lunes, 17 de agosto de 2020

Podcasts encadenados (XIII)



Para desesperación de parte de mi familia, sigo escuchando podcasts a diario a pesar de estar de vacaciones. Escucho podcasts mientras hago bici, mientras limpio, mientras plancho, mientras corto el césped o barro las hojas del jardín. Los días en que no hago nada de eso, coloreo mandalas para poder escuchar podcasts al mismo tiempo porque he descubierto que si escucho podcasts sin hacer nada, no los escucho bien, mi mente se dispersa y no les presto suficiente atención. De todo lo que estoy escuchando (que es muchísimo) hoy traigo unas cuantas recomendaciones interesantes pero voy a empezar por lo que no recomiendo. 

Hay un nicho de podcasts que ya está saturado y es el de gente famosa entrevistando a gente famosa que se encuentra situado en el aún más saturado nicho de "colegas de cháchara con colegas". A este difícil hueco ha llegado Michelle Obama con su podcast. ¿Cómo se llama? El podcast de Michel Obama y eso ya te da una pista de por donde van a ir los tiros. Todo el interés de esta producción, exclusiva de Spotify, está centrado en que ella es Michelle Obama y a los productores eso les ha parecido más que suficiente y han decidido no apostar por nada más. «Es Michelle Obama, ¿para qué vais a querer nada más?» Pues lo siento pero yo quiero más. 

¿Qué puedo decir de este podcast? Pues bueno casi nada. Tenía muchas expectativas puestas en esta producción. Esperaba escucharla charlar con diferentes personalidades, algunas más conocidas que otras, y encontrar historias interesantes, reflexiones inteligentes y algo de ingenio. Lo que he encontrado es aburrimiento supremo. El primer episodio es un conversación con Barak Obama (otro ejemplo más de que los productores lo fiaban todo a su fama) en la que ambos resultan planos, aburridos y si el episodio dura diez minutos acabas cogiéndoles manía. La charla entre ellos tiene el mismo interés que asistir a la conversación de tus vecinos de apartamento en la playa, es decir...ninguna. Y el resultado es el mismo. Termina y piensas «¿por qué no he dedicado estos cuarenta minutos a leer o a dormir en vez de estar aquí escuchando esta cháchara intrascendente?» 

Para poder hacer esta crítica bien, he escuchado también el tercer episodio en el que Michelle habla sobre menopausia con una amiga suya, doctora. Cháchara, cháchara, cháchara.

Un podcast de entrevistas no debe de ser una conversación entre colegas, ni un intercambio pactado de preguntas promocionales, ni un diálogo sin rumbo. Si ambos, entrevistador y entrevistado, se conocen no pueden hablar como si los oyentes también los conocieran, como si supieran en todo momento de que están hablando. Si no se conocen el entrevistador tiene que pensar en qué preguntarían sus oyentes, en que podría interesarles a ellos, en qué preguntas harían la entrevista más interesante, con más contenido y no en las preguntas más fáciles, más anecdóticas o más favorables a las risas. 

Nada de esto se cumple en el podcast de Michelle Obama que no es más que eso, el podcast de Michelle Obama, no tiene nada más y, lo siento, pero no es suficiente. 

Casi lo olvido, dentro de este nicho de colegas hablando con colegas también he escuchado Smartless, un podcast en el que tres actores más o menos conocidos: Jason Bateman, Sean Hayes y Will Arnett charlan con un conocido. La nada absoluta, os lo podéis ahorrar completamente.  

Y ahora, lo que sí interesa: 

1.- Más se perdió en la guerra.  De Radio Ambulante ya he hablado varias veces y lo seguiré haciendo. El último episodio de la temporada ha sido una reflexión en voz alta de Daniel Alarcón, editor y creador del podcast, sobre la pandemia, el confinamiento, la vuelta a algo que queremos creer que es una nueva normalidad y la angustia, la ansiedad y el temor que todos sentimos. Daniel es peruano criado en Alabama y vive en Nueva York. Desde su ventana reflexiona sobre lo que veía sin verlo desde ella antes del confinamiento, lo que dejó de ver mientras estaban encerrados y cómo es la nueva normalidad a la que se asoma ahora. Es una reflexión maravillosa, calmada e inteligente, con la que es imposible no sentirse identificado. 

