viernes, 10 de enero de 2020

Podcasts encadenados (VI)

Que levante la mano el que no tiene dos cubos de basura en casa o incluso tres y una bolsa para los tapones y otra para el cartón y un montón de cosas esperando junto a la puerta con trastos para llevar al punto limpio. Separar el envase de la leche de la raspa de pescado nos hace mejores, nos hace creernos mejores, comprometidos con el planeta, con el consumo responsable. Si además de todo vamos a la compra con bolsas de rejilla, echamos los residuos orgánicos en bolsas compostables, llevamos una botella de cristal para rellenar y usamos un cepillo de dientes de bambú estamos convencidos de ser buenísimas personas, ejemplares.

De lo que pasa una vez que la basura sale de nuestra casa no nos preocupamos mucho porque nosotros ya hemos hecho nuestra parte. Tenemos unas cuantas ideas preconcebidas que hemos leído por ahí, y así, con un ecologismo hecho a medida vamos tirando. El plástico es malísimo, save the turtles y poco más. Como siempre simplificamos para estar más cómodos. Y hoy vengo a sacarnos a todos de esa zona de comodidad y mostrar la realidad del plástico, del reciclaje y de como la solución a la contaminación no está en nuestra pajita de bambú. Nos exige un esfuerzo muchísimo mayor que no sé si estamos dispuestos a asumir.

Hoy traigo una selección de podcasts para aprender sobre plásticos, sobre la historia del reciclaje y sobre lo que ocurre cuando las bolsas de basura salen por nuestra puerta.

1.-  The litter myth del podcast Throughline de NPR Este podcast que creo que no he recomendado aún es uno de mis fijos. Sus dos presentadores de nombres impronunciables, Ramtin Arablouei (él) y Rund Abdelfatah (ella),  dedican cada episodio a «mirar el pasado para entender el presente». En este caso parten de su obsesión por separar residuos y reciclar para preguntarse ¿Cuándo empezó esto? ¿Cuándo surgieron los envases de usar y tirar? ¿Por qué el consumidor se siente tan culpable? Porque sí, porque todo esto tiene un comienzo y está en un lobby formado por las compañías americanas más potentes para poner la responsabilidad de la generación de residuos y basura en el consumidor y no en el productor. Es una historia increíble con creativos de la era de Mad Men, empresas haciendo lobby contra legislaciones que ya en los años 50 trataron de prohibir los envases de un solo uso y unos anuncios de televisión con un indio llorando por la basura con la que contaminamos su río... protagonizados por un actor que no era indio.

Además del contenido merece la pena prestar atención a la perfecta combinación de voces de los dos presentadores, a cómo van presentando la historia y al uso que hacen de recursos históricos.

Podcast: Throughline
Episodio: The litter myth
Duración: 35 minutos
2.- Should we burn our recycling? del podcast Today Explained de VOX.   Today Explained es un podcast informativo diario que trata de explicar un tema en profundidad, a la manera del The Daily pero siendo más dinámico, más ¿cómo decirlo? menos formal. Este episodio se centra en contarnos la realidad del reciclaje, la mínima proporción de plástico que realmente se recicla y por qué ocurre esto. Hay que aceptarlo, la mayoría de envases que tiramos en nuestro contenedor amarillo creyendo salvar el planeta terminan (o terminaban) hasta al año pasado en barcos camino a China que hasta el 1 de enero de 2018 compraba todos esos materiales supuestamente para reciclarlos. Ahora ya no hay mercado para esos materiales y las empresas que antes se afanaban en separar los materiales para esa venta, ya no tienen interés en hacerlo. Además, reciclar es algo muchísimo más complejo que separar los envases de lo orgánico y por eso y otros mil problemas más, quemar los residuos por mucho que nos lo hayan vendido como lo peor, no lo es ni mucho menos. O eso es la tesis de este episodio.  ¿Cómo se recicla? ¿Qué pasa cuando los residuos llegan a las plantas? ¿Como se separan? ¿Cuanto contamina una incineradora? ¿Cuáles son las diferencias entre el reciclaje en Estados Unidos y en Europa? (Spoiler: lo hacemos mejor pero también mandamos nuestra mierda a Asia).  Este episodio, además, me ha descubierto que en Copenhague en la zona de parques y esparcimiento de la ciudad, los daneses, que son gente seria, han construido una incineradora de diseño que tiene además una pista de esquí sobre hierba encima.  

