jueves, 7 de mayo de 2015

Soy el Pirata Roberts y tú no

Soy el Pirata Roberts. Es mi blog, mi post y mi historia así que elijo mi papel y lo adapto. Soy el Pirata Roberts, me quedan bien las mallas, el negro me favorece, tengo ingenio, cultura, ya puedo llevar coleta, estoy segura de que el bigote me daría prestancia y creo en el amor verdadero. Además, soy bastante inteligente, un poco listilla, con mucho sentido del humor, muy leal y no olvido. 

Como el Pirata Roberts yo también tengo una espada y sé usarla. De hecho, soy un espadachín de primera clase. 

Voy por la vida con mis movidas, mis amigos, mis diversiones, mis marrones y mis penas. Saltando con mis leotardos y mi coletita, mi antifaz y mi espada. Unos días son mejores, otros son peores, unos son fabulosos y otros el infierno en la tierra. Conozco gente, bastante gente y a pesar de que no soy lo que se dice muy sociable porque tengo una tendencia bastante acusada a hacerme bicho bola, si me lo propongo soy encantadora y amigable. Si me lo propongo y me pillas en buen momento. 

He tenido la suerte de encontrar a muchos Íñigo Montoya en mi vida, gente inteligente, con ingenio, cultura, sentido del humor, clase, saber estar y con los que me lo he pasado fenomenal en duelos de esgrima memorables que me han hecho sacar lo mejor de mi. 

Muchos de esos Íñigo Montoya siguen en mi vida, aguantándome la cabeza cuando me dan la píldora de revivir y estoy grogui, organizando conmigo Brigadas Brutales y apoyándome siempre. Otros ya no están y los echo de menos, pero confío en volver a encontrármelos, como el amor verdadero.  

Por otro lado están los secundarios. No, los secundarios no. Los extras. Personas que te encuentras en la película de tu vida y que son simples extras,  pero como resulta que es lo único que han sido en su vida, extras en la vida de otros, cuando llegan a la mía que es la Princesa Prometida y mola infinito se crecen. 

Ellos son extras. No protagonizan ni su propia vida porque son unos mierdas, pero llegan a la mía, se disfrazan y cogen una espada de plástico. Disfrazados de algo y con un arma en la mano se crecen y se acercan a entablar duelo conmigo. Soy El Pirata Roberts,  así que va en mi sangre pelear con cualquiera, darle su oportunidad de salir en el plano y esas cosas. ¡Quién sabe? A lo mejor descubro un nuevo Iñigo Montoya. Así empezó Sara Montiel. 

Siempre es mala idea. 

Peleo con el secundario con la zurda y de rodillas mientras con la otra mano tecleo posts o hago calceta. El secundario se crece y se cree Errol Flyn, Burt Lancaster y campeón mundial de esgrima en un par de días y de repente , sin comerlo ni beberlo, cuando lo más que ha hecho ha sido desgarrarme la camisa se descuelga con una absurdidad. 

"Pirata Roberts, dejo el papel porque no quiero hacerte daño y necesito vivir mi propia vida. Adiós. Ahí te quedas. No voy a excusarme" 

Y subiendo la nariz como Escarlata O´Hara intenta pirarse sintiéndose muy digno, muy poderoso y muy muy decente por hacer esa salida disculpándose por algo que ni aunque lo intentara un millón de años y a mi me maniataran conseguiría: hacerme daño. 

Muchas veces me río a carcajadas mientras los veo desaparecer pero otras veces, se me hinchan las narices y,  no me da la gana de que un extra de mierda, contratado para hacer bulto en la pantalla diga la última frase de mi peli.  

