jueves, 5 de junio de 2014

Queridos científicos (V) ¿Por qué me dan miedo los posts divulgativos demasiado largos?

En las últimas semanas he hecho varios  comentarios bien intencionados en algunos blogs de ciencias y he comentado con varios divulgadores científicos mi opinión sobre que los posts de divulgación que se publican son  muchas veces demasiado largos. 

La respuesta ha sido bastante fría cuando no directamente hostil. 

Lo entiendo, a mí no me gustaría que me dijeran “Moli, demasiado largo”, pero juro que mi intención era buena y no era una mera crítica. 

He estado dándole vueltas a este tema para intentar explicar por qué creo que la longitud de los posts de divulgación científica (en realidad de cualquier post) debe ser un factor importante a tener en cuenta a la hora de publicar en un blog. 

Antes de nada, quiero dejar claro que si tienes un blog de divulgación científica (o de ganchillo o de taxidermia o de lo que sea), por supuesto puedes escribir lo que te dé la gana y como te dé la gana, pero estas son mis reflexiones sobre este tema. 

Si partimos de la base de que la finalidad de tu post es divulgar y por tanto conseguir que el lector aprenda algo al terminar de leerlo, debe ser fundamental conseguir que el lector acabe de leer el texto. Si éste es demasiado largo es probable que abandone a la mitad con lo cual no habrás conseguido el fin que te habías propuesto. 

¿Quiero decir con esto que si el texto es demasiado largo el lector ya no lo leerá? No. Pero un texto demasiado extenso que obligue a “scrolear” la pantalla varias veces presenta varios problemas para que el lector aprenda algo en él. 

Primero, conseguir mantener la atención y el interés de un lector es muy difícil, (ocurre igual para la divulgación, las noticias, un blog personal o un relato de ficción) y hay que ser muy muy bueno manejando la información y la tensión narrativa para conseguirlo. Obviamente, cuanto más extenso sea el texto más difícil será y si el texto es pantallas y pantallas de scrolling peor. 

Escribir para ser leído en pantalla es distinto que escribir pensando en un libro o en una revista impresa. La actitud, la atención y hasta la manera de leer es diferente. Cuando cogemos un libro o una revista, cuando los sujetamos con las manos y comenzamos a leer un capítulo o un artículo, la mayoría de nosotros no sabemos cómo de extenso será y es posible que nos de igual. Empezamos a leer y nuestra vista avanza y nuestra atención está en las palabras que vamos descifrando, nuestra percepción y nuestra disposición sólo cambia cuando al pasar una página vemos que la siguiente sólo tiene texto hasta la mitad...está acabando el capítulo y pasaremos a otra cosa.

Inconscientemente, y si es un libro de divulgación o con el que esperamos aprender algo, sabemos que ahí llegará la conclusión, que nuestro cerebro tiene que haber asimilado “algo” al llegar al final y que el esfuerzo de atención está terminando, podemos relajarnos.  Ocurre lo mismo al avanzar en un libro, nuestra manera de leer y de asimilar cambia según percibimos de una manera subconsciente que cada vez quedan menos páginas y que estamos llegando al final. 

En una pantalla esa percepción subjetiva no existe si el texto es muy largo y es necesario scrollear la pantalla. 

Un estudio de  Erik Wästlund de la Karlstad University de Suecia, en el que se analizaba como leemos en distintas pantallas, explicaba que el mero hecho de tener que mover el ratón o el dedo para seguir viendo el texto distrae la atención del contenido de lo que se está leyendo y además obliga al lector a volver a buscar la línea por la que iba leyendo.

“Scrolling “took a lot of mental resources that could have been spent comprehending the text instead,” said Wästlund. Like being distracted when memorizing a phone number, scrolling’s interruptions knocked information from short-term memory. That’s the basic level of information processing, laying a foundation for long-term memories and knowledge”

Desde mi punto de vista, esto es cierto e “interfiere” más en mi capacidad de entender, asimilar y comprender cuando estoy leyendo un post con el que pretendo (o pretenden enseñarme) aprender algo, que si meramente es un texto de ficción, donde el hecho de perder el renglón un momento no me hará perder el hilo. 