Podcast: Today explained.
Duración: 27 minutos 

3.- National Sword del podcast 99% invisible.  De 99% invisible ya he recomendado más episodios y vuelvo a recordar que la voz de su presentador, Roman Mars, es la más sexy del universo del podcast ahora mismo. En este episodio Roman y una de las productoras del programa, Avery Trufelman, charlan sobre reciclaje y sobre por qué China ha dejado de comprar a occidente, a Estados Unidos y Europa, millones de toneladas de basura supuestamente reciclable. Además nos llevan a Taipei, capital de Taiwan, para contarnos como han conseguid allí reducir la cantidad de residuos generados por cada habitante y aumentar en consecuencia la cantidad de toneladas de basura susceptible de reciclar. Os adelanto que la solución pasa por camiones de la basura que se anuncian con música de Beethoven, y una implicación de cada habitante muchísimo más exigente que tener dos cubos de basura en casa.  Escuchadlo y pensad si estaríais dispuestos a una solución similar.  Ah, por cierto, que sepáis que para que los envases se puedan reciclar hay que limpiarlos de cualquier resto alimenticio antes de tirarlos al cubo. Empezad por eso. 

Podcast: 99% invisible
Episodio: National Sword 
Duración: 42 minutos


 4.- ¿Podemos vivir sin plásticos? de El podcast de Cristina Mitre.  Cristina Mitre es periodista y tiene uno de los podcasts independientes en español más potentes. Cada domingo publica una entrega que sigue siempre el mismo formato: una entrevista en profundidad a un especialista en el tema de la semana. Cristina se prepara las entrevistas muy a fondo, leyendo todo lo que hay  y preparando un cuestionario al que a mí me daría miedo enfrentarme. En este episodio charla con Yanko Iruín que además de ser uno de mis más queridos amigos es una autoridad en plásticos, un señor y explica temas muy complejos de manera que sean comprensibles por público no especialista. Yanko explica aquí el reciclado y también la diferencia entre los distintos tipos de plásticos y la imposibilidad de reciclado que muchos de ellos presentan, habla también de microplásticos, de los mares y de cómo por mucho que nos empeñemos movidos por campañas absurdas, es imposible vivir sin plástico y en cualquier caso sería siempre un mundo peor.  

Si queréis aprender sobre plásticos, sus usos, supuestos peligros, las diferencias y sus bondades, no os podéis perder este podcast.  

Podcast: El podcast de Cristina Mitre.  
Duración:  84 minutos. 


Sé que puede parecer un tema árido pero estos cuatro podcasts son una magnífica manera de informarse sobre un tema en el que todos estamos implicados y del que debemos estar muchísimo mejor informados. 

Eso sí escucharlos va a hacer que cambie la manera en la que miráis vuestros cubos de basura. La información nunca es confortable. 




martes, 7 de enero de 2020

Globos de Oro 2019: despelleje y amor a Brad Pitt

No me viene bien que los Globos de Oro coincidan con los Reyes Magos, no puedo estar a dos eventos tan importantes a la vez y puestos a elegir, estaba clara mi elección: los Reyes Magos, los regalos, el roscón, pasar el día entre papel de envolver y comer pularda rellena. Pensaba dejar pasar los Globos de Oro pero, pero, pero, he visto a Brad Pitt y no me puedo resistir.

Brad Pitt es como el vino bueno, como el aperitivo un sábado de otoño, como la siesta, cómo tener verduras en la nevera, como el silencio y una buena alcachofa de ducha, es algo que aprendes a valorar con la edad. Brad Pitt está tremendo y cada vez lo está más. A mí, de joven yo y de joven él, me parecía un poco blando, un poco «qué guapo soy, como me molo», ahora me parece que está cada vez mejor, cada vez más «soy un tío normal y resulta que soy así».  Y, además de todo, sabe llevar traje sin que parezca que el traje le lleva a él o que le pican las etiquetas o que no sabe que hacer con los botones.