Podcast: Radio Ambulante.
Episodio: Más se perdió en la guerra.
Duración: 13 minutos

2.- Land of giants. The Netflix Effect. Todos tenemos Netflix en casa, todos conocemos Stranger things, House of cards o Tiger King pero ¿cómo se creo Netflix? ¿De dónde surgió esta idea loca de crear una plataforma que te permitiera ver desde casa, por internet, todo lo que quisieras? ¿Por qué funcionó? ¿Contra que luchó cuando empezó? ¿Qué ha cambiado la aparición de Netflix en la manera no solo de ver la tele sino también en la manera de hacerla?  ¿Netflix nos ofrece a todos lo mismo o el algoritmo está personalizado? Esta serie de Vox Media con Recode, presentada por Peter Kafka y Rani Molla responde todas estas preguntas y muchísimas más. Son siete episodios desde los inicios de Netflix como un servicio de envío de dvds a casa por correo postal hasta las guerras del streaming que estamos viviendo ahora. Los presentadores forman un tándem perfecto y hacen avanzar la historia poco a poco examinándola desde distintos puntos de vista. No dejan ni un tema sin tocar, hablan hasta del éxito de La casa de papel y el empeño de Netflix en doblar y subtitular todo lo que ofrece para hacerse aún más global. 

Es interesante, entretenida y te permite entender muchísimo mejor la historia que hay detrás de que en el mando de tu televisión haya un botón en el que ponga Netflix. 

Episodios: 7
Duración: 30 minutos


3.- Forgotten: The women of Juarez. Este es un podcast de iHeartradio en el que los periodistas Oz Woloshyn y Mónica Ortiz Uribe investigan los asesinatos de mujeres en Ciudad Juarez en la frontera con El Paso en Estados Unidos. Los feminicidios comenzaron en los años 90 cuando jóvenes emigrantes mexicanas que trabajaban en las fábricas instaladas en Juarez desaparecían sin dejar rastro para aparecer días, semanas o meses después arrojadas en el desierto o enterradas de cualquier manera en fosas comunes. Eran jóvenes, eran pobres, eran mujeres y eran emigrantes. Sus asesinatos no importaban a nadie, solo a sus familias que empezaron a protestar y a alzar la voz llamando la atención de periodistas a los dos lados de la frontera. Esos periodistas empezaron a investigar tanto los asesinatos como la falta de interés de la policia por resolverlos. El podcast traza un exhaustivo recorrido por toda la historia de los crímenes, sus implicaciones políticas y policiales, entrevista a periodistas, policías y agentes americanos del FBI que en su día trataron de resolverlos y que tras recibir amenazas de muerte acabaron huyendo a Estados Unidos y dejando el tema. 

Forgotten no es solo un podcast de crímenes. Es una investigación en profundidad de la realidad de la frontera mexicana con todas las implicaciones políticas, económicas y sociales que tienen tanto el establecimiento de factorías americanas que pagan 1 dólar a la hora como el que ese paso fronterizo sea la ruta preferida por los carteles de droga para hacer llegar su mercancía a Estados Unidos. Aterra la corrupción y la impunidad con la que esas mujeres, esas niñas, son raptadas como mercancía para violarlas y asesinarlas como si no valieran nada, como si fueran basura. 

Un podcast necesario con regusto a Better call Saul y Braking Bad y una sintonía maravillosa con esta canción de Natalia Fourcade.

Podcast: Forgotten. The women of Juarez
Episodios: 10
Duración: 40-50 

Tengo alguna recomendación más en la recamara pero las dejaré para más adelante, cuando volváis de vacaciones y necesitéis algo para distraeros de la rutina y de las noticias de la radio. 

