martes, 7 de octubre de 2014

5 cosas que no hay que decir a alguien que se divorcia

“Debo afirmar sin rodeos: nunca digan a nadie con quien están hablando que saben cómo se siente a menos que, en ese preciso momento, se estén apuñalando con el mismo cuchillo, en el mismo sitio y en el mismo corazón en que se se esté apuñalando el interlocutor. Porque en caso contrario, no tendrán ni idea.” 

Acción de Gracias. Richard Ford

La gente tiene una malsana curiosidad por saber, por conocer las circunstancias de una separación. Quiere conocer qué ha pasado, cómo ha podido ocurrir y qué es lo que esa pareja ha hecho mal para convencerse de que ellos están a salvo. 

1.- ¿Qué ha pasado?

Da igual lo que haya pasado, no es asunto de nadie más que de la pareja. A la mayoría de la gente (incluida yo) le cuesta muchísimo asimilar (de hecho, le da pánico) el concepto "dejamos de querernos", "ya no nos queríamos". La gente quiere un motivo grave, espectacular, algo contundente y que lo mantenga a salvo de que a ellos les pueda pasar. Un meteorito, una erupción volcánica, tráfico de armas, una familia paralela en Minessotta es lo que la gente quiere escuchar como motivo de una separación. Algo que les haga respirar aliviados y pensar: "puff...a mí eso no me va a pasar ni de coña". 

Dejar de quererse y no conformarse con la rutina cómoda es algo que le puede pasar a todo el mundo y que la gente prefiere no ver. 

Así que no preguntes a no ser que quieras enfrentarte a una respuesta que no quieres oír. 

2.- ¿Lo has pensado bien?, o su variante ¿No podíais aguantar más? o su tercera variante ¿No podíais arreglarlo? 

Vamos a ver. Uno no decide separarse de hoy para mañana, ni siquiera del mes pasado para este. Es una decisión que se piensa, se repiensa, se arrincona, se esconde, se saca, se airea, se pasea, se le da la vuelta, se mira por todos los rincones, se vuelve a guardar, se vuelve a sacar en un proceso agotador que incluye  mil veces el pensamiento "preferiría no hacerlo".

Un volcán no estalla de repente, un terremoto no sucede en un segundo. Una separación tampoco. Las cosas van mal, hay signos, situaciones y síntomas que se obvian, se parchean y se esconden hasta que se reune el valor necesario para afrontarlo. 

No ofendas a nadie pensando que es una decisión tomada a tontas y a locas. 

¿Aguantar? ¿Puedes vivir con un brazo roto? ¿Con un dolor permanente? Puedes acostumbrarte, claro que puedes, pero también puedes curarte amputando cuando ya has intentando curarte de todas las maneras posibles. ¿Acostumbrarte a vivir con dolor o angustia? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene? Un dolor que no se cura siempre va a más... o se enquista hasta que estalla y entonces es muchísimo peor. 

Así que sí, el divorciado lo ha pensado bien, no podía aguantar más porque no tiene sentido y no, no podía arreglarlo porque ya lo intentaron. 

3.- ¿Por qué no te has quedado tú con la casa, los niños y pasta?

Lamentablemente creo que esta es una pregunta que solo se hace a las mujeres. Y es tan repugnante que sencillamente no merece contestación pero si hay que darla se da. 

Porque no. Porque al contrario de lo que tú crees que harías, muchas mujeres no tienen ninguna intención de putear a sus parejas y lo que nos parece más justo es la custodia compartida. Lo más justo y lo mejor para todos. 

4.- Yo me moriría sin estar con mis hijos. 

Esta frase lleva implícito el "yo soy mejor padre/madre que vosotros porque aguantaría lo que fuera con tal de estar con mis hijos". 

Estupendo por ti, pero te aseguro que no te morirías sin estar con tus hijos porque separarse no implica desaparecer de la vida de tus hijos a no ser que una de las partes o las dos partes se dediquen a putearse y tirarse los hijos a la cabeza. 

Puedes separarte y, ¡tachán!, puedes estar sin tus hijos cuando sea necesario y aún más espectacular, tus hijos están felices, contentos y satisfechos porque no tienen la sensación de estar "sin", sino la sensación de estar "con". 