Leonardo sigue siendo un no. Va bien vestido y es un gran actor pero a mí no me gusta nada de nada.

A mí Chris Evans me da una grima que me muero. Me parece un Madelman esquinado con unos brotes de Ken el novio de Barbie. No me gusta su cara, ni su pelo, ni su cuerpo y no me gusta como le queda la ropa, siempre demasiado prieta, demasiado «oh, mira se me escapan los músculos». A lo mejor dentro de un tiempo le pasa como a Brad. Lo dudo muchísimo y en cualquier caso este traje de terciopelo o de pana granate madrina de boda de pueblo es un horror.

Jason en fin se puede poner lo que quiera, llevar el pelo como le apetezca y mirarte con cara de estar calibrando cuánto empuje aguantarías.

Zoe Kravitz a mí no me engaña, esa mirada tan ridícula lleva horas de entrenamiento delante del espejo. Ya sé que para poner cara de «uhhh, mira que sofisticada y misteriosa soy» hay que tener mucho tiempo libre. Eso sí, el vestido es precioso aunque a ella parece que le da asco.   Este chico, sin embargo, tiene menos tiempo porque claramente ha ensayado poco la sonrisa de «estoy feliz de estar aquí» y está todavía en la sonrisa «me hago caca ¿me dices donde está el baño?»

Rooney Mara de suspiro decorado y Gwyneth de lo quiero todo. Quiero que se vea como me luce la tabla de ejercicios que hago pero que no me entre frío en los riñones, quiero llevar cuello alto pero ponerme el joyero y quiero que comprobéis sin ningún género de dudas que soy absurda. Es que además este vestido tiene pinta de coger polvo, de tener ese tacto que tienen los visillos de las casas de idealista que llevan meses a la venta.

Joaquin Phoenix, tremendo actorazo, esponjado y con querencia a José Feliciano.

Rachel Weisz yendo sobre seguro, muy bien. Cate Blanchett con estos pelos difusos que se llevan ahora y que a mí me parecen una manera de disimular que te estás quedando un poco escasa de pelo y con un traje color «no queremos saber si es niño o niña así que vamos a pintar la habitación de este color» y con demasiadas cosas y añadidos por todas partes.

Charlize y Reese saben chino. Llevan vestidos que se te van a olvidar según pases la foto pero que dicen claramente «nosotras ya sabemos jugar a esto».

A Phoebe lo que le pasa es que tiene demasiada cara para cualquier cosa que se ponga. Da igual la ropa que lleve porque la vista se te va siempre a su cara. No sé si son los ojos, la sonrisa, la boca o qué pero es una mujer que da igual lo que se ponga porque para verlo tienes que fijarte mucho. Es un fenómeno bastante peculiar.

Stellan va de sueco arrugado. ¿Por qué nadie asesora a estos hombres para que no se pongan trajes que están arrugados antes de les haya dado tiempo a sentarse?

Jennifer de paquete.  Le falta el ticket regalo. 

Estos van de divorcio inminente. Ese choque cromático no presagia nada bueno.

Vamos a ver Saorise, ¿qué es esto? ¿Por qué? ¿No viste en el set de Mujercitas que a ti te van los colorinchis, las cosas con mangas, algo que diga me mola vivir? A mí es que estos vestidos de sardinillas escurridas me dan tristeza y ganas de echarles una manta por los hombros. Lucy se marca un Helena Bonham Carter con la versión abrigada del vestido sardina con una combinación imposible de encaje y papel de aluminio. Si se propone llevar algo más horrible no lo hubiera conseguido.

Michelle Williams haciendo el bien de la humanidad y enseñando al mundo cual es el color menos favorecedor del mundo. No hay más que mirarle la cara para darse cuenta de lo poco que favorece y de que ella lo está haciendo por nosotros.

¿Soy yo o a Charlize le ha crecido el cuello?  Ha debido comer lo mismo que este chico que también tiene un cuello caleidoscopio.

Busy Philips viene de empalmada y no engaña a nadie.

Natasha, ¡Arsa y su abanico!