Además, cuando leo  un post de divulgación que creo que me va a resultar interesante o que ha despertado mi curiosidad, mi atención está al máximo desde la primera palabra. Me planteo entender, leer, atender, saltar alegremente por encima de aquellos conceptos que me pueden resultar confusos esperando que ese “gap” no me impida comprender la idea general. Es un esfuerzo de concentración que realizo gustosamente si el texto está bien escrito, va dosificando la información y voy encontrando hitos en los que agarrarme. 

El problema es que esa actitud de “deep reading”, de lectura atenta y profunda, tiene una duración limitada en pantalla. Ignoro el motivo científico para ello, pero de la misma manera que soy capaz de enfrentarme a un capítulo de 50 páginas o a un libro de 500 sin ningún problema, un post de 4000 palabras está lejos de ser asimilable por mi capacidad de lectura profunda en pantalla. 

Según avanzo por la pantalla siento que por un lado me  voy impacientando porque quiero saber qué tengo que aprender, quiero saber qué de todo aquello que estoy intentando aprender es lo más importante, quiero llegar al final para tener el premio de poder echarme para atrás en la silla y decir “Eh, he llegado al final y he sido capaz de entenderlo y me ha gustado. Tengo curiosidad, voy a buscar más”, y por otro lado me voy poniendo de mal humor porque avanzo y avanzo por la pantalla y soy consciente de que estoy olvidando cosas, de que mi atención va decayendo y que el premio de la satisfacción del aprendizaje se va alejando. Lo intento, intento seguir atenta, muy atenta....pero mis buenas intenciones no funcionan más allá del tercer scrolleo (y solo en el caso de posts muy bien escritos). En este caso, también me echo para atrás pero cabreada, bajo por la pantalla, deslizo el ratón con la vana esperanza de encontrar quizás al final un párrafo conclusivo....no lo hay. Obviamente el autor confiaba en mí y en mi capacidad lectora...

Abandono pensando que si el post hubiera sido (un poco) más corto todos habríamos salido ganando. 

Es probable que esto sea una tara mía, o de mi generación más acostumbrada a leer en papel y con disposiciones distintas hacia la lectura en pantalla y en papel. Probablemente las nuevas generaciones sean capaces de leer igual de profundamente y con la misma actitud en ambos soportes, pero mientras esas nuevas generaciones me arrasan o yo consigo esa actitud, creo que el scroll se lleva mal con nuestra capacidad de aprender algo de un post de divulgación. 

Y estaré encantada de leer vuestros libros de 300 páginas...

martes, 3 de junio de 2014

Lecturas encadenadas. Mayo (I parte)


Si tenéis curiosidad por saber cómo he pasado el mes, imaginadme con una manta de cuadros cubriéndome las rodillas y un libro en las manos. Boca arriba, de un lado, de otro, dormitando a ratos y completamente insomne cuando se supone que debería dormir. Esa he sido yo todo el mes de mayo y por eso tengo que dividir las lecturas encadenadas del mes en dos posts, porque por mis manos han pasado 9 libros. 

Al lío. 

 Todo cuanto amé de Siri Hustvedt. Empecé el mes con una relectura. Recuerdo cuando compré este libro un frío día de invierno de 2004 con M en el cochecito. Lo compré porque había leído sobre él en un foro. No fue una recomendación entusiasta, sólo una frase de alguien "Dejad de leer a Auster y leed a su mujer". Lo compré siguiendo esa escueta recomendación, lo leí y me fascinó. Me fascinó tanto que fui a que me lo firmará Siri.  10 años después ha vuelto a llamarme y lo he releído porque a pesar de saber que en su día me había encantado, no conseguía recordar por qué me había gustado tantísimo. 