He descubierto que a mucha gente le da pánico pensar que sus hijos sean seres independientes. 

5.- Mis hijos no lo entenderían.

Este es un mantra fabuloso. Tus hijos no lo entenderían y los míos si lo hacen. ¿Quiere decir eso que los tuyos son más sensibles y los míos más bobos? 

Vuestros hijos son igual de inteligentes que todos los niños, si no entienden por qué os separáis, por qué esa es  la mejor opción... la culpa es vuestra. Así de sencillo. Y si se lo toman fatal, la culpa también es vuestra. 

Todas estas frases y algunas otras por el estilo son ofensivas y molestas. Nadie conoce la relación de otra pareja y nadie sabe ni tiene por qué saber qué ha ocurrido. Y sobre todo, no preguntes nada cuya respuesta te vaya a hacer pensar en algo que sencillamente prefieres no ver. 

Lo mejor que puedes decir es "no ha debido ser fácil, pero seguro que es para mejor."


viernes, 3 de octubre de 2014

Lecturas encadenadas.- Septiembre


Este va a ser el post de lecturas encadenadas más breve de toda la historia del blog o puede que no. Como sólo he leído 3 libros en estos últimos 30 días (tengo uno a medias ahora empezado en septiembre pero según mis absurdas normas computará para octubre) puedo despachar el post en tres párrafos o dedicar 6 párrafos a cada libro.


Europa En Ruinas de Hans Magnus Enzesberger. Lunes 1 de septiembre de 2014, estoy sentada en el antiguo comedor de gala del Palacio Miramar de San Sebastián asistiendo a una estupenda charla de Fernando Cossio. Estoy concentrada y al mismo tiempo miro por la ventana y veo el mar y el increíble día de playa que hace. Pienso en que pasaré la tarde tumbada en la arena y empezaré el libro que llevo en la bolsa, "Europa en ruinas". Segundos después Cossio nombra a Enzesberger y alucino con estas casualidades cósmicas. 

Europa en Ruinas es una recopilación de artículos e informes de periodistas y agregados a los ejércitos aliados (no aparece nada de los rusos por la censura) que recorrieron Europa entre 1944 y 1948 dejando testimonio del estado de ruina económica, social, cultural, emocional y sentimental del continente. 

"Todos tienen en común que provenían de un mundo similar al nuestro: ordenado, normal, caracterizado por las miles de obviedades de una sociedad civil en funcionamiento."

Venían de una vida y una seguridad como la nuestra, hecha de pequeñas cosas que no apreciamos, que ni vemos. El orden y la normalidad arrasados por una guerra y por una paz. Lo más estremecedor no es la debacle económica, la pobreza, el vivir entre las ruinas o el hambre, cosas todas ellas de por sí terroríficas. Lo más horroroso es la ruina de valores, de referentes, de esperanza, de expectativas, de ilusión. La devastación más absoluta ha puesto fin a una guerra terrible pero ese final no es un sitio ni agradable ni esperanzador para vivir. Mientras había guerra, la gente soñaba con la paz... la paz, la victoria sobre los alemanes o incluso la derrota para los propios alemanes era una esperanza, una ilusión, una meta. 

La paz termina con esa esperanza. No queda nada que esperar ni nada por lo que luchar. 

Los italianos, retratados por Norman Lewis, con su peculiar carácter y manera de ver la vida, aparecen trapicheando con todo lo que pueden, incluso prostituyen a sus hijas de 13 años para tener con qué comer. Los franceses aparecen recuperando la vida en París tras la defensa heroica de la ciudad. Los polacos se ponen a reconstruir Varsovia desde cero tras haber sido diezmados por los nazis y haber terminado convertidos en un estado dependiente de Moscú. Holandeses, belgas...todos caminan sin rumbo en una especie de limbo gris y sin luz que no saben a dónde les lleva, ni siquiera saben si les lleva a algún sitio. 