Las tres falsas, homenaje a Rubens en 120 kilos.

El vestido de Renée es el que más me gusta de toda la fiesta pero me da tristeza infinita que ella haya decidido abandonar la alimentación y optar por autoconsumirse.  Calculo que en un par de galas más el vestido podrá ir colgado de un palo de escoba.

Hombres que llevan reloj y barba de tres días y cara de estar sudando la resaca.

Salma embuchada y diciéndome a mí personalmente «¡complejo, complejo, lo que hay que hacer es sacar los complejos a pasear!» Me preocupa saber si ese minúsculo broche que sujeta todo el andamiaje salió disparado sacándole el ojo a alguien cuando Salma respiró.  También me preocupa el cuello, me apuesto una mano a que se acostó con una roncha roja en el cogote.

Yo de mayor quiero ser Helen Mirren y cruzo los dedos para no acabar siendo como Elton John. Pero mientras me hago vieja me pido ser  Sofia Vergara y llevar a ese señor del brazo. Es una mezcla perfecta de norueguismo y hombres que saben llevar traje.   Volved a mirar a Salma, que a su lado la Vergara parece plana.

A mi hija le gusta Nick Jonas y no sé en qué he podido fallar al educarlo, la verdad.

Everyone loves Jennifer. Pero mucho, la queremos mucho. 

Joshuah desubicado. Va tan imposible que lo peor no es color del traje. Ay madre esos botones dorados, no los veía desde la primera comunión de Joselito.

Necesito que alguien con conocimientos de estilismo me explique ¿Cómo es posible que esas mangas hayan vuelto? ¿Qué sucios trucos se usan para convencer a alguien de que llevar mangas que te rocen las orejas es buena idea? «Vas a sentir un cosquilleo en los tímpanos cada vez que te muevas, vas a ver qué ideal»

«Olivia, eres divina, puedes permitirte estas mangas, son elegantísimas». Olivia, cambia de amigas y de agente.

Kerry por el medioambiente, ahorrando tela.

A ver cómo digo esto, si te preguntas que si alguien notará que llevas el pelo sucio, la respuesta es siempre SÍ. Jason, ya lo sabes para la próxima vez, y no, mojarse el pelo en la ducha no cuenta como lavado.

Ramy Jousef de Primark. 

Vale, lo de los cuellos debe de ser tendencia y aquí todavía no nos hemos enterado. Aunque por la cara de Rose parece que duele.

El vestido de Naomi también está entre mis favoritos y ella en conjunto también: bien el peinado, bien el maquillaje, bien las arrugas de estos son los años que tengo y bien la mirada.

A mí Billy Porter me parece el típico amigo que le dices: « por allí viene mi jefe, por favor le saludo y seguimos andando con la excusa de que llevamos prisa» y acabas no sabes muy bien cómo comiendo con tu jefe y tomando pacharanes mientras tu amigo le cuenta a tu jefe como os emborrachabais con licor 43 y martini cuando tenías 18 años.

Ilusión óptica número 1 titulada: descubre si eres daltónico ¿qué número hay escondido en el estampado? 

Un caramelito, otro caramelito de sabor indefinido, el caramelito que queda en el salpicadero del coche porque nadie tiene claro desde cuándo lleva allí. Caminito de chuches y al final un merengue. 

Laura Graham, chica Gilmore, enmochada y con vestido rojo.

Ana de Armas peinada por su peor enemigo con un vestidazo de estrella de Hollywood espectacular y muy bien maquillada.

Hombres del mundo, repetid conmigo: «No, no estoy lo suficientemente bueno, ni soy lo suficientemente sexy, ni tengo tanto talento como para llevar un esmoquin de brocado tobillero»

Me voy a meter un fregado. A mí el cura de Fleabag no me gusta nada, no me parece sexy ni atractivo. Me daba la sensación de ser un Bambi a punto de caer en manos de la chica. Lo de que te guste un cura tampoco lo veo, son ganas de sufrir por alguien que probablemente tenga una técnica más que deficiente y encima venga con cargo de conciencia pero oye, es una serie y aceptamos lo que sea. Lo que me fascina es que el actor que hace de cura, cuando va de actor a una gala, parece un cura disfrazado de actor que va a una gala. Es todo muy loco y para mí completamente antilujuria. 

