una máquina de nadar. Es el primer friki de la II Guerra Mundial que conocí y cuando me entró a mí la pasión me recomendó libros, series, documentales…etc. Cualquier momento es bueno para discutir sobre la II Guerra Mundial, somos así de frikis. Podemos tener una conversación solo intercambiando frases de Asterix, Superlópez, la Guerra de las Galaxias, las pelis de los Monty Phyton y Calvin.
Le molan los libros que le regaló y a mí los discos y los comics que me regala él (excepto uno de Gloria Stefan por el cual es motivo de mofa y burla cada vez que aparece con un regalo: ¿no será un disco de Gloria Stefan?).
Sabe que adoro mi cumpleaños y siempre aparece. Bueno, el año pasado se equivocó de día y otro año tuvo la absurda pretensión de que cambiara de día la celebración porque no le venía bien: “ joder moli, no seas purista, que no tienes 5 años, lo celebras la semana que viene”. Le mandé a tomar por culo, claro.
Le flipa el baloncesto y juega de puta madre, aunque es muy “chupón”, (¿se dice así todavía?). Se pone de los nervios, grita, se exalta y creo que es con lo que más le he visto cabreado en toda su vida. Sabe más que nadie de la NBA y con él me he sobado bastantes partidos en el sofá.
Tiene éxito con las tías, es guapo, atractivo, estiloso y muy simpático. Es muy ÉL.
Le molan las tías jipilongas y cada vez más jovenzuelas (en esto se parece a pobrehermano B). Bueno, más concretamente a ese tipo de tías les mola él. Se creen que es un alternativo comprometido socialmente o algo así y que como no está atrapado por la “vida convencional” se las llevará a cuidar tortugas a Camerún. Por supuesto, eso no pasa. Antes de la era de los móviles diabólicos, cuando ligaba con una tía una noche, al día siguiente aparecía en mi casa: “vengo a pasar el día, que seguro que la pava de ayer me llama y tengo que dar explicaciones o hacer planes y sinceramente, me da mucha pereza... ¿nos vamos a dar un paseo?”. A mí, como soy su amiga me parecía genial, a las tías a las que se lo hace supongo que no les hace tanta gracia.
Cuando éramos canijos nos pasábamos los días en su casa, en verano en la piscina hasta arrugarnos y en invierno en el salón jugando al risk, o a la fuga de Coldtiz, o veíamos la tele..lo que fuera. Después cuando la época de las hormonas disparadas, siempre podías ir a casa de Juan con el ligue de turno (yo no eh…los que tenían vida amorosa). Antes de reproducirnos hacíamos unas fiestas increíbles. Siempre tardaba siglos en llenar la piscina y muchos años, por su cumpleaños (el 24 de julio), organizaba una fiesta en la piscina..pero dentro..sin agua..Era genial. Ahora le invadimos la casa con todos los churumbeles, tiene la piscina preparada a tiempo y hasta compra aperitivo para celiacos y cervezas para el ingeniero.
En el año 96, me fui con él y su madre a Paris. Siempre llevaban un pobre, y ese año me tocó a mí. Nos pasamos 15 días descojonándonos: vimos llegar el Tour, nos tragamos los Juegos Olímpicos de Atlanta a las 3 de la mañana, me sacó de unos recreativos a rastras cuando nos dimos cuenta de que solo había tíos y yo llevaba una falda muy corta y acuñamos la expresión: dependientes ociosos precios desorbitados. Lo pasamos genial.
Este año, 14 años después de aquello, nos vamos otra vez a hacer lo mismo: descojonarnos, discutir, hablar hasta que se nos haga de día, montar en bici por Berlín, correr por el Tiergarten, ver la tele hasta las 3 de la mañana y disfrutar sencillamente de lo que mola ser tan amigos como para poder viajar juntos y saber que será genial.
No me lee nunca a pesar de que sabe que tengo el blog. Se lo dije al principio del todo, me leyó y me dijo: “Eres tú, es como estar escuchándote”.
Hace mucho tiempo, me dijo uno de los piropos más grandes que me han dicho en la vida: “Moli, cuando tú estás en un sitio, no te das cuenta, pero creas un microclima que mola mucho, algo especial”.
Tú tampoco te das cuenta, pero estar contigo, siempre es especial.
Nos vamos a Berlín, y va a ser genial.