martes, 15 de diciembre de 2015

No hago posts patrocinados


Casi todas las cosas que (me) pasan con el blog empiezan por un mail. 

"Estaríamos interesados en colaborar contigo. Nos gustaría publicar un artículo promocional en www.cosasqmepasan.com para uno de nuestros clientes. En caso se de ser así ¿Podrías decirme el precio de un post patrocinado, por favor? Más o menos ¿Cuánto tardas de media en publicar una vez se os da el aviso?"

El típico correo de agencia para pedir que escribas un post patrocinado. Por lo menos ofrecen pasta, la mayoría de ellos directamente pagan con "visibilidad" y el "beneficio de interconectar nuestras redes", que es más o tan valioso como una sesión de reiki curativo montada a caballo de un Unicornio. 

Es novedoso también que me pregunten precio, normalmente ofrecen unas tarifas tan atractivas como 25 euros haciendo que el reiki en unicornio parezca irresistible. 

¿Qué querrán que promocione que hasta me preguntan precio? 

"Nuestro cliente es una web dedica a los servicios de scorts de lujo, por lo que la temática del artículo estaría enfocada sobre escorts de lujo (en Barcelona)".

Scorts de lujo. O ¿es escorts de lujo? ¿Son cosas distintas? ¿Son lo que creo que son? y lo que es más importante ¿Por qué han pensado que mi blog es un sitio para escribir un post patrocinado sobre este tema? 

Con la boca abierta y los ojos fuera de las órbitas sigo leyendo:  

"No es necesario que hables directamente de ello, te dejo algunos ejemplos del blog del cliente para que te hagas una idea de qué temáticas escribir".

¿Escribir un post sobre scorts o escorts de lujo sin mencionarlo? Pero, ¿qué podría decir yo sobre eso? No sé absolutamente nada sobre el tema. Lo único sesudo que podría escribir no creo que fuera del agrado del comercial despistado que me contacta. 

Si  me pusiera en plan chistosa, hablaría  sobre sexo en un Ford Escort, experiencia que no he tenido nunca. Quiero decir en un Ford Escort porque sobre experiencias sexuales en coches algo sé. Que levante la mano el que no ha pasado por ese momentazo del después automovilístico en el que te das cuenta de que has encajado la pierna en un escorzo imposible entre la palanca de cambios, el freno de mano y el asiento en un espacio en el que normalmente no te cabe un dedo cuando buscas una moneda. 

Fuera de bromas empiezo a pensar ¿Cómo funciona el marketing por internet? ¿Quién hace los estudios para los clientes y les aconseja un blog u otro? ¿Por qué esas empresas que supongo no cobran barato no se dan una vuelta por los blogs, por este en concreto y se dan cuenta de que no hago posts patrocinados?  ¿Por qué ese alguien ha pensado que a pesar de eso ofrecerme escribir un post pagado sobre scorts o escorts de lujo me parecería una buena manera de empezar?

¿Qué tipo de pensamiento enrevesado y retorcido tiene el que cree que un usuario de scorts de lujo en vez de teclear "escorts de lujo" en google para encontrar lo que quiere, se dará un rulo por un blog personal por si acaso?

¿Alguien cree que un lector de un blog personal va a linkar un enlace encubierto y al descubrir una web de scorts de lujo, descolgará el teléfono y llamará? 

No sé nada de marketing pero a mi me parece que algo huele a podrido en la venta que hacen las agencias del gancho que tienen los posts patrocinados. 

Contesto  "No hago post patrocinados". 




viernes, 11 de diciembre de 2015

Hombres fantásticos

Tengo fantasías con hombres. Con hombres concretos, con nombres y apellidos. Hombres que no conozco y que no me resultan especialmente atractivos pero con los que me construyo fantasías. Ninguno me gusta y no pretendo, en el hipotético caso de que mis fantasías se hicieran realidad, gustarles a ellos. Las fantasías están para disfrutarlas, juguetear con ellas, montarlas y desmontarlas, adornarlas y repensarlas,  no para pretender nada. Si los astros se alinearan y mis fantasías se hicieran realidad, lo único que me gustaría es que encontraran mi fantasía entretenida, medianamente interesante y que se echaran unas risas conmigo. 

Tengo una lista bastante amplia de hombres y fantasías pero voy a empezar por los que son ciencia ficción. Son fantasías posibles pero muy poco probables. Ellos están vivos, yo también y si se da una confluencia de planetas muy rara puede que nos encontremos. 

El primero de ellos me abriría la puerta de su casa a la que yo llegaría hecha un flan. Fantaseo con haberme tragado un par de copas de vino antes de llegar o ir a pelo y que sea lo que tenga que ser, pero este punto no lo tengo decidido aún. 