Lo releí en cinco días y no sé si me ha gustado o no. Creo que en estos diez años que han pasado me he hecho "mejor" lectora o mejor dicho, leo de otra manera, leo mejor. Se que en esta relectura, he visto cosas que no percibí en el 2004, algunas por mi experiencia vital y otras por la cantidad de lecturas que he hecho desde entonces. Por ejemplo, en esta lectura me he dado cuenta de que hay muchos detalles en esta novela que son en parte autobiográficos, o mejor dicho, Siri introduce en la trama aspectos de su vida: la boda en medio de una tormenta, el pasado noruego de la familia de una de las protagonistas, la pasión por el baseball de otro... y lo sé porque son detalles que Auster cuenta en su Diario de Invierno.

Probablemente mi experiencia escritora (en el 2004 ni escribía ni tenía la más mínima intención de hacerlo) también haya influido en mi percepción actual del libro. 

Es una historia sobre parejas, amistades, arte, paternidad. Es angustiosa y duele (tengo pendiente hablar de los libros que duelen). Transmite la horrible sensación de que a pesar de lo queramos creer (y la autoayuda nos incite a ello) se puede vivir toda la vida siendo intensa y profundamente infeliz y siendo consciente de ello. Es una idea aterradora.   

Todo cuanto amé es una buena novela que creo que hay que es mejor leer con 40 años que con 30. 

"Bill, al igual que todo el mundo, reescribió su vida. Los recuerdos de las personas mayores son distintos de los de los jóvenes. Lo que a los cuarenta años nos parece vital bien puede haber perdido su importancia a los setenta. Al fin y al cabo, nos inventamos historias a partir del fugaz material sensorial que nos bombardea a cada instante, que no es sino una serie fragmentada de imágenes, conversaciones, aromas y contactos de personas y cosas. La mayor parte de esta información la eliminamos para así vivir en algo parecido al orden, y seguimos barajando una y otra vez nuestros recuerdos hasta que morimos."

"Siempre piensas que si de verdad quieres a tu hijo estas cosas no pueden pasar - dijo- y elevó los ojos hacia mi con expresión feroz.- ¿Cómo ha podido pasar?"


La higuera de Ramiro Pinilla.  Vuelta a Getxo, vuelta a Don Manuel y doña Mercedes. En este caso la historia va sobre vencedores y vencidos de la Guerra Civil y como ganar una guerra puede no significar ganar una vida. Es la historia de una venganza muda o más bien la historia de cómo vivir una vida aplastado por la culpabilidad, paladeándola porque no se puede dejar atrás. Me gusta Pinilla, es como volver a casa. Abro el libro y estoy en Getxo, casi oigo el mar, siento la lluvia, veo el verde de los montes y saludo a los personajes como viejos conocidos. 

Por supuesto y lo repito una vez más, hay que empezar por la trilogía para descubrirlo como se debe. 

Los cañones de agosto: Treinta y un días de 1914 que cambiaron la faz del mundo de Barbara W. Tuchman. Regalo de un descerebrado por mi cumpleaños. Mil gracias Javi. 

Nada mejor para combinar con mi mantita de cuadros y mi convalecencia que un libro sobre los comienzos de la I Guerra Mundial. No hay nada más decadente que esos meses de 1914 previos a la invasión de Bélgica por parte de Alemania que destruyó completamente toda Europa, sus estructuras sociales, políticas, económicas y que obligó a los europeos a reinventarse desde cero, a vivir con la idea de que todo lo que habían conocido hasta entonces desaparecería para siempre. 

Es un libro super exhaustivo sobre los meses precedentes al estallido de la guerra y sobre las campañas, movimientos de tropas y batallas que se llevaron a cabo en el primer mes de la guerra, agosto de 1914. La autora, Barbara W. Tuchman ganó el Premio Pulitzer con este libro. Fue uno de los primeros trabajos sobre ese conflicto y la señora Tuchman realizó un trabajo de documentación y estudio absolutamente apabullante... a veces demasiado apabullante porque tu cabeza ya no es capaz de asimilar más nombres de diplomáticos, más batallas, más generales y más telegramas que van y vienen entre absolutos incompetentes aferrados a la idea de que "la guerra sólo duraría unos meses". 