Es entonces, cuando se está yendo con el mentón levantado para volver a su película de mierda, cuando me acerco corriendo, le toco con mi espada en el hombro y cuando se gira, pensando que voy a estar llorando del disgusto, le trazo una M en el pecho y le digo esto: 

"Eres un imbécil, un cobarde, un maleducado, un mierda, un miserable y una persona sin la más mínima autoestima, clase, ni saber estar. Un mediocre, un gilipollas y un asco. Un egoísta. Un absurdo y una rata de cloaca"

Sus ojos salen de las órbitas mientras cae al vacío del barranco de la indiferencia con su absurda espadita agarrada en su manita sudorosa. 

En el fondo soy buenísima, les doy un final espectacular. 

martes, 5 de mayo de 2015

Despelleje: Gala del Met

En Nueva York vive una señora con cara de estar siempre muy muy enfadada y que de aspecto está en el extraño punto medio en que se juntan Edna Moda,  un personaje de Pixar, y la Madre Alberta fundadora del colegio de mis hijas. 

Con esa pinta y ese humor, es lógico que haga perrerías todo el tiempo. La más importante que organiza cada año es una fiesta horrible y espantosa a la que obligaa ir  a  las famosas vestidas de mamarrachas. Debe haber un premio o algo pero no he consigo averiguarlo. Para que no se dispersen y por un casual vayan elegantes, cada año Edna Alberta elucubra un tema "inspirador" para una Gala que organiza en el Metropolitan Museum de Nueva York.

Una malvada. 
Una fiesta. 
Un tema complejo como "China".
Un montón de diseñadores, estilistas y famosas que no saben absolutamente nada de geografía, cultura o historia china. 
Un museo de arte. 

¿Qué mejor combinación o caldo de cultivo para cocer un fabuloso desfile de mamarrachas listas para despellejar? 

Beyonce deja claro desde el primer momento que a ella por "chino" sólo le sale "ojos rasgados" y dice pues nada, yo me tiro del pelo hasta que las pestañas me rocen el cogote y voy de lo más oriental. El hecho de que las orejas se le hayan puesto puntiagudas como a un elfo le da un punto más de orientalismo. Por lo demás va en bolas. 

A las gemelas Olsen  por China sólo les salía "gente muy vieja" así que se han vestido de señoras mayores. Muy mayores, concretamente de tatarabuelas de las gemelas Olsen. 

Kate Mara y Maggie Gyllenhall van de intepretaciones libres de jarrones chinos con unos escotes que sencillamente no pueden permitirse. Eso sí, el cuidado que han debido tener sus interlocutores y ellas mismas toda la noche para que la conversación no girara en torno a "Eh, oye, se te ha salido una teta" ha debido ser ta chulo como el que hay que tener para no romper un jarrón Ming. Selena Gómez iba también de jarrón quebradizo asoma tetas pero decidió asegurar en el último momento y ponerse el sujetador que se viera. 

Una chica con visión política que debe ir de libro rojo de Mao.  Miranda Kerr de miniatura de los chinos, de esas que están en la sección de "adornos" y cuando vas a comprar pilas o cartulina y pasas por delante piensas ¿Quién comprará estos adefesios? Miranda Kerr. Dakota Johnson de funda del iphone de los chinos. 

Rihanna, Rihanna, Rihanna. Se están descojonando de la pobre en las redes sociales: que si va de tortilla francesa, que si la tortilla con cebolla, que si un globo desinflado. La gente no entiende. La única que se ha molestado en ir a un diseñador chino a buscar el disfraz. A la pobre le ha pasado lo mismo que a todos cuando llamamos al chino.

- Hola, eres un diseñador chino?
- Si, ¿qué desea?
- Un vestido nuevo. ¿Puede ser?
- Un vestido huevo. Marchando. ¿Con pan de gambas?
- ¿Con un par de alas? No, mejor algo largo. 
- Un vestido nuevo sin arreglarlo. Hecho. En 5 minutos lo tiene. 