Me abre la puerta de su casa con una gran sonrisa. No una de cortesía sino una sonrisa de eres justo la persona que quería ver ahora mismo y me alegro de que estés aquí. Lleva unos vaqueros oscuros y un jersey de lana de punto gordo, con cuello redondo y sin camisa. Debajo debe llevar una camiseta guarrera, una de esas de publicidad o de "recuerdo del viaje de fin de carrera", es un tío al que le da la igual la ropa que lleve puesta. 

La casa tiene los suelos de madera oscura y está gastadísimo. Lleva mucho tiempo viviendo en ella y respira como él. No es una casa de esas que se parecen a otras mil o a las de las revistas de decoración. Hay cosas colgadas en el perchero, cosas de esas que dejas ahí hasta que se desintegran o, por fin, reconoces que ya no entras en ese abrigo o que pasó de moda hace 15 años. 

Después de dejarme pasar vamos a su estudio. Él se sienta en su sillón y yo en un sofá que hay cerca. Me siento como una niña buena y lo primero que hago es balbucear algo así como "Estoy cumpliendo una de mis fantasías", a lo que él responde con una carcajada y una pregunta sobre mis fantasías. Tenía que haberlo previsto pero no es así y entonces me lanzo a contar que hace años escribí en mi blog que... blablablabla. 

Entonces se me enciende la luz y le digo "Ja. Es la típica situación de uno de tus libros". Estoy pensando que seguro que me ha ofrecido algo de beber ¿café, té? Animada por la carcajada le he preguntado si no tiene vino. No, mejor le he llevado una botella de vino de regalo en el bolso. 

Hablaríamos de casualidades. Le preguntaría si cree que hay que ser valiente para escrutar tu vida y ver todas las casualidades que te han llevado a hacer lo que sea que estás haciendo en ella. Valiente para comprobar si alguna vez te dio tanto miedo seguir una casualidad que saliste corriendo. O a lo mejor no, a lo mejor las casualidades no son más que un entretenimiento mental. 

Le preguntaría porqué escribe libros malos. O mejor dicho si sabe que son malos cuando los escribe y si se asombra cuando a pesar de saber que son malos (horribles algunos... aunque esto sólo se lo diría mediada la botella) su editor le dice: es maravilloso. ¿Se siente un fraude?  ¿O piensa?: "bueno, ya he escrito cosas buenas, puedo permitirme alguna mierda"?

Querría saber qué lee, si tiene curiosidad por cómo suenan sus libros en otro idioma. Le contaría que una vez estuve a punto de tener su teléfono. Eso seguro que le interesaría... y me preguntaría por ello, lo que me llevaría a una súper historia de casualidades. Le contaría que he leído todos sus libros y que quitando un par de ellos, que tengo claramente diferenciados, los demás forman una especie de universo compacto en mi cerebro. Sería incapaz de decir qué personaje va en cada libro pero podría escribir una historia uniendo pasajes de sus distintas novelas. 

Le contaría que el pasaje de uno de sus libros me ha servido para ligar un par de veces o tres. Ja. Esta es una buena historia. Al contar esta historia ya estoy  tan cómoda que me he descalzado y tengo los pies en el sofá, hablo gesticulando con todo el cuerpo. 

Poco a poco se ha hecho de noche y tengo que marcharme. No me echa, pero es que yo tengo otro compromiso o sale mi avión, o no sé; la cuestión es que tengo que irme. Busco mis zapatos por debajo del sofá, me pongo de pie y él me acompaña a la puerta. Charlamos sobre fumar mientras bajamos las escaleras y yo trato de no resbalar y caerme haciendo el ridículo. 

Me pongo el abrigo y salgo a la calle. Justo antes de irme, me giraría para despedirme, agradecerle haber cumplido una de mis fantasías y asegurarle que ha sido mucho mejor que lo que yo había imaginado. 

Camino por la calle pensando que debería haberle dicho: 

"Paul, me perturban tus ojos saltones". 

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Lecturas encadenadas. Noviembre


Miles Hyman
Como bloguera vuestra que soy, un post de lecturas encadenadas os debo, y como os debo un post de lecturas encadenadas, como bloguera vuestra que soy os lo voy a dar… aunque hay poco que rascar. 

Empezamos por En la orilla , de Rafael Chirbes. Hace un par de años leí Crematorio y me encantó. La palabra “encanto” encaja fatal con la escritura de Chirbes. Ya dije en su día que es un autor que no te deja respirar: es amargo, reseco, rasca y deprime. Terminas los capítulos y tienes que pararte a respirar, a tomar aire, a mirar algo bonito antes de sumergirte en el siguiente, que tampoco te dará descanso.  