Como siempre, si escucháis algo de lo que recomiendo venid a contármelo. Incluso si es Michelle Obama y os ha encantado. 


lunes, 10 de agosto de 2020

El baño y las hormigas

Hay una invasión de hormigas minúsculas en el baño de arriba. Las dos cosas son novedad: que sean minúsculas y el territorio invadido. Lo normal en esta casa es que las invasiones hormiguiles anuales sean de asquerosas hormigas voladoras y ocurran siempre en el piso de abajo, en un par de ventanas a las que parecen tener especial querencia o en una zona alrededor de la piscina. La de la piscina, además, es una invasión británica: ocurre siempre a la misma hora. Te sientas en la hamaca, te pones a leer, la tarde cae, el sol baja hasta casi ocultarse por detrás del puerto de los leones y cuando levantas la vista del libro, estás rodeada de columnas de hormigas voladoras que salen de debajo de la tierra y vuelan hacia arriba. Es asqueroso aunque no deja de tener su lado hipnótico. ¿A dónde van? ¿Por qué salen huyendo de sus agujeros bajo tierra? ¿Por qué a esta hora? Desconocemos las respuestas pero por lo menos hay un patrón. Lo de las hormigas minúsculas me tiene desconcertada. Aparecieron un día en junio, abrí la tapa del vater y, ¡menos mal que miré! la taza estaba llena de minúsculas hormigas negras. ¿De dónde han salido? ¿Cómo han llegado aquí? Investigando encontré un hilillo de hormigas en la parte exterior y satisfecha con ese descubrimiento, me armé con un insecticida especial hormigas y monté una bomba de humo en la taza: rocié todo generosamente, cerré la tapa y tiré de la cadena. Nunca la aniquilación fue más fácil. Me sentí un poco genocida pero, al fin y al cabo, la vida en la taza del vater no prometía grandes cosas para las hormigas minúsculas.

A los pocos días detecté otra colonia trepando por los barrotes de la estantería metálica. ¿Qué hacían ahí? ¿Eran nuevas o supervivientes de la matanza de la taza? ¿Irían en busca de restos de pasta de dientes infantil, rosa, dulzona y con la consistencia de una chuchería derretida? Quizás. Así tenía más sentido esa expedición. No se habían lanzado a los yermos páramos de la loza higiénica sino que iban en busca de alimento dulzón, de droga. Seguí la cuidada hilera de hormigas y descubrí que pasaban de largo, dejaban atrás el tubo de pasta de dientes y se lanzaban hacia la cesta de las gomas de pelo de mis hijas. ¿A qué iban allí? Otra expedición de destino trágico. Procedí a terminar con su sufrimiento con un nuevo exterminio hormiguil parecido al de la semana anterior pero con menos concentración. Fumigué la estantería y limpié todo de restos. 

Ayer, entré en el baño a lavarme los dientes y allí estaban otra vez, en el lavabo y trepando por el espejo. Minúsculas hormigas correteando por la superficie. Mientras me cepillaba los dientes las estuve observando. ¿Se divertían? ¿Se divierten las hormigas? ¿Son todo instinto y nada de diversión? Si son todo instinto, ¿qué hacen en un baño que utilizan siete personas, en el piso de arriba de una casa y sin absolutamente nada de comida? ¿Se les ha atrofiado el instinto? ¿Son exploradoras? ¿Son adictas al spray que acaba con ellas? ¿Se han reunido en algún lugar remoto del jardín y han pensando "esto se nos está quedando pequeño, creo que al otro lado de los árboles, allí arriba, he visto un reflejo y deberíamos ir a investigar"? ¿Y si son de una secta? ¿Y si las han echado de un hormiguero y han llegado hasta allí siguiendo a un hormiga chalada que les ha comido la cabeza con promesas de una tierra prometida blanca, fría y resbaladiza? Le estuve dando vueltas hasta que me enjuagué la boca, me lave la cara, me eché crema y procedí a un tercer día del Apocalipsis para las hormigas minúsculas. Game over para ellas pero es que habían llegado a una pantalla sin salida. 

Casi todo el mundo se ha marchado de esta casa y soy la única usuaria de ese baño. Quedo yo y las hormigas minúsculas. Todo es posible: quizás descubra algo o quizás me convierta para ellas en su Apocalipsis. O quizás un día me pillen despistada, use el baño sin mirar antes y acabe invadida por  una avanzadilla de hormigas minúsculas.

Hoy empiezo mis vacaciones, convencer a las hormigas minúsculas que donde mejor están es en su casa encaja a la perfección con mi plan de no hacer nada productivo en las próximas tres semanas. 


miércoles, 5 de agosto de 2020

Delibes, los pueblos y los bares

Y me fui a Valladolid, me puse mi falda de colores y hablé con Juan Tallón de Delibes, los pueblos y los bares.