Lo peor sin embargo son los alemanes. Sus ciudades arrasadas, ellos destruidos como pueblo por ellos mismos. Todos niegan haber sido nazis y no haber querido la guerra... pero obviamente no es cierto y los periodistas que hablan de Alemania escriben con rabia sobre esta negación colectiva.  La paz destruye a los alemanes como país y tienen que construirse desde cero intentando no ver el pasado pero ¿cómo no ver 15 millones de muertos? ¿Cómo no ver los hornos, las torturas, los campos de concentración? Es inevitable pensar que se merecían esa destrucción, esa desesperanza, esa ruina absoluta o pensar que no se lo merecían igual que tampoco lo merecían ninguno de los muertos y asesinados por los nazis durante la guerra. Pero estos testimonios de gente de a pié, me hacen ponerme en su piel y pensar en cómo sobreviviría yo a todo eso, a esa desolación, al hambre, al frío, a ver sufrir a mis hijas sin poder hacer nada. 

"Hay refugiados tendidos en todos los escalones y uno tiene la impresión de que no levantarían la vista ni aunque sucediera un milagro en medio de la plaza; tan seguros están de que no sucederá ninguno. Se les podía decir que más allá del Caúcaso hay un país que los acogerá y entonces ellos reunirían sus pertenencias sin fe ninguna. Su vida es sólo una ilusión, algo ficticio, una espera sin esperanza, ya no sienten ningún apego por ella; sólo la vida continúa adherida a ellos, como un espectro, como un criminal invisible y famélico que los arrastra por las estaciones de tren tiroteadas, noche y día, bajo el sol y la lluvia; respira en los niños dormidos que yacen sobre los escombros, con la cabeza entre los bracitos consumidos, acurrucados como embriones en el seno materno, como si quisieran retornar a él." Max Frisch, Frankfurt mayo de 1946. 

Peste y Cólera  de Patrick Deville.  Sobre este libro ( y algún otro que ya irá saliendo más adelante) también habló Cossio  en su charla.

Es la biografía de Alexandre Yersin, un personaje del que desconocía por completo su existencia y que sin embargo tuvo una vida como para protagonizar varias películas de éxito y lo que es más importante todavía fue un gran científico al que debemos entre otras cosas el descubrimiento del bacilo de la peste.

Yersin era suizo y se quedó huérfano de padre, una celebridad de los insectos, muy joven. Cuando llega el momento de elegir dónde continuar sus estudios, marcha primero a Berlín y después a París, donde conoce a Pasteur. Yersin se cansará pronto de Paris y el mundo del laboratorio y consigue plaza como médico de a bordo en un paquebote que cubre la línea Saigon-Manila. Allí encontrará su lugar en el mundo. Explora, investiga, acaba instalándose, cultiva plantas que se hace traer de todo el mundo, cría animales encargados a Europa, tiene el primer coche de Vietnam, la primera avioneta. Todo le interesa: todas las plantas, los insectos, las costumbres de las tribus de la zona, descubrir nuevas rutas, nuevos parajes, explorar la astronomía. Pasa de una idea a otra, de un propósito a otro invirtiendo en todas ellas el mismo entusiasmo.

El estilo de Deville, como el de casi todos los franceses, es frío, cortante, quirúrgico. Es justo el estilo que le pega a una personalidad como la de Yersin.

De este libro y de Yersin he escrito un post en el Cuaderno de Cultura Científica de la EHU/UPV por si alguno tiene interés en profundizar en su historia.

Y en este libro tan interesante he descubierto una tontería de esas que sé que no se me van a olvidar, el origen del término "posh", pijo en inglés.

"En las líneas marítimas se inventa este año la palabra "posh", que más o menos significa dandy o alguien que está muy a la moda a partir de la frase "port out, starboard home" ("babor ida, estribor vuelta"), porque queda muy chic cambiar la borda en la que se ha reservado plaza en función de la dirección que sigue el navío, con el fin de disfrutar siempre a través del ojo de buey del camarote, tanto a la ida como al regreso, del paisaje cambiante de las cosas, cuando los otros, los que no son posh y no han previsto el truco, no ven más que agua."

"Como todos, Yersin procura hacer de su vida una bella y armoniosa composición. 
Sólo que él lo consigue." 