Tras un comienzo espectacular, brutal, que me agarró por el pecho y me sacudió, al final me hizo bola. Chirbes da vueltas y más vueltas y más vueltas, arabescos laterales que retuercen la historia pero no la hacen avanzar y que terminaron por agotarme y hacerme perder el interés. El supuesto realismo en el retrato de la crisis económica provocada por la burbuja inmobiliaria en el levante y toda la miseria material y moral que conlleva pierde contundencia con esas conversaciones metafísicas que no se cree nadie entre cuatro jugadores de mus mientras se atizan cognacs. 
"A veces lo más voluminoso y pesado es lo más fácil de mover. Piedras enormes en la caja de un camión, vagonetas cargadas de metales pesados. Y fíjate, lo que guardas dentro de ti, lo que piensas, lo que deseas, que, al parecer, no pesa nada, no hay forzudo que sea capaz de echárselo al hombroy cambiarlo de sitio. No hay camión que lo mueva. Conseguir que te llegue a querer alguien que te desprecia o a quien le eres indiferente es bastante más difícil que tumbarlo a porrazos. Los hombres pegan por impotencia. Creen que pueden conseguir por la fuerza bruta lo que no son capaces de conseguir con la ternura, con la inteligencia." 
Después de la tortura de Chirbes necesitaba una apuesta segura, así que me lancé a El escultor, de Scott McCloud, regalo de Juan porque sí, porque tiene una cuenta Amazon Premium y cuando hace un pedido me pregunta qué quiero y a veces me lo regala.

El escultor es una historia llena de tópicos. Para empezar, hay un artista torturado que no consigue tener inspiración tras un pasado de éxito. Tiene suerte y se le aparece el demonio, que le ofrece lo que siempre ofrece el diablo: el éxito a cambio de tu alma. Cualquier persona normal diría que no, pero un artista torturado se caracteriza por tener el mismo criterio que un palillero y por supuesto dice que sí. El resto de la historia es tan obvio que no tengo ni que contarlo. 

A lo mejor parece que El Escultor no me ha gustado o me ha parecido una bobada. No. El Escultor es una bobada de historia pero me ha gustado con moderación. Scott McCloud rodea toda la historia de unos cuantos hallazgos tanto narrativos como de dibujo que hacen que merezca la pena leer este comic. Por supuesto, hay que tratar de pasar con la nariz tapada por unas cuantas tramas adolescentes al más puro estilo superpop, un personaje femenino que navega entre el más horrible intensismo y el más absurdo de los misterios, y un protagonista al que dan ganas de abofetear. El mejor personaje, el más logrado y que da hasta miedo es el demonio.  

Es un comic entretenido que te lleva un poco a tu vida de adolescente y que tiene la gracia de ver la multitud de referencias y homenajes que McCloud va dejando: Murakami y lo pesado que es, Miyazaki y su genial Totoro, Siri Hustvedt y las cajas que construye Bill uno de los personajes de "Todo cuanto amé" y, por supuesto, el homenaje al hombre que cayó de las Torres Gemelas.  Y tiene esta viñeta magistral que me encanta…


El texto también es del comic pero no iba con esta viñeta.


La comadrona, de Katja Kettu, ha sido un regalo. Un regalo conflictivo, de alguien que con toda su buena intención me lo envió después de decirme que había sido el libro que más le había impactado últimamente y que me pidió que fuera sincera al hablar de él. El conflicto surge cuando yo lo empiezo y desde la página 5 sé que  la historia y yo no vamos a congeniar; se encona cuando en la página 50 sé que quiero matar a la protagonista; y definitivamente se convierte en un gran conflicto cuando en la página 100 quiero coger el teléfono llamar a Katja y decirle “¿Pero se puede saber qué es lo que pretendías escribir? Vuelve a empezar y piensa antes de escribir”. 

Katja es finlandesa y se da un aire a Bjork en la solapa del libro. Katja ha querido contar una historia ambientada en la II Guerra Mundial, de amores imposibles, del bien y del mal, de padres e hijas, de madres e hijos y encima, por si todo esto fuera poco, con continuos flashbacks y saltos temporales. Un despropósito absoluto que a Katja se le va de las manos en la página 5 y no consigue controlar en ningún momento. Sospecho que para disimular el desastre narrativo Katja no deja de incorporar horrores a la trama, para ver si así el lector se despista y no se da cuenta de que ni hay estilo, ni un solo personaje convincente ni nada que dé a la narración la más mínima coherencia. Al final, cuando ya todo da igual, sale con que es una historia real y dices “anda Katja, pírate.”