Y eso es lo que tiene, un vestido huevo, de huevo chino. Y a otras les ha pasado lo mismo con el vestido nuevo/huevo

Miley Cyrus. ¿Qué tiene que ver esa cosa que lleva con China? ¿Es un vestido conceptual con el que la buena de Miley nos quiere hacer ver la realidad tecnológica y política de la gran potencia asiática o sencillamente quería lucir algo para mostrarnos sus huesos de las caderas y que nos preguntáramos si lleva ropa interior o no?  No voy a dormir pensando en esto. Y si no lleva ropa interior, las tachuelitas se le clavarán y estarán frías? Lo tengo. Es un vestido de la famosa tortura china. Olivia va también de tortura china hecha un auténtico adefesio horripilante y espantiforme desde el moño de dominanta china hasta los guantes de fregar. 

Reese es la típica invitada de las fiestas de disfraces que dice "A mí me la sopla que sea de disfraces, yo voy a ir ideal y si Edna Alberta protesta pues ya le clavaré el tacón entre las cejas". 

Rita Ora de china roja en pantunflas.

Kate Beckinsale   y Kate Hudson no han pisado China ni de lejos pero son muy de quedar a comer en el  buffet libre del chino de su barrio y se han disfrazado de decoración de brilli brilli. Jessica Chastin también le hace un homenaje al chino de su barrio pero es ella vive en uno más choni. 

Adriana Lima de china enfurruñada. Detrás de ella uno en babuchas, supongo que chinas. Justo a su lado una chica disfrazada de dibujo animado y detrás un Buda. Una preciosa estampa oriental. 

Esta foto me encanta. La tal Cara, (la de la cara enfurruñada) le dijo a Stella (la de la cara de tierra trágame): necesito un traje chino. Cuando llegó a por él se encontró con esa cosa que lleva puesta y le dijo a Stella: Mira bonita, esto es un pingo que ni en el mercadillo de Barbate, me lo tengo que poner porque a estas horas ya no hay otra cosa pero tú te pones otra de tus creaciones y te vienes conmigo para que todo el mundo vea estas mierdas que según tú diseñas". Y ahí están. Y detrás está la única china de la fiesta. 

Lady Gaga de dragón chino más elegante que normalmente.  Madonna de "Madonna aburrida de ser Madonna" 

Atención, Edna Alberta va vestida de lo que ella cree que es "flor de loto" y más bien parece un crisantemo de corona funeraria. No sé que me gusta, si la naturalidad de la peluca, los mil apliques de flores cursis  o las mangas floripondio que hacen que parezca que no tiene cuello. 

Naomi de "Chino, chino, mi chumino" y Jennifer en otra versión del mismo tema "Chino, chino tiroriro". La Kardasian llegó y dijo "Ni tu chumino, ni tiroriro...hacedme sitio" 

Lisa Bonet de Helena Bonham Carter. Lo sé, Helena no es china pero vete tú a explicárselo a Lisa, yo no me veo capaz. Tampoco me veo capaz de explicarle a Kate Perry que "Moschino" no es chino. 

Jennifer, Jennifer, Jennifer...¿Ves a lo que lleva no leer? ¿Y ser ciega? ¿Y no tener amigos? ¿Y jugarte tu honra a los chinos? ¡Qué llevas puesto por el amor de Buda!

Sienna MIller  de bombero torero en versión china. 

Sophia Vergara pasa de ir de china pero se lleva el premio Pirulea, el premio Jaboneras y el premio "mi metabolismo es así y me está devorando a mí misma" 

La mujer de Clooney es licenciada y se nota. Va de farolillo chino. 

Chloe, sin palabras. No sé si va de china desganada o de hombre vestido de china desganada. ¿Soy yo o se da un aire a Elton John? A lo mejor va de Elton John disfrazado de china desganada. No sé, las francesas son tan misteriosas que se me escapan...

Karen Elson con un vestido a medio camino entre MIss Rusia en Miss Universo y la reina del carnaval de Cadiz. 

Rosie Huntington de arabesco lateral. ¿Qué tiene que ver con China? ¿A quién le importa con esos hombros? 

Solance de pesadilla china. O de apuesta, "A qué no hay huevos de ponerte". 