La conclusión al terminar el libro y dejar a los dos frentes enfangados en el barro, es que fue una guerra que comenzó por la ambición política de Alemania por un lado y la falta de pensamiento realista y crítico por parte de las potencias aliadas. Todos pensaban que sería una guerra de batallas corta y acabaron llevando a Europa a un conflicto terrible del que nadie salió ganador y que volvió a reactivarse casi por las mismas causas 20 años después. 


Diario de una dama de provincias de E.M. Delafield.  Novelita que responde perfectamente al término "novelita". Es el diario de una señora británica en 1947, el antecedente de Bridget Jones en el que la preocupación por el peso y el trabajo están sustituidos por la preocupación por las finanzas familiares, la corrección en las relaciones sociales y los problemas con el servicio doméstico. 

Completamente intrascendente y carente de interés. He leído reseñas por ahí que hablan de su "delicioso humor" pero debe ser que a mi el humor "delicioso" no me hace gracia. Para leer con completo encefalograma plano. 

Cómo hablar de los libros que no se han leído de Pierre Bayard. Este libro llevaba en mi lista de pendientes desde que leí una crítica bastante entusiasta de ND, cómo él no suele entusiasmarse con casi nada me picó la curiosidad. Lamentablemente no comporta el entusiasmo para nada. Me ha parecido bastante pedante y soporífero. Detecto un peculiar estilo de escritura entre los autores franceses que en muchos casos me resulta afectado y poco cercano y que en el caso de no engancharme por el fondo de la historia hace que me distancia muchísimo del libro. 

Bayard es profesor de literatura y francés. Una combinación explosiva. Defiende la actitud de hablar sobre libros que no se han leído y reconocer abiertamente cuando no se han leído. Partiendo de la base de que yo no tengo ningún problema en decir que no he leído algo o en despellejar un libro cuando me ha parecido espantoso, no entiendo los remilgos. 

A pesar de que no me ha gustado y no es un libro que recomiende, tiene algunas reflexiones bastante interesantes y que sí comparto. 

"Tener, si no las mismas lecturas, al menos lecturas comunes con el otro - lo cual quiere decir, de hecho, las mismas no-lecturas - es una de las condiciones de una buena alianza amorosa. De ahí la necesidad, desde el comienzo de la relación, de mostrarse a la altura de las expectativas del ser amado haciéndole sentir la proximidad de nuestras bibliotecas interiores."


Y hasta aquí la mitad de mi mes lector... la semana que viene la segunda parte. Y leed a Siri. 


sábado, 31 de mayo de 2014

Una velada con Neil Gaiman escrita para ti.




"Escribí "El Océano al final del camino" porque echaba de menos a mi mujer que estaba grabando un disco en Melbourne. La echaba mucho de menos. Pensé en enviarle un regalo que durara más que las flores. Pensé que a mi mujer le gustaba yo, le gustaban las emociones y la honestidad y que con eso yo podía hacer una historia. Y pensé "en una semana lo termino". Me puse a escribir contándole como era yo cuando ella no me conocía, cuando era niño. Los sitios en los que yo había crecido ya no existían y no podía enseñárselos, pero podía contarle una historia. La historia se alargó y alargó y acabó siendo una novela. Cuando terminé, se la lei cada noche según la iba pasando a máquina y le gustó. Luego también le gustó a los editores y al público, pero yo no la escribí pensando en que le gustara a más gente...era una historia que quería que le gustara a ella y así la escribí, pensando en ella porque la echaba de menos. Luego desbanqué a Dan Brown en la lista de ventas del New York Times y eso me gustó, me gustó mucho."

Gaiman dice estas palabras cuando ya lleva unos 20 minutos hablando en su velada. "Velada" es una palabra extraña, la usamos poco, suena a película, suena a nuestros abuelos, suena a terciopelo y poca luz, a música clásica o al menos eso me sugiere a mi.¿Cuántas "veladas" he tenido con un hombre? Creo que ninguna que yo sepa o nunca las he llamado así. Pero "velada" le pega a alguien como Gaiman, alguien inglés, amante de lo victoriano y completamente vestido de negro. 