Admiro, eso sí, la labor de Katja y más aún de la traductora, Dulce Fernández Anguita, por el alarde de sinónimos sexuales.
“Lo habían probado todo aquellas mujeres. El cipote de burro empalmado de los oficiales de las SS, habían probado la gota de sudor de la punta del nabo de los campesinos finlandeses y la verga morcilla y babosa con aroma a tabaco de mahorka de los prisioneros rusos. Desvergonzadas. Perras. Las liebres venenosas y desolladas de los judíos circuncidados; los alfanjes árabes, abrasados por el sol del desierto, temblorosos de deseo tras el Ramadán; las antorchas azul noche de los negros de dos metros de altura; la más suave de los mulatos, del color de la leche con cacao…”
“Yo no soy un pingo, ni una furcia de lodazal, no soy una cepillapichas de nadie, ni la culoardiendo, ni una espatarrafacil, ni una meneasteis o, una puta de cafetín, ni una meneamanubrios de parque de bomberos, ni una estiraligueros, o una tierra del punto, ni una trotacalles, ni una pelirroja de club de oficiales, ni una tragalefa. Ni tampoco una rabia, ni una hurgamadera, ni una lamebraguetas lapona, ni una culoenpompa, o una matarruga, ni una suripanta. No, nada de eso”. 

Espectacular.

De todos modos no quiero engañar a nadie. No vayáis a La comadrona buscando una escritura desgarradora ni sexo salvaje. Katja se marca estos párrafos pero luego es una cursi de campeonato y se descuelga con frases como esta: 
“Siempre llevo un delantal limpio, tú tienes una voz por la cual trepo hasta la felicidad”.
Trepo hasta la felicidad… ay Katja, te veo vestida de cisne como Bjork. 

Y con esto y un bizcocho hasta la última entrega del año 2015 de lecturas encadenadas. 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Y si...

Vamos al cajero
¿Y si sacas todo el dinero que tienes en el banco?
No se puede, tengo un límite de 600 euros al día.
¿Y si quieres sacar 2.000?
Pues no puedo. 
¿Y si solo son 650?
Pues tampoco puedo.
¿Y si lo necesitas para algo super importante super importante?
Pues no puedo con una tarjeta, tendría que sacarlo con dos.
¿Y si hackeas el cajero?
Pero pero pero...

*********

Vamos a echar la primitiva.

Y si te tocan 32 millones, ¿nos vamos a Nueva York y te compras una casa con un cuarto para cada una?
Si
¿Y si te tocan 10 millones?
También. 
¿Y si te tocan 3 millones?
También.
¿Y si es 1 millón?
También. 
¿Y si es 200 mil euros?
Entonces el viaje solo y la casa la alquilo. 
¿Y si solo te alquilas la casa podemos ir a Nueva York y Washington?
Síiiiiii
Vale, vale... como te pones. 

*********

Mamá, ¿si te echas un novio nos tenemos que cambiar el apellido?
No
¿Y si te casas?
No. Y no me voy a casar. 
¿Y si papá se casa nos tenemos que cambiar el apellido?
No
¿Y si te casas tenemos que ir a tu boda?
Hombre, si me caso me gustaría que vinierais a la boda.
¿Y si papá se casa tenemos que ir a su boda?
Hombre claro, seguro que papá quiere que vayáis a su boda.
¿Y si os casáis el mismo día?
Eso no va a pasar. No creo que ninguno de los dos nos volvamos a casar y si decidiéramos hacerlo, ya nos pondríamos de acuerdo para que no fuera el mismo día.
Pero, ¿y si pasa?
Pues mira, os repartís ¿vale? Cada una decidís a qué boda queréis ir. 
Yo a la de papi. 

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Mama, ¿nos podemos ir del restaurante sin pagar?
No
¿Y si no nos ven?
Tampoco
¿Y si no nos ven y no se dan cuenta de que nos hemos ido?
Tampoco
¿Y si salimos corriendo muchísimo y aunque nos vean no nos cogen?
No. No nos podemos ir sin pagar. Eso no se hace. Está mal. 
¿Y si no estuviera mal? ¿Y si nos invitan?
Entonces si.
Entonces sí te puedes ir del restaurante sin pagar. 

********

Mamá... ¿cuánto se tarda a Nueva York?
6 horas
¿Y si vas por el lado largo?
Nadie va por el lado largo, eso no tiene sentido.
Pero, ¿y si vas por el lado largo?


Vivo en un continuo de ¿y si?