Dos desconocidas que se han traído a una china de complemento. Bien pensado, así te puedes poner cualquier cosa porque la china ya da mucho "chinismo" al conjunto. 

Irina no sé de qué va pero me da igual. Detrás de ella hay un palo subido en unos tacones...un velocirraptor. 

Anne Hathaway, "Yo quiero ir de china lánguida y brillante", pero "Anne es que tu ya eres de por sí muy lánguida y tirando a sosita, no es buena idea". "¡Pues ponme capucha de moderna!" 

Jennifer Lawrence de Mulaya. 

Tres absurdas pelín cabreadas que se creyeron que los de Dolce and Gabanna sabían dónde estaba China. "¿China? ¿China? como la palma de nuestra mano lo conocemos" 

Sarah Jessica ha dicho "Los chinos son una cultura milenaria con mucha mezcla" y eso ha hecho ella. Va de Maléfica, de reina del carnaval, de homenaje a las guerras del opio y de banderola tibetana. 

Lo sé, estáis todos rabiando pensando en que os hubiera encantado ir a esa fiesta tan "chin" pero mirad las fotos otra vez. Fue un coñazo, todos tienen cara de tristes y las que sonríen es porque llevan el pelo demasiado tirante. 

Voy a escribir a Edna Alberta, para el año que viene propongo: vikingos o Roma como tema. 


lunes, 4 de mayo de 2015

Lecturas encadenadas.- Abril


Seis libros han caído en el mes de abril. Ha habido de todo: lecturas interesantes, lecturas intensas por su profundidad y otras intensas por sus pretensiones, sorpresas, desilusiones y un comic. 

Empecé el mes con uno de los libros que me regalaron por mi cumpleaños, El Danubio de Claudio Magris. No había leído nada de Magris aunque me parecía que lo conocía un poco después de leer Verde Agua de Marisa Maderi, su mujer, el año pasado. 

El libro cuenta un viaje por El Danubio desde sus fuentes en Alemania hasta la desembocadura. Es un viaje lleno de erudición sobre cualquier aspecto de la realidad que se le ocurre a Magris: historia, literatura, arte, guerras, flora, leyendas, música. Todo ello aderezado con anécdotas que le van a ocurriendo durante el viaje; personajes que conoce, historias que le cuentan. Magris lo hila todo en una narración preciosa pero, a veces, demasiado profunda, al menos para mí. Cuando lo estaba leyendo, a ratos, tenía la sensación de que El Danubio es un libro para degustar a trocitos; como un dulce muy empalagoso. Un par de páginas hoy, otras cuatro dentro de tres días y mientras tanto ir leyendo otra cosa. Jamás he hecho algo así y nunca había sentido la necesidad de hacerlo. Cuando se lo comenté a la gran lectora Elena Rius me dijo ¿Estas loca? ¿te has leído El Danubio del tirón? 

"Posiblemente sobre el papel se finge y se inventa la felicidad. Es posible que la escritura no pueda realmente poner voz a la desolación absoluta, a la nada de la vida, a esos momentos en los que es sólo vacío, privación, horror. Ya el mero hecho de escribirlo llena en cierto modo ese vacío, le da forma, hace posible comunicar el horror y, por tanto, aunque sea por poco, es más fuerte que él". 


¿Sabéis quien es Amanda Palmer? No, no es la de Twin Peaks, esa era Laura. Amanda Palmer es lo que viene siendo una artista. ¿Qué quiere decir esto? Pues que lo mismo hace de estatua humana que pone cafés, hace streaptease, canta en un duo de "punk artístico melódico", da una charla TED, consigue recaudar una pasta gansa en crowfounding y se casa con Neil Gaiman. Y todo te lo cuenta como si todo fuera lo más de lo más de la creación, con una intensidad que la lees y dice "Mira Amanda, no te flipes".