El negro es el color de la velada, de eso me he dado cuenta cuando nada más llegar a la cola una hora antes de que empiece el evento.Las 50 personas que estaban delante de mi (obviamente más frikis que yo) iban  todas de negro riguroso con alguna concesión al rojo. Yo voy de blanco de pies a cabeza, aunque realmente los pantalones son beige sucio. Me flipan estos pantalones aunque C me haya dicho que son de "tolón, tolón", a mi me recuerdan a Diane Keaton y su look en Annie Hall. Me disperso. El atuendo del público es negro, el evento se celebra en la "sala negra", el fondo sobre el que se sienta Gaiman es negro y ya he dicho que él va completamente de negro: pantalones, camiseta, chaqueta, calcetines y botines. Pienso que debe estar pasando calor pero como buen inglés ni se inmuta. 

Estoy nerviosa.  Nerviosa nivel imaginar Madrid colapsada por algún terrible suceso que me impidiera llegar a tiempo. Nerviosa nivel comprobar 7 veces que llevaba las entradas. Nerviosa nivel comprobar 3 veces que llevo los libros que quiero que me firme: Coraline y Misterios de un asesinato. No me atrevo a enseñarlos mucho cuando llego a la cola, todos parecen llevar comics de Sandman que yo lamentablemente no he leído todavía. Me he puesto nerviosa  al ver que mi fabulosa acompañante desconocida no aparecía y nerviosa al entrar en la sala y buscar un buen sitio. 

Me siento. Conozco estos nervios, son los nervios que siento siempre cuando algo me hace mucha ilusión y lo estoy esperando con intranquilidad. Me pasa con Bruce. Es mi trance particular, entro en una especie de dimensión en la que sólo estoy para lo que estoy esperando. Podría pasar una vaca amarilla volando y no la vería. Ahora sólo espero a Gaiman. 

Cuando llega y le veo de cerca siento que tiene "eso" que sólo algunos hombres tienen para mí. Es un "algo" que me conecta con ellos y me hipnotiza. Gaiman tiene carisma, muchísimo y tiene el mismo don que Bruce. Está allí sentado, respondiendo preguntas que probablemente ha respondido mil veces, ante un público que se parece al que tuvo ayer o hace una semana y al que tendrá mañana o dentro de un mes y sin embargo da la sensación de no querer estar en ningún otro sitio, da la sensación de que si pudiera elegir, elegiría estar justo aquí, sentado en esa absurda butaca roja hablando para mi (las otras 79 personas no existen ahora mismo...están con la vaca amarilla volando) . 

Gaiman habla un inglés británico maravilloso, tiene un tono de voz pausado  y te engancha en lo que cuenta. Me siento colgada de cada una de las palabras que dice, de cada una de las frases. Atrapada en su hilo. Contesta cada pregunta con calma, dejándose arrastrar por donde le llevan sus palabras en respuestas que pueden durar 10 minutos y que sin embargo todas las veces me dejan con ganas de "sigue hablando", "cuéntame más", "no te calles".  

Es divertido. "Decidí dejar twitter durante 6 meses porque necesitaba aburrirme más. Si vas en un taxi y no tienes nada que leer y te pones a mirar por la ventana y ves una estatua con palomas puedes empezar a pensar ¿cómo sería si la estatua fuera de una paloma y nosotros fuéramos del tamaño de las palomas y nos posáramos ahí? ¿nos pelearíamos por los mejores sitios? ¿y si la paloma gigante cobrara vida y nos persiguiera? Si vas en taxi mirando twitter y el mail y facebook... no te aburres y no se te ocurren esas ideas"

Pienso que yo no me aburro pero se me ocurren muchas ideas mientras conduzco, y pienso en Steinbeck y en si Gaiman habrá leído a Steinbeck y pienso incluso en cuando llegue el turno de preguntas, levantar la mano y decirle "Neil, ¿tu conduces?" 