Saga de Tonino Benacquista. Hablamos de este libro en el viaje a Francia y, a la vuelta, Juan me lo dio junto con un montón de documentales y películas de la II Guerra Mundial que iremos viendo poco a poco. 

Saga es una novela muy entretenida y parte de una premisa tan loca que es completamente cierta. Un directivo de una cadena de tv francesa se encuentra con la obligación de cumplir un mínimo de emisión de "producto nacional". Para solucionar este problemilla con el mínimo coste posible, contrata a 4 guionistas "mataos", cada uno de su padre y de su madre, para que escriban lo que les de la gana. Los únicos condicionantes son: que sea muy barato, 10 personajes y  4 decorados. Tienen que escribir 80 episodios de una hora de duración que se emitirán a las 4 de la mañana. 

No voy a destripar la novela. Lo mejor es que las ideas alocadas que a Benacquista se le ocurrieron en 1997, ahora mismo, esas mismas ideas, nos parecen completamente aceptables en casi cualquier serie. Un profesor de química que se convierte en un mega traficante de metanfetamina cuando le diagnostican un cáncer, un avión que se estrella y sobreviven casi todos sus pasajeros en una isla dónde hay osos polares, números, chinos y humo; una agente de la CIA completamente loca enamorada de un marine absurdo.  Ahora nos venden esas ideas envueltas en una producción maravillosa y espectacular, pero las ideas originales son igual de absurdas que las manejadas por los guionistas de Saga. 

Ninguna idea es demasiado absurda si sabes contarla. 

Saga es una novela muy divertida y refleja muy bien el mundo de la televisión y el maravilloso mundo de los guionistas y la "producción propia" pero de eso ya hablaré en otro post. 

Un mes con sólo tres lecturas pero las tres muy recomendables. Y con esto y un bizcocho hasta las lecturas encadenadas del mes que viene. 


martes, 30 de septiembre de 2014

Abducida por Decathlon

Hay tres tipos de personas: 

- Los que no hacen deporte pero compran ropa de hacer deporte en Decathlon y la tienen en el armario sin estrenar por si acaso un día encuentran el momento de empezar a usarla.
- Los que hacen deporte pero compran su kit deportivo en tiendas especializadas ubicadas en calles dónde no se puede aparcar y con horarios más restrictivos que las horas de visita en Alcatraz. " Moli si quieres una buenas zapatillas tienes que ir a "Zapatilla corre que te las pelas" o te destrozarás los pies".  
- Los que no compran ropa de deporte pero arrasan los pasillos etiquetados como "travesía" y "fitness". 


He dicho que hay tres tipos de personas y luego estoy yo que  soy una mezcla de las tres. No hago mucho deporte pero tengo mierdas variadas para nadar compradas en Decathlon, tengo "prendas de deporte cojonudas"* ninguna de las cuales ha sido comprada allí y me flipa el pasillo de "travesía".   

Decathlon no es como Ikea, no hay un recorrido trampa de hamsters que haya que realizar completo para llegar al final abrazar a la cajera como si fueras Marco y ella tu madre y recompensarte con un perrito caliente y cebolla frita en el Círculo Polar Ártico. 

Decathlon es mucho peor. Me creo libre y alocada y me enfrento al gran pasillo central tan ufana como Caperucita, con mi cestita para meter las famosas zapatillas de M que es lo que he venido a comprar.

"Travesía niños" se cruza en mi camino y claro, tengo que entrar. Me arrodillo a los pies del creativo que puso este nombre y que a mi me sugiere "ropa para que las niñas puedan destrozar pero vayan abrigadas" o "ropa para dar un paseo por el campo con un noruego y quitártela luego delante de la chimenea... muy deprisa". 

Me adentro en el pasillo y una orgía de forros polares de colores diversos, camisetas de manga larga y pantalones de muchos bolsillos fáciles de quitar salen a mi encuentro. Salgo de allí sin querer mirar los forros de colorines que llevo en la cesta, ajustándome la ropa y con el pelo revuelto y electrificado porque me he probado unos cuantos de la talla 14 años para decidirme por uno para mi. Salgo casi con la misma pinta que si hubiera estado retozando con el noruego...