Por si queréis echar un ratillo viéndome aletear con las manos y a Tallón contando anécdotas de su pueblo.





Gracias a la Universidad de Valladolid y a Carmen Herrero por invitarme. 

lunes, 3 de agosto de 2020

Lecturas encadenadas. Julio

Portada de 20 de julio de 1951. De Arthur Getz
No sé me ocurre nada que escribir como breve introducción a este post. Ha pasado julio, otro mes más en este año que no termina nunca y que, a veces, me gustaría poder saltarme con un chasquido de dedos. Hago chas y aparezco en el verano de 2021. 

A principios de mes, mientras conocía una Ibiza sin turistas, sin aglomeraciones, sin gente en las playas, leí Salvaje de Cheryl Strayed. Había comprado este libro porque durante el confinamiento escuche el podcast que la autora hizo charlando con autores de más de sesenta años sobre la pandemia, la escritura y su manera de enfrentarse a la vida. (Lo recomendé aquí). Ella, a pesar de ser demasiado americana y un pelín cursi de vez en cuando, me pareció interesante y sobre todo me gustó su manera de preguntar, de dialogar con los entrevistados. Al comentarlo en redes, alguien me recomendó este libro y como quería saber más de ella decidí leerlo. 

¿Qué cuenta Cheryl? Con veinticuatro años y tras morir su madre de un cáncer fulminante, Cheryl se encuentra descolada y arrasada de tristeza. Deja la universidad, se dedica a boicotear su matrimonio, se divorcia y se enrolla con un tío que la lleva a la heroína. En un momento de lucidez de esos que tienen los americanos, decide que lo que tiene que hacer es lanzarse a recorrer el Sendero del Macizo del Pacífico que discurre paralelo a la costa del océano desde México a Canadá. Y allí que se va con una mochila que pesa más que ella y sin tener ni idea de la montaña ni de a lo que se enfrenta. Salvaje es una aventura con pies doloridos, uñas arrancadas, sed, hambre, amistades forjadas en el sendero, reflexiones y el intento de Cheryl de reencontrarse así misma. Mientras nos cuenta sus desventuras caminando (que son muchas), nos enteramos de cómo fue su infancia, la relación con su madre, con los hombres y lo que aspira a conseguir cuando, por fin, llegue a la frontera de Oregón y Washington. 

¿Está bien este libro? Pues bueno, a mí no me emocionó demasiado y la prueba es que tardé más de una semana en terminarlo a pesar de ser una lectura facilísima. Puede que la comparación con Un paseo por el bosque de Bill Bryson, que leí a principios de año, haya pesado mucho en mi sensación de que lo que cuenta Cheryl no me interesa demasiado. 

¿Lo recomiendo a pesar de esto? Pues sí, es una lectura fácil, muy de tumbona y de peli de sobremesa. De hecho, hay una peli basada en este libro protagonizada por Reese Whiterspoon que tengo intención de ver en cualquier momento.  

Mis Delibes del mes han sido una relectura de El disputado voto del Señor Cayo para ir bien preparada a la charla de Valladolid y la lectura de Diario de un emigrante ya que Diario de un cazador me gustó muchísimo. 

En esta especie de continuación de las aventuras de Lorenzo, éste se ha casado con Anita y tras recibir una invitación de un tío de la chica, deciden emprender la aventura y embarcarse hacia Santiago de Chile. Para mi, la travesía en barco es lo mejor de la novela. Tiene encanto, peso, identidad y parece un retrato perfecto de cómo debían ser esos viajes. Cuando llegan allí, primero a Buenos Aires y después a Chile, todo se convierte para los protagonistas en desilusión y decepción y para el lector en tedio e incomodidad. Para mí, Diario de un emigrante es un libro fallido porque todo está basado en Lorenzo y así como en Diario de un cazador, él resultaba entrañable y cercano, aquí resulta amargado, antipático y desagradable. Creo que también influye el hecho de que Delibes es siempre mejor escribiendo de lo que conoce de primera mano y creo que la vida de un emigrante que se abre camino en Chile le pillaba demasiado lejos. Eso sí, el uso del lenguaje es apabullante. Como dijo Tallón en la mesa redonda de Valladolid: «Delibes escribe en un idioma que ya no existe».