Bel, te la han jugado. Si quieres yo puedo ser tu amiga. Prometo decirte siempre la verdad o encerrarte en el baño para que no salgas de casa con esta pinta. 

Ilusión óptica número 2 titulada: Mírame fijamente y cae redondo del mareo. 

Zoey de «Salma, aquí no cabes»

Pierce Brosnan va de Iñigo Montoya va a los Globos de Oro. Me encanta porque se le ve feliz. Y tiene muchísimo mérito porque tiene dos hijos que son como avatares de un juego japonés. 

La versión Hacendado de Sofia Vergara. 

Lala Milan es una valiente, llevar esas uñas con ese vestido es un riesgo, en cualquier momento te enganchas y te arrancas la piel hasta el codo.

Ilusión óptica 3: ¿se mueven o no se mueven los dibujos?

Ay, que le den muchos premios a Brad Pitt, que le den todos los que haya: el Goya, el Oscar, el Nobel, el de relato corto de la biblioteca de mi barrio, el de leyendas del mazapán y que le hagan embajador del cava de Almendralejo para que todas podamos mirarle como le mira Jennifer. 


viernes, 3 de enero de 2020

Lecturas encadenadas. Diciembre

Es solo 3 de enero pero parece que el 2019 acabó hace semanas pero para cerrarlo definitivamente me queda escribir el último lecturas encadenadas del año, los libros de diciembre que de alguna manera han estado casi todos relacionados con el amor y que suman junto con todos los de los meses anteriores sesenta libros. En este enlace están todos listados y los que están en negrita son los que más me han gustado aunque si tengo que elegir alguno para recomendarnos serían: Claus y Lucas, Malherba, Fugitiva y Reina y mis amadísimos Cazalet. 

Al lío. 

El último tebeo del año fue Balada de la Costa Oeste de Manchette y Tardi. Es un tebeo con una historia muy muy negra de un empresario que tras verse involucrado en un tonto accidente de coche se ve metido en un lío increíble. Es Pulp Fiction y Reservoir Dogsy los Soprano con toques de Misión Imposible y Bourne. Aunque esté ambientada en la Francia contemporánea hay que enfrentarse a esta historia como si fuera una peli de Hollywood y comprar todo lo que te cuenta aunque, de vez en cuando, te encuentres pensando lo mismo que cuando ves a Bond: «anda ya, pírate con esta fantasma». Es entretenido, los dibujos son perfectos para la historia y es un tebeo finito con formato de los Mortadelo y Filemón de mi infancia y sin duda lo recomiendo. 

Elogio del zurdo de Jean Paul Dubois ha sido el último chasco del año. Un chasco que me ha dolido en el alma porque lo elegí a conciencia, no puedo echarle la culpa a la editorial por bombardearme con promoción, ni a un artículo en la prensa, ni a una lista de recomendados que viera por ahí. Esta lectura fue fruto de mi enamoramiento con Dubois tras leer Una vida francesa que me encantó y comprobar que es un señor francés, muy francés que está envejeciendo con mucha clase, como solo saben hacerlo los franceses. El caso es que Dubois ganó este otoño el premio Goncourt y me lancé a buscar otro de sus libros y encontré este y me hizo gracia. 

Dubois es zurdo y este libro es una defensa del zurdismo, cuenta anécdotas, historietas. Mitad crónica propia, mitad análisis de textos que analizan el hecho de ser zurdo, Dubois habla de la consideración de derecha e izquierda en distintas sociedades, en las religiones, en las culturas, en la vida diaria. Lo intenté con ahínco pero no conseguí cogerle el truco, ni que me interesara ni que me hiciera gracia así que lo dejé cuando me quedaban treinta páginas con un: Jean Paul te sigo queriendo pero esto no es para mí. 

Aún así, alguna esquina doblé porque Dubois es un tipo listo: 

«La incomodidad es, finalmente, un sentimiento menos tenaz que la curiosidad. La primera dura el tiempo de una exasperación. la segunda, al mantener el deseo de saber de que estará hecho el mañana, da el valor de morir demasiado joven». 