Habla sobre Siria. Ha estado en Jordania en los campos de refugiados sirio y cuenta su experiencia allí. Cuenta como pensó que vería cosas horribles pero no tan horribles. "Hablamos de 600.000 refugiados y eso es solo un número, hablamos de un país de 6 millones de habitantes al que han llegado 600 mil, un 10 %... pero eso es solo un número. Allí ves a cada una de esas personas, refugiadas en un campo pensado para 1000 personas y que acoge a 100 mil. Un campo de refugiados es un sitio dónde nadie querría estar pero al que todos quieren llegar. Vives en una caja, en una tienda. Y esas 100 mil personas somos nosotros. Esas personas eran profesores, o médicos o carpinteros o tenían una tienda o vendían seguros...son nosotros pero sin nada. Allí te das cuenta de lo fácil que es que desaparezca todo: se corta el agua, la electricidad, alguien bombardea tu casa, te dispara....y toda la seguridad y la civilización desaparece. Pero al mismo tiempo el hombre es increíblemente resistente y en aquel campo a dónde han llegado 100 mil personas sin nada, se las apañan para seguir viviendo y te ofrecen te y comida cuando no tienen nada." 

Le escucho, pienso que tengo que leer su crónica en The Guardian  y que de esas cosas, de como la civilización y todo lo que somos puede desaparecer en nada, he hablado en el blog muchas veces a propósito de la II GM. 

Habla sobre el libro infantil que ha escrito y que por supuesto en castellano no se ha podido titular como en inglés "Fortunately, the milk" hubiera quedado raro. Cuenta que lo escribió porque pensó que hay poca literatura infantil en el que el padre sirva de algo. Según él, en los cuentos infantiles o el padre muere al principio o no sirve para nada. Pienso en levantar la mano y decir que hay una tercera opción: el padre enviuda (en pocos géneros hay más viudos que en el infantil...mmmm...curioso dato) para casarse con una madrastra. Fantaseo con levantar la mano en el turno de preguntas y darle este interesante dato a Neil. Lo desecho rápidamente...en inglés no manejo la ironía con igual destreza.  

Habla sobre componer música, sobre las adaptaciones de sus libros y cuenta una anécdota genial. No le gustó el musical de Coraline principalmente ( y lo cuenta muy bien y con mucha gracia) por una mala decisión, muy mala decisión, la peor decisión de casting que se ha hecho nunca. Elegir para el papel de Coraline a una actriz de más de 50 años con una poderosa presencia física. "Era difícil meterte en la trama de la obra cuando el personaje que más miedo daba del escenario era Coraline"

Llega una pregunta de twitter sobre su conocimiento de los mitos, otra del público preguntado por el código ético de sus personajes y la última sobre videojuegos. No son preguntas que yo hubiera hecho y al escucharlas pienso que serán una pérdida de tiempo pero una vez más Neil despliega su magia y explica porqué le interesan los mitos "no son historias para adultos ni para niños, simplemente son", cuenta que el código moral que aplica a los personajes con los que empatiza es muy sencillo "no hacer a otro lo que no quieres que te hagan a ti y no ser un gilipollas" y consigue que sienta curiosidad por el videojuego en el que ha colaborado: "durante años me pidieron que trabajara para sacar un videojuego basado en Sandman, trabajaba y luego no me pagaban y las compañías quebraban. Pensé que era gafe. Ahora he colaborado en un videojuego muy tonto y muy adictivo que no tiene nada que ver con Sandman pero que ha sido muy divertido."

Acaba la charla. Aplausos y  ando lo bastante espabilada como para conseguir un buen sitio en la cola para la firma de libros. Compro un ejemplar de "El océano al final del camino" porque la historia de por qué y como lo escribió me ha dado ganas de leerlo. Hacemos cola ordenadamente. Un desconocido se acerca con un taco de post it y pregunta a qué nombre queremos la firma de los libros. Los nuestros, obviamente.  La cola avanza y llegamos a Neil. Tiemblo, un tic nervioso muy desagradable y traicionero empieza en mi mejilla izquierda. 