El Arte De Pedir es el libro en el que Amanda se da un garbeo por su vida y te la cuenta pormenorizadamente poniendo especial cuidado en que todo tenga la dosis adecuada de bonitismo y dificultades. ¿Qué no gana un duro poniendo cafés? Pues se le ocurre disfrazarse de novia cadáver y descubre el sentido de la vida. ¿Qué la discográfica la tima y no puede hacer su arte? Pues monta un crowfunding y arrasa. ¿Qué va por la vida de polvo en polvo? Pues conoce a un señor inglés estupendo, se enamoran y se casan.  La teoría de vida de Amanda es que hay que aprender a pedir, que todo el mundo está deseando dar y que tenemos que superar la absurda tontería vital que nos impide pedir, comunicarnos, tejer una red... la la la la.

¿Me meto con Amanda? Un poco pero su libro se lee fácil y para entretenerse no está mal. En El Buscalibros podéis leer una crítica más extensa pero repito la conclusión a la que llegué; El Arte de Pedir es sólo para fans de Amanda o de Neil Gaiman.
"Todo el mundo improvisa sobre la marcha en mayor o menor medida, de esto podemos estar bastante seguros. Tanto en el mundo del arte como de los negocios, la diferencia entre los aficionados y los profesionales es sencilla: Los profesionales saben que improvisan sobre la marcha.Los aficionados fingen que no". 
Gracias a la Editorial Turner por enviarme el libro y por no mandarme después de mi reseña una cabeza de caballo.

Quemar los días de James Salter ha sido la desilusión del mes. Cuando lees mucho a un autor es impepinable (creo que jamás había escrito esta palabra en el blog) que llegue un momento en el que encuentres algo que no te guste o que te parezca un coñazo.

Quemar los días es la autobiografía de Salter y es infumable. Toda la emoción, la tensión y el escalofrío que te recorre al leer Años Luz o sus relatos, se convierten aquí en una auténtica tortura. Parece que Salter ha cogido un cuaderno y se ha puesto a escribir sin ganas, sin interés y lo que es peor con ninguna intención de transmitir lo más mínimo. La primera parte pasa rápidamente por su niñez para luego detenerse pormenorizadamente en su estancia en West Point, parece "Oficial y Caballero" con unas gotas de "La chaqueta metálica". La segunda parte cuenta con todo lujo de detalles sus años como piloto en el ejército, parece "Top Gun". Cuando ya estás a punto de cortarte las venas y deseando que Salter se hubiera estrellado con el caza en alguna de las mil quinientas incursiones que te cuenta, empieza la tercera parte en la que traza retratos de varios personajes más o menos interesantes. Aparece Robert Redford, John Huston, Capote y también editores, periodistas, productores, empresarios. El problema es que Salter se empeña en abandonar la historia cuando empiezan a ser algo más que un nombre y la historia comienza a interesar.

A pesar de ser un horror, Salter es Salter y tiene algunos destellos.

Describiendo a uno de sus amigos en la academia militar dice:
"[...] lo conseguía por su aspecto, ue era muy masculino y que de algún modo se imponía como modelo. Tal como lo recuerdo, tenía el lustre de un objeto de madera, algo duradero y bruñido. Pero también por su conducta: era un hombre sin la menor conciencia de sí mismo, como un animal". 

La sorpresa del mes ha sido un libro sobre gramática y el estilo al escribir. Lo sé, al verlo se te ponen los pelos de punta del espanto pero no. Ha resultado ser una lectura muy amena, hasta me he reído y he aprendido un montón. ¿Qué libro es? Estilo Rico, Estilo Pobre. de Luis Magrinyà. El título no me gusta mucho, es como de culebrón de sobremesa o algo así pero el libro merece mucho la pena sobre todo si quieres escribir de manera más o menos decente.

Magrinyà escribe de manera sencilla y, todavía más complicado, de manera entretenida sobre el estilo al escribir; las coletillas que todos utilizamos creyendo que escribimos bien y resulta que somos unos ridículos, unos superfluos, unos cursis o, peor, decimos justo lo contrario de lo que pretendemos.