En mayo, en Nueva York, compré en Stand Books Between Them de Richard Ford. Este breve librito recoge los dos ensayos que Ford escribió sobre sus padres. El de su madre que leí hace años recuerdo siempre la cita sobre el momento en que descubrió que su madre era una persona independiente, era algo más que su madre. Me llamó la atención en su día porque creo que es algo por lo que todos pasamos en la vida y los que no lo pasan, que son algunos, son esos que pretenden ser siempre los cuidados, los protegidos, los irresponsables. 

«Yo tendría siete  o nueve años. Pero dije mi nombre - Richard Ford - exclamó: “Ah si, tu madre es esa señora de pelo negro, bajita, mona, que vive más arriba de esta calle.” Aquello me afectó y me afecta todavía. Creo que fue la primera imagen que tuve de mi madre como de otra persona, como alguien a quien los otros veían y describían: una mujer mona, no. (...) Sin embargo, recuerdo aquello como un momento significativo de mi vida. Breve pero importante (...) Desde entonces creo que nunca pensé en ella de otro modo, como Edna Ford, una persona que era mi madre y que también era alguien más.» (Mi madre in memorian. Richard Ford)

El de su padre lo escribió hace poco casi cincuenta años después de su muerte y es un texto precioso, lleno de mimo, de ternura de cariño. Ford maneja los escasos recuerdos de su padre, las sensaciones que de él ha guardado, los sentimientos que él le generaba de niño como figuritas de cristal increíblemente frágiles y delicadas. No ilumina esas figuritas, esos recuerdos, con grandes focos ni con luces que las embellezcan, no las coloca en grandes escenarios para hacerlos parecer más de lo que son, más de lo que fueron. No, son sus recuerdos, sus sensaciones y sentimientos y los describe con un amor y una emoción como las de un niño cuando te enseña su juguete más preciado. 

«I, however, have tried not to make grand claims of my parents. If anything, I've tried to be cautious, so that my own facts of telling about them and their influence on me not distort who they were. I've thus tried, as best I could, to write only about what I factually knew and did not know. My parent were, after all, not made of words»

Sobre su padre Ford escribe con amor y con distancia sintiendo el luto hacia delante. Su padre murió de un infarto, en sus brazos, cuando él tenía quince años, lo que recuerda de él lo recuerda siendo niño, cuando no era la persona que es ahora, la persona en la que se iba a convertir. Su padre es la seguridad que uno no sabe que tiene hasta que la pierde, hasta que se abre el vacío. 

«To write a memoir and to consider the importance of another human being is to try to credit what might otherwise go unmarked - partly by acknowledging that mysteries lies within us all, and by identifying within those mysteries, virtues.»

Es un libro precioso que recomiendo a todo el mundo para disfrutarlo y para reflexionar sobre nuestros padres. 

De amor trataba también el penúltimo libro del año, El placer del amor de Alain de Botton. De este autor llevo años leyendo cosas por internet, partes de sus ensayos, artículos, videos en los que explica distintos conceptos de filosofía y hace poco leí un ensayo sobre el final del amor que me encantó. A los dos días fui a Pantha Rei y mientras miraba las estanterías con la intención de resistir la tentación y no comprar nada me encontré con dos libros suyos y como yo no he venido a este mundo a sufrir los compré. 

El placer del amor es un libro raro, como si Alain de Botton no se atreviera a escribir una novela, no se viera capa de hilarlo todo en un relato continuo pero tampoco quisiera escribir un tratado con sus reflexiones sobre el amor. Así que se queda en terreno de nadie, en medio, narrando el enamoramiento de Claire y el narrador ¿el propio Alain? contándolo en distintos capítulos que se organizan en párrafos numerados. 

El narrador/enamorado reflexiona sobre el amor, sobre lo que siente, piensa e intenta entender sus sentimientos y el amor que siente de la forma más objetiva y analítica posible. Como relato/novela es un libro bastante fallido pero tiene numerosas reflexiones sobre el amor muy interesantes y muy ciertas. No es un libro para leer si estás en la cumbre del planeta del amor o tienes veinticinco años, cuando crees que lo que tú sientes no lo ha sentido nunca y que a ti jamás te pasará lo que a los demás. Es un libro para leer cuando ya sabes de qué va la historia y no te importa reconocer que todas las historias de amor se parecen y que la tuya no es especial. 