Paseo alegremente por delante del cartel de fitness que es un concepto que no me mola nada. Fitness me sugiere cereales, me sugiere pasar hambre y me sugiere gimnasios con ruido y espejos. En fitness todo sugiere esfuerzo y es blanco, que requerirá esfuerzo posterior para quitar las manchas. Paso de "fitness". 

En Decathlon todo tiene nombre que sugiere la actividad a la que va dirigida: quechua es montaña porque obviamente los quechua viven en las montañas con ropa de abrigo, nabaiji es deporte acuático porque suena a islas caribeñas y mares cristalinos, Kalenji es todo lo de corretear porque suena a África, a etíopes y a run to be wild y todas esa majaderías. 

Para lo que no es para nada pero es para todo o es ridículo tienen el nombre ARTENGO. 

Artengo, Artengo, Artengo...lo leo y es como un mantra y ya no puedo pensar en otra cosa. ¿Qué es Artengo? Artengo es como Talgo. ¿Artesanía tentativa Goyeneche? "Artilugios engalanados Gomez"? ¿Archiperges Tentadores Gordos? ¿Armando Tendencias Gorrinas? 

Ahhhhh...no me lo puedo quitar de la cabeza. Soy la loca del pasillo central con el pelo electrificado y la cesta llena de forros de colores que va murmurando combinaciones imposibles de sílabas y palabras mientras cabecea como Stevie Wonder.  

Salen entonces a mi encuentro los calcetines. Yo siempre necesito calcetines, compro a montones, me regalan, los guardo decenas de años pero siempre parece que me faltan, así que Decathlon y sus cestas rebosantes de tríos de calcetines son una gran tentación y una gran frustración. 

Tengo una teoría sobre los calcetines de Decathlon.  Hay de dos tipos: los Artengo y los Kalenji. Los Artengo son más de fiar, son de señor, se pierden menos y son más serios pero yo no puedo comprarlos por lo que he comentado más arriba, entro en trance si veo el nombre... Así que opto por los Kalenji, los de corretear, pero los Kalenji son una especie esquiva y casquivana. 

Para empezar ¿Alguien ha visto alguna vez un par de calcetines Kalenji de la talla 34-39? No. No existen. O los venden con cartilla de racionamiento o sólo a los Vips. 

Aún así, a pesar de saber que un calcetín Kalenji de la talla 34-39 es casi como un unicornio, suelo dedicar una cantidad indecente de tiempo a rebuscar en las cestas por si encuentro alguno. Cuando me rindo, o van a cerrar o se ha hecho de noche, opto por comprar 20 pares de la talla 31-34 porque total, estoy más cerca del 34 que del 39. 

Semanas después descubro, una vez más, que en la manada Kalenji las cosas no son fáciles para los pequeños y mis calcetines de la talla 31-34 han sido fagocitados por los Kalenji 50 de Pobrehermano Mayor de la talla 39-42. Rebusco en los cajones, en los de mi hermano, en el suelo de su cuarto, en el cesto de la ropa sucia, en los cajones de las princezaz y como mucho rescato un par de pobres kalenjis pequeños...con agujeros y la goma pasada. Son el eslabón débil de la evolución calcetinera y están a punto de extinguirse así que ahora llevo calcetines de la talla 39 que me asoman sexymente por el talón o llevo doblados en la punta de los dedos. 

Cuando ha pasado una cantidad increíble de tiempo vagando por los pasillos, admirando cañas de pescar,  asombrándome de mi increíble talento para que las chupas que me gustan siempre sean las más caras del pasillo correspondiente, horrorizándome con los tutús, valorando si necesito los mil quinientos gadgets para nadar que tienen y mil cosas más, decido que tengo que salir como sea de Decathlon... o acabaré volviéndome (más) loca. 

A mi y a mis circunstancias Decathlon nos ha engullido como un agujero negro, como un enorme vórtice deportivo al que me asomé con la sana intención de comprar unas zapatillas de 8 euros para que M destroce y sin saber muy bien cómo, he terminado sentada en un banco rodeada de cascos mientras me pruebo unas botas de montar a caballo. 