Mi turno. Le saludo "Hi, Neil...nice to meet you". Firma los dos libros de manera distinta con pluma y tinta burdeos. Me derrito de emoción e intento sonreír para salir decente  la foto. Lo consigo a duras penas. 

Salgo en éxtasis. Acelerada, entusiasmada, exhausta, incrédula y feliz. 

Pienso en como contar toda mi velada con Gaiman en un post y oigo a Gaiman diciendo "escribí esta historia porque echaba de menos a mi mujer y quería hacerle un regalo. Escribí este libro pensando en que le gustara a ella"....y  pienso que justo así voy a escribir yo mi crónica. 

Escribo pensando en ti,  porque te gusto yo, te gusta como escribo, las cosas que cuento y te has perdido la velada con Neil Gaiman.  


*Mi acompañante desconocida fue un gran descubrimiento, una fabuloso compañía, muchas risas y un "esto tenemos que repetirlo". Mil gracias.

miércoles, 28 de mayo de 2014

10 consejos para aguantar el tirón.


La autoayuda y el pensamiento positivo son el Ratón Pérez de los adultos, el Disney World de los mayores de 30 y el "te llamaré" de los mayores de 40. Una mierda de ilusión. 

Las listas de "10 consejos para ser una persona feliz", "Lo que debes hacer si quieres disfrutar de la vida" y "Cómo vivir tu día pleno y ser feliz" son mentira, son una patraña o en el mejor de los casos son obviedades de garrafón que merecerían ser engullidas por sus autores esculpidas en piedra. 

Igual que hemos caído en una estúpida sobreprotección a los niños tratando de evitarles cualquier frustración, vamos de cabeza a creer que la vida es un sitio de luz y color dónde si sonríes y te levantas por la mañana pensando que puedes con todo, todo irá bien y vivirás en un salón de Ikea con todo ordenado. 

Pues no. Es una putada pero no es así. En la vida hay épocas chungas, muy chungas por los motivos que sea y no hay más cojones que pasarlas. No es divertido, no se pasa bien, no es bonito y no hay ninguna lista en internet ni ningún libro que vaya a darte unas palabras mágicas como un conjuro para dejar de sufrir. El Ratón Pérez no te va a traer un nuevo día sin sufrimiento... lo siento, pero en el lote de la vida venía una ración de pasarlo mal. 

Yo tengo 9 consejos de autoayuda de verdad, de la que duele pero que no hará que te conviertas en una ameba sonriente. 

Estás jodido. 
Asúmelo. Nada de pensar majaderías como que es una situación pasajera, nada de mira las cosas con perspectiva. Eso ya lo sabes, eres adulto y tienes memoria, sabes que no siempre estuviste así, sabes de sobra que no siempre será así pero ahora mismo da igual. La perspectiva eres tú y lo que te pasa es que estás jodido. Ahora. Ya. Hoy. En este minuto. 

Dedicarte a perder tiempo pensando "a lo mejor esto que me duele como si me despellejaran vivo no es tanto" es tiempo que pierdes de asumir lo que te pasa. Espabila. 

El tiempo no pasa deprisa. 
Y si alguien te intenta hacer creer que "el tiempo pasa deprisa, ya lo verás" pregúntale si a él se le pasan las horas en el curro más deprisa que los días de vacaciones. 

El tiempo no pasa deprisa cuando estás jodido, es exactamente al contrario, pasa increíblemente despacio. Cada día será una tortura, te levantarás pensando que no puedes más pero sí que podrás porque no te queda más remedio y por la noche pensarás "no ha sido tan malo, estoy mejor", pero es mentira. Al día siguiente seguirás igual. Pasará tiempo antes de que empieces a estar bien, hazte a la idea. El que te diga lo contrario, te miente. 

El tiempo sólo pasa deprisa cuando estás feliz y contento... la vida es así de cabrona. 