«Las personas de las que nos enamoramos a primera vista son tan maravillosas como una sinfonía compuesta mentalmente. Están tan libres de gustos opuestos en materia de zapatos o literatura como la sinfonía no ensayada lo está de violines desafinados o de flautas que entran a destiempo». 

Y esto tan cierto y tan trágico: 

«El que dos personas ya no sean capaces de convertir sus desacuerdos en bromas es un síntoma de que han dejado de amarse o al menos de que no desean hacer ese esfuerzo que constituye el noventa por ciento del amor.»

El último libro de año iba también de amor, de amor adolescente, de esos amores que creen que solo te han pasado a ti y a Romeo y Julieta, de los que crees que no acabarán nunca porque es imposible que algo así termine nunca y porque si se acaba te morirás. Esta novela, Eleonor & Park de Rainbow Rowell , la compré hace un par de años para mis princezaz pero creo que ellas no la han leído. El caso es que de repente me acordé de ella y decidí que podría ser una buena manera de terminar el año con algo bonito tranquilo, bonito y tierno. Y es lo que es esta historia de adolescentes de dieciséis años que descubren la magia de enamorarse, el vértigo que da y además lo difícil que es estar enamorado cuando no eres popular o tu familia es el infierno. Esta novela podría ser cursi pero no lo es, podría dar vergüenza ajena pero no la da y podría ser una película pero todavía no lo es aunque he mirado y están en ello para rodarla. Es una novela muy entretenida que recomiendo como lectura fácil y, desde luego, recomiendo para adolescentes. 


Un año.
Sesenta libros. 
Treinta y un autores, veintinueve autoras. 
Creo que diez españoles, catorce franceses, catorce estadounidenses, una húngara, una italiana, un colombiano, ocho británicos y una nigeriana.
Ocho tebeos. 

Y con este recuento final, hasta los encadenados de enero que han empezado fuertes. 


miércoles, 1 de enero de 2020

Propósitos alfabéticos imposibles

Creo que los propósitos de año nuevo deben ser todo lo imposibles que se pueda. No un poco imposibles o muy altamente improbables, hay que soñar a lo grande y pensar en cosas verdaderamente imposibles e irrealizables. Plantear cosas que no están a tu alcance ni en un millón de años te hace afrontar el año con tranquilidad y calma, con confianza en tus posibilidades, en tu incapacidad y en tu completa carencia de fuerza de voluntad. 

Tener propósitos imposibles no quita que seas ordenado así que yo he colocado los míos por orden alfabético. 

Amar el deporte sobre todas las cosas. Bordar una mantelería nueva con doce servilletas con blonda. Caminar a mi trabajo. Dormir doce horas seguidas del tirón y Despertarme con ganas de charlar (dos ds seguidas, la ambición es fundamental para conseguir la imposibilidad). Escribir una novela. Fugarme a vivir al norte. Ganar el Pulitzer con un podcast. Hacer un podcast. Ilustrar mi novela. Jugar a un deporte de equipo y que me elijan por lo buena que soy y no por descarte. Volver a comer Kale. Liderar una revuelta en mi trabajo.  Multiplicar los panes y los peces o siete por ocho sin dudar. Nadar entre tiburones. O Pervertir a Timothée Chamalet. Dejar de comer Queso. Reirme con los chistes de Broncano. Sudar mientras corro la Marathon de Madrid. Taladrar sin miedo a hacer estallar una tubería, provocar una explosión o tirar la pared. Usurpar el trono de hijo favorito, rey de la creación de manos de mi hermano. Vadear el Río Grande vestida de vaquera y fumando un Malboro.  Ligarme a un Wenceslao. Aprender a tocar el Xilófono. Y Zarandear por las solapas a un par de compañeros de curro como si yo fuera la Brigada Brutal.  

Ya está. 

No hay nada mejor para comenzar un año que esperar poco de él.