Recobro la consciencia, oigo una voz que dice "Moliiii...sigue la luz", echo las botas en la cesta sin pensar, total son 14 euros...y concentrada para no despistarme y acabar en el pasillo de caza comprándome una cazadora que me dice "esta es la chupa para pasear por el monte después de haberte quitado la ropa delante de la chimenea del noruego", llego al encuentro de la cajera jurando que la próxima vez lo compraré todo por internet. 

O no... tengo que volver por si descubro el misterio que se esconde detrás de Artengo. O al noruego. 

*Un bañador segunda piel que fue obscenamente caro (en su día pensé que un conjunto de lencería mono me daría más juego...jajajaja...le he dado mas uso a esto),unas zapatillas de montaña espectaculares de buenas y que casi me regalan en una de esas tiendas de ultrasofisticación deportiva porque era el último par que les quedaba. Fantaseo con pasear con el noruego y mis zapas chulas. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Por tu culpa.

Salgo de la piscina. Me quito el gorro, el mp3, las gafas con cuidado de no arrancarme los ojos  y entro en el vestuario con la satisfacción del deporte hecho y los brazos machacados. Voy completamente absorta en mis pensamientos. 

Molimadre está sentada en el vestuario. Había olvidado completamente que era su primer día de piscina. 

- Hija mía, vaya cara que se te queda al quitarte las gafas. Da pena verte. 
- Gracias mamá. ¿Qué tal tu primer día?
- No sabes lo que me ha pasado. 
- ¿Qué? ¿Te ha dolido la cadera? ¿Te ha dolido algo? ¿No te ha gustado?
- No, no. Eso muy bien. He nadado y he hecho mis ejercicios pero, cuando he vuelto al vestuario, como me has dado unas llaves que no eran no he podido abrir el candado que me habías dejado.
- ¿Cómo que no abría? Claro que abría, te he dado las llaves con el candado. 
- No abría, así que he probado otro candado de otra taquilla y tampoco abría. 
- ¡Mamá! ¿y qué has hecho?
- Pues, por tu culpa,  he tenido que salir a la recepción, con el bañador chorreando y en chanclas,  para decirle a la señorita que no podía abrir mi taquilla y que si por favor me podía ayudar. 
- Pero, pero, pero... ¿por qué no has salido a decirme algo a la piscina?
- Porque estás ahí nadando como una maniaca y no me ibas a hacer caso...
- Pero, pero, pero...¡si te hubiera visto, habría parado! ¡Yo no nado como una maniaca!
- Ya, si claro, seguro. Cualquiera te para mientras nadas...Seguro que me ahogo y no te enteras.
- No te vas a ahogar, sabes nadar. ¡No me lies! Bueno, y ¿qué ha pasado?
- Pues la señorita ha venido con una cizalla y ha roto el candado. 
- ¿De verdad? Joder mamá. 
- Si, pero...
- Pero ¿qué?
- Pues que cuando ha roto el candado y he abierto la taquilla, le he dicho ¡Uy, no es mi taquilla! ¡Es la de mi hija!
- ¡¡Mamá!! 
- La chica me ha mirado con cara rara. 
- ¿Cómo quieres que te mire? Y además, ¿cómo has abierto al final tu taquilla?
- Con la llave que me habías dado. 
- ¿Ves? La llave era la correcta. De verdad, qué vergüenza. 
- La culpa es tuya por darme unas llaves que no eran. 
- ¡pero si al final has abierto con la llave qué te había dado!
- He dicho que la culpa es tuya....

Inexplicablemente la anécdota de "cómo Molimadre hizo que rompieran un candado que ni siquiera era de su taquilla porque no supo usar las llaves" se conocerá en mi familia como la anécdota en la que "Moli tuvo la culpa de la vergüenza atroz que pasó Molimadre al tener que pedir que le rompieran un candado porque le dio unas llaves que no eran... con las que inexplicablemente sí pudo abrir su taquilla después."

Menos mal que como dice Molimadre "seguro que en el blog cuentas tu versión"