Vas a sufrir como un perro pero no vas a ser el que más sufra del mundo. 
No eres especial, ni tus circunstancias son peores que las de otros. Son las tuyas y te duelen como creíste que nunca nada te dolería pero las circunstancias de los demás también son jodidas. Que ellos parezcan estar mejor que tú no quiere decir nada. Piénsalo ¿cuánta gente sabe realmente lo jodido que estás tú? 

Nadie te va dar un conjuro mágico para salir de esto. 
Tienes amigos, pareja, familia, hijos, compañeros de farra, de curro o de deporte con los que hablar lo que te pasa y contar lo jodido que estás. O no, pero da igual. En esto estás solo, sufres tú y no hay más. Pueden acompañarte, animarte, distraerte, consolarte y darte dos leches para que espabiles y eso es muchísimo pero tu sufrimiento es tuyo y nadie va a salvarte. Sólo tú mismo sufriendo como un perro. 

Sabes lo que tienes o no tienes que hacer perfectamente. 
Deja de hacer el gilipollas y mirar consejos en internet esperando al hada madrina que te eche unos polvos mágicos que te saquen del marrón. Tú eres el hada madrina, el ogro, la bruja, la varita y los polvos. Hazlo o no lo hagas pero no mariposees. 

Y sí, lo sabes. Pero estás acojonado. Asúmelo. 

Vas a tener miedo.
Nada de pensar que no. Vas a tener más miedo que en toda tu vida y no sirve de nada pensar que no lo tienes. Lo tienes. Y ¿sabes por qué acojona mucho? Porque nos han hecho creer que cuando eres adulto no se tiene miedo, que tener miedo es una cosa que solo pasa en los cuentos y las pelis. Una mierda. Vas a pasar miedo. Asúmelo. 

Asume que en algún momento de tu vida vas a ser el malo. 
Vas a ser el malo o vas a hacer algo malo. Por simple probabilidad estadística y con la cantidad de cosas malas que hay en el mundo alguna te va a tocar hacerla / pensarla a ti. Basta ya de creer que eres el bueno. No. A veces harás cosas o tendrás que hacer cosas que van a doler a otros... o a lo mejor no, pero es un riesgo que tendrás que asumir. No eres el bueno absoluto, eso no existe. 

No juegues a "Adivina tu propio futuro"
Aunque creas que sí, aunque estés convencido de que sabes a dónde te van a llevar tus decisiones NO tienes ni la más remota idea. Piénsalo ¿hace 20, 10, 5 ó 2 años sabías que tus decisiones o la vida te iba a llevar a dónde estás ahora? No. Pues ahora tampoco. 

No tienes toda la vida por delante y un millón de oportunidades. 
Despierta. Puedes morir mañana, esta tarde o mientras lees esto. Espabila. 

Puedes equivocarte. 
De hecho vas a equivocarte y te va a joder infinito.  No vas a aprender nada por equivocarte, tienes que equivocarte  porque no lo sabes todo y porque no queda otra. A lo mejor aprendes algo pero a lo mejor sólo te llevas una leche de mil pares de narices. Por supuesto, no hacer nada también es equivocarse. 

Las malas rachas se terminan en algún momento, igual que se termina todo...pero no sabes cuándo será. Probablemente el día que menos te lo esperes, pero mientras llega esto es lo que hay. 

El mundo mola mucho, hay miles de cosas estupendas y vas a tener muchísimos motivos a lo largo de tu vida para estar feliz y contento y sonreír pero mala suerte, has llegado a una etapa de pasarlas putas y eso no se arregla con autoayuda y listas de consejos que empiezan por "sonríe" y "piensa positivo". 

Igual que no necesitas ayuda para disfrutar de lo bueno tampoco la necesitas para lo malo (no hablo de problemas médicos...) . No hay una receta mágica para dejar de pasarlas putas y si la hay no pasa por ser una ameba sonriente y flipada. 

Bueno, si la hay:  aprieta los dientes, aguanta, sufre como un cabrón y tira. No hay más. Si quieres sonreír, yo no tengo problema... pero es energía desperdiciada en hacer algo que no te apetece y créeme la vas a necesitar toda para llegar al final del día.