¿Recomiendo Diario de un emigrante? De Delibes hay que leer todo lo que se pueda pero este podéis dejarlo para el final. 

Tras estas dos lecturas no del todo satisfactorias me lancé a leer Despojos. Sobre el matrimonio y la separación de Rachel Cusk. No me voy a extender en comentar este libro porque ya lo dije todo la semana pasada. 

Leed Despojos aunque os duela y os haga revolveros en la tumbona. 

¿Os podéis creer que nunca había leído Diez Negritos de Agatha Christie? Pues creedlo. Hasta este mes de julio, y si la memoria no me falla, jamás había leído nada de Christie. Este año los Reyes le trajeron a María cuatro novelas de la autora inglesa con la esperanza de que se volviera a aficionar a la lectura. Por supuesto, eso no ha ocurrido pero a mí me ha servido para pasarme un par de días en la Isla del Negro intentando saber quién era el asesino. Diez negritos es uno de los libros más vendidos de la historia de la literatura junto con la Biblia y entiendo su éxito. Es una novela de intriga, con personajes interesantes que eres perfectamente capaz de imaginar en tu cabeza y que te enfrenta constantemente a la idea de que estás tratando de descubrir el truco, al asesino, pero Christie es más lista que tú y además tiene todos los trucos. 

¿Recomiendo leer Diez Negritos? Pues claro. Una buena novela policiaca con asesinatos y asesinos, bien escrita y con personajes que toman el té y se arreglan antes de bajar a cenar cuando suene el gong es siempre buena idea. 

La mejor lectura del mes ha sido una que me llegó por sorpresa. En la Librería Sandoval de Valladolid, Juan Tallón me dijo «a mí este me gusto, creo que a ti también te gustará».  No fue efusivo ni entusiasta ni nada por el estilo pero me convenció y acertó. El amigo de Sigrid Nuinez ha sido todo un descubrimiento. (Al empezar a leer me di cuenta de que Amaya Ascunce la había recomendado en el podcast de Cristina Mitre). 

El amigo es una novela extraña que te sorprende casi en cada página. La premisa de la novela es la historia de una mujer que tras la muerte de su mejor amigo se ve obligada a quedarse con el perro de éste, un gran danes enorme. Un perro demasiado grande para su apartamento y demasiado emocional para que cuidar de él no acabe acarreando una relación casi tan personal como una relación de pareja.  Partiendo de esta premisa la novela reconstruye la historia de la amistad entre ella y el amigo muerto y está plagada de reflexiones sobre la soledad, las relaciones, leer y escribir. 

«Seguro que me preocupó que escribir acerca de ello fuese un error. Escribes algo porque esperas controlarlo. Escribes acerca de experiencias en parte para comprender lo que significan, en parte para no olvidarlas con el tiempo. En el olvido. Pero siempre está el peligro de que suceda lo contrario Perder el recuerdo de la experiencia en sí en el recuerdo de escribir sobre ello. Como la gente cuyos recuerdos de lugares a los que ha viajado son de hecho solo recuerdos de las fotografías que tomaron allí. Al final, la escritura y la fotografía probablemente destruyen más del pasado de lo que sin duda lo conservan. Así que podría suceder: al escribir sobre alguien a quien has perdido —o incluso nada más que hablar demasiado sobre ese alguien— puede que lo estés enterrando para bien»

Me ha gustado muchísimo y he doblado muchísimas esquinas. Hay además muchas reflexiones sobre un tema del que se habla mucho últimamente: la separación de obra y artista y la estúpida exigencia moralista que pretende que un autor, un artista de cualquier clase, deba ser moralmente intachable para los valores de la época actual para poder si quiera empezar a considerar su obra.

El libro está además lleno de citas de escritores y ésta de Rilke me ha gustado especialmente:

«Quizá todos los dragones de nuestra vida son princesas que solamente esperan vernos alguna vez actuar con belleza y valor. Quizá todo lo que nos asusta sea -en su más profunda esencia- algo indefenso que solo ansía nuestra amor»

Corred a leer El amigo.

Y con esto y una pila de veinte libros pendientes y las vacaciones por delante, hasta los encadenados de agosto que, si todo va bien, espero que sean multitudinarios.