Eso sí, conviene saber que una vez que Magrinyà te abre los ojos a todo lo que se escribe (escribimos) mal es difícil abstraerse y no ir buscando los fallos en cualquier texto.

¿Por qué llegué a este libro? Pues porque los caminos de Twitter son inescrutables y tengo mi libro dedicado: "Para Molinos, este ejemplar con afecto offline" y una carita sonriente.  Y me he hecho una chuleta para tenerla en mi corcho e intentar que si Magrinyà me lee alguna vez por lo menos no me coja de ejemplo para su siguiente libro.

Roninde Frank Miller y Lynn Varley es el comic del mes y también ha sido un regalo de cumpleaños. Gracias Javi. Es una historia de superhéroes y malvados en un mundo futuro muy desagradable dónde todos son muy malísimos. El malo más malo, lo que viene siendo el peor, es el ordenador que controla el mundo agradable dónde se supone que viven los buenos, que no son tan buenos. El superhéroe es un samurai japonés muerto hace 500 años que se materializa en el futuro porque el ordenador malísimo hace realidad los pensamientos de un tullido sin brazos ni piernas pero muy inteligente. La historia es tan confusa como yo la cuento y muy muy agobiante por el dibujo. Lo he leído en inglés y puede que me haya perdido algo de la "magia" de la historia pero creo que he captado la esencia,  que es el mundo alucinante que Miller tiene en la cabeza y que da mucho miedo.

Con Sally de Howard Fast, novela policiaca enviada amablemente por Navona Editorial he terminado el mes. Es una novela policiaca simple y llanamente. Una chica, un poli, un caso y su resolución. Es entretenida y lo mejor es que el policía habla exactamente igual que un policía de novela negra y la chica es la clásica y el jefe es el típico. Sally es una novela que cumple exactamente, punto por punto, lo que esperas de ella. Y entretiene. 

Y con esto y un bizcocho me vuelvo a mi lectura actual que también me está dando muchísimo miedo.




viernes, 1 de mayo de 2015

Una historia verdadera, el primer bar que se fue


Cada vez que paso por delante, de camino a la Estación o bajando al pueblo, me sorprende que ya no esté. Bueno, estar está. Es una casa de granito típica de Los Molinos, justo enfrente del buzón, a mano derecha cuando bajas y a la izquierda cuando subes y enfilas el último trecho de cuesta; el trecho en el que cuando iba en bici me sentía latir el corazón y me prometía a mí misma que aguantaría sin bajarme de la bici y eso querría decir que el chico que me gustaba me haría caso. (¡Bájate de la bici, pequeña Moli!, eso no funciona nunca, nunca te hacen caso). 

La casa está. Es gris, maciza, con cubierta de tejas y un muro de piedra, con una verja verde, que hace de tapia. La puerta de la casa está en medio de la fachada, con ventanas a los lados. Es la casa que dibujas cuando no sabes dibujar casas, la casa ideal, la idea que aparece en tu cabeza al decir “casa”. 

El edificio permanece, incluso el toldo verde de aquellos años sigue intacto, recogido en la pared; pero ya no es. Paso, miro, veo y pensándolo ahora creo que es como mirar un cadáver: está pero ya no es. Y siempre la misma sensación de sorpresa, de incredulidad aunque hayan pasado 20 años. 

La Perla. Así se llamaba, "Bar La Perla". ¿Por qué le pondrían ese nombre? En aquellos tiempos ni me lo planteaba, ahora lo asocio al relato cursi de Steinbeck, a collares, a ostras... pero ¿por qué un bar en Los Molinos tenía ese nombre? Nunca lo pensé. El bar lo regentaba Pepe "Perla" y su mujer, Carmen "Perla", estaba en la cocina ayudada por su madre, creo recordar que se llamaba Palmira y que debía tener 120 años. 

Al bar se entraba por la puerta de la fachada y era un local lúgubre y oscuro. Atestado de humo siempre, el humo de los pitillos (¿por qué ahora se dice cigarros?) y el de la cocina, a los que en invierno se sumaba el de la estufa que calentaba el comedor.  A la izquierda estaba la barra en un extraño ángulo, dejando un pequeño pasillo en el que apenas cabía una mesa entre la barra y la fachada de la casa. 

La barra era territorio de Pepe: culé hasta la médula, cascarrabias, enfurruñado y tacaño de manera legendaria; "eres más rata que Pepe Perla" decíamos. Lo recuerdo con el pelo peinado con raya al lado, muchas arrugas y siempre una chaqueta de lana, una rebeca como se decía entonces, o un jersey de pico. Lo recuerdo mayor pero si ahora hago los cálculos es posible que cuando yo le conocí no tuviera más de 45 años. Los niños le teníamos pavor porque siempre nos recibía con un bufido: ¿Qué queréis ahora? ¿Un vaso de agua?  ¿Y por qué no bebéis en vuestra casa? 

Nos sentíamos extrañamente poderosos cuando podíamos entrar con una moneda de 5 duros, esperar a que ladrara, ¿Qué queréis ahora?, y entonces levantar el dinero triunfantes y decir: 5 Koyak. El dinero amansaba a Pepe. 

Más allá de la barra, a la derecha, se extendía el comedor: mesas de madera oscura, con sillas a juego y al fondo la televisión de esquina subida a una estantería. Siempre puesta, siempre las noticias, o el fútbol o informe semanal. 

En las mesas, si no era la hora de comer, se sentaban los jugadores de dominó y cartas. Los de dominó nos fascinaban. Hombres grandes, con barba, fumando y bebiendo sin parar concentrados en jugar a algo que a nosotros nos parecía casi de niños pequeños. Golpeaban con fuerza la mesa con las fichas, unos golpes terribles dados con mucha rabia y se gritaban cosas horribles, enfurecidos. No entendíamos nada, pero cuando jugábamos en casa también dábamos golpes y decíamos cosas como: ¡cierro los pitos! y nos entraba la risa. 

¿Alguien juega todavía al dominó en los bares? 

Pasada la barra, a mano izquierda, una puerta que siempre estaba abierta daba a un pasillo estrecho en el que estaba el teléfono y que llevaba a la cocina, los dominios de Carmen. Allí había luz, no recuerdo si natural, que entraba por las ventanas de la fachada posterior, o de bombillas siempre encendidas. Siempre había humo también, y olor a patatas fritas, a huevos, a filete de ternera a la plancha y a tortilla de patata. 

Cuando llegábamos el sábado a mediodía, muchas veces íbamos a comer allí: 

- Pepe, ¿podemos comer? 
- Por mi no, pero a ver qué dice Carmen. 

Carmen siempre decía que sí y siempre comías lo mismo: sopa castellana, tortilla, filete o huevos. 

La Perla era un ancla, un clásico, un sitio que no podía desaparecer. Pepe siempre amenazaba con jubilarse, cerrar el bar "porque esto no hay quien lo aguante" y marcharse. Nosotros, niños, no le creíamos, ni lo pensábamos, era algo imposible y si ocurría sería en un futuro muy muy lejano. 

Ahora vivo en ese futuro muy lejano, Pepe murió y Carmen es una ancianita a la que hace tiempo que no veo. La Perla ya no existe y cada vez que paso por delante me sorprende que ya no exista. Muchos otros bares y lugares han desaparecido de mi vida, pero La Perla fue el primero y el hecho de que el edificio permanezca intacto lo hace aún más raro... 20 años después. Es al mismo tiempo un recuerdo de mi niñez y un recordatorio de que nada es lo mismo. Al pasar por delante conduciendo mi propio coche me siento como la niña de 12 que echaba los pulmones en su bicicleta para llegar y pedirle un vaso de agua a Pepe. 


¿Es que en tu casa no